Francisco nombró obispo auxiliar de Caracas a José Trinidad Fernández



El Cardenal Jorge Urosa Savino anunció durante la Misa Crismal este Jueves Santo en la Catedral Metropolitana de Caracas, que el Papa Francisco nombró Obispo Auxiliar de esta ciudad a Monseñor José Trinidad Fernández, dándole “gracias a Dios y al Santo Padre, en nombre de la Iglesia y de la feligresía católica venezolana”. 

Ramón Antonio Pérez
@GuardianCatolic 

Caracas, 17 de abril de 2014.- “Quiero darles la grata noticia que el Papa Francisco nombró obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Caracas a Monseñor José Trinidad Fernández Angulo, actual rector del Seminario Mayor ‘Santa Rosa de Lima’, de aquí de nuestra amada ciudad de Caracas. Por este motivo damos gracias a Dios y al Santo Padre nombre de la iglesia católica de Venezuela; y elevamos nuestras oraciones para que su ministerio sea semejante al de Jesucristo el Buen Pastor”. 


De esta manera se expresó el Cardenal Urosa durante la Misa Crismal que presidió este Jueves Santo en la Catedral Metropolitana de Caracas. “Pidamos a Dios para que las nuevas responsabilidades de Monseñor José Trinidad Fernández como pastor de nuestra Iglesia, las siga cumpliendo a ejemplo de Jesucristo”, dijo. 

El Arzobispo de Caracas Cardenal estuvo acompañado en la Misa Crismal por el Nuncio Apostólico de Su Santidad en Venezuela, Monseñor Aldo Giordano, y sus obispos auxiliares: Monseñor Jesús González de Zárate; Monseñor Fernando Castro Aguayo; Monseñor Tulio Luis Ramírez Padilla y el obispo auxiliar emérito Monseñor Nicolás Bermúdez Villamizar. 

Igualmente asistieron centenares de sacerdotes provenientes de las parroquias capitalinas, seminaristas, miembros de los grupos de apostolado seglar y feligreses que abarrotaron el templo caraqueño. 


Sobre el sacerdocio


El Arzobispo de Caracas, dirigiéndose a los sacerdotes, les recordó que no son entes aislados. “No vivimos un sacerdocio aislado. Caracas es una Iglesia enriquecida por laicos maravillosos y piadosos". 

Los llamó a comprometerse con una "comunidad eclesial como la de Caracas que requiere un trabajo pastoral intenso”.

“Hay una urgente necesidad de más ministros del altar, de más vocaciones sacerdotales. En los últimos 14 años, de Caracas surgieron 48 nuevos sacerdotes, pero no son suficientes”. Pidió a los sacerdotes que inviertan tiempo y esfuerzo en animar a las familias cristianas y a los jóvenes a tomar el camino del sacerdocio.

El Cardenal se refirió a la importancia del sacramento del Bautismo y habló de la necesidad de crear conciencia en las familias para que se preocupen por el bautizo de sus hijos. "Esta debe ser una prioridad en la agenda pastoral de todas las parroquias, que deben dar todas las facilidades para que las familias puedan celebrar este sacramento, que es la puerta de entrada a la Iglesia católica”.


Tenemos que poner en práctica las indicaciones pastorales del Papa Francisco que ha dicho: no cerremos las puertas a los fieles. Debe haber más espacio en las parroquias para el bautizo. En un país donde todo está limitado la fuente de la gracia debe estar abierta para todos los fieles”.

Durante la celebración eucarística fueron consagrados los óleos que serán utilizados para conferir los sacramentos del bautismo (óleo de los catecúmenos), la unción de los enfermos (óleo de los enfermos), confirmación y ordenación sacerdotal (Santo Crisma), durante todo el año. Los sacerdotes reafirmaron su entrega a Dios en el compromiso de seguir llevando una vida a ejemplo de Jesucristo. 

El nuevo obispo sembrará “la ternura de Dios” 


Las primeras impresiones del nuevo obispo auxiliar de Caracas denotan una gran alegría por la responsabilidad encomendada. “Es una alegría muy grande que he recibido de parte del Señor, pero también es una gran responsabilidad. Es una manera de seguir trabajando por esta iglesia caraqueña y ser la esperanza de un mundo mejor, un mundo de paz y justicia”. 

