Los temas presentes en el cuestionario que la
Iglesia envía a las diócesis del mundo, están relacionados con “Los desafíos
pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”, que tendrá
lugar en el Vaticano del 5 al 19 de octubre de 2014.
Ramón
Antonio Pérez
El Vaticano, 05 de
noviembre de 2013.- El Cardenal Péter
Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría), el obispo Lorenzo Baldisseri,
y el arzobispo Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto (Italia), respectivamente
Relator General della III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos,
Secretario General del Sínodo de los Obispos y Secretario especial de dicha
asamblea extraordinaria, presentaron en
la Oficina de Prensa de la Santa Sede el documento preparatorio de la III
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos.
El tema está relacionado con “Los desafíos pastorales sobre la
familia en el contexto de la evangelización” que tendrá lugar en el Vaticano
del 5 al 19 de octubre de 2014.
Algunos medios de comunicación de carácter religioso han comenzado
a explorar desde las preguntas que contienen el documento preparatorio para
conocer desde la óptica de la feligresía católica, sus respuestas a las
inquietudes sobre estos temas. Uno de estos medios es Religión Digital de España, que ha abierto la posibilidad de que
sus lectores presente3n su respuestas ante las interrogantes emitidas por la
Iglesia.
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¿Quieres ayudar al Papa a saber
qué piensan los fieles de todo el mundo ante los problemas de la familia y sus
posibles soluciones? Por primera vez en la historia, todos los cristianos
pueden expresar su opinión, gracias al cuestionario hecho público por la Santa
Sede.
Aquí les ofrecemos la posibilidad de hacerlo, de manera
segura y eficaz.
Ante la celebración, del 5 al 19
de octubre de 2014 de un sínodo extraordinario sobre la
familia, Francisco quiere conocer la opinión de los fieles sobre
cuestiones controvertidas, como los sacramentos para divorciados, el control de
la natalidad o la atención a los homosexuales.
Para ello, ha hecho llegar a las
conferencias episcopales de todo el mundo un cuestionario, con 38 preguntas,
cuyas respuestas servirán como base para el debate. Las respuestas habrán de
llegar a Roma en enero próximo.
El medio de comunicación Religión Digital, respondiendo a la demanda de muchos
lectores, les ofrece la posibilidad de responder al
cuestionario del Papa, ya sea en su totalidad, a preguntas
concretas o con una respuesta global (al final del siguiente documento).
Indican que recogerán todas las
respuestas y “las haremos llegar a la Nunciatura española, la Conferencia
episcopal, al presidente del Sínodo, cardenal Erdo y al secretario del Sínodo
de los obispos, Lorenzo Baldiserri”.
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Documento Preparatorio del Sínodo
Publicamos a continuación el
documento preparatorio de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de
los Obispos: Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la
evangelización.
I – El
Sínodo: familia y evangelización
La misión de predicar el Evangelio a toda la humanidad
ha sido confiada directamente por el Señor a sus discípulos y es la Iglesia
quien lleva adelante tal misión en la historia. En el tiempo que estamos
viviendo, la evidente crisis social y espiritual llega a ser un desafío
pastoral, que interpela la misión evangelizadora de la Iglesia para la familia,
núcleo vital de la sociedad y de la comunidad eclesial. La propuesta del
Evangelio sobre la familia en este contexto resulta particularmente urgente y
necesaria. La importancia del tema surge del hecho que el Santo Padre ha
decidido establecer para el Sínodo de los Obispos un itinerario de trabajo en
dos etapas: la primera, la Asamblea General Extraordinaria del 2014, ordenada a
delinear el “status quaestionis” y a recoger testimonios y propuestas de los
Obispos para anunciar y vivir de manera creíble el Evangelio de la familia; la
segunda, la Asamblea General Ordinaria del 2015, para buscar líneas operativas
para la pastoral de la persona humana y de la familia.
Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace
unos pocos años, desde la difusión de parejas de hecho, que no acceden al
matrimonio y a veces excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas
del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la adopción de hijos. Entre
las numerosas nuevas situaciones, que exigen la atención y el compromiso
pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los matrimonios mixtos o
inter-religiosos; la familia monoparental; la poligamia, difundida todavía en
no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la consiguiente
problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la mujer;
el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la
presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia;
fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo
relativista en la concepción del matrimonio; influencia de los medios de
comunicación sobre la cultura popular en la comprensión de la celebración del
casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en la
propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto
matrimonial; la difusión del fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de
úteros); nuevas interpretaciones de los derechos humanos. Pero, sobre todo, en
ámbito más estrictamente eclesial, la debilitación o el abandono de fe en la
sacramentalidad del matrimonio y en el poder terapéutico de la penitencia
sacramental.
