Durante la festividad de Corpus
Christi elevó sus oraciones por los enfermos, especialmente los que padecen
cáncer y pidió por las vocaciones sacerdotales
Ramón
Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 29 de mayo de 2016
Actualizado 11 de junio de 2023
La realidad maravillosa de la Eucaristía, memorial sagrado del sacrificio de Cristo en la cruz y del banquete pascual, conlleva una serie de consecuencias prácticas.
Así lo dijo el cardenal Jorge Urosa Savino, durante la misa que presidió
este domingo en la Catedral Metropolitana de esta ciudad, con motivo de la festividad de Corpus Christi.
En
esta solemne ocasión el arzobispo de Caracas, destacó algunas de estas
prácticas: participar gozosos en la misa dominical; intensificar el culto al
santísimo sacramento; vivir la entrega generosa al prójimo; y promover las
vocaciones sacerdotales.
Pero
el cardenal Urosa fue más allá de las enseñanzas de interés eclesial o
espiritual, y apartándose del texto de su homilía, dio algunas pinceladas de
Venezuela, un país abatido por la crisis humanitaria que incluye la escasez de
alimentos y medicamentos, así como la implacable inseguridad ciudadana que cada
día cobra más víctimas; además de la confrontación política, donde son
necesarios el diálogo, el respeto y la tolerancia.
También
denunció la “permisividad con que actúan las bandas criminales”,
precisando que en fecha reciente, un enfrentamiento entre estos grupos produjo
diez muertes violentas. “Esto no puede ser”, se lamentó el
cardenal Urosa.
Durante la
procesión con el Santísimo Sacramento rogó a Dios “por las personas enfermas,
especialmente quienes padecen de cáncer, para que pueden encontrar sus
medicamentos y recuperar su salud”.
En ocasión el arzobispo de Caracas estuvo acompañado por los rectores de los
seminarios “Santa Rosa de Lima” y “Redemptoris Máter”, presbíteros Francisco
Morales y César Hernández, respectivamente; además de monseñor Adán Ramírez
Ortiz, Deán del Capítulo Catedralicio, y un numeroso grupo de
seminaristas.
Sin sacerdotes no hay eucaristía
El arzobispo de
Caracas pidió por las necesidades de la Iglesia, especialmente las vinculadas
al aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Los sacerdotes están indisolublemente unidos a la Eucaristía”, recordó Urosa, agregando que “en la pastoral vocacional nos jugamos el futuro de la Iglesia.
Explicó que “por ser la Eucaristía el sacramento por excelencia; porque ella es
necesaria para nuestra vida cristiana, debemos orar y trabajar insistentemente
por el aumento y perseverancia de las vocaciones sacerdotales”.
Al finalizar la
misa la fiesta de Corpus Christi continuó en la catedral de Caracas con una
procesión que el cardenal Urosa encabezó “puertas adentro” para que el “fervor
de la oración estuviera en contacto con Dios en su lugar sagrado”.
Según explicaron
algunos integrantes de la Unión Nacional de Cofradías del Santísimo Sacramento,
este año, los grupos de apostolado adornaron las capillas de la Inmaculada
Concepción, San José y del Santísimo Sacramento.
El arzobispo de Caracas
pasó por cada una de las estaciones llevando consigo el Santísimo Sacramento, y
efectuando sus oraciones siempre centradas en el bienestar de Venezuela y de la
Iglesia.
A continuación,
la homilía íntegra del Cardenal Jorge Urosa Savino que bien vale la pena recordar:
CORPUS CHRISTI 2016
Homilía en
la Solemnidad del Corpus Christi,
Catedral Metropolitana
de Caracas, 29 de mayo de 2016,
+Jorge L. Urosa Savino, Card. Arzobispo de Caracas
Con gran alegría y viva fe estamos
celebrando hoy la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En el año de la Misericordia esta
solemnidad litúrgica nos recuerda la
inmensa generosidad del Padre celestial y de Nuestro Señor Jesucristo, que
ha querido darnos su carne para la vida del mundo (Jn 6,51, ser el pan
verdadero bajado del cielo (Jn6,32-33), para que el que coma de este pan, viva
para siempre ( Jn, 6,58)
Jesús prefiguró el banquete eucarístico
con el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, para indicar que
tenía poder sobre los elementos de la naturaleza; luego, en el sermón
eucarístico en Cafarnaún (Jn 6,26-59), anuncia que dará al mundo el pan
verdadero, bajado del cielo, que es El mismo, para que el mundo viva. Y luego
en la Ultima Cena, como nos lo relata San Pablo en la segunda lectura de hoy (1Co
11,23-26), el Señor realiza la figura y cumple lo que había prometido.