Entre abrazos y felicitaciones de sus hermanos sacerdotes también agradeció la confianza que el Papa: “El Señor por intermedio del Santo Padre me ha encomendado seguir trabajando en la Arquidiócesis de Caracas, ahora en esta responsabilidad como obispo auxiliar; espero contar con el apoyo de toda la feligresía católica, y de mis hermanos sacerdotes, religiosos y religiosas para juntos trabajar por Jesucristo”. 

Comentó que desde hace 15 años llegó a Caracas para trabajar durante dos años y poco a poco fue renovando el compromiso en el campo en la formación. “He trabajado en la labor formativa de los sacerdotes, y junto al trabajo de todos esperamos revitalizar nuestra iglesia en Caracas, para seguir llevando la alegría y el amor a todos los feligreses”. 

Expresó sentirse motivado para seguir llevando la alegría de la evangelización como pide el propio Papa Francisco. “Vamos a seguir sembrando la ternura de Dios y llevando la verdadera alegría de los Evangelios: tener cercanía, amor y respeto por nuestros hermanos”. Añadió que Cristo “nos pide autenticidad de vida”. 

El nuevo obispo dijo que “posiblemente su ordenación episcopal se realice en el mes de julio, en el marco de la asamblea general del episcopado venezolano”
Monseñor José Trinidad Fernández Angulo es natural de Mérida donde nació en 1964. Estudió teología en el Instituto Universitario Eclesiástico de “Santo Tomás de Aquino” en la Diócesis de San Cristóbal y se licenció en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. 

En la arquidiócesis de Caracas desempeñó cargos como vicerrector del Seminario San José, vicerrector para la Filosofía en el Seminario Mayor arquidiocesano Santa Rosa de Lima y director en la Universidad de Santa Rosa de Lima. 