A partir de todo esto se comprende la urgencia con la
cual el episcopado mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos
desafíos. Por ejemplo, si sólo se piensa que en el actual contexto muchos niños
y jóvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrán ver jamás a sus padres
acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los desafíos
puestos por la situación actual, por otro lado difundida ampliamente en la
“aldea global”, a la evangelización.
Esta realidad presenta una singular correspondencia
con la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la
misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en
las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de
ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas. Por lo
tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos temas parece tanto
necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la caridad de los
Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino
también frente a toda la familia humana.
II- La
Iglesia y el Evangelio sobre la familia
La buena noticia del amor divino ha de ser proclamada
a cuantos viven esta fundamental experiencia humana personal, de vida
matrimonial y de comunión abierta al don de los hijos, que es la comunidad
familiar. La doctrina de la fe sobre el matrimonio ha de ser presentada de
manera comunicativa y eficaz, para que sea capaz de alcanzar los corazones y de
transformarlos según la voluntad de Dios manifestada en Jesucristo.
En relación a la citación de las fuentes bíblicas
sobre el matrimonio y la familia, se indican en el presente texto sólo las
referencias esenciales. Así también para los documentos del Magisterio parece
oportuno limitarse a los documentos del Magisterio universal de la Iglesia,
integrándolos con algunos textos del Pontificio Consejo de la Familia e
invitando a los Obispos que participan en el Sínodo a referirse a los
documentos de sus respectivos organismos episcopales.
Desde siempre y en las más diversas culturas no ha
faltado nunca la enseñanza clara de los pastores ni el testimonio concreto de
los creyentes, hombres y mujeres, que en circunstancias muy diferentes han
vivido el Evangelio sobre la familia como un don inconmensurable para la vida
de ellos y de sus hijos. El compromiso del próximo Sínodo Extraordinario es
impulsado y sostenido por el deseo de comunicar a todos, más incisivamente este
mensaje esperando que, de este modo, «el tesoro de la revelación encomendado a
la Iglesia vaya llenando los corazones de los hombres» (DV 26).
El proyecto
de Dios Creador y Redentor
La belleza del mensaje bíblico sobre la familia tiene
su fundamento en la creación del hombre y la mujer, ambos hechos a imagen y
semejanza de Dios (cf. Gn 1,24-31; 2, 4b-25). Unidos por un vínculo sacramental
indisoluble, los esposos viven la belleza del amor, de la paternidad, de la
maternidad y de la dignidad suprema de participar así en la obra creadora de
Dios.
En el don del fruto de la propia unión asumen la
responsabilidad del crecimiento y de la educación de otras personas para el
futuro del género humano. A través de la procreación, el hombre y la mujer
cumplen en la fe la vocación de ser colaboradores de Dios en la custodia de la
creación y en el crecimiento de la familia humana.
El Beato Juan Pablo II ha comentado este aspecto en la
Familiaris Consortio: «Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza (cf. Gn
1,26s): llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al
amor. Dios es amor (1Jn 4,8) y vive en sí mismo un misterio de comunión
personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el
ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y
consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión
(cf. Gaudium et Spes, 12). El amor es por tanto la vocación fundamental e
innata de todo ser humano» (FC, n. 11).
Este proyecto de Dios creador, que el pecado original
ha trastornado (cf, Gn 3,1-24), se ha manifestado en la historia a través de
las vicisitudes del pueblo elegido hasta la plenitud de los tiempos, cuando,
con la encarnación del Hijo de Dios no sólo quedó confirmada la voluntad divina
de salvación, sino también, con la redención, fue ofrecida la gracia para
obedecer a esa misma voluntad.
El Hijo de Dios, el Verbo hecho carne (cf. Jn 1,14) en
el vientre de la Virgen Madre, vivió y creció en la familia de Nazaret y
participó en las bodas de Caná enriqueciendo la fiesta con el primero de sus
“signos” (cf. Jn 2,1-11). Él ha aceptado con alegría la hospitalidad familiar
de sus primeros discípulos (cf. Mc 1,29-31; 2,13-17) y ha consolado el luto de
la familia de sus amigos de Betania (cf. Lc 10,38-42; Jn 11,1-44).