Sí, mis queridos hermanos: En el banquete
pascual del Jueves Santo Él nos dejó el memorial de su sacrificio redentor y de
su gloriosa resurrección. Y nos ordenó celebrar su acción y presencia a través
de los siglos. La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida de la Iglesia,
pues es Cristo mismo resucitado convertido en nuestro pan de vida; es la
manifestación de la generosidad divina para que el mundo viva. Él ha querido
darnos la verdadera comida y la verdadera bebida, su carne y sangre, para que
quien la coma y beba, tenga vida eterna. La Eucaristía es
Cristo que se ofrece permanentemente por la salvación del mundo en el Santo
Sacrificio de la Misa, banquete sacrificial, memorial y celebración de la
Pascua del Señor. Cristo está con nosotros para siempre en el Augusto
Sacramento del Altar, para ser nuestro amigo y compañero, nuestro confidente y
consuelo, nuestro manjar y viático para la vida eterna. Por estos motivos, la Iglesia hoy en la
solemnidad del Cuerpo de Cristo, da gracias a Dios. Sí, demos gracias a Dios. ¡Gracias
Señor gracias!!!
CONSECUENCIAS
PRÁCTICAS DE ESTA REALIDAD MARAVILLOSA.
La realidad maravillosa de la Eucaristía, memorial sagrado del sacrificio
de Cristo en la cruz y del banquete pascual, conlleva una serie de
consecuencias prácticas. En esta solemne ocasión yo quisiera destacar
brevemente algunas:
PARTICIPEMOS GOZOSOS EN LA MISA DOMINICAL
La
grandeza de la Eucaristía celebrada,
conmemoración de la última cena y de la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo,
nos lleva a sentir la necesidad de participar
asiduamente en ella. Y por eso, por la grandeza de la Eucaristía, con la
cual celebramos la gloriosa resurrección del Señor, estamos llamados a festejar
a Cristo resucitado, participando en el Banquete eucarístico, todos los
domingos y días de fiesta de precepto. Por esto hemos de
intensificar nuestra participación en la celebración de la santa misa,
especialmente los días domingos, cuando celebramos la resurrección de
Jesucristo.
Lo necesitamos,
pues, como he dicho en muchas oportunidades, estos no son tiempos para la
indiferencia religiosa. En esta época de confusión moral en el mundo entero y
también en Venezuela; de olvido y rechazo de Dios y de la Religión en el mundo;
de atentados contra la persona humana a través del aborto y la eutanasia, del
terrorismo, la droga y la guerra, de la delincuencia desatada y la violencia
política, necesitamos cada vez más acercarnos a Dios. Vivamos a fondo nuestra
condición de hijos de Dios, discípulos de Jesucristo y miembros de la Iglesia
católica. Y especialmente participemos cabalmente, todos los domingos, en la
celebración festiva y gozosa de la Santa Misa.
INTENSIFIQUEMOS EL CULTO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
La grandeza de la Eucaristía, pan vivo
bajado del Cielo, verdadera carne del Señor bajo la forma de pan, que
conservamos en nuestros sagrarios, nos debe llevar a intensificar nuestro culto
al Santísimo Sacramento del Altar
Nuestra fe nos enseña que en la Hostia y
el Vino consagrados sobre el altar, y en la reserva eucarística, en el silencio
de los sagrarios, se encuentra verdadera, real y sacramentalmente el mismo
Jesús. Por eso debemos promover el fortalecimiento
del culto, de la adoración a Jesús en nuestros Templos. Para ello invito todos
los movimientos apostólicos, y en especial a las Cofradías del Santísimo
Sacramento, a esmerarse cada vez más en dirigir hacia el Augusto Sacramento del
Altar su devoción, su amor, su adoración.
