Junto
a la Madre Teresa de Calcuta llegó a Venezuela en julio de 1965. En Cocorote (Yaracuy)
fundaron la primera Casa de la Caridad fuera de la India, manteniéndose “con
humildad, generosidad y amor”
Ramón Antonio
Pérez // Aleteia Venezuela
Publicado el 06/06/21
“Gracias Madre
Rosario por tu testimonio de amor y ternura para con los más necesitados.
Gracias por tu amistad, cercanía y oraciones por mí. Gracias por el amor tan
grande que profesaste hacia esta tierra venezolana y por tu total ofrenda por
su paz y bienestar. Descansa en Dios”.
De esta manera,
monseñor Víctor Hugo Basabe, obispo de la Diócesis de San Felipe, estado Yaracuy
(Venezuela), anunció el viernes 4 de junio, el fallecimiento de Silvia Toppo, una misionera de
la caridad conocida como “Hermana Rosario”.
La Madre Teresa
de Calcuta junto a la Hermana Rosario y otras cuatro Misioneras de la Caridad: María Nírmala, María Dolores, María Elena y
María José, llegaron a Venezuela en julio de 1965, para fundar en Cocorote, Yaracuy,
la primera Casa de la Caridad fuera de la India. De ese grupo, Rosario era la
última que todavía quedaba con vida.
Una víctima de la pandemia
La Conferencia
Episcopal Venezolana, mediante una nota enviada a Aleteia, confirmó la noticia de
su muerte que llena de dolor a diversos sectores del país. Pero, además, habla
de la razón de su fallecimiento. “Con 88 años de edad, la Hermana Rosario
falleció a consecuencia de Covid-19”. Tenía cuatro días ingresada en el
Hospital Central de San Felipe, pero ante su delicado estado de salud no logró
superar la enfermedad.
Para la CEV la
Hermana Rosario cumplió fielmente con su vocación: “asistir a todo aquél que
necesitara encontrar la ternura de Dios, a través de las obras de misericordia
corporal y espiritual. Quienes la conocieron dan fe de la dulzura que emanaba
en su trato con el prójimo, su amor por el servicio y su dedicación a la
oración constante”.
Entre las personas afectadas por el fallecimiento de la Hermana Rosario, estaba la periodista Laura Castellanos, quien la conoció y entrevistó para la famosa cadena CNN. Laura publicó un destacado hilo en Twitter con aspectos inéditos de la religiosa.
Con generosidad y amor todo se puede
“En 26
años de carrera este fue un personaje que me cautivó”, escribió
Castellanos en la red social. “Menudita, bajita -y dulce como el pan- me
recibió con la sonrisa más bella que he visto, feliz, con su andadera a pesar
del calor sofocante de Yaracuy”, dijo.
“Cuando
la conocí en 2016 me sentí bendecida. Nunca había sentido tanto amor y
admiración por alguien”, indica. “Ese día me habló del alma, de cómo no
entendíamos la palabra de Dios y lo sencillo de su amor. Me regaló una
hojita con citas bíblicas de su puño y letra, varias estampitas de la Madre
Teresa y dos medallitas de la Virgen María”.
Hace un año,
Laura Castellanos también había hablado de la Hermana Rosario en Facebook: “Si
me preguntan cuál líder he conocido que me ha marcado, hablaría sin dudarlo de
la Madre Rosario (…) No sé si lo saben, pero la Madre Teresa vivió en Venezuela
y fundó junto a la Hermana Rosario una misión de ayuda que aún hoy existe”.
Laura le preguntó a Rosario por qué seguía en un país como Venezuela y cómo hacía para seguir al frente de la Casa de la Caridad a pesar de su edad. “Su respuesta fue: ‘con humildad, generosidad y amor todo se puede’. Me contó que muchas veces los voluntarios o hermanas no entendían de números rojos, gobiernos o reglas. Entendían de amor y dedicación, de ayudar a los otros y ayudarse entre sí”.
Vida y obra de la Hermana Rosario
De acuerdo con
la biografía enviada desde la CEV,
la hermana María Rosario nació el 6 de enero de 1933 con el nombre de Silvia
Toppo, en una pequeña de aldea de agricultores cerca de Chainpur, al oeste de
Gumla, en La India. Fue hija de Emil Toppo y María Tirkey. Silvia era la última
de seis hermanas: Julia, Josefina, Serafina, Lucía y Savina. La familia Toppo
Tirkey, era creyente de dioses paganos y politeístas.
Pese a ello, Silvia
quiso estudiar y con el apoyo de toda la familia, se inscribió en Ursiline
Convent, instituto donde por espacio de tres años se formó para
alcanzar el grado de maestra. Teniendo a su cargo la formación de niños, tuvo
noticias sobre la obra que estaba realizando una misionera en la lejana ciudad
de Calcuta, “algo que le llamaba la atención y sentía un cercano deseo de
conocer a profundidad”.
Silvia, junto
con otras seis maestras, escribió una carta a la Madre Teresa. Al poco tiempo recibieron
respuesta de la hoy santa de la Iglesia. Ella las esperaba con los brazos
abiertos, invitándoles a vivir la enorme responsabilidad de ser Misioneras de
la Caridad.
El 31 de mayo
de 1955 fue exactamente el día del encuentro entre las maestras de Chainpur con
la Madre Teresa, quien teniendo de frente a Silvia Toppo, la bautizó de una vez
con el nombre de “María Rosario”, para su vida religiosa.
Luego de los procesos de formación, toma de hábitos, consagración y misión dentro de la India, en 1965 María Rosario integra un equipo de Misioneras de la Caridad para una labor fuera de las fronteras de su país natal. Los preparativos concuerdan con el otorgamiento del “Decretum Laudis” (Decreto de Alabanza), concedido a la congregación por Su Santidad El Papa Pablo VI, en febrero de 1965.
Cofundadora en Venezuela
Luego viajan a
Roma inicialmente el 13 de julio de 1965, y desde allí a Venezuela. El equipo
de misioneras estaba integrado por las hermanas María Nírmala, María Dolores,
María Elena, María José y María Rosario, quién ya llevaba grabado en sus
hábitos el número 045, entre más de cinco mil que actualmente integran la obra
universal.
De este modo, al viajar a Venezuela, la Hermana María Rosario es cofundadora de la obra de las Misioneras de la Caridad en Yaracuy, siendo la casa en Cocorote la segunda creada por santa Teresa de Calcuta, y la primera fuera de la India.
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