Jesucristo ha restablecido la belleza del matrimonio
proponiendo nuevamente el proyecto unitario de Dios, que había sido abandonado
por la dureza del corazón humano, aún en la tradición del pueblo de Israel (cf.
Mt 5,31-32; 19,3-12; Mc 10,1-12; Lc 16,18). Volviendo al origen, Jesús ha
enseñado la unidad y la fidelidad entre los esposos, reprobando el repudio y el
adulterio.
Precisamente a través de la extraordinaria belleza del
amor humano – ya celebrada con matices inspirados en el Cantar de los Cantares
y prefigurada en el vínculo esponsalicio exigido y defendido por Profetas como
Oseas (Os 1,2-3,3) y Malaquías (Ml 2,13-16) – Jesús ha confirmado la dignidad
originaria del amor conyugal del hombre y de la mujer.
La enseñanza
de la Iglesia sobre la familia
También en la comunidad cristiana primitiva la familia
aparece como «Iglesia doméstica» (cf. CCC 1655). En los llamados “códigos
familiares” de las Epístolas Apostólicas neotestamentarias, la grande familia
del mundo antiguo es considerada como lugar de la solidaridad más profunda
entre mujeres y maridos, entre padres e hijos, entre ricos y pobres (cf. Ef
5,21-6,9; Col 3,18-4,1; 1Tm 2,8-15; Tt 2,1-10; 1P 2,13-3,7; cf. además la
Epístola a Filemón). En particular, la Epístola a los Efesios ha visto en el
amor nupcial entre el hombre y la mujer «el gran misterio», que hace presente
en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia (cf. Ef 5,31-32).
En el curso de los siglos, sobre todo en la época
moderna hasta nuestros días, la Iglesia no ha hecho faltar su constante y
creciente enseñanza sobre la familia y sobre el matrimonio que la fundamenta.
Una de las expresiones más altas ha sido propuesta por el Concilio Ecuménico
Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et Spes, la cual, refiriéndose
a los problemas más urgentes, dedica un capítulo entero a la promoción de la
dignidad del matrimonio y de la familia, como aparece en la descripción de su
valor para la constitución de la sociedad: «Así, la familia, en la que
distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor
sabiduría y a armonizar los derechos de las personas con las demás exigencias
de la vida social, constituye el fundamento de la sociedad» (GS 52). De
especial intensidad es el llamado a una espiritualidad Cristocéntrica para los
esposos creyentes: «los propios cónyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios
vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el
mismo cariño, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que habiendo
seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocación,
por medio de su fiel amor, sean testigos de aquel misterio de amor que el Señor
con su muerte y resurrección reveló al mundo» (GS 52).
También los Sucesores de Pedro, después del Concilio
Vaticano II, han enriquecido con su Magisterio la doctrina sobre el matrimonio
y sobre la familia, en particular Pablo VI con la Encíclica Humanae vitae, que
ofrece específicas enseñanzas sobre los principios y sobre la praxis.
Sucesivamente el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Familiaris
consortio ha querido insistir en este aspecto, al proponer el designio divino
sobre la verdad originaria del amor de los esposos y de la familia, en estos
términos: «El único “lugar” que hace posible esta donación total es el
matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre,
con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor,
querida por Dios mismo (cf. Gaudium et Spes, 48), que sólo bajo esta luz
manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una
ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición
intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que
se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la
plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar
la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y
la hace partícipe de la Sabiduría creadora» (FC 11).
El Catecismo de la Iglesia Católica recoge estos datos
fundamentales: «La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer
constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus
leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los
cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados,
el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento (cf.
GS 48,1; CIC can. 1055, §1)» (CCC 1660).
La doctrina expuesta en el Catecismo se refiere tanto
a los principios teológicos como al comportamiento moral, tratados en dos
títulos distintos: El sacramento del matrimonio (nn. 1601-1658) y El sexto
mandamiento (nn.2331-2391). La atenta lectura de estas partes del Catecismo ayuda
a la comprensión actualizada de la doctrina de la fe, que ha de sostener la
acción de la Iglesia ante los desafíos del presente. Su pastoral se inspira en
la verdad del matrimonio considerado en el designio de Dios, que ha creado el
hombre y la mujer y en la plenitud de los tiempos ha revelado en Jesucristo
también la plenitud del amor esponsalicio elevado a sacramento. El matrimonio
cristiano fundado sobre el consenso y también dotado de efectos propios, como
los bienes y las obligaciones de los esposos, sin embargo no ha sido sustraído
al régimen del pecado (cf. Gn 3, 1-24), que puede procurar heridas profundas y
también ofensas a la misma dignidad del sacramento.
