En medio de un
terrible cáncer, el joven le dijo a su madre: “Es preferible el dolor al
pecado”
Su historia la
conocen muy bien en la congregación de los salesianos de Don
Bosco. Su corta e intensa vida de fe está recogida en
libros y estampitas. Hasta algunas estatuas han levantado en su honor para
reconocer sus virtudes cristianas y ciudadanas.
Se trata de
Amílcar José Montañez, quien nació en El Sombrero, estado Guárico (Venezuela),
el 29 de noviembre de 1935.
Sí, en 1935. Es
decir, el joven del que hablaremos en este artículo, tendría en este momento 86
años y tres meses. Pero sólo vivió hasta los 16 años.
A causa de un
tumor que le afectó el hígado falleció en El Sombrero, el 16 de junio de 1952.
Fama de santo
Sus restos están
enterrados en la iglesia Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, donde es
venerado. Los favores y milagros concedidos se esparcen por todo el mundo.
La fama de
santidad de Amílcar traspasa las fronteras venezolanas de manos de los
salesianos. Estos lo comparan con el joven y santo italiano Domingo Savio (1842-1857).
“Amílcar murió en
olor a santidad”, repiten familiares, amigos y los hijos de Don Bosco. Incluso,
el joven estudiante llegó a manifestar a su madre el deseo de ser sacerdote.
Amílcar Montañez, una inspiración
Desde que ingresó
en el colegio San Francisco de Sales, en el sector de Sarría, en Caracas, en
1950, Amílcar Montañez, se esmeró en imitar las virtudes cristianas y humanas
que practicó Domingo Savio. El joven italiano, como Don Bosco, impregnó su
vida.
Desde la primera
infancia, Amílcar balbuceó las oraciones que su madre, Manuela, le iba
enseñando.
En ese jardín que
fue su casa, iba abriendo sus pétalos olorosos a esa flor que Dios reservaba
para él.
Así lo refiere el padre Eliseo Bezze (sdb)
en la obra Amílcar Montañez, la biografía que la Editorial Salesiana, entregó a Aleteia.
Al hablar de la
intelectualidad de Amílcar, Bezze dice que “su nivel era normal”, nada extraordinario
al resto de sus amigos.
Y expone el
testimonio de su madre quien lo describe como humilde, obediente, juicioso y
caritativo.
También descubre
el talento que tiene por la música, porque desde pequeño aprende a leer
pentagramas e interpretar el saxofón.
Sus profesores
vieron en él una vida ejemplar; bondadoso con sus compañeros de clase; tímido y
obediente; de buen carácter, caballeroso y respetuoso; jamás se le llamó la
atención por faltas.
Siempre estuvo muy
inclinado al estudio, demostrando en todo momento deseos de superación,
espíritu elevado, sincero y mucho de los grandes místicos.
Un joven entregado a los demás
Arcángel Maturani
Quattrociocche (1920 – 2006), salesiano y educador de probada virtud, conoció
en persona a Amílcar Montañez y dejó para la historia interesantes testimonios
de su vida. Tuvieron su primera conversación apenas inició el año escolar en
Caracas, en 1950.
Así lo recuerda el
Juan Carlos Hernández, actual párroco de María Auxiliadora en Sarría, quien en
conversación con Aleteia, expresó de Amílcar Montañez lo siguiente:
Maturani sostenía que Amílcar tenía cualidades para ser beatificado por llevar una vida sencilla, de entrega desinteresada hacia el prójimo, pero muy especial en su fortaleza de enfrentar su enfermedad, y darle aliento a sus familiares en su inminente ausencia cuando ya haya partido al encuentro con el Padre celestial.
Joven místico
Otro testimonio
que manifestaba Maturani era que veía en Amílcar elementos de santidad como los
grandes místicos de la Iglesia.
Muchas veces lo
veía en la capilla en éxtasis cuando oraba.
Mediante un sonido de voz recibido por Aleteia, María Vitulli, de la Asociación de María Auxiliadora (ADMA-Sarría), corrobora este detalle de la vida espiritual de Montañez:
Me dijo que lo había visto dos veces, una en el camarín de María Auxiliadora y otra fuera de este, elevado en oración como hablando con la Virgen. Me dijo también que Amílcar había muerto, para él, en olor de santidad; que era un muchacho entregado, maravilloso y bueno. Además, era muy mariano.
El consultado
padre Juan Carlos Hernández, agregó que Amílcar vivió con sinceridad un
desinteresado amor al prójimo, una serena piedad y asidua consagración al
estudio.
Ejemplo de
rectitud, de valores cristianos, humanos que nuestro Amílcar irradia a la
juventud venezolana, especialmente en estos momentos difíciles de Venezuela.
Prefirió el terrible cáncer al pecado
Hernández también
dejó claro que el joven salesiano disfrutó en grande durante los dos años que
estuvo internado en el colegio salesiano de Sarría.
