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Mons. Luis Armando Tineo R.
Obispo Auxiliar de Caracas
En las situaciones de crisis hay que saber diferenciar dos niveles dentro de la realidad en que se vive. Por una parte, conocer lo que está ocurriendo, es decir la objetividad de los hechos. Por otra parte, hay que identificar cuál es la percepción que la gente tiene de los mismos hechos, basándose en lo que publican los medios.
En relación con el grave problema del abuso de menores por parte de algunos clérigos en los EEUU y en ciertos países de Europa Occidental, lo primero que habría que manifestar es la sensación de que cuando alguien aborda el tema objetivamente, algunos puedan interpretar que se intente justificar en algo esa conducta inaceptable y criminal. Ningún caso de esa naturaleza es justificable en lo más mínimo. La gravedad de cada uno de esos delitos y pecados está fuera de toda discusión.
Por otra parte, los datos más completos del problema han sido obtenidos en los EEUU. Ya en el año 2004 la Conferencia episcopal de ese país encargó al respecto una investigación independiente al John Jay College of Criminal Justice, de la City University of New York. Se trata de una universidad no católica reconocida unánimemente como la institución académica mas autorizada de los EEUU en materia de criminología.
Según el Informe de esta prestigiosa institución no hay ningún dato objetivo que fundamente que los abusos a menores son más frecuentes entre el clero católico que entre otros colectivos de la población. Más aún, en el mismo período de tiempo en que fueron condenados un centenar de clérigos católicos norteamericanos por abuso de menores, el numero de profesores de gimnasia y de entrenadores de equipos deportivos juveniles -en su inmensa mayoría hombres casados- juzgados culpables por el mismo delito por los tribunales estadounidenses se acerca a los seis mil casos! Esto lo informa Newsweek en su análisis del problema realizado en su edición del pasado 8 de abril del presente año.
En dicho análisis se señala además que la única institución que ha indagado y ofrecido datos sobre sí misma en esta materia es la Iglesia Católica. Los clérigos efectivamente acusados de abuso de menores en un lapso de tiempo de 42 años en los EEUU, de un colectivo de más de 109.000 sacerdotes en ese período fueron 958, (un promedio de 18 al año) de los cuales solo fueron condenados por los tribunales civiles 54, poco más de uno al año (Informe del John College of Criminal Justice, New York).
En relación a lo segundo, es decir, acerca de la percepción de los hechos que tiene la gente a partir de lo que se informa en los medios, nos encontramos con el hecho de que algunos medios, como el emblemático The New York Times han evidenciado una marcada y poco profesional tendencia a interesarse y divulgar desproporcionadamente los pocos casos lamentables de abuso de menores por parte de clérigos católicos, encontrados mayoritariamente en el pasado.
Llama poderosamente la atención constatar cómo desde mediados de marzo y primeros días de abril del 2010, en menos de treinta días, este medio publicó más de setenta textos acerca del problema que nos ocupa, algunos de una extensión poco común y al menos dos veces en primera página. Es evidente el propósito poco ético de inducir a los lectores a establecer una relación entre el hecho de ser sacerdote católico y estos abominables hechos cometidos por unos pocos, generándose una percepción profundamente distorsionada de la realidad. Pero todavía hay más. Ya se trasluce claramente el objetivo final de esta insólita campaña amarillista: querer responsabilizar de los hechos al mismo Santo Padre Benedicto XVI.
En este sentido nunca se ha visto en The New York Times o en otros medios de su tipo el interés de responsabilizar al Presidente de los EEUU, al Ministro de educación, o algún Gobernador por los casos comprobados de docentes y de entrenadores deportivos juveniles, colectivos profesionales de los cuales sí se tienen cifras mucho más altas – a veces hasta diez veces más- de casos sentenciados por los tribunales de EEUU por los mismos delitos -siempre injustificables- de los cuales se acusa a un grupo numéricamente menor de sacerdotes católicos.
Pasando a Europa occidental, Massimo Introvigne del prestigioso diario italiano Avvenire en un agudo análisis titulado: “Cosa c’é dietro gli scandali?”del 18 marzo 2010, describe lo que los sociólogos denominan “pánico moral” . Se trata de una práctica poco profesional y menos ética por parte de algunos medios, que consiste en presentar problemas sociales existentes desde hace decenios como si fueran nuevos, con datos exagerados que se repiten sistemáticamente como en cadena, sin contexto ni perspectiva propia. En este sentido, la polémica suscitada en algunos países de Europa occidental acerca de los pocos y lamentables casos fundamentados de este problema muestra claramente las características de esa manera irresponsable de proceder.
Frente a esta suerte de histeria mediática y de pánico moral que han querido inducir algunos medios, ciertamente existe la tentación de realizar iniciativas, gestos y declaraciones pensando sólo en el nivel mediático, con el objetivo de preservar la imagen de quien es atacado, en este caso los Sacerdotes, el Papa y la misma Iglesia. En este sentido no han faltado propuestas y aún presiones para que Benedicto XVI actuara en ese segundo nivel para salir al paso de la “crisis mediática” planteada. Se le ha pedido que realice alguna acción llamativa, algún gesto espectacular ante los medios… el Papa no ha caído en esa tentación.