La reciente Encíclica del Papa Francisco, Lumen Fidei,
habla de la familia en su vínculo con la fe que revela «hasta qué punto pueden
ser sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de
ellos» (LF 50). «El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres
es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un
hombre y una mujer: nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del
reconocimiento y la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que
permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de
engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del Creador, de su
sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y mujer
pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y que
recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible
cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos
sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada».
«La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace
descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es
digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la
fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades» (LF 53).
III –
Cuestionario
Las siguientes preguntas permiten a las Iglesias
particulares participar activamente en la preparación del Sínodo
Extraordinario, que tiene como objetivo anunciar el Evangelio en los actuales
desafíos pastorales en relación a la familia.
1 - Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y del
Magisterio de la Iglesia en relación a la familia
a) ¿Cuál es el real conocimiento de las enseñanzas de
la Biblia, de la Gaudium et spes, de la Familiaris consortio y de otros
documentos del Magisterio post-conciliar sobre el valor de la familia según la
Iglesia Católica? ¿Cómo nuestros fieles son formados en la vida familiar según
las enseñanzas de la Iglesia?
b) Allí donde se conocen las enseñanzas de la Iglesia
¿son éstas integralmente aceptadas? ¿se verifican dificultades para ponerlas en
práctica? ¿Cuáles?
c) ¿Cómo se difunden las enseñanzas de la Iglesia en
el contexto de los programas pastorales a nivel nacional, diocesano y
parroquial? ¿Qué catequesis se ofrece sobre la familia?
d) ¿En qué medida – y en particular en relación a qué
aspectos – dichas enseñanzas son realmente conocidas, aceptadas, rechazadas y/o
criticadas en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los factores culturales
que obstaculizan la plena recepción de las enseñanzas de la Iglesia sobre la
familia?
2 - Sobre el matrimonio según la ley natural
a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la
cultura civil, tanto a nivel institucional, educativo y académico, como a nivel
popular? ¿Qué visiones antropológicas se dan por sobrentendidas en el debate sobre
el fundamento natural de la familia?
b) ¿Es comúnmente aceptado, en cuanto tal, el concepto
de ley natural en relación a la unión entre el hombre y la mujer, de parte de
los bautizados en general?
c) ¿Cómo es contestada, en la práctica y en la teoría,
la ley natural en lo que respecta a la unión entre el hombre y la mujer en
vista de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los
organismos civiles y eclesiales?
d) ¿Cómo se deberían afrontar los desafíos pastorales
que surgen cuando bautizados, no practicantes o que se declaran no creyentes,
piden la celebración del matrimonio?
3 – La pastoral de la familia en el contexto de la
evangelización
a) ¿Qué experiencias han sido maduradas en las últimas
décadas en orden a la preparación al matrimonio? ¿Cómo se ha tratado de
estimular la tarea de evangelización de los esposos y de la familia? ¿En qué
modo se puede promover la conciencia de la familia como “Iglesia doméstica”?
b) ¿Se ha logrado proponer estilos de oración en
familia, que sean capaces de resistir ante la complejidad de la vida y de la
cultura actual?
c) ¿En qué modo las familias cristianas han sabido
realizar la propia vocación de trasmitir la fe en la actual situación de crisis
entre las generaciones?
d) ¿De qué manera las Iglesias locales y los
movimientos de espiritualidad familiar ha sabido crear caminos ejemplares?
e) ¿Qué aporte específico han logrado dar los
matrimonios y las familias, en orden a la difusión de una visión integral del
matrimonio y de la familia cristiana, que sea creíble hoy?
f) ¿Qué atención pastoral ha demostrado la Iglesia
para sostener el camino de los matrimonios en formación y de aquellos que
atraviesan por una crisis?