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LA ALEGRIA DEL EVANGELIO
Homilía en la Misa Crismal, Jueves Santo 17 de abril de 2014,
Catedral Metropolitana de Caracas,
+Jorge L. Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas
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"Hoy Jueves Santo, llena de gratitud y de gozo, la Iglesia  conmemora la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio, y celebra esta Misa especial, la Misa Crismal. Esta sagrada celebración nos recuerda que la gracia, la salvación, la vida eterna, son dones de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, que recibimos a través de la fe y   los Sacramentos. En ella  bendeciremos los oleos santos con los cuales se administran varios de los Sacramentos que el Señor nos ha dejado como fuente de gracia, como medios para el encuentro con Dios, durante  nuestra vida.
Con motivo de esta Misa, nos congregamos alrededor del altar en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana, madre de todas las Iglesias y  comunidades parroquiales de nuestra Arquidiócesis de Caracas. Manifestamos así nuestra fe en Cristo y nuestra unión eclesial: fieles, religiosas y religiosos, presbíteros y obispos, todos unidos en torno a Jesús y entre nosotros, a pesar de las diferencias que podamos tener. Renovamos y robustecemos así nuestra fe en Cristo Sumo Sacerdote, nuestro divino Salvador. Y renovamos la alegría de pertenecer a su pueblo santo, la Iglesia Católica, pueblo de Dios, pueblo de la vida, pueblo de la paz.
LA ALEGRÍA DEL SACERDOCIO DE CRISTO
El Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nos habla, precisamente, de la alegría de Cristo, de la alegría del Evangelio.
Pues bien: la alegría de Cristo inunda esta sagrada celebración, en la cual  damos gracias a Dios  porque su unción sacerdotal como el Mesías, el Salvador, se hace presente en la Iglesia a través de  sus sacerdotes y  de los sacramentos. Los oleos, los sagrados aceites que consagraremos en esta Misa serán utilizados en el Bautismo y la Confirmación, en la Unción de los Enfermos, y en  la ordenación de obispos y presbíteros durante este año que son  ministros-representantes-embajadores de Jesús (Cfr. 2Co 5,20), Camino Verdad y Vida,  y dispensadores de los misterios de Dios (Cfr, 1Co 4,1), en medio de su pueblo.
El sacerdocio de Cristo, es decir su acción salvadora, mis queridos hermanos,  se prolonga en la historia a través de los obispos y sus colaboradores inmediatos, los presbíteros. Ellos están llamados a servir como intermediarios de la salvación. Por la acción del Espíritu Santo son configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Inmensa generosidad del Señor para con la humanidad  pues, en sus Ministros sagrados, Jesús vive en medio de los fieles. Y también,  inmensa generosidad para con nosotros, los ministros del Señor, pues hemos sido llamados a una misión excelsa, sublime, de consagrar nuestros corazones a Dios, a imitación de Cristo, por la salvación de nuestros hermanos.
¡Qué grande es, mis queridos hermanos sacerdotes,  la bondad de Dios para con nosotros! El nos llamó para que estemos con El, y para enviarnos a predicar (Cfr. Mc 3, 13 -15). El nos llama todos los días a vivir de acuerdo a su Palabra, dejando a un lado las engañosas atracciones del mundo, para que, unidos a El con un corazón indiviso, vayamos hacia la felicidad. Recordemos que Jesús nos dice en la Ultima Cena: “Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría sea plena” (Jn 15,11). Por estas razones, la ordenación sacerdotal conlleva, un reto, un compromiso: el de la santidad, el de estar con Cristo,  el de la dedicación plena y total del corazón, del entendimiento, de la voluntad, a la obra maravillosa de comunicar los dones de Dios a su pueblo. Por eso el sacerdote, obispo o presbítero, está llamado a una vida santa, a vivir a fondo la entrega a Dios en la continua escucha y cumplimiento de la voluntad del Señor, al servicio a los fieles, para transmitirles la alegría del Evangelio.
Para nosotros, queridos hermanos obispos y presbíteros, las celebraciones de Jueves Santo son ocasión propicia para renovar nuestra consagración al Señor, a su amor, que es infinitamente superior a cualquier amor humano. En esta Misa  renovaremos y reafirmaremos nuestros compromisos de entrega total de nuestro corazón a Dios  en el celibato, y  a nuestra sagrada y sublime misión eclesial de llevar a nuestros hermanos los regalos del Señor: la gracia de Dios, su Palabra viva, sus sacramentos, su consuelo, su alegría, su paz. ¡Hagámoslo con decisión, confiando siempre en la ayuda del Señor!
NUESTRA IGLESIA CARAQUEÑA
La ordenación sacerdotal incorpora al elegido a un cuerpo, el presbiterio diocesano.  Quiero, en esta solemne ocasión, destacar la alegría de pertenecer y de servir a nuestra Iglesia Arquidiocesana de Caracas. Los sacerdotes no somos entes aislados. Formamos parte de un cuerpo, de un colegio, de una fraternidad sacramental que es precisamente el presbiterio de nuestra Iglesia local. Nosotros, Obispos y sacerdotes diocesanos de Caracas, así como quienes venidos de otras partes comparten generosamente con nosotros las tareas pastorales en nuestra querida ciudad, y nuestros hermanos religiosos que aquí laboran con tanto cariño, junto como los diversos y numerosos institutos de vida consagrada, tanto masculinos como femeninos, formamos una unidad eclesial de agentes de pastoral, al servicio de nuestra Iglesia local: la Arquidiócesis de Caracas.  Que por lo demás es una Iglesia adornada con tantas cualidades: la Arquidiócesis más antigua y poblada del país, la Iglesia donde vivió y se santificó el Dr. José Gregorio Hernández, la Iglesia donde han surgido varias Congregaciones religiosas femeninas, y a la cual han servido tantos preclaros y santos Obispos, como Lucas Guillermo Castlllo, el gran Rafael Arias Blanco,  y los Cardenales José Humberto Quintero, José Alí Lebrún e Ignacio Antonio Velasco, así como muchísimos insignes sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos, venezolanos por nacimiento o de corazón. Hoy los recordamos con afecto y veneración. Caracas es también  una Iglesia enriquecida por laicos maravillosos, piadosos, cercanos,  apostólicos, que han impulsado e impulsan la vida de nuestra Arquidiócesis. En fin, tenemos tantos motivos para querer a la Iglesia caraqueña. Y por supuesto, tantos motivos para comprometernos fuertemente con una comunidad eclesial que requiere un trabajo pastoral intenso. Unámonos, pues, como hermanos en el amor, dedicación y trabajo abnegado por los fieles de nuestra Iglesia de Caracas.
