Carta Pastoral
con motivo del Año de la fe, convocado por su Santidad el Papa Benedicto XVI
(11 de
octubre de 2012 – 24 de noviembre de 2013)
A los sacerdotes, diáconos, seminaristas,
religiosos, religiosas, catequistas, miembros de los movimientos y grupos de apostolado y demás
fieles de la Iglesia
Queridos hermanos y hermanas:
Ha
sido para todos los hijos de la Iglesia un motivo de gran gozo y alegría la
promulgación del Año Santo de la Fe, por parte del Papa Benedicto XVI, con
ocasión del 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y del 20º
Aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, uno de los frutos más importantes del Concilio. Este
Año de la Fe se iniciará el 11 de octubre con una solemne celebración litúrgica
en la basílica de San Pedro, presidida por Su Santidad el Papa Benedicto XVI, y
concluirá el día 24 de noviembre de 2013, en la fiesta de Cristo Rey.
Deseo,
como pastor de esta Iglesia particular de Guarenas, puesta bajo el patrocinio
de Nuestra Señora de Copacabana, animar a todos los fieles de esta Diócesis, a
vivir intensa y espiritualmente este año de la fe, un año de gracia y de
inmensos dones espirituales para la Iglesia Universal, y para cada una de las
Iglesias particulares.
La renovación de
nuestra fe
Este
año renovaremos nuestra fe cristiana, recibida como don en el bautismo, y
fortalecida con la gracia del Espíritu Santo en el sacramento de la
confirmación, uno de cuyos frutos es precisamente la fe. A través de la fe, iremos
también por el camino de la unidad, tal como nos lo recomienda el Apóstol: “un
solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios, padre de todos” (Ef 4,
5). Será pues una ocasión maravillosa para robustecer los vínculos de unidad, “entre
los laicos y los pastores de tu Iglesia, entre mi humilde persona, y mis
presbíteros y diáconos, entre todos los Obispos y el Papa Benedicto XVI”. De
este modo la Iglesia será, “en medio de nuestro mundo, dividido por las guerras
y discordias, instrumento de unidad, de concordia y de paz” (Plegaria
Eucarística V/d). Este don de la unidad nos permitirá a los pastores vivir la
fraternidad sacerdotal de forma más estrecha. Esta hermandad impulsará la unión
entre las religiosas de las diversas congregaciones y carismas que hacen vida
en la Diócesis, entre los miembros de todos los movimientos y grupos de apostolado,
y entre todos los fieles cristianos. Esta unidad debe resplandecer, para que
todos sean uno, “y el mundo crea” (Jn 17, 21), y así se convierta en un hermoso
testimonio para los hermanos que aún no han recibido el don de la fe verdadera.
Estoy
seguro que en este año de la fe Dios bendecirá copiosamente esta Iglesia que
peregrina en Guarenas, y por ello les pido las mejores disposiciones, para que
no reciban “en saco roto la gracia de Dios” (2 Cor 6, 1), sino con la alegría
de sabernos hijos de Dios.
Acontecimientos
eclesiales y pastoral de la Diócesis
Daremos
apertura solemne al año de la fe el sábado 27 de octubre, en la parroquia San
Francisco Javier de Aragüita (Vicaría de Barlovento), con la celebración de la
Eucaristía, sacramento de nuestra fe. Este acto tendrá lugar en el marco del
Encuentro Eucarístico Diocesano.
Este
año de la fe será un momento privilegiado para afianzar nuestro Plan pastoral,
el cual fue promulgado hace más de cuatro años, y va por la segunda fase de la
primera etapa, fase de la fraternidad que nos llama a estrechar nuestros
vínculos y lazos familiares. Llamo a todos a recoger los frutos del encuentro con
el Tejido Social, realizado el 20 de octubre, y a poner más empeño en la
redacción y distribución de la “carta a los
cristianos”. Así reviviremos
aquella costumbre de la Iglesia primitiva, que se mantenía unida no sólo
con los vínculos de la fe y de la oración, sino también a través de la
recepción de las cartas que se enviaban desde las diversas comunidades
eclesiales. Daremos así un renovado impulso, guiados por el Espíritu Santo, a
toda la actividad pastoral de la Diócesis: cáritas-pastoral social, pastoral
familiar, pastoral juvenil, infancia misionera, catequesis, etc. Quiero
mencionar de modo particular la pastoral afrodescendiente, que por gracia de
Dios se ha ido fortaleciendo cada vez más en nuestra Diócesis.