4 – Sobre la pastoral para afrontar algunas
situaciones matrimoniales difíciles
a) ¿Es una realidad pastoral relevante en la Iglesia
particular la convivencia ad experimentum? ¿Es posible estimar numéricamente un
porcentaje?
b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin
reconocimiento religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos confiables?
c) ¿Son una realidad pastoral relevante en la Iglesia
particular los que están separados y los divorciados casados de nuevo? ¿Cuál es
el porcentaje numéricamente estimable? ¿Cómo se enfrenta esta realidad a través
de programas pastorales adecuados?
d) En estos casos: ¿Cómo viven los bautizados su
irregularidad? ¿Son conscientes de ella? ¿Manifiestan simplemente indiferencia?
¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los
sacramentos?
e) ¿Qué piden las personas divorciadas y casadas de
nuevo a la Iglesia a propósito de los sacramentos de la Eucaristía y de la
Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en estas situaciones
¿cuántas piden dichos sacramentos?
f) ¿Podría ofrecer realmente un aporte positivo a la
solución de las problemáticas de las personas implicadas la agilización de la
praxis canónica en orden al reconocimiento de la declaración de nulidad del
vínculo matrimonial? Si la respuesta es afirmativa ¿en qué forma?
g) ¿Existe una pastoral orientada a la atención de
estos casos? ¿Cómo se desarrolla esa actividad pastoral? ¿Existen al respecto
programas a nivel nacional y diocesano? ¿Cómo es anunciada a los separados y a
los divorciados casados de nuevo la misericordia de Dios? ¿Cómo se pone en
práctica el apoyo de la Iglesia en el camino de fe de estas personas?
5 -Sobre las uniones de personas del mismo sexo
a) ¿Existe en el país una ley civil de reconocimiento
de las uniones de personas del mismo sexo equiparadas, de algún modo, al
matrimonio?
b) ¿Qué actitud asumen las Iglesias particulares y
locales ante el Estado civil, promotor de uniones civiles entre personas del
mismo sexo, y también ante las mismas personas implicadas en este tipo de
uniones?
c) ¿Qué atención pastoral es posible desarrollar en
relación a las personas que han elegido vivir según este tipo de uniones?
d) ¿Cómo habría que comportarse pastoralmente, en el
caso de uniones de personas del mismo sexo que hayan adoptado niños, en vista
de la transmisión de la fe?
6 - Sobre la educación de los hijos en las situaciones
matrimoniales irregulares
a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de
niños y adolescentes, en relación a los niños nacidos y educados en familias
regularmente constituidas?
b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la
Iglesia? ¿Qué piden? ¿Sólo los sacramentos o también la catequesis?
c) ¿Cómo las Iglesias particulares intentan responder
a la necesidad de los padres de estos niños de ofrecer una educación cristiana
para sus hijos?
d) ¿Cómo se desarrolla la praxis sacramental en estos
casos: la preparación, la administración del sacramento y el acompañamiento?
7 - Sobre la apertura de los cónyuges a la vida
a) ¿Tienen los cristianos un real conocimiento de la
doctrina de la Humanae vitae sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia
se tiene del valor moral de los diferentes métodos de control de los
nacimientos? ¿Qué profundizaciones podrían ser sugeridas sobre esta materia
desde el punto de vista pastoral?
b) ¿Es aceptada la mencionada doctrina moral? ¿Cuáles
son los aspectos más problemáticos que dificultan la aceptación en la gran
mayoría de los matrimonios?
c) ¿Qué métodos naturales son promovidos de parte de
las Iglesias particulares para ayudar a los cónyuges a aplicar la doctrina de
la Humanae vitae?
d) ¿Cuál es la experiencia respecto a este tema en la
praxis del sacramento de la Penitencia y en la participación en la Eucaristía?
e) ¿Qué contrastes se detectan entre la doctrina de la
Iglesia y la educación civil en relación a esta temática?
f) ¿Cómo se puede promover una mentalidad más abierta
a la natalidad? ¿Cómo se puede favorecerse el aumento de los nacimientos?
8 - Sobre la relación que existe entre la familia y la
persona
a) Jesucristo revela el misterio y la vocación del ser
humano ¿La familia es realmente un ambiente privilegiado para que esto tenga
lugar?
b) ¿Qué situaciones críticas de la familia en el mundo
actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con
Cristo?
c) ¿En qué medida las crisis de fe que las personas
pueden atravesar inciden en la vida familiar?
9 - Otros desafíos y propuestas
¿Existen otros desafíos y propuestas en relación a los
temas tratados en este cuestionario que merezcan ser considerados como urgentes
o útiles?
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