Este 25 de mayo 2020, es una fecha muy especial
para el cardenal Jorge Urosa Savino, y para recordar tan importante fecha escribe
una interesante crónica acerca de su nombramiento y labor desempeñada en la Arquidiócesis
de Valencia, hace 30 años.
Fue el 17 de marzo de 1990, cuando el
Papa Juan Pablo II le entregó esa alta responsabilidad, asumida luego en una ceremonia
realizada en la Basílica Catedral de Nuestra Señora del Socorro el 25 de mayo
de 1990, en medio del regocijo popular. A continuación la reseña que el actual arzobispo emérito de Caracas, envió
a los medios. Muchas felicidades por el trabajo realizado. RAP:
HACE
30 AÑOS, ARZOBISPO DE VALENCIA
Este próximo 25 de mayo se cumplirán 30 años de mi
instalación como Arzobispo de Valencia. ¡El tiempo vuela! Desde mi ordenación
episcopal, el 22 de septiembre de 1982, había trabajado como Obispo Auxiliar de
Caracas durante casi 8 años, cooperando gustosamente con la labor pastoral del
querido Cardenal José Alí Lebrún, Arzobispo de Caracas. Y el 17 de marzo de
1990 el Papa Juan Pablo II tuvo a bien nombrarme Arzobispo de Valencia. Y asumí
ese honroso oficio en una bellísima y festiva ceremonia en la Basílica Catedral
de Nuestra Señora del Socorro el 25 de mayo de 1990.
Fui recibido con gran aprecio por el
Arzobispo saliente, Mons. Luis Eduardo Henríquez, quien me conocía desde mis
años de seminarista en Caracas y luego en Roma. Y encontré una actitud positiva
y fraterna de parte de Mons. Nelson Martínez, a la sazón Obispo Auxiliar de
Valencia, de Mons. Reynaldo Del Prette, Vicario General, y de todos sus
colaboradores. Conté con un estupendo equipo secretarial y administrativo en la
Curia a quienes ratifiqué en sus cargos. Yo pensé: si trabajaron bien
con Mons. Henríquez, entonces deben ser buenos. Y sí lo fueron. ¡Dios les
pague su estupendo trabajo! Pero además tuve un brillante y eficiente Consejo
de Administración, integrado por valiosos y piadosos profesionales a quienes
profeso amistad y gratitud.
La gente de Carabobo, los fieles católicos y la
sociedad civil en general, me recibieron con los brazos abiertos. De igual
manera los religiosos y miembros de institutos de vida consagrada, tanto
femeninos como masculinos, con un trabajo pastoral estupendo en la
Arquidiócesis, tuvieron una actitud muy positiva hacia mí, de cercanía y
estrecha colaboración Todo esto me permitió realizar con cierta facilidad la
compleja labor de pastorear esa importante Arquidiócesis. Al cumplirse 30 años
del inicio de esa gratísima etapa de mi vida, de la cual guardo recuerdos
imborrables por 15 años felices al servicio de Dios nuestro Señor y de su
Iglesia, permítanme ahora compartir con ustedes algunas de mis vivencias
pastorales más resaltantes.
CREACIÓN DE LA DIÓCESIS DE PUERTO CABELLO
Como Arzobispo de Valencia asumí como
tarea fundamental el promover la creación de la Diócesis de Puerto Cabello. Esa
región es geográfica y socialmente distinta del resto de Carabobo. La montaña
crea una división real y anímica que se sentía en el mundo pastoral. Y por eso,
contando con el valioso apoyo de S.E. Mons. Nelson Martínez, Obispo Auxiliar de
Valencia y Vicario episcopal de Puerto Cabello, nativo de esa región,
comenzamos a pensar en la conveniencia, necesidad y posibilidad de la creación
de esa nueva Diócesis. Hechos los estudios y consultas necesarios, previa la
aprobación de la Conferencia Episcopal Venezolana en enero de 1994, presenté
ante el Papa, la petición de erección de la nueva Diócesis de Puerto Cabello.