Lo tuvo que
abandonar a raíz de la enfermedad (tumor en el hígado) que acabó con su vida,
el 16 de junio de 1952.
De acuerdo con Eliseo Bezze, en los últimos días de su vida terrenal, ante el acoso de la enfermedad, la señora Manuela le preguntó a Amílcar:
¿Hijo, Sufres mucho?”
Y Amílcar le contestó: “Sí mamá, pero con fe, pero es preferible el dolor a un pecado.
Acotó el escritor
que fue una respuesta digna de quien vive la amistad con el Señor, como su
modelo santo Domingo Savio quien anota en su cuadernillo: “Es preferible morir
antes que ofender al Señor”.
Hasta el último
aliento conservó la serenidad y el optimismo. Tampoco permitió que otros se
deprimieran y lloraran por su salud.
El lunes 16 de
julio de 1952, Amílcar Montañez experimenta la frialdad de sus manos. “Pero no
parece ser él el enfermo, ya que está pendiente de todo: de la comida de su mamá,
las medicinas de su hermano, de la salud de todos”, reseña Eliseo Bezze.
Antes de partir,
solicita serenidad a su hermano a quien pide la bendición y también que
tranquilice a su mamá.
La señora Manuela
pide ayuda a un vecino para que le coloque el suero, y Amílcar le dice: “Mamá
mía, será por cinco minutos”.
Después cierra sus
ojos, y aprieta dulce y suavemente las manos de su madre. “¡Amílcar se durmió
en el Señor!”.
Las campanas de la
iglesia en El Sombrero doblan tristes al dar el temible anuncio. La noticia de
su muerte se riega como pólvora.
También en Sarria
hay tristeza y en el “Salesiano” se reseña una sola noticia el 17 de junio: la
muerte del distinguido alumno de segundo año Amílcar Montañez, un activo joven
de Acción Católica que dejó rastros de rara virtud entre sus compañeros.
El registro
administrativo Nro. 266, dice: “Murió en olor de santidad”.
¿Por qué no se ha abierto su causa de beatificación?
Las razones por
las cuales no se le ha abierto la causa de beatificación a este modelo
cristiano de la juventud en Venezuela, pudieran ser varias.
Tal vez, la
principal es la falta de información y el cambio constante de las autoridades
salesianas o diocesanas.
También la
motivación y el interés en que se lleve adelante. En realidad, no es un proceso
fácil.
Los salesianos
Juan Carlos Hernández, en Caracas, y Rafael Borges en Valencia coinciden en
afirmar que efectivamente todavía no se le ha abierto la causa de beatificación,
pero reconocen que Amílcar Montañez tiene méritos para ello.
Acciones y palabras modélicas
Por otra parte,
diversos libros lo citan como “Modelo de joven”, en el que se ponía de relieve
su piedad, su conducta y aplicación y su espíritu de apostolado.
El padre Amador Merino Gómez (1930 – 2020), de prolija escritura, en el Volumen 1 de “Los Salesianos en Venezuela” (2011), lo menciona en los siguientes términos:
En el Colegio se convirtió en un auténtico apóstol. Es elegido presidente del Centro Interno de Acción Católica, cargo que desempeña a cabalidad, organizando diversas actividades, como la cruzada de la oración, enseñando el uso del misal en las Eucaristías dominicales, invitando a la celebración de los primeros viernes y a la corrección fraterna.
Entre sus
familiares –que conoceremos en los siguientes trabajos- se conservan las cartas
que escribía cuando estuvo internado en el colegio, así como algunos
pensamientos redactados en sus tiempos libres.
¿San Amílcar?
Juan Carlos dice
que “familiares y amigos no pierden las esperanzas de que algún día se abra un
proceso para que sea elevado a los altares, y sea difundida con más profundidad
su vida santa”. “Amílcar goza de fama de santidad y de popularidad”.
El salesiano Bruno Massiero, fallecido en 2021 a
causa del Covid 19, fue un entusiasta e impulsor de la vida de Amílcar Montañez.
En Sarría erigió
una estatua donde siempre se reúne la familia Montañez. Además, elaboró unas
estampitas con la siguiente oración:
Oh, Dios Eterno y
Santo, que quieres la santidad de todos los hombres, haz que resplandezca ese
don en tu hijo Amílcar José Montañez, para todos los que piden gracias por su
intercesión. Amén.
Amílcar Montañez,
en tan corto tiempo de vida experimentó intensamente los valores cristianos.
Su vida se
acrecienta con el tiempo, y aunque “desconocido” para la mayoría de la Iglesia,
actualmente se está redescubriendo que reúne méritos para subir a los altares.
Su causa de
beatificación es una tarea pendiente en la Iglesia universal y entre los
salesianos.
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