Y esto debemos manifestarlo en el respeto
al Santísimo y en los signos de adoración con que la Iglesia manifiesta su fe en la presencia
real de Cristo sacramentado: la oración, el recogimiento, el silencio
respetuoso en el templo, la manifestación de nuestra fe en su presencia real
mediante la genuflexión, que es el homenaje corporal, integral, de nuestro amor
y adoración. Proclamemos con nuestro ejemplo de piedad y fervor que en el
Santísimo Sacramento del Altar está presente real y sacramentalmente el mismo
Cristo Salvador.
VIVAMOS LA ENTREGA GENEROSA A NUESTROS
HERMANOS
Mis queridos hermanos: Cristo se entregó
en la Eucaristía confirmando así el amor que manifestó al lavar los pies de los
discípulos y luego al derramar su sangre en redención por nuestros pecados. Él nos
dio ejemplo para que también nosotros nos entreguemos a nuestros hermanos. Para
que en la Eucaristía formemos un solo cuerpo, porque comemos todos de un mismo
pan (Cfr. 1 Co.10, 17)
Esto lo haremos, entre otras cosas, especialmente en este
año de la Misericordia, mediante la práctica constante de las obras de
misericordia, tanto espirituales como corporales, que mantienen toda su
vigencia y tienen irrenunciable dimensión social y pública: la vida, la
alimentación, la vivienda, la salud, la economía productiva, la atención a los
presos, la educación; el respeto a los derechos humanos. En todos esos desafíos
se concretan las obras de misericordia. Cristo en la Ultima Cena entonces, y en
la Eucaristía hoy, nos da la gran lección de amor vivo, de solidaridad
efectiva, de compasión con los demás,
que debe proyectarse en lucha por la
justicia y la paz.
Desde
el Sagrario, Cristo nos invita a fortalecer el compromiso con los pobres. Por
ello urge que en todas las Parroquias y Colegios católicos se implementen
actividades y se creen estructuras permanentes de acción social, y se estudie y
ponga en práctica la doctrina social de la Iglesia, para la promoción de la
persona humana y del bien común de nuestro pueblo, de nuestra querida
Venezuela.
PROMOVAMOS
LAS VOCACIONES SACERDOTALES
Indisolublemente
unido a la Eucaristía está el sacerdocio católico, mis queridos hermanos. Sin sacerdotes no hay Eucaristía.
Promovamos pues la oración y el trabajo insistente por el aumento de las
vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
Mis
queridos hermanos: en la catequesis a los niños y jóvenes, y en la pastoral
vocacional nos jugamos el futuro de la Iglesia. Por ser la Eucaristía el
Sacramento por excelencia; porque ella es necesaria para nuestra vida
cristiana, debemos orar y trabajar insistentemente por el aumento y la
perseverancia de las vocaciones sacerdotales. Debemos invitar a muchos jóvenes
valiosos, activos y piadosos a consagrar sus vidas al servicio de Cristo
presente en la Eucaristía y en nuestros hermanos.
CONCLUSIÓN
Invito
a ustedes, mis queridos seminaristas, y a todos los sacerdotes y consagrados
los a crecer cada día más en el amor, la devoción y el culto a Cristo
Sacramentado. Él es el centro de nuestras vidas. A Él debemos acercarnos
diariamente; a Él consagramos nuestra existencia, y para hacerlo presente nos
entregamos al servicio de nuestros hermanos. Él nos dará la perseverancia
alegre y gozosa en su servicio haciéndonos felices cuando escuchamos y
cumplimos su divina Palabra.
Encomendemos
a María Santísima, la Virgen de Coromoto, la piedad eucarística de nuestra
Iglesia venezolana., Que esa característica de nuestra nación católica se
intensifique, que crezca el amor de los católicos venezolanos a la Eucaristía.
Que apreciemos cada vez más la celebración de la Misa, que participemos siempre
con gran piedad, recogimiento respeto, fervor y alegría, todas esas actitudes juntas,
que no son contradictorias
Que vivamos intensamente la caridad, especialmente con
los más pobres, y que Él nos conceda abundantes vocaciones sacerdotales, para
que no nos falten nunca el Altar del banquete sacrificial, ni el Sagrario de su
presencia viva y consoladora. Amén.
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