Amílcar Montañez, el Domingo Savio de Venezuela: “Es preferible el dolor al pecado”

En medio de un terrible cáncer, el joven le dijo a su madre: “Es preferible el dolor al pecado”

Ramón Antonio Pérez // Aleteia Venezuela
Publicado, 25 febrero de 2022 

Su historia la conocen muy bien en la congregación de los salesianos de Don Bosco. Su corta e intensa vida de fe está recogida en libros y estampitas. Hasta algunas estatuas han levantado en su honor para reconocer sus virtudes cristianas y ciudadanas.

Se trata de Amílcar José Montañez, quien nació en El Sombrero, estado Guárico (Venezuela), el 29 de noviembre de 1935.

Sí, en 1935. Es decir, el joven del que hablaremos en este artículo, tendría en este momento 86 años y tres meses. Pero sólo vivió hasta los 16 años.

A causa de un tumor que le afectó el hígado falleció en El Sombrero, el 16 de junio de 1952.

Fama de santo

Sus restos están enterrados en la iglesia Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, donde es venerado. Los favores y milagros concedidos se esparcen por todo el mundo.

Fotos @GuardianCatolic

La fama de santidad de Amílcar traspasa las fronteras venezolanas de manos de los salesianos. Estos lo comparan con el joven y santo italiano Domingo Savio (1842-1857).

“Amílcar murió en olor a santidad”, repiten familiares, amigos y los hijos de Don Bosco. Incluso, el joven estudiante llegó a manifestar a su madre el deseo de ser sacerdote.

Amílcar Montañez, una inspiración

Desde que ingresó en el colegio San Francisco de Sales, en el sector de Sarría, en Caracas, en 1950, Amílcar Montañez, se esmeró en imitar las virtudes cristianas y humanas que practicó Domingo Savio. El joven italiano, como Don Bosco, impregnó su vida.

Desde la primera infancia, Amílcar balbuceó las oraciones que su madre, Manuela, le iba enseñando.

En ese jardín que fue su casa, iba abriendo sus pétalos olorosos a esa flor que Dios reservaba para él.

Así lo refiere el padre Eliseo Bezze (sdb) en la obra Amílcar Montañez, la biografía que la Editorial Salesiana, entregó a Aleteia.

Al hablar de la intelectualidad de Amílcar, Bezze dice que “su nivel era normal”, nada extraordinario al resto de sus amigos.

Y expone el testimonio de su madre quien lo describe como humilde, obediente, juicioso y caritativo.

También descubre el talento que tiene por la música, porque desde pequeño aprende a leer pentagramas e interpretar el saxofón.

Sus profesores vieron en él una vida ejemplar; bondadoso con sus compañeros de clase; tímido y obediente; de buen carácter, caballeroso y respetuoso; jamás se le llamó la atención por faltas.

Siempre estuvo muy inclinado al estudio, demostrando en todo momento deseos de superación, espíritu elevado, sincero y mucho de los grandes místicos.

Un joven entregado a los demás

Arcángel Maturani Quattrociocche (1920 – 2006), salesiano y educador de probada virtud, conoció en persona a Amílcar Montañez y dejó para la historia interesantes testimonios de su vida. Tuvieron su primera conversación apenas inició el año escolar en Caracas, en 1950.

Así lo recuerda el Juan Carlos Hernández, actual párroco de María Auxiliadora en Sarría, quien en conversación con Aleteia, expresó de Amílcar Montañez lo siguiente:

Maturani sostenía que Amílcar tenía cualidades para ser beatificado por llevar una vida sencilla, de entrega desinteresada hacia el prójimo, pero muy especial en su fortaleza de enfrentar su enfermedad, y darle aliento a sus familiares en su inminente ausencia cuando ya haya partido al encuentro con el Padre celestial.

Joven místico

Otro testimonio que manifestaba Maturani era que veía en Amílcar elementos de santidad como los grandes místicos de la Iglesia.

Muchas veces lo veía en la capilla en éxtasis cuando oraba.

Mediante un sonido de voz recibido por Aleteia, María Vitulli, de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA-Sarría), corrobora este detalle de la vida espiritual de Montañez:

Me dijo que lo había visto dos veces, una en el camarín de María Auxiliadora y otra fuera de este, elevado en oración como hablando con la Virgen. Me dijo también que Amílcar había muerto, para él, en olor de santidad; que era un muchacho entregado, maravilloso y bueno. Además, era muy mariano.

El consultado padre Juan Carlos Hernández, agregó que Amílcar vivió con sinceridad un desinteresado amor al prójimo, una serena piedad y asidua consagración al estudio.

Ejemplo de rectitud, de valores cristianos, humanos que nuestro Amílcar irradia a la juventud venezolana, especialmente en estos momentos difíciles de Venezuela.