URGENCIA E IMPORTANCIA DE LA PASTORAL VOCACIONAL
En este contexto es importante pensar en la urgente necesidad que tenemos en Caracas de más ministros del altar para la santificación de nuestros fieles. El vertiginoso aumento de la población en nuestra querida ciudad hace que la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas  sea la más urgente y grave necesidad pastoral de nuestra Iglesia, y una imperiosa prioridad pastoral. Gracias a Dios, en los últimos 14  años hemos tenido en Caracas 48 ordenaciones sacerdotales. Pero no son suficientes.
Por eso, a la pastoral juvenil y a la pastoral vocacional, mis queridos hermanos sacerdotes y laicos comprometidos, debemos dedicar mucho tiempo y esfuerzo, para animar a nuestros fieles, a las familias cristianas, a los jóvenes más cercanos, a pensar en la grandeza del sacerdocio como camino de vida, y en su espléndida utilidad práctica en la Venezuela de hoy y del futuro. Es preciso que todos nosotros, especialmente los  sacerdotes, las religiosas y los religiosos, trabajemos insistente y fuertemente por la pastoral vocacional, y que oremos al Señor constantemente por esa urgente necesidad. Por ello he dispuesto, y quiero recordarlo,  que en todas y cada una de las celebraciones litúrgicas, en la oración de los fieles, se eleve siempre, sin excepción, una plegaria por el aumento y perseverancia de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. En este campo, como le he expresado en otras ocasiones, nos jugamos el futuro de la Iglesia en Venezuela y en Caracas.
EL BAUTISMO
En nuestra Misa de los Sacramentos quiero destacar, sobre todo, la grandeza e importancia del Bautismo, que nos limpia del pecado original, nos libra de las garras del demonio, y nos hace hijos de Dios, discípulos de Jesucristo y miembros de la Santa Iglesia Católica. Por su importancia es necesario concientizar a las  familias para que se preocupen por el bautismo de sus niños, para que sean transformados de meras personas humanas, lo cual es ya una dignidad inmensa, a la maravillosa y sobrenatural condición de hijos de Dios. Este es un punto muy destacado de nuestro Plan de Pastoral Arquidiocesano.
Y por eso insisto, mis queridos hermanos sacerdotes, en que tengamos como una de nuestras prioridades pastorales el promover en nuestra predicación semanal, en los avisos parroquiales, en la formación de los laicos, el bautismo de los niños. Esto especialmente porque tantos muchachos, por descuido de sus padres, o por efectos del dañino secularismo, o por la escasez de suficientes agentes de pastoral, se quedan sin recibir esa maravillosa gracia de Dios. Esta realidad  nos lleva a que,  cuidando los requisitos del bautismo y la preparación de los padres y padrinos,  demos facilidades para que las familias puedan celebrar ese Sacramento.
Se trata, como dice el Papa Francisco, de  no cerrar las puertas a los fieles, sino abrirlas de par en par, para que, en medio de las dificultades que experimentamos en Caracas para cualquier gestión, ellos encuentren fácil acceso a los dones de Dios. En las Parroquias debemos abrir más espacios  para la celebración de este Sacramento y, cuando sea necesario, multiplicar las tandas de bautizos. En un país donde todo está limitado, la fuente de la gracia debe estar siempre abierta a los fieles.
CONCLUSIÓN:
Mis queridos hermanos y hermanas:
¡Vivamos la alegría de Cristo, el gozo del Evangelio! En esta sagrada y solemne celebración renovemos la alegría de nuestra fe, de creer en el inmenso amor de Dios, que por el Bautismo nos hace hijos suyos. Renovemos también nuestra alegría de pertenecer a la Santa Iglesia Católica. Fortalezcamos nuestro amor por la Iglesia Arquidiocesana de Caracas. Y  sintamos, como es tradición en los fieles venezolanos, un gran afecto por los sacerdotes, pues en ellos se hace presente el Señor de la vida y Príncipe de la paz, Nuestro Señor Jesucristo.
Yo quiero en esta solemne ocasión, en nombre de mis queridos Obispos Auxiliares y en el mío propio, expresar mi reconocimiento afecto y cercanía a todos los presbíteros,  sacerdotes de Jesús, que trabajan en nuestra querida Caracas. Gracias por su testimonio;  gracias por su cooperación a nuestro ministerio episcopal, gracias por su trabajo, realizado no pocas veces en difíciles circunstancias. Vayamos adelante, queridos hermanos sacerdotes, con entusiasmo, llenos de ardor apostólico, movidos por el amor a Dios y  a nuestra Iglesia caraqueña. Invito a todos los fieles a orar siempre por el aumento de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Y a orar por todos los  sacerdotes, para que seamos fieles a nuestra consagración, a nuestra hermosa vocación, y al escuchar y cumplir cabalmente la Palabra de Dios, vayamos siempre por la senda de la auténtica  felicidad.
Que Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, por la intercesión de nuestra madre amorosa, la  Santísima Virgen de Coromoto,  nos haga sentir siempre su alegría, la alegría del Evangelio".

Amén

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