El arzobispo
emérito de Caracas reflexiona acerca de
la realidad que sufre la humanidad e invita a fortalecer la fe motivando a seguir “adelante
con esperanza”. " ¡Unidos a Cristo podemos vencer todas las dificultades!", dice Urosa
Ramón Antonio
Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 5 de abril 2020
(Actualizado)
(Actualizado)
El cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo
emérito de Caracas (Venezuela) desde una reflexión netamente religiosa, que difundió difundida este viernes 3 de abril 2020, busca responder a las preguntas que desde lo espiritual se están haciendo muchas personas sobre la pandemia del coronavirus, la cual ha cobrado
la vida a casi 60 mil e infectado a más de un millón de seres humanos de acuerdo
con los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud.
“¿Por
qué la muerte de las víctimas y la angustia de millones de personas? ¿Por qué
permite Dios esta trágica pandemia? (…) ¿Por qué el sufrimiento? ¿Por qué esta
peste?, se pregunta Urosa en estas reflexiones
acerca del episodio que marca la Semana
Santa 2020, “trágicamente histórica, en tiempos de peste, y peste global”.
En el trabajo titulado “Afirmación
de vida y felicidad a pesar de la peste”, la primera respuesta del
Purpurado venezolano precisa que “es un misterio”. Pese a ello, argumenta que “el enigma del dolor se esclarece un poco, se
entiende algo –no totalmente- a la luz de la fe cristiana en Cristo, Hijo de
Dios hecho hombre para nuestra redención, nuestra salvación, y felicidad
eternas”.
Consecuencia
del pecado cometido por los hombres
“El mal físico y, entre otras cosas, la
muerte, son efecto del pecado original y del pecado del mundo, los pecados de
los seres humanos”, dice el cardenal, afianzado su reflexión en las enseñanzas de San Pablo
en su carta a los romanos. También expone que el “mal moral ha introducido en el mundo el
desequilibrio, las pasiones y vicios, la tristeza y la angustia”.
El cardenal Urosa está convencido de que
el sufrimiento se debe al pecado, “al pecado de Adán en primer lugar y al
pecado del mundo, de los seres humanos a través de la historia y hoy, de
nuestros pecados que hacen tanto daño a los demás”.
A continuación el mensaje del Cardenal Urosa:
SEMANA SANTA
Afirmación
de esperanza a pesar de la peste
+Cardenal Jorge
Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas
Sin
duda esta del año 2020 es una Semana Santa trágicamente histórica. En tiempos de peste, y peste global… Desde
fines de la segunda Guerra Mundial no estuvo la humanidad entera sometida como
ahora a una situación tan grave, mortal, como esta. Pues bien: a pesar de esta
inexorable realidad, la Semana Santa cristiana providencialmente viene a darnos
aliento, fortaleza y esperanza de vida y de felicidad.
Todos
sentimos temor y tristeza por la amenaza que esta pandemia encarna, por el
dolor y sufrimiento que ya ha producido. No solamente por las muertes causadas,
sino por las exigencias y consecuencias de la necesaria cuarentena. En estas
circunstancias se nos plantea a todos y cada uno de nosotros el enigma, el misterio
sobrecogedor del sufrimiento humano. ¿Por qué la muerte de tantos y la angustia
de millones de personas? ¿Por qué permite Dios esta trágica pandemia?
Nosotros
los cristianos afirmamos con fe viva y firme que “Dios es amor” (1 Jn
4,8). A pesar de la realidad del dolor, de la muerte, del mal físico y moral, nosotros
proclamamos que Dios nos ama, y que nos ha creado para que seamos felices. Pero
entonces: ¿Por qué el sufrimiento? ¿Por qué esta peste? Es sin duda un misterio. Pero el enigma del dolor
se esclarece un poco, se entiende algo –no totalmente -a la luz de la fe cristiana
en Cristo, Hijo de Dios hecho hombre
para nuestra redención, nuestra salvación, y felicidad eternas. Él,
siendo Dios, asumió la realidad humana en todo, menos en el pecado (He 4,15), para acompañarnos, para darnos el
ejemplo de fortaleza ante el sufrimiento y convertirlo en fuente de redención,
y para darnos la esperanza de la resurrección con su propia resurrección.
El
mal físico y, entre otras cosas, la muerte, son efecto del pecado original y del
pecado del mundo, los pecados de los seres humanos. Eso nos lo enseña San Pablo
en su carta a los romanos 5, 12-17. El mal moral, la maldad, ha introducido en
el mundo el desorden, las pasiones y los vicios, la tristeza y la angustia. El
sufrimiento se debe al pecado, al pecado de Adán en primer lugar y al pecado
del mundo, de los seres humanos a través de la historia y hoy; de nuestros
pecados, que hacen tanto daño a los demás.
Nuestra
fe cristiana nos enseña que el misterio del dolor se esclarece y se hace
llevadero a la luz de Cristo crucificado, de Cristo Nazareno, que lleva su cruz,
la carga del sufrimiento como nosotros; que muere ofreciendo su vida a Dios en
expiación de los pecados de la humanidad. Y que resucitó gloriosamente. ¡Sí! Él
resucitó y derrotó así al mal, al
pecado, al demonio y a la muerte.
Sin
duda la entrega de Jesús a la muerte, y su posterior resurrección, si bien no
logren explicar todo y dar respuestas a todas las preguntas sobre el sufrimiento,
especialmente el de los inocentes, nos confortan y alientan. El, que es Dios,
se hizo uno de nosotros, compartió con nosotros el sufrimiento, y lo venció y
superó con la resurrección.
Por
eso la Semana Santa católica, celebración litúrgica de la Pasión, muerte y
resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, nos conforta, nos consuela, nos
fortalece, nos llena de esperanza. Estamos llamados a la vida, a la salvación,
a la felicidad. Cristo en la cruz y luego resucitado, victorioso del sepulcro,
así nos los reitera y asegura. Por eso, aun en medio de esta cruel peste mundial,
podemos fortalecer nuestra fe -como nos exhortó el Papa Francisco el 27 de
marzo en San Pedro-, e ir adelante con esperanza. ¡Unidos a Cristo podemos
vencer todas las dificultades!
Aprovechemos
entonces esta cuarentena colectiva para leer con calma el Nuevo Testamento, y
sobre todo los relatos de la pasión muerte y resurrección del Señor. Yo les
recomiendo, en especial, los relatos de San Mateo, capítulos 26 al 28. Y de San
Juan, 18 al 20.
Si,
es cierto: no tenemos las respuestas a todos los interrogantes que nos plantea
el sufrimiento humano, en especial de los inocentes. Pero tenemos la afirmación
del amor de Dios a cada uno de nosotros en Jesús, el Nazareno. Él, siendo Dios
se abajó a nuestra humilde condición humana, afrontó la muerte en la cruz, pero
luego, resucitó, gloriosamente (Cfr. Fil. 2, 5-11). El nos acompaña y nos
enseña el camino hacia la paz, la salvación y la felicidad: por la cruz de las
contrariedades, de las dificultades de la existencia, del dolor y de la muerte,
vamos hacia la felicidad de la resurrección y la vida eterna.
Aprovechemos
bien esta Semana Santa. Con la lectura del Evangelio, con más oración en
familia, siguiendo las celebraciones litúrgicas por TV, radio e internet. E
invoquemos confiadamente a nuestra madre amorosa, María, reina y madre de
misericordia. ¡DIOS ES AMOR, Y EL ESTÁ CON NOSOTROS!
Caracas,
3 de abril de 2020
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