Abr 21, 2020
Alquimaris
Colina salió desde Venezuela para Colombia en una de las oleadas de emigrantes
que salió en búsqueda de un futuro mejor. Ella tuvo que huir del hambre y la escasez
de medicamentos, las características más notables de la crisis humanitaria compleja
que desde seis años castiga si piedad al país suramericano; sin embargo, la pandemia
del Covid-19 ha generado un deterioro sanitario y económico nada halagador en
Latinoamérica y el mundo entero. Como era de esperarse, Colombia no escapó de la
cruda realidad.
Ante
este panorama Alquimaris decidió volver a Venezuela, pero esto no fue fácil. Formó
parte de un grupo de personas que desde Maicao acometieron el regreso en
condiciones similares a las vividas cuando salieron del país. Ya no es
solamente la frustración de no conseguir una vida digna. Ahora es urgente
retornar aunque sea por las mismas “trochas” que una vez transitaron a pie, soportando
hambre y sed, además de sentir el temor a ser asaltados o secuestrados por los delincuentes
y guerrilleros que pululan en esa zona sin ley.
Militares: “El celular o no pasas
a Venezuela”
Esta
vez la delincuencia era diferente: en lugar de bandoleros y facciosos de la
violencia política, Alquimaris se encontró con unos mal encarados militares que
hasta le quitaron el teléfono celular para poder ingresar a su país. “Cuando
pasé la frontera por las trochas me robaron todo, la ropa, la comida, todo lo
que traía, mis documentos”, dijo Alquimaris a Radio Fe y Alegría.
“Como
no tenía documentos, me dijeron que si quería irme, les tenía que dejar el
teléfono”, aseguró a la red de emisoras de los jesuitas.
Denunció
que ella no es la única víctima. A todas las personas que ingresan por ese lado
de la frontera les están quitando el poco dinero y la comida que llevan. “Me
vine porque no tenía para pagar el alquiler, estaba en la calle y no tenía ni
agua para tomar”, relató.
“Allí
no hay trabajo”, y por tanto, decidió volver junto a su familia. “Aquí
al menos tendré agua y vamos a refugiarnos entre todos para pasar la epidemia”,
narró Alquimaris.
Leonel
Sierra quien regresaba de Barranquilla desde donde caminó los 500 kilómetros
que lo separan de la frontera, reafirma los padecimientos de los emigrantes que
ahora reciben el nombre de “retornados”. “El gobierno (colombiano) prohibió que
el transporte nos llevara hasta Maicao por lo que un numeroso grupo decidimos
hacer la travesía a pie. Fue una pesadilla debido a que no teníamos alimentos y
teníamos poca agua”, explicó.
Para
llegar hasta sus hogares estos venezolanos deberán cumplir al menos dos semanas
en albergues que los gobiernos locales acondicionaron en los municipios Guajira
y Mara del estado Zulia, como medida preventiva para evitar la propagación del
Covid-19. “Aquí nos han suministrado alimentos, colchonetas, almohadas, alimentos,
agua”, expuso Sierra.
Alquimaris
y Leonel tal vez corrieron mejor suerte que otros miles de connacionales
quienes tras superar la frontera, han sido echados de varios municipios
sospechosos de portar el virus; y en otros casos “recluidos” en improvisados
albergues.
Algunos pobladores de municipios fronterizos colocaron obstáculos en
las vías en rechazo a las medidas de instalación de varios de estos refugios o impedir
el paso de las “caravanas de caminantes” que se dirigían a sus hogares. Así se
hizo en San Antonio, Rubio, Ureña y Capacho.
El
sacerdote jesuita Alfredo Infante cuestionó esta situación en el boletín Signos
de los tiempos porque “las poblaciones fronterizas, presas de un
temor fundado, han visto como amenaza el ingreso de los miles de retornados”. En
tal sentido, expresó que las “protestas y acciones de rechazo, por parte
de varias comunidades hacia el ingreso al país de nuestros hermanos, son
profundamente dolorosas por su expresión inhumana”.
Infante
detalló una conversación sostenida con monseñor Pablo Modesto, obispo salesiano
responsable de la diócesis de Guasdualito en el estado Apure. “Estoy llegando
de visitar los albergues de Guasdualito, son 16, y es fuerte la situación
porque esta pobre gente salió con muchos problemas, enfrentó muchos problemas y tiene
que regresarse y se encuentra con una fobia de parte de su misma gente”,
le dijo. “Hay que tener cuidado y guardar los rigores de la prevención, pero no
podemos permanecer indiferentes”, pidió el prelado.
Adela: “Esto parece un campo de
concentración”
Muchos
de estos “refugios” –como el terminal de pasajeros de San Antonio del Táchira-
no reúnen las condiciones sanitarias mínimas de acuerdo con los propios
“retornados”. Desde allí una de las afectadas a quien se llamará Adela para
resguardar su identidad, denunció vía WhatSapp a sus familiares tener “cinco
días sin comer bien, apenas nos dieron un arroz y unas caraotas duras y sin
sal; estamos sin agua y durmiendo en el piso”.
En
su mensaje recomendó “a quien quiera venirse a Venezuela, que lo
piense dos veces. Esto parece un campo de concentración. Realmente regresar es
un calvario peor que cuando salimos porque ahora vives con el miedo de
contagiarte con la pandemia”.
Desde
allí denunciaron la falta de comunicación y el maltrato de los militares y
policías que los custodian. “Ayer me molesté por la falta de agua para beber o
asearme y solo recibí regaños y gritos del Guardia Nacional. “¿Para qué
regresaste? ¿Usted, no y que se había ido porque Venezuela era lo peor del
mundo? ¡Ahora aguante la pela, señora!”.
Laidy
Gómez, gobernadora del Táchira e integrante de la oposición, está de acuerdo en
que los ciudadanos que ingresen al país, se evalúen y si resulten negativos en
la prueba rápida y no presenten alguna sintomatología, deben ser trasladados a
sus estados de origen “para que los respectivos gobernadores de cada entidad asuman
el protocolo de la cuarentena”.
Cuestiona
que “en estos espacios improvisados se pueden generar otras enfermedades como
dengue, lesiones en la piel, infecciones intestinales, descompensación de
pacientes diabéticos e hipertensos, mujeres embarazadas de alto riesgo, entre
otras, a lo que se le suma la carencia de servicios públicos como agua potable, luz y gas en la frontera,
es decir, que estos lugares, no cuentan con las condiciones sanitarias mínimas
ni de alimentación”.
LA CIFRA.-
Voceros de Maduro anuncian con bombos y platillos que desde el inicio de la
cuarentena han retornado a Venezuela entre 6 mil y 15 mil venezolanos, sin
embargo, es una cifra insignificante si se toma en cuenta el contador del
portal Migrantes y refugiados
de la UCAB, con 5.093.987 personas que
han salido del país de manera forzada.
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