Fallece víctima del Covid Monseñor Aldo Giordano, el nuncio que sembró «paz, tolerancia y respeto» en Venezuela


“La Conferencia Episcopal Venezolana comparte el más profundo sentimiento de comunión y esperanza por el sensible fallecimiento de Monseñor Aldo Giordano”, dice en mensaje publicado en Twitter

Luego, una nota de prensa de la CEV amplió detalles sobre el deceso del ex Nuncio. “A la edad de 67 años, el 2 de diciembre de 2021 ha fallecido monseñor Aldo Giordano, quien fue Nuncio Apostólico en Venezuela desde octubre de 2013 hasta mayo de 2021, tras complicaciones derivadas del Covid-19”, indican en una nota de prensa recibida por El Guardián Católico.

El ex nuncio luchaba contra el Covid desde los primeros días de octubre, en Bruselas, Bélgica. Había nacido en Cuneo, Italia, el 20 de agosto de 1954. Refiere la CEV que fue elegido secretario general del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa el 15 de mayo de 1995, cargo que ocupó durante 13 años.

Para el año 2002, fue nombrado Capellán de Su Santidad y en 2006, Prelado de Honor de Su Santidad. Posteriormente, el 7 de julio de 2008, fue designado Observador Permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo.

Monseñor Aldo Giordano fue nombrado Nuncio Apostólico en Venezuela y Arzobispo Titular de Tamada el 26 de octubre de 2013, recibiendo su ordenación episcopal de manos del Cardenal Pietro Parolin el 14 de diciembre del mismo año.

Arribó al país el 03 de febrero de 2014, y ocupó el cargo como representante del Papa en Venezuela durante 7 años, hasta el 08 de mayo de 2021, cuando recibe el nuevo nombramiento como Nuncio Apostólico ante la Unión Europea en Bruselas-Bélgica.

Una de sus últimas responsabilidades como representante del Papa Francisco en el país, fue presidir la Ceremonia de Beatificación del Dr. José Gregorio Hernández el 30 de abril de 2021, como delegado de la Santa Sede. Desde su llegada expresó su deseo de atestiguar la Beatificación del “Médico de los Pobres”.

Sin embargo, tal como él mismo lo indicó, jamás habría imaginado recibir la responsabilidad de presidir el acto litúrgico. En sus palabras, esto resultaría profético, al haber sido nombrado Nuncio Apostólico en Venezuela el día en que se celebra el nacimiento del Dr. José Gregorio Hernández”, culmina la nota de la CEV.

A continuación, se repone trabajo tras la culminación de sus actividades como nuncio en Venezuela.

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El hasta ahora embajador del papa Francisco en Venezuela, Aldo Giordano, llegó a ese país en febrero de 2014. Ha sido testigo de la profunda crisis política, social y humanitaria que sacude al país. Su mensaje de paz ha estado presente, incluso, en los momentos más tormentosos sufridos por el pueblo venezolano

Ramón Antonio Pérez - Aleteia Venezuela
publicado el 12/05/21

Para mí es difícil salir de Venezuela, porque verdaderamente el pueblo de Venezuela me ha robado el corazón en estos 7 años”, dijo monseñor Aldo Giordano el sábado 8 de mayo en Isnotú, estado Trujillo, con motivo de la acción de gracias por la beatificación del doctor José Gregorio Hernández en su pueblo natal. Giordano presidió la ceremonia de beatificación el 30 de abril en Caracas. Isnotú era el siguiente y obligatorio paso.


Esto, después de que el 1 de mayo, el papa Francisco lo designó como nuncio apostólico ante la Unión Europea (UE). De esa manera culminaría la misión que durante siete años cumplió en Venezuela. Pese a la dura realidad que le tocó vivir, dejó un claro mensaje de paz como hombre consagrado a Dios, y en nombre de la Iglesia Universal.

Testigo presencial de lo que ocurre en Venezuela

¿Cómo fue la llegada de este nuncio apostólico a Venezuela?” – Ocurrió el lunes 3 febrero de 2014, cuando monseñor Aldo Giordano llegó al aeropuerto Internacional de Maiquetía. De antemano conocía que su misión en el país suramericano no sería fácil. Sustituye a Pietro Parolín quien le antecedió en esa responsabilidad desde 2009.

El 8 de febrero de 2014 Giordano asistió al polideportivo “José María Vargas”, para la ordenación episcopal y toma de posesión del obispo de La Guaira, Raúl Biord Castillo. Un primer saludo con las autoridades de ese estado en poder de los allegados del presidente Nicolás Maduro, avizoraba la amplitud conciliadora que le caracterizaría.

La ceremonia oficial de su recibimiento fue el domingo 9 de febrero en la Catedral de Caracas. Allí asistieron diplomáticos y algunos representantes del gobierno.

“Estoy muy contento de llegar a este país ‘Tierra de Gracia’ y poder vivir entre su pueblo caracterizado por su alegría, amor al Papa y al Evangelio. Todavía estoy empezando a conocer a Venezuela y su gente, y siento que ya los quiero”, dijo.

Sin embargo, muy pronto conoció la verdadera cara de la población venezolana: sometida, sufriente y rebelde; también, la llena de esperanza, solidaria y creyente.

El 12 de febrero de 2014, inician las protestas cuando los estudiantes en el Día de la Juventud, quisieron acercarse a la Fiscalía General, en Caracas. Fueron repelidos violentamente por las fuerzas policiales y grupos paramilitares allegados al gobierno.

Desde ese día, monseñor Aldo Giordano, decano del cuerpo diplomático, y la comunidad internacional, conocieron mucho más el verdadero rostro del régimen venezolano.

Una visita inesperada a los estudiantes que protestaban

Como consecuencia de aquellas revueltas, la violación de los derechos humanos, la muerte y prisión de los disidentes fue una realidad inevitable a la vista del Nuncio en Venezuela. El lunes 14 de abril de 2014, acudió a las dos y treinta de la tarde, a las afueras de la Organización de las Naciones Unidas, en Altamira, Caracas.

Allí escucharía las peticiones de más de 218 jóvenes, entre ellos 4 que se mantenían en huelga de hambre. Los jóvenes tenían 10 días expresando su descontento por la muerte de varios de sus compañeros y en el lugar señalado acampaban en carpas. Era la primera vez que un embajador papal se acercaba a los manifestantes venezolanos.

Queremos ayudar a evitar que haya más sangre y construir lugares donde sea posible afrontar juntos los problemas reales del país”, dijo sentado junto a los jóvenes.

Horas antes, una delegación de estos estudiantes se había trasladado a la sede de la Nunciatura Apostólica, en la avenida La Salle de Los Caobos, para iniciar una huelga de hambre. Ocho de ellos se acostaron con colchonetas y pancartas en la entrada de la embajada del Vaticano, pero levantaron la protesta en una hora debido a que monseñor Aldo Giordano accedió a acompañarlos hasta Altamira.

En un documento entregado en la Nunciatura, los estudiantes solicitaron la mediación de la Iglesia ante el Gobierno nacional. Su deseo era permitir la entrada de una comisión de la Organización de Naciones Unidas en el país. La ONU y otros organismos multilaterales no escuchan el clamor local. Caso distinto a la Iglesia.  

Queremos que evalúen la situación. Por eso, hemos hecho un llamado a la Iglesia con la intención de que nos sirvan de mediadores”, explicó uno de los manifestantes. El Nuncio al ser preguntado sobre esto por los periodistas, contestó: “Nosotros estamos dispuestos hacer un trabajo diplomático con todos. Ahora nuestro trabajo diplomático es muy amplio, queremos experimentar o buscar todas las posibilidades”.

Motivó primer encuentro gobierno / oposición

Después de 15 años de desencuentros, el 10 de abril de 2014, los venezolanos presenciaron cómo representantes del gobierno y la oposición, discutieron en cadena nacional por más de cinco horas. El nuncio Aldo Giordano y monseñor Jesús González de Zárate, secretario general de la CEV, fueron testigos de ese primer encuentro.

Ello le daba a la Iglesia la condición oficial de garante en las conversaciones entre las partes en conflicto. Sin embargo, las exigencias de la Mesa de la Unidad Democrática que agrupaba a la oposición, y el poco interés del gobierno de Nicolás Maduro en dar las respuestas adecuadas, llevaron al traste el incipiente diálogo.

El 13 de mayo de 2014 se anunció la suspensión hasta que el gobierno ofreciera hechos concretos y su disposición a consolidar acuerdos. Luego hubo nuevos intentos, sin embargo, no se concretaron. Algunas de las exigencias fueron avaladas por el Vaticano, y sin embargo, en ningún momento el gobierno fue incapaz de responder:

Primero: “Implementación urgente de medidas destinadas a aliviar la grave crisis de abastecimiento de comida y medicinas que está sufriendo la población...”. Segundo: que “el camino electoral sea la normal vía democrática para que los pueblos expresen su propia voluntad…”. Tercero: “Se tomen las medidas necesarias para restituir cuanto antes a la Asamblea Nacional el rol previsto en la Constitución…”. Y cuarto: “Se apliquen los instrumentos legales para acelerar el proceso de liberación de los detenidos”.