Prefirió el terrible cáncer al pecado

Hernández también dejó claro que el joven salesiano disfrutó en grande durante los dos años que estuvo internado en el colegio salesiano de Sarría.

Lo tuvo que abandonar a raíz de la enfermedad (tumor en el hígado) que acabó con su vida, el 16 de junio de 1952.

De acuerdo con Eliseo Bezze, en los últimos días de su vida terrenal, ante el acoso de la enfermedad, la señora Manuela le preguntó a Amílcar:

¿Hijo, Sufres mucho?”

Y Amílcar le contestó: “Sí mamá, pero con fe, pero es preferible el dolor a un pecado.

Acotó el escritor que fue una respuesta digna de quien vive la amistad con el Señor, como su modelo santo Domingo Savio quien anota en su cuadernillo: “Es preferible morir antes que ofender al Señor”.

Hasta el último aliento conservó la serenidad y el optimismo. Tampoco permitió que otros se deprimieran y lloraran por su salud.

El lunes 16 de julio de 1952, Amílcar Montañez experimenta la frialdad de sus manos. “Pero no parece ser él el enfermo, ya que está pendiente de todo: de la comida de su mamá, las medicinas de su hermano, de la salud de todos”, reseña Eliseo Bezze.

Antes de partir, solicita serenidad a su hermano a quien pide la bendición y también que tranquilice a su mamá.

La señora Manuela pide ayuda a un vecino para que le coloque el suero, y Amílcar le dice: “Mamá mía, será por cinco minutos”.

Después cierra sus ojos, y aprieta dulce y suavemente las manos de su madre. “¡Amílcar se durmió en el Señor!”.

Las campanas de la iglesia en El Sombrero doblan tristes al dar el temible anuncio. La noticia de su muerte se riega como pólvora.

También en Sarria hay tristeza y en el “Salesiano” se reseña una sola noticia el 17 de junio: la muerte del distinguido alumno de segundo año Amílcar Montañez, un activo joven de Acción Católica que dejó rastros de rara virtud entre sus compañeros.

El registro administrativo Nro. 266, dice: “Murió en olor de santidad”.

¿Por qué no se ha abierto su causa de beatificación?

Las razones por las cuales no se le ha abierto la causa de beatificación a este modelo cristiano de la juventud en Venezuela, pudieran ser varias.

Tal vez, la principal es la falta de información y el cambio constante de las autoridades salesianas o diocesanas.

También la motivación y el interés en que se lleve adelante. En realidad, no es un proceso fácil.

Los salesianos Juan Carlos Hernández, en Caracas, y Rafael Borges en Valencia coinciden en afirmar que efectivamente todavía no se le ha abierto la causa de beatificación, pero reconocen que Amílcar Montañez tiene méritos para ello.

Acciones y palabras modélicas

Por otra parte, diversos libros lo citan como “Modelo de joven”, en el que se ponía de relieve su piedad, su conducta y aplicación y su espíritu de apostolado.

El padre Amador Merino Gómez (1930 – 2020), de prolija escritura, en el Volumen 1 de “Los Salesianos en Venezuela” (2011), lo menciona en los siguientes términos:

En el Colegio se convirtió en un auténtico apóstol. Es elegido presidente del Centro Interno de Acción Católica, cargo que desempeña a cabalidad, organizando diversas actividades, como la cruzada de la oración, enseñando el uso del misal en las Eucaristías dominicales, invitando a la celebración de los primeros viernes y a la corrección fraterna.

Entre sus familiares –que conoceremos en los siguientes trabajos- se conservan las cartas que escribía cuando estuvo internado en el colegio, así como algunos pensamientos redactados en sus tiempos libres.

¿San Amílcar?

Juan Carlos dice que “familiares y amigos no pierden las esperanzas de que algún día se abra un proceso para que sea elevado a los altares, y sea difundida con más profundidad su vida santa”. “Amílcar goza de fama de santidad y de popularidad”.

El salesiano Bruno Massiero, fallecido en 2021 a causa del Covid 19, fue un entusiasta e impulsor de la vida de Amílcar Montañez.

En Sarría erigió una estatua donde siempre se reúne la familia Montañez. Además, elaboró unas estampitas con la siguiente oración:

Oh, Dios Eterno y Santo, que quieres la santidad de todos los hombres, haz que resplandezca ese don en tu hijo Amílcar José Montañez, para todos los que piden gracias por su intercesión. Amén.

Amílcar Montañez, en tan corto tiempo de vida experimentó intensamente los valores cristianos.

Su vida se acrecienta con el tiempo, y aunque “desconocido” para la mayoría de la Iglesia, actualmente se está redescubriendo que reúne méritos para subir a los altares.

Su causa de beatificación es una tarea pendiente en la Iglesia universal y entre los salesianos.





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