San Juan Pablo II la aprobó y emitió el correspondiente decreto fechado el 5 de
julio de 1994. El primer Obispo fue Su Excelencia Mons. Ramón Linares Sandoval,
ordenado Obispo en la Catedral de Puerto Cabello por el Cardenal Lebrún el día
15 de octubre de 1994.
SEMINARIO Y VOCACIONES
Habiendo sido profesor y rector de
Seminarios, y consciente de la necesidad de abundantes vocaciones bien formadas
para el servicio de la Iglesia, una de mis prioridades fue precisamente esa:
fomentar las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, y fortalecer el
Seminario. Para el fomento de las vocaciones, que ya habían aumentado gracias a
la labor del Cardenal Lebrún y de Mons. Henríquez, constituí un equipo con el
Director de Pastoral vocacional y con algunos sacerdotes, un seglar y una
religiosa. Con un trabajo sistemático y motivando a los sacerdotes a trabajar
en ese campo, poco a poco fuimos teniendo éxito y logrando un sostenido aunque
leve aumento del número de candidatos al sacerdocio. Me interesé igualmente en
crear la escuela de Teología en nuestro Seminario de Valencia. Consulté con mi
Consejo episcopal de Gobierno y con el equipo directivo del Seminario, y
comenzamos esa aventura abriendo modestamente el primer año de teología.
Pero la vieja sede del Seminario en La
Pastora ya era insuficiente e inadecuada para el número de seminaristas y para
los estudios de teología. Por eso comenzamos a pensar también en la
construcción de una nueva sede. Esto fue consultado con un gran número de
sacerdotes y con las debidas instancias canónicas: Consejo Presbiteral y
Colegio de Consultores. Obtenida la aprobación y necesario consenso, comenzamos
a promover esa iniciativa entre los fieles católicos de Carabobo. Conseguimos
un gran apoyo en los señores Francisco González Giménez, Enzo Scarano y José
Antonio González, cuñado de Mons. Henríquez, quienes con gran generosidad
donaron los terrenos en Monteserino, San Diego. Y luego, con el apoyo de la
Junta pro-construcción del nuevo Seminario, iniciamos la campaña. Obtuvimos el
generoso apoyo del Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera, y de los gobernadores
Henrique Salas Römer y Henrique Fernando Salas Feo, así como del alcalde
Francisco Cabrera. Iniciamos la construcción en abril del año 1997 y abrimos la
primera parte de la obra para mudarnos allá el 10 de octubre de 1998; e
inauguramos el resto del inmueble y la Iglesia del Seminario el día 17 de julio
de 1999. ¡Inmensa gratitud tanto a estas autoridades, como a las familias que
integraron la Junta pro-construcción! ¡Magnífica labor! ¡Dios les pague a todos
los que contribuyeron a hacer realidad ese sueño, para bien de la Iglesia en
Carabobo!
Gracias al trabajo vocacional, entre 1973
y 2005 se ordenaron un total de 66 nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de
Valencia, la mayoría de los cuales ha perseverado en su consagración a Dios y a
la Iglesia.
EVANGELIZACIÓN, SANTIFICACIÓN Y ACCIÓN
SOCIAL
Como Arzobispo la mayor parte de mi tiempo la ocupé en
la atención a los sacerdotes, la evangelización y la santificación de los
fieles, así como también en la acción social, el servicio
a los pobres.
Los sacerdotes fueron atendidos permanentemente tanto
por mí como por los Obispos Auxiliares y los Vicarios generales en nuestros
despachos en la Curia Arquidiocesana, al lado de la Catedral. Y eran visitados
en sus parroquias con motivo de las fiestas patronales, celebraciones
especiales y administración de la confirmación. Nos reuníamos mensualmente para
animación espiritual, formación y organización pastoral, y varias veces en esos
15 años en convivencias especiales de animación y formación, además de los
ejercicios espirituales anuales.
