Padre Alfredo Infante: El Letrán de mi barrio

 

A propósito del 9 de noviembre, cuando la Iglesia celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la primera Basílica en ser construida en la ciudad de Roma, el jesuita Alfredo Infante hace una interesante comparación con el barrio de sus primeros años de vida.

Padre Alfredo Infante (sj)
Caracas, 10 de noviembre 2021

No desviar nuestra mirada de lo esencial y reconocer la sacralidad de la dignidad humana; que desde nuestra fe defendamos los derechos humanos y la tierra, nuestra casa.

Hoy la Iglesia católica hace memoria a su primera Basílica «San Juan de Letrán». Este acontecimiento me lleva a hacer memoria del “Letrán de mi barrio”. Desde muy niño crecí en una Iglesia de patio y de calle, de barrio.

La maestra Fanny, mi mamá, como no había para entonces en el barrio Bolívar de Maracaibo ni escuela ni iglesia, se dedicó a enseñar a leer, a escribir y por supuesto a dar religión; su mensaje “respetar a Dios y al prójimo”, “Dios está presente en las personas”, “las personas son sagradas”, nos repetía, esta era su doctrina fundamental.

Después, a los pocos años, llegó a mi barrio el padre Acacio Belandria, un cura “gocho”, alto y elegante, que en una primera impresión nos parecía un artista que salía de la televisión, parecía un misionero de tierra extranjera.

Junto a él crecimos, hicimos el barrio y nos fuimos haciendo iglesia y, a los años, construimos comunitariamente el templo. Una vez construido nuestro templo “Jesús Obrero”, se colocó en el interior la cita de Corintio: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”. Coincidían en este punto la teología ilustrada del padre Acacio con la religión popular de la maestra Fanny, mi mamá.

Esta perspectiva se convirtió en el modo de entender mi fe: “La dignidad humana es sagrada”, “la persona es templo de Dios”.

Oremos Señor, danos la gracia de no desviar nuestra mirada de lo esencial y reconocer la sacralidad de la dignidad humana; que desde nuestra fe defendamos los derechos humanos y la tierra, nuestra casa.

Señor, en Venezuela el poder arbitrario profana tu templo; cuando los enfermos crónicos mueren por falta de tratamiento, cuando los niños mueren por desnutrición, cuando nuestras familias se desarticulan por la migración forzada, cuando se encarcela arbitrariamente por razones políticas, cuando se tortura y asesina a inocentes y se construyen narrativas falsas; fortalécenos para mantenernos firmes en lo fundamental de nuestra fe.

Sagrado corazón de Jesús, en vos confío.
Parroquia San Alberto Hurtado. Caracas-Venezuela



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