A
través de la “carta a los cristianos”, que han estado enviando los párrocos
todos los meses del año, se ha podido reflexionar cada mes sobre un valor
concreto, con el fin de que nos ayude a crecer humana y cristianamente, para
fortalecer en todos nosotros el don sobrenatural de la fe. En los tres últimos
meses de este año (octubre, noviembre y diciembre), meditaremos en esa carta
sobre los valores de la bondad, la lealtad y la humanidad. Y en el año 2013
continuaremos con la meditación de otros valores, que seguirán el siguiente
orden: honestidad, mansedumbre, moderación, gratitud, pertenencia, cordura,
constancia, precaución, creatividad, serenidad, unidad y compartir. La
consideración de cada uno de estos valores nos ha de llevar, con la ayuda de
Dios, a encarnarlos poco a poco en nuestras vidas, de modo que podamos
disponernos mejor para recibir los dones del Espíritu Santo, con el
convencimiento de que, como enseña la teología, la gracia no destruye la
naturaleza, sino que la perfecciona.
Otro
motivo de gran alegría para nuestra Diócesis en este año de la fe, será la ordenación
sacerdotal del diácono Arnaldo Sarabia Tablero, que tendrá lugar el 24 de
noviembre de 2012 en la parroquia Nuestra Señora de la Encarnación en Caucagua
(Barlovento). Tenemos también el gozo de haber enviado al Seminario a cuatro
nuevas vocaciones, con lo cual ya son cinco los seminaristas de esta nuestra
querida diócesis que se forman en los seminarios Santa Rosa de Caracas y San
Pedro Apóstol de La Guaira. En este sentido, quiero animar a toda la comunidad
diocesana a que rueguen al dueño de la mies, que envíe más trabajadores a sus
campos (Cfr. Mt 9, 38), y a que encomienden a estos jóvenes que han iniciado el
camino de entrega total a Dios, para que Jesús, que inició en ellos esta obra
buena, Él mismo la lleve a feliz término hasta el día de Cristo Jesús. No
olviden, queridos hermanos, que los sacerdotes son ministros de Cristo, cuya
misión es extender el don de la fe entre todas las gentes, a través de la predicación de la Palabra y la administración de los
sacramentos, siguiendo el mandato
misionero de Cristo: “Vayan al mundo entero y anuncien el Evangelio a
toda criatura” (Mc 16,15). Desde ahora les animo también a colaborar con
generosidad para sostener esta obra del Seminario y ayudar a los seminaristas, también
en el ámbito económico.
Tendrá
particular significación, este año de la fe, la celebración del aniversario de
la creación de nuestra Diócesis, que cumplirá 16 años el próximo 30 de
noviembre.
Nos
llena también de alegría la venida de un recién ordenado sacerdote de la Diócesis de Trujillo, Iglesia que está
viviendo de manera ejemplar la disposición del Concilio Plenario de Venezuela,
de ayudar a las iglesias con menos clero con el diezmo misionero. ¡Gracias,
hermanos de Trujillo!
El Concilio
Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica
Queridos
hijos, secundando el deseo del Papa Benedicto XVI, quiero exhortarles a releer
y volver a meditar, con mayor docilidad, los documentos del Concilio Vaticano
II, especialmente a ustedes, amados sacerdotes, de modo que el don que
significó para los fieles cristianos el Concilio, pueda seguir rejuveneciendo
el rostro de nuestra madre la Iglesia. De igual manera, les pido que acudan a
las fuentes limpias y sustanciosas del Catecismo de la Iglesia Católica, de forma
que este Catecismo sirva de inspiración para la catequesis de la Diócesis. Dios
nos ha bendecido con un numeroso grupo de catequistas (más de cien), que se
preparan para iniciar el plan de itinerarios catequísticos queridos para
nuestra Iglesia por el Concilio Plenario de Venezuela. No olvidemos pues que la
Sagrada Escritura debe ser el alma de la catequesis, y que el Catecismo de la
Iglesia Católica es guía segura para fortalecer nuestra fe y la fe de nuestros
hermanos más humildes y sencillos.
La formación en la fe será una prioridad en
nuestra Iglesia para este año de gracia. ¡Ánimo hermanos!, vayamos a las
fuentes de la gracia, de la fe, la esperanza y el amor. Vayamos con gozo y
confianza al trono de la gloria. Busquemos a Jesús en su Palabra, en la
Eucaristía, y en nuestros hermanos que sufren enfermedad, tribulación o
pobreza. Así daremos al mundo testimonio de que somos una sola familia para
gloria de Dios, y podremos vivr las palabras del Papa Benedicto XVI, que nos
dice que la fe “crece cuando se vive como experiencia
de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos
hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un
testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan
para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus
discípulos” (Porta Fidei, 7).
La indulgencia
plenaria
Nuestra
madre la Iglesia, llena de solicitud amorosa por sus hijos, ha querido
favorecer a sus hijos en este año de la fe con el don de las indulgencias. En
efecto, éste será un tiempo propicio para ganar la indulgencia plenaria de la
pena temporal merecida por los pecados confesados en el sacramento de la
penitencia. Sirva la ocasión para recordar las condiciones necesarias para
ganar esta indulgencia: haberse confesado recientemente, comulgar el día que se
tiene la intención de ganar la indulgencia, rezar por la persona e intenciones
del Papa, y realizar la obra indulgenciada. A tal efecto, quiero exhortar a todos
los fieles de mi Diócesis a acudir con corazón contrito al sacramento de la
confesión, recordando las palabras del Papa: “el Año de la fe es una invitación a una auténtica y
renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo” (Porta Fidei, 6).
Igualmente, exhorto a mis queridos hermanos sacerdotes a que se muestren
disponibles para atender con solicitud a los fieles en el sacramento de la
penitencia, recordando el deber que obliga a los párrocos a estar dispuestos a
oír las confesiones de los fieles que lo requieran.
De
acuerdo con el decreto de la Penitenciaría Apostólica del 14 de septiembre de
2012 para el año de la fe, dispongo que podrán ganar indulgencia plenaria
aquellos fieles que, habiendo cumplido con las condiciones apenas señaladas
para lucrar esta indulgencia, realicen un rato de meditación, reciten el Credo,
bien sea el llamado de los Apóstoles o el niceno-constantinopolitano, y recen
el Padrenuestro y el Avemaría, en cualesquiera de los dos santuarios marianos
de esta Diócesis: la catedral de Nuestra Señora de Copacabana en Guarenas, o la
Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes en Río Chico (Barlovento). Declaro que
también se podrá ganar esta indulgencia realizando esos actos de piedad en cada
una de las Iglesias parroquiales de la Diócesis, en el día en que celebren sus
fiestas patronales, añadiendo a los actos de piedad antes señalados, una devota
invocación al santo patrono. Esta gracia tendrá vigencia en el tiempo en que
dure el año de la fe (desde el 11 de octubre de 2012 hasta el 24 de noviembre
de 2013).
Conclusión
No
puedo concluir esta carta pastoral sin dejar de agradecer a todos,
especialmente a los sacerdotes, diáconos, religiosas y agentes de pastoral, el
empeño que han puesto en el cumplimiento de todas las responsabilidades
tocantes al trabajo pastoral.
Deseo
finalmente poner a toda la grey que se me ha encomendado bajo la protección maternal de nuestra Señora de
Copacabana, patrona de la Diócesis. María es el camino más corto y más seguro
para llegar a Jesús.
Que
Dios todopoderoso, por su Hijo Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo, les
conceda la paz y la unidad, les colme de sus bendiciones, y fortalezca en todos
ustedes el don maravilloso de la fe.
Dado
en la Curia Diocesana de Guarenas, a los once días del mes de octubre de 2012, apertura
del Año Santo de la Fe,
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† Mons. Gustavo García Naranjo
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