Venezuela es el único país consagrado al Santísimo Sacramento. La Iglesia quiere
estar cerca de la gente confinada por la pandemia del coronavirus, llevándoles
esperanzas con las “Misas en casa” a través de las redes sociales y recorriendo
las calles con Jesús Sacramentado
Abr 04, 2020
“¡Despertaron a los Curas! Ahora, sus
celebraciones han llegado a cientos de personas y a todo el mundo. ¡El templo
está vacío, pero la iglesia está despierta!”, dice el religioso
franciscano Ángel Cacheda Lamas, en reflexiones difundidas desde El Tigre
(estado Anzoátegui), intentando dar respuesta al dinamismo de calle emprendidos
por muchos sacerdotes en medio de la pandemia del Covid-19 que también se vive
Venezuela.
Fray Ángel, quien ha sido superior de los franciscanos y ahora está radicado
en Cagua (estado Aragua), lanza varias preguntas que motivan a conocer las
razones de estos sacerdotes para seguir trabajando a pesar del momento,
doloroso y lleno de incertidumbres: “¿Se tomaron unas vacaciones? ¡No! ¿Se
fueron a dormir? ¡No! ¿Un sabático? Absolutamente, ¡No! Pues entonces, ¿qué
hicieron?”, pregunta el franciscano.
“Han
invadido las redes sociales celebrando misas, exponiendo el Santísimo,
compartiendo Laudes, vísperas y completas con su pueblo. Rezan el rosario,
meditan el Vía Crucis y hasta la coronilla de la Divina Misericordia. Y como si
fuera poco, también celebran distintos triduos”, expresa él mismo, a
modo de respuesta.
Venezuela consagrada al Santísimo
Sacramento
El padre Wilfredo Corniel (dehoniano) eleva el Santísimo sobre Caracas, al fondo El Helicoide el temido centro de reclusión de los presos políticosa de Venezuela. Vía @ccsvamosamisa |
Pudiera decirse que estas iniciativas implementadas a los largo de las
últimas tres semanas para llevarle esperanza y mostrar su cercanía a la gente,
son la continuidad del trabajo que han venido haciendo, aunque en
circunstancias “normales”, desde sus diferentes realidades. Porque la Iglesia
siempre ha estado acompañando a los venezolanos, ayudándoles a sortear la dura
realidad socio política experimentada desde hace poco más de cuatro lustros.
A ese panorama se suma la pandemia del Covid-19, una variante del
coronavirus que desde finales del año 2019 toca las cimientes de poder en el
mundo, consiguiendo a Venezuela, con un sistema sanitario devastado y sin
rumbo. Aquí, solo la fe en Dios parece vislumbrar un camino de esperanza en
medio de la incertidumbre reinante. Así lo entiende la Iglesia.
Por eso se hace pertinente reflexionar en ese camino de esperanza: “¿Qué ha
pasado?” - No es fácil saberlo sin recurrir al hecho espiritual para encontrar
las razones de lo que está pasando con los sacerdotes en Venezuela. Pero con la
llegada de la pandemia, la iglesia venezolana asumió nuevas estrategias
pastorales para darle respuestas a una feligresía que se quedaba sin misas y,
posiblemente, sin la Semana Santa, igual que el mundo entero.
Desde el 19 de marzo, con la Jornada Nacional de Oración, convocada por la
Conferencia Episcopal Venezolana, han variado muchos aspectos tradicionalmente
vinculados al periodo cuaresmal; no obstante, la Iglesia enfatiza el trabajo
que históricamente ha hecho en las comunidades: motivar la Fe, la Esperanza y la Caridad entre las personas.
Además, Venezuela es el único país del mundo consagrado al Santísimo
Sacramento, hecho ocurrido el 2 de julio de 1899 por parte del
presbítero Juan Bautista Castro quien más tarde se convirtió en el 8º arzobispo
de Caracas. Por eso, sus sacerdotes buscan en Jesús Sacramentado el auxilio
necesario ante esta calamidad que se presenta con signos catastróficos. Hasta
ahora las cifras no se presentan en Venezuela como en otros países.
Con esa fe, muchos sacerdotes salieron y están saliendo de los templos para
recorrer las calles de los caseríos, poblados y grandes ciudades, mostrando la
misericordia de un Jesús que se hizo hombre y padeció por la redención de la
humanidad. Los sacerdotes saben que con el Santísimo Sacramento están llevando
esperanza; además, dejan ver el rostro de un Dios misericordioso en medio de
esta pandemia. Contradictoriamente, la lógica de un mundo que desprecia a Dios,
ahora lo necesita y lo busca para refugiarse en él.
Misa en casa y curas en la calle
A la par de estas experiencias de “iglesia en salida”, celebran ceremonias
de carácter privado (misas) que son transmitidas por los medios tradicionales
(radio y televisión) y las redes sociales. “Desde ahora no tenemos misas para
el público pero los Sacerdotes sí pueden celebrar Misa en privado por la salud
de todos”, dijo a mediados de marzo el cardenal Baltazar Porras Cardozo.
Él mismo invitó a seguir la Santa Misa desde los hogares a través de esos
instrumentos.
“Los espero todos los días para orar juntos por Venezuela en la Santa
Misa. Hora 11am, por mi cuenta en Instagram”, expresó el 23 de marzo.
En la diócesis de San Cristóbal comenzaron a impartir la bendición con el
Santísimo Sacramento a los fieles que permanecen en sus hogares. Monseñor Mario
Moronta, salió a la vía pública luego de impartir la bendición desde la
Catedral de San Cristóbal. “Realizó una breve procesión hasta el Viaducto Viejo
para desde allí bendecir hacia los cuatro puntos cardinales”, dijo para Aleteia el padre
Johan Pacheco.
“¡Las
campanas suenan desde los templos como signo de la comunión en la oración y la
presencia de Dios en medio de su pueblo!”, indicó Pacheco. Algo nunca visto.
Experiencias similares se están viviendo en otras localidades venezolanas,
con gran eco en las redes sociales y en portales electrónicos. Los prelados,
responsables de las diócesis y arquidiócesis, dieron “luz verde” a sus
sacerdotes para que las iniciativas fluyan.
De esta manera -la Iglesia venezolana afianzada en Jesús Sacramento, el
centro de la fe cristiana- se adapta a un mundo necesitado de apoyo,
orientación y acompañamiento, en medio de un confinamiento que no se sabe
cuándo terminará, pero que ha permitido reunir a familias como “las verdaderas iglesias
domésticas” que nunca dejaron de ser.
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