Benedicto XVI está siendo trasparente, firme y sereno en este sentido. Como evidencia la Carta a los católicos de Irlanda, él ha optado por una línea pastoral, no “táctica”. Evidentemente que se deben adecuar mejor a la situación los relativamente modestos medios de comunicación que posee la Santa Sede. Pero el Papa está dando la cara, interesándose por el dolor de las personas, y poniendo los medios a su alcance para que estos lamentables pecados y delitos no se vuelvan a repetir. En otras palabras, está actuando fundamentalmente en el primer nivel: afrontando y resolviendo el problema.
Corresponde a toda la Iglesia, especialmente los sacerdotes y religiosos fieles a su ministerio –que son la inmensa mayoría- a los laicos organizados, a todas las personas honestas y de buena voluntad y particularmente a los Medios y a los comunicadores sociales profesionales y honestos, traducir esta verdad al segundo nivel, hacer que se entienda y valore lo que el Santo Padre y toda la Iglesia con él están haciendo frente a esta situación.
Mons. Luis Armando Tineo R.
Obispo Auxiliar de Caracas
En las situaciones de crisis hay que saber diferenciar dos niveles dentro de la realidad en que se vive. Por una parte, conocer lo que está ocurriendo, es decir la objetividad de los hechos. Por otra parte, hay que identificar cuál es la percepción que la gente tiene de los mismos hechos, basándose en lo que publican los medios.
En relación con el grave problema del abuso de menores por parte de algunos clérigos en los EEUU y en ciertos países de Europa Occidental, lo primero que habría que manifestar es la sensación de que cuando alguien aborda el tema objetivamente, algunos puedan interpretar que se intente justificar en algo esa conducta inaceptable y criminal. Ningún caso de esa naturaleza es justificable en lo más mínimo. La gravedad de cada uno de esos delitos y pecados está fuera de toda discusión.
Por otra parte, los datos más completos del problema han sido obtenidos en los EEUU. Ya en el año 2004 la Conferencia episcopal de ese país encargó al respecto una investigación independiente al John Jay College of Criminal Justice, de la City University of New York. Se trata de una universidad no católica reconocida unánimemente como la institución académica mas autorizada de los EEUU en materia de criminología.
Según el Informe de esta prestigiosa institución no hay ningún dato objetivo que fundamente que los abusos a menores son más frecuentes entre el clero católico que entre otros colectivos de la población. Más aún, en el mismo período de tiempo en que fueron condenados un centenar de clérigos católicos norteamericanos por abuso de menores, el numero de profesores de gimnasia y de entrenadores de equipos deportivos juveniles -en su inmensa mayoría hombres casados- juzgados culpables por el mismo delito por los tribunales estadounidenses se acerca a los seis mil casos! Esto lo informa Newsweek en su análisis del problema realizado en su edición del pasado 8 de abril del presente año.
En dicho análisis se señala además que la única institución que ha indagado y ofrecido datos sobre sí misma en esta materia es la Iglesia Católica. Los clérigos efectivamente acusados de abuso de menores en un lapso de tiempo de 42 años en los EEUU, de un colectivo de más de 109.000 sacerdotes en ese período fueron 958, (un promedio de 18 al año) de los cuales solo fueron condenados por los tribunales civiles 54, poco más de uno al año (Informe del John College of Criminal Justice, New York).
En relación a lo segundo, es decir, acerca de la percepción de los hechos que tiene la gente a partir de lo que se informa en los medios, nos encontramos con el hecho de que algunos medios, como el emblemático The New York Times han evidenciado una marcada y poco profesional tendencia a interesarse y divulgar desproporcionadamente los pocos casos lamentables de abuso de menores por parte de clérigos católicos, encontrados mayoritariamente en el pasado.
Llama poderosamente la atención constatar cómo desde mediados de marzo y primeros días de abril del 2010, en menos de treinta días, este medio publicó más de setenta textos acerca del problema que nos ocupa, algunos de una extensión poco común y al menos dos veces en primera página. Es evidente el propósito poco ético de inducir a los lectores a establecer una relación entre el hecho de ser sacerdote católico y estos abominables hechos cometidos por unos pocos, generándose una percepción profundamente distorsionada de la realidad. Pero todavía hay más. Ya se trasluce claramente el objetivo final de esta insólita campaña amarillista: querer responsabilizar de los hechos al mismo Santo Padre Benedicto XVI.
En este sentido nunca se ha visto en The New York Times o en otros medios de su tipo el interés de responsabilizar al Presidente de los EEUU, al Ministro de educación, o algún Gobernador por los casos comprobados de docentes y de entrenadores deportivos juveniles, colectivos profesionales de los cuales sí se tienen cifras mucho más altas – a veces hasta diez veces más- de casos sentenciados por los tribunales de EEUU por los mismos delitos -siempre injustificables- de los cuales se acusa a un grupo numéricamente menor de sacerdotes católicos.
Pasando a Europa occidental, Massimo Introvigne del prestigioso diario italiano Avvenire en un agudo análisis titulado: “Cosa c’é dietro gli scandali?”del 18 marzo 2010, describe lo que los sociólogos denominan “pánico moral” . Se trata de una práctica poco profesional y menos ética por parte de algunos medios, que consiste en presentar problemas sociales existentes desde hace decenios como si fueran nuevos, con datos exagerados que se repiten sistemáticamente como en cadena, sin contexto ni perspectiva propia. En este sentido, la polémica suscitada en algunos países de Europa occidental acerca de los pocos y lamentables casos fundamentados de este problema muestra claramente las características de esa manera irresponsable de proceder.
Frente a esta suerte de histeria mediática y de pánico moral que han querido inducir algunos medios, ciertamente existe la tentación de realizar iniciativas, gestos y declaraciones pensