La Plaza Francia de Altamira, un espacio de oración, resistencia y esperanza para muchos venezolanos



¿Quién como Dios? ¡Nadie como Dios!

Ramón Antonio Pérez 
@GuardianCatolic 

Caracas, 01 de octubre de 2014.- La procesión con la imagen del Arcángel San Miguel que este 29 de septiembre salió  desde la famosa Plaza Francia de Altamira, asentada en el municipio Chacao del estado Miranda, y que es parte del área metropolitana de Caracas, fue la excusa para volver a  uno de los lugares más emblemáticos de la lucha por la democracia en Venezuela.


En este mes de octubre se cumplen doce años desde que en la Plaza Altamira se dio a conocer al mundo el rechazo de los venezolanos al gobierno de Hugo Chávez, en una sui géneris unión cívico-militar. Fue el 22 de octubre de 2002, cuando se reunieron 14 altos oficiales venezolanos para motorizar aquellas deserciones militares contra gobierno, declarándose en desobediencia y llamando a desconocerlo.

Con el correr de los años, muchas protestas, bombas lacrimógenas y disparos asesinos también se han presentado en el lugar. Un primer caso fue el 6 de diciembre de 2002, cuando el pistolero Joao De Goveia, produjo inicialmente la muerte de Keyla Guerra, Jaime Giraud Rodríguez y Josefina Lachman de Inciarte; posteriormente, Priscila Salas Torrealba, murió 8 años después, tras quedar parapléjica por las heridas recibidas en la fatídica fecha. Además, fueron contabilizadas 22 personas heridas de bala.

Un segundo caso violento que se produjo en la Plaza Altamira, fue el de Maritza Ron, asesinada el 16 de agosto de 2004, un día después del revocatorio presidencial. El acto fue cometido por tres motorizados oficialistas que llegaron disparando a esta zona.  

Desde el 12 de febrero de 2014, Altamira ha sido el lugar en el que muchos vecinos y estudiantes han manifestado su descontento contra el gobierno de Nicolás Maduro. Sus protestas han hecho redescubrir la perversidad de un régimen que no respeta derecho humano alguno, condición social, edad, ni sexo para las atroces represiones y detenciones cometidas.

El 17 de marzo pasado, en un alarde de publicidad y movilización militar sin precedentes, el gobierno declaró a Altamira como “territorio liberado”. Nada más falso y mentiroso, porque la Plaza Francia de Altamira sigue siendo un espacio símbolo de la rebeldía en Venezuela. “Aquí estamos un grupo de venezolanos conformando a Resistencia Altamira”, dijo una señora identificada como Evelyn.


Somos jóvenes estudiantes –muchos con medidas cautelares-, amas de casa y personas jubiladas que seguimos esperando, al igual que buena parte de la población, un cambio verdadero en Venezuela”, comentó.

“Todos los días desde muy temprano nos reunimos frente al Obelisco. Aquí rezamos a la Virgen de Coromoto, a Jesús de la Divina Misericordia y La Milagrosa”, dijo la valiente mujer. “A veces vienen oficiales de los cuerpos de seguridad del Estado para amedrentarnos y saber qué estamos haciendo, pero seguimos adelante”, añadió.

“Como aquellas primitivas comunidades cristianas, cada uno de nosotros aporta lo que puede para comer, si es que las colaboraciones que recogemos en los potes de apoyo, no dan para los gastos del día”, sostuvo Evelyn.

Resistencia Altamira mantiene vivas las esperanzas por una Venezuela mejor. Una extensa bandera nacional colocada en medio de aquella simbólica plaza ha sido en varias ocasiones despegada por la Guardia Nacional Bolivariana.

Hay dos jardines que llaman la atención de quienes visitan este lugar convertido en centro de peregrinación político-religioso. Uno está dedicado a los estudiantes, amas de casa, trabajadores y otros venezolanos que han caído bajo las balas asesinas de grupos oficialistas y de las propias autoridades militares y policiales; y el otro, a quienes todavía permanecen detenidos injustamente en las cárceles venezolanos, por exigir sus derechos ciudadanos y un cambio en el rumbo político del país.


Además, todos los días Resistencia Altamira actualiza las cifras de estudiantes y otros ciudadanos detenidos por el gobierno nacional, según datos aportados por el Foro Penal Venezolano. Un cartel azul resalta la información: “Medidas cautelares: 2069; privados de libertad: 75; y detenciones: 3269”.

Las fotos de las víctimas y de las acciones de represión están presentes en esa especie de camposanto. Bassil Da Costa destaca entre muchos de los que han sido literalmente sembrados en tierra venezolana. Fue asesinado con un disparo en la cabeza, cerca de la Fiscalía General de la República, en Caracas, el 12  de febrero de este año. También resalta la foto de Génesis Carmona, la joven modelo del estado Carabobo, que recibió un disparo el 18 de febrero, y falleció el 19, tras no poder superar la operación.

Frente a las imágenes de Nuestra Señora de Coromoto y La Milagrosa, está colocada en el suelo una Cruz compuesta por fotografías de las 37 víctimas de la represión debidamente reseñadas. Son oficialistas y opositores; ciudadanos civiles, militares y policiales, fallecidos desde que comenzaron las protestas. “No hay distinción. Para nosotros todos son venezolanos y víctimas del régimen de Maduro”, afirmó Evelyn.

Resistencia Altamira organiza cada quince días una misa en la Plaza Altamira para pedir a Dios por la paz y la libertad de Venezuela. “Vinculamos nuestra acción de protesta con el alimento espiritual que significa Dios para nosotros. Nuestra principal tarea es que no se olviden a las víctimas de la represión, para lo cual tratamos de crear conciencia entre quienes nos visitan cada día”, se conoció.


Dicho y hecho. Los miembros de Resistencia Altamira desplegaron su bandera tricolor de más de veinte metros de largo durante la procesión con la imagen del Arcángel San Miguel, y junto a los devotos del Mensajero de Dios, caminaron rezando, cantando y pidiendo la protección celestial y la libertad para Venezuela.






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