La extraordinaria
historia de la Compañía de Jesús fundada por san Ignacio de Loyola. La Compañía
de Jesús es una orden religiosa católica fundada por san Ignacio de Loyola en
1540 y aprobada por el papa Pablo III.
Ary Waldir
Ramos Díaz/Aleteia Team
Jul 31, 2020
En los últimos
tiempos, la prensa internacional ha puesto su atención en los jesuitas, como se
le conoce a sus miembros, debido a que Jorge Mario Bergoglio es el primer
jesuita en la historia en llegar a ser pontífice de Santa Romana Iglesia;
además es el primer Papa religioso después de 182 años.
Al respecto, un
dato curioso es que 16 de marzo de 2013, cuando el papa Francisco recibió en
audiencia a un grupo de periodistas, contó la anécdota irónica de que después
del cónclave que le eligió, un cardenal le propuso de llamarse Clemente XV
“para vengarse de Clemente XIV, que había suprimido la Compañía de Jesús”.
Los jesuitas
estuvieron dispersos durante cuarenta y un años. La orden fue restablecida por Pío
VII el 7 de agosto de 1814.
Los religiosos
sobrevivieron a la supresión de su Orden escondidos en Prusia y Rusia (y los
últimos años en Italia) para luego volver a “renacer”.
La Compañía, desde
la expulsión y la reconstitución, pasa por periodos, dados por la expulsión de
la orden de España y sus colonias establecidas por Carlos III en 1773 y la
restauración en 1814.
¿Quiénes son los Jesuitas?
La misión es la
esencia del orden de los jesuitas. “Amar y servir” es su lema, que les reconoce
como educadores, intelectuales y fundadores de escuelas.
Cuando nace la
Compañía de Jesús (1540) ya se han descubierto los cinco continentes, así que
siguiendo el ejemplo de los apóstoles, ellos se lanzan en las tierras de misión
que en ese período coinciden con las colonias del imperio portugués y español.
Son misioneros
enviados donde quiera el Papa. Especies raras de su tiempo, religiosos sin
coro, ni claustro, misionando por el mundo.
¿Por qué fue suprimida la Compañía de Jesús?
El papa Clemente
XIV, en 1773 suprimió la Compañía en todo el mundo, decisión fuertemente
apoyada por las grandes potencias europeas.
Los jesuitas
aceptaron la decisión del Papa sin oponerse. El General del Orden en esa época,
Lorenzo Ricci, fue hecho prisionero en el Castillo de Sant Angelo hasta su
muerte en 1775. Hasta ese año había cerca de 23.000 jesuitas, dirigiendo 700
colegios.
Hay varias causas
que llevaron a la supresión. Los jesuitas tenían privilegios. No pagaban
diezmos, tenían problemas con los obispos y otras ordenes religiosas de la
época. La cercanía con el poder. La autonomía que les había dado el Papa hasta
la supresión y la adaptación cultural extraordinaria en las misiones.
En este sentido, lo más controvertido para sus adversarios fueron los llamados ritos chinos y malabares (India), prohibidos por Roma. Los protestantes no les querían por su férrea defensa de la doctrina católica.
Restauración de la Compañía de Jesús (1814‐2014)
Otra curiosidad es
que dos gobernantes no católicos protegieron y acogieron a los jesuitas en esos
años, Federico II de Prusia y la zarina Catalina II de Rusia. Ellos no
quisieron prescindir del servicio formativo de estos religiosos en sus tierras.
Los jesuitas han
pasado por momentos difíciles y a veces por relaciones conflictivas con el
Vaticano; la orden conserva un voto particular, el ‘cuarto’, el de la
obediencia al papado.
La historia de los
jesuitas tiene varios hitos, como su misión en América Latina y las primeras
semillas de evangelización en Asia.
Para citar dos
personajes claves de su historia, Francisco Javier, miembro fundador de la
Orden, fue el primer religioso en llegar a Japón en 1549, y Matteo Ricci abrió
una ventana para la evangelización de Oriente, en China desde 1582, y las
secuelas de su obra se extendieron a distancia seguidas por los laicos que
llevaron la fe católica a Corea al final del siglo XVI.
El renacimiento de los jesuitas
A pesar de las
pasiones y odios hacía la Compañía de Jesús, la orden actualmente sigue su
camino en 127 países, con casi 20.000 religiosos y una edad promedio de 55
años. Esa edad media refleja, asimismo, un envejecimiento creciente.
Los jesuitas han
sido objeto de conflictos por su abrazo incondicional al Concilio Vaticano II,
que luego ha sido leído ideológicamente por sus enemigos como una cercanía al
comunismo.
En tiempos
modernos los jesuitas han pagado los ‘platos rotos’ de su fidelidad al
evangelio con la disminución de sus vocaciones y el aumento del número de
jesuitas ancianos.
Pedro Arrupe,
propósito general de los jesuitas desde 1965 a 1983 tuvo la difícil tarea de
guiar la Compañía y pacificar las relaciones con los papas Pablo VI y Juan
Pablo II en respuesta a la adhesión apasionada de la Orden al Concilio Vaticano
II y la defensa de los pobres ‘sospechosa’ de armonizar con el marxismo.
El compromiso
social de los jesuitas en América Latina les llevó a la persecución, la
excarcelación y al asesinato. Como ha sido el caso de Ignacio Ellacuría en el
Salvador en 1989.
¿Cuál es la misión de los Jesuitas hoy?
Los jesuitas son
enviados a las fronteras de la soledad y la exclusión social moderna. Según
indica la Congregación general de 2008 [1], en este nuevo mundo ellos se
proponen “construir un futuro en solidaridad”.
Su preocupación es
por los “marginados y excluidos”. Ante la globalización y los mercados
internacionales, se empeñan en proteger las identidades locales y particulares
de las comunidades locales.
Fieles a su misión
inicial buscan servir en la “fe, promover la justicia y dialogar con la cultura
y otras religiones” a la “luz del mandato apostólico de establecer relaciones
justas con Dios, con los demás, y con la creación”.
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