Igualmente la labor de santificación, a través de la
solemne celebración de la Liturgia tanto en la Catedral de Valencia como en las
Iglesias parroquiales, ocupó gran parte de mi tiempo. Durante esos 15 años
entre mis colaboradores y yo habremos confirmado cerca de
150.000 niños y jóvenes, y un buen número de adultos en la Catedral
de Valencia en 4 ocasiones cada año.
Además, la predicación del Reino de Dios y de su amor
como fuente de la felicidad fue constante y permanente en las celebraciones
litúrgicas, pero también en los mensajes pastorales y a través de Niños
Cantores TV en el programa semanal “Palabras de Vida”. Gracias a Dios he podido
publicar dos volúmenes con mis escritos valencianos: uno, “El Misterio
Pascual”, con homilías de Semana Santa, con 348 páginas, y otro, “Discípulos y
Testigos de Jesucristo”, en dos tomos, uno con homilías y el otro con
discursos, mensajes, y artículos, para un total de 988 páginas.
Otra labor permanente fue la
evangelización de la cultura, con participación y presencia en las actividades
y centros de vida cultural de Valencia: las Universidades, el Centro de
Historia, ahora Academia de Historia del Edo. Carabobo, la Fundación Cipriano Jiménez
Macías, el Ateneo de Valencia, la Asociación de Escritores, la Sociedad Amigos
de Valencia, la Casa Páez, el Club de Leones, el Rotary Club, los medios de
comunicación social El contacto con los directivos de esas instituciones,
siempre muy amables, fue frecuente y muy fraterno y amistoso, y una ocasión
para anunciar el evangelio de Jesucristo. Frecuente y muy amistoso también el
contacto con los periodistas.
Y aunado a estas labores de evangelización directa y
explícita, está la acción social que emprendimos a principios de la década de
los 90. Para socorrer a los más pobres creamos el programa Comparte
tu Pan, dirigido y ejecutado por Cáritas de Valencia, que llevó
alimentos a muchos hermanos necesitados de las parroquias de Carabobo. Comparte
tu Pan tuvo dos modalidades: 50 comedores para
niños en Parroquias necesitadas, donde se servía almuerzo a unos 50 niños
durante 5 días a la semana. Y distribución de 5.000 bolsas de
comida al mes a familias necesitadas, previamente seleccionadas en 40 parroquias.
Esos programas contaron con el apoyo de la Gobernación del Estado Carabobo
durante muchos años.
FIN DEL PONTIFICADO VALENCIANO
En el año 2005, el Papa Benedicto XVI
ratificó mi nombramiento de Arzobispo de Caracas que había hecho San Juan Pablo
II en diciembre de 2004, pero que fue rechazado entonces por el Presidente
Chávez. Gracias a la firme insistencia de la Santa Sede, Chávez terminó
otorgando el plácet para la publicación del nombramiento en septiembre del
2005, y fui instalado en la Catedral de Caracas como 15º Arzobispo el 5 de
noviembre de 2005. Regresé a mi ciudad natal e Iglesia de bautismo con ánimo de
servir al Señor según su santa voluntad. Pero con un recuerdo gratísimo y
agradecido a Dios y a los carabobeños por los 15 años de continuas
satisfacciones que disfruté en Carabobo. Cuando me despedí agradecí debidamente
esas bondades. Reitero de nuevo mi más viva gratitud, y ruego al Señor colme de
bendiciones especialmente al actual Arzobispo, Mons. Reynaldo Del Prette, y a
todos los que colaboraron conmigo, al actual Obispo de Puerto Cabello, Mons.
Saúl Figueroa, y a los sacerdotes, religiosos y fieles de Carabobo. ¡Dios y la
dulce Virgen del Socorro los bendigan abundantemente!
+CARDENAL
JORGE UROSA SAVINO,
Arzobispo
emérito de Valencia y de Caracas
Caracas, 21 de mayo de 2020
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