La diplomacia es un servicio a la paz

El viernes 29 de enero de 2015, el Nuncio apostólico llegó a ser blanco de los ataques de grupos allegados al gobierno socialista. En esa fecha, varias iglesias de Mérida fueron rayadas con pintas en contra de monseñor Giordano, asociándolo a políticos opositores antes de su visita a la entidad. “Nuncio traidor”, le decían. Un hecho sin precedentes.

Sin embargo, en diversas ocasiones su respuesta ante actitudes contrarias a la paz, denotaron la calidad de persona que lo caracteriza y el objetivo que llevó a Venezuela en el equipaje diplomático. “El Papa invitó a la Iglesia a salir a visitar las periferias del mundo entero, y hoy estoy aquí trayendo su mensaje de fe, paz y esperanza”.

Como decano del cuerpo diplomático en Venezuela, durante las jornadas de paz de cada año nuevo recordaba: “La paz es siempre un milagro que se puede obtener por medio de la oración y cuando muchas personas asumen su protagonismo en favor de la paz. “Nuestro mundo necesita la paz. La diplomacia es sobre todo un servicio a la paz”.

De buen humor como los venezolanos

Muy peculiar en su estilo y misión diplomática en Venezuela, durante la asamblea plenaria de la CEV, en 2015, emitió un mensaje esperanzador digno de ser recordado:

“Algunas personas me han dicho: “¡Pobre Nuncio, llegó a Venezuela en el momento más difícil! En realidad, me he sentido rodeado de amistad, de afecto y de la oración de muchas personas, y por ello, me he sentido como en casa y me he sentido sereno”, dijo delante de obispos y medios de comunicación.

Igualmente, en diversas oportunidades comentó que antes de viajar a Venezuela le preguntó al papa Francisco: “¿Qué cosas debía meter en la maleta para su trabajo en Venezuela?”. El santo Padre, le contestó: “Pon en tu maleta mucho de buen humor y alegría”. Giordano, respondería: “¡Santidad, le prometo que voy a ser obediente!”.

Explicaba en foros, charlas y durante las celebraciones eucarísticas, que durante su tiempo en suelo venezolano comprendió las palabras del Papa Francisco, expresando: “Es increíble, como en el corazón de los venezolanos, a pesar de todos los problemas que somos conscientes, alberga la alegría y el buen humor”.

En ese orden uno de sus rasgos fue adaptarse a los escenarios y disfrutar en completa sintonía con las comunidades. Se le escuchó decir en Barinas: “¡Me siento como un llanero!”. En Guarenas se declaró “ferviente devoto de la Virgen de Copacabana y guarenero como ustedes”. En Mérida se vistió de “andino”, con poncho y sombrero. Y en Caracas se le vio montar en motos taxis para llegar temprano a sus actividades.

De José Gregorio ni te cuento…

Quiso el destino que monseñor Aldo Giordano, por motivos de la pandemia, presidiera la ceremonia de beatificación del Doctor José Gregorio Hernández. En su mensaje del 30 de abril, expresó una vez más, la coherencia de vida y fe experimentada en Venezuela, así como el estilo de vida y virtudes cristianas del conocido galeno trujillano.

Me atrevo a decir que tal vez en estos momentos no existe en Venezuela otra figura más querida y aceptada por todos, como el Doctor José Gregorio Hernández”, fue una de sus inolvidables frases en la ceremonia. Luego, el mundo conocería que, en lugar de Venezuela, su nuevo destino como embajador del Vaticano sería la Unión Europea.

Quienes conocieron a monseñor Aldo Giordano por el trabajo signado por los valores de la paz, la fe y esperanza, creen que este irá a Europa convencido de que, ciertamente, en Venezuela el nuevo Beato, “es capaz de unir a todos sus compatriotas por encima de las diferencias sociales, políticas y económicas, e inclusive de las ideológicas o religiosas”.

La semilla de paz, tolerancia y respeto que ha sembrado en Venezuela, durante su gestión diplomática o en su misión evangelizadora, en algún momento germinará.






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