La Presidencia del Episcopado Nacional, coincidiendo
con iniciativas surgidas en la sociedad civil, hace hoy en su mensaje un
planteamiento concreto, efectivo, factible, democrático, hacia la solución de
la crisis global venezolana: refundar la nación
Monseñor Ovidio Pérez Morales
Caracas, 1
de julio de 2021
REFUNDAR LA NACIÓN. Así, en letra capital, leo lo que la Presidencia de la Conferencia
Episcopal Venezolana acaba de plantear en su Mensaje del Bicentenario de
Carabobo (22 de junio), como “urgente necesidad”,
Refundar, verbo cargado de
significado, dice re-creación, re-constitución de una de sociedad o
institución, de un proyecto o empresa. Va a las raíces y a la estructura
fundamental de una entidad, superando lo que se limita a simple reforma.
Nuestra carta magna de
diciembre de 1999 tiene en su Preámbulo una solemne refundación: “El pueblo de
Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores (…) con el fin supremo de
refundar la República para establecer una sociedad democrática (…) en ejercicio de su poder originario
representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en
referendo democrático, decreta la siguiente CONSTITUCIÓN”. Allí aparece esta
como “la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico” (CRBV 7) de
la nación, de la República, del Estado y se identifica, además al sujeto de
facultad tan trascendental como la constituyente (CRBV 5).
Venezuela, de facto y
lamentablemente, ha sido una cosa distinta de lo entonces decretado y
proclamado por la Asamblea y aprobado por el pueblo mediante referendo. La
Constitución, en lo substancial -basta leer el Preámbulo y los Principios
Fundamentales- quedó en puro nominalismo, subordinada a la interpretación y la
manipulación absolutistas del régimen socialista del siglo XXI y su Plan de la
Patria.
Los obispos, luego de
recordar la significación histórica de Carabobo, acentúan el legado que dejó y,
sobre todo, el desafío que nos plantea a los venezolanos de hoy. Luego de un
análisis de la situación, y de una reflexión sobre el deber ser y quehacer,
formulan una propuesta concreta fundacional para reconstruir y reorientar el
país. En ello buscan integrar, sin confundir, su corresponsabilidad como
ciudadanos, su obligante tarea liberadora como cristianos, así como su ineludible
responsabilidad pastoral. Sintetizando el mensaje según la secuencia del
ver-juzgar-actuar encontramos lo siguiente:
Situación nacional. Profunda
crisis, agravada por la pandemia, la cual ha encontrado caldo de cultivo en el
deterioro de los servicios públicos y de salud en particular, y exige
determinar un plan de vacunación global. Entre otros serios problemas destacan:
empobrecimiento, hiperinflación, emigración masiva.
Denuncia grave: “La
paulatina implantación de un sistema totalitario propuesto como Estado comunal
busca poner al margen el protagonismo del pueblo, verdadero y único sujeto
social de su propia existencia como nación (…) se pretende imponer una nueva
visión y un modelo diversos al de la democracia participativa y protagónica
propuesto en la Constitución”.
Reflexión. Tarea hoy, con mirada de futuro, es la reconstrucción del país. Se ha
de poner de relieve el “protagonismo de todos los miembros del pueblo
venezolano, único y verdadero sujeto social de su ser y quehacer (…) Los
dirigentes políticos no están sobre el pueblo ni pueden reducir sus acciones a
la búsqueda de acuerdos que sólo los favorezcan a ellos”. En esta tarea la
Iglesia ofrece su acompañamiento a partir de la Palabra de Dios y la Doctrina
Social de la Iglesia; dentro de la comunidad eclesial a los laicos toca un
papel peculiar, dada “su índole secular”, y a los pastores corresponde una
labor de solidaridad y animación con características políticas pero no
partidistas.
Acción.
“Los oscuros nubarrones que se ciernen sobre el país y las consecuencias de
malas prácticas políticas de los últimos años plantean la urgente necesidad de
REFUNDAR LA NACIÓN”. Los obispos invitan a todos los venezolanos a dar este
“paso necesario e impostergable (…) con los criterios de la ciudadanía e
iluminados por los principios del Evangelio”.
Abundan proclamas,
encuentros, fantaseos, propuestas y proyectos parciales de cambio, mientras el
tiempo corre con el atornillamiento del régimen, en medio de un agravarse del
desastre nacional, en el que imperan la esquizofrenia institucional, la
ausencia del Estado de Derecho y una multiforme corrupción.
La Presidencia del
Episcopado Nacional, coincidiendo con iniciativas surgidas en la sociedad
civil, hace hoy en su mensaje un planteamiento concreto, efectivo, factible,
democrático, hacia la solución de la crisis global venezolana: refundar la nación. Va a las raíces del
problema y apela a quien corresponde actuar con decisión originaria,
constituyente: el pueblo soberano.
El 5 de julio ha de encontrarnos a los venezolanos desplegando velas hacia tan
urgente objetivo.
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