La Palabra de Dios: crónica de un sínodo

Los sínodos de Obispos son asambleas consultivas donde asisten representantes episcopales y miembros de institutos religiosos clericales, para fomentar la unión entre el Santo Padre y los Obispos, además de asesorarlo en temas de vida y misión de la Iglesia Católica

Ramón Antonio Pérez
Guarenas, 20 de octubre de 2008. El Papa Benedicto XVI inauguró el domingo 5 de octubre el segundo Sínodo de Obispos de su pontificado. Esta vez el Sínodo estará dedicado a "la palabra de Dios", y se han congregado unos 250 prelados de todo el mundo en la basílica romana de San Pablo Extramuros. El Papa en la instalación del Sínodo alertó sobre la grave pérdida de influencia del cristianismo en Europa.
Por Venezuela, asiste una representación integrada por: Excmo. Monseñor José Sótero Valero, Obispo de Guanare y el Excmo. Monseñor Freddy Fuenmayor, Obispo de los Teques. Participa además en calidad de auditor invitado por el Santo Padre el ingeniero Roberto Angarita, profesor del Instituto San José de los padres Salesianos de Táriba, (estado Táchira).

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Este dómingo 19 de octubre hemos recibido una carta de Monseñor Freddy Fuenmayor quien hace una crónica de lo que hasta ahora se ha experimentado en este importante encuentro de nuestros pastores católicos. Para conocimiento de todos a continuación se las presentamos.

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LA PALABRA DE DIOS: CRÓNICA DE UN SÍNODO
La XII asamblea general del Sínodo de los Obispos sobre la "Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia" ha entrado en su segunda fase. En efecto, después de semana y media en "congregaciones generales", en las cuales casi todos los miembros del Sínodo expresaron su opinión, a partir del jueves 16 han comenzado las discusiones en los llamados "círculos menores", grupos por idioma que por sus reducidas dimensiones permiten mayor intercambio de ideas.

Las congregaciones fueron una lluvia de ideas: por un lado los aspectos que podríamos llamar estrictamente teológicos, tales como la revelación como palabra de Dios (PD), la PD escrita e inspirada (Sagrada Escritura o Biblia), la Tradición viva de la Iglesia, el Magisterio y la PD, PD y liturgia, PD y sacramentos, especialmente la Eucaristía, la formación de los seminaristas en las ciencias bíblicas; por el otro, los asuntos más propiamente pastorales, como la homilía, , la difusión de la Biblia en el pueblo de Dios, la lectura orante de la Biblia (lectio divina como modelo), las comunidades y la Biblia, Biblia y misión, la animación bíblica de la pastoral, la formación en este sentido de los laicos.

Las intervenciones de los padres sinodales, de los observadores de otras comunidades cristianas, la de un rabino judío, de superiores y superioras religiosas, de laicos, han sido muy enriquecedoras y valiosas. Las experiencias pastorales relacionadas con la vivencia de la Sagrada Escritura de iglesias de África, Asia, Oceanía, América Latina y Europa, algunas coincidentes, han hecho posible un maravilloso intercambio. Las pequeñas comunidades, los delegados de la Palabra, la misión, etc., conceptos escuchados en las cinco lenguas oficiales (italiano, español, inglés, francés), han hecho sentir la presencia de una Iglesia que en todas las latitudes vibra con el entusiasmo del anuncio de Jesucristo, a pesar de las dificultades, en algunos casos con persecuciones y martirio, como en la India y en Irak, y hace pocos años en la Europa del este comunista y actualmente en los que todavía sufren este sistema totalitario.

Se ha vivido un ambiente de fraternidad, alegría y amplia participación. Las intervenciones en las congregaciones generales en algún momento resultaban pesadas por repetitivas, pero ello permitió la escucha de las diversas opiniones que dieron lugar a una relación del Cardenal Ouellet, Arzobispo de Québec, que magistralmente intentó recoger el sentir de los sinodales, y que, junto a las discusiones en los círculos menores lingüísticos, permitirán al final la elaboración de las proposiciones que serán presentadas al Papa como contribución no vinculante para la posterior Exhortación Apostólica sobre el tema.

El sábado 18 el Papa presidió la celebración solemne de las vísperas del domingo en la Capilla Sextina con la presencia del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé I, quien en un discurso señaló la importancia para el ecumenismo de un redescubrimiento de la Palabra de Dios para la evangelización y la misión. Esta visita y este discurso marcan un hito histórico en la relación entre catolicismo y una Iglesia ortodoxa, pues, para decirlo con palabras del Patriarca: "Es la primera vez en la historia que se le ofrece a un Patriarca Ecuménico la oportunidad de dirigirse a un Sínodo de Obispos de la Iglesia Católica Romana y, por eso, ser parte de la vida de su Iglesia hermana al más alto nivel".

La celebración jubilar del apóstol de las gentes, San Pablo, modelo de anunciador de la Palabra de Dios, ha impregnado al Sínodo de un ambiente de entusiasmo apostólico. En los oídos de todos resuenan las palabras del Papa Benedicto XVI en la misa de inauguración el 5 de octubre en la Basílica de San Pablo Extramuros: "Es indispensable para los cristianos de todos los continentes estar listos para (…) anunciar con alegría la Palabra de Dios y el Evangelio viviente sin ninguna atadura" (Homilía).

Todos los Sínodos son importantes, pero ciertamente un Sínodo sobre la Palabra de Dios, palabra que engendra y nutre a la Iglesia y es anunciada por ella, era una necesidad impostergable. Para la Iglesia en América Latina, bajo el signo de Aparecida, y para la de Venezuela en particular, impulsada por el Concilio Plenario, el Sínodo sobre la Palabra de Dios ciertamente fortalecerá el anuncio de Jesucristo y el imperativo de la misión.

"Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14).

Roma, 19 de octubre de 2008.

† Freddy J. Fuenmayor S.
Obispo de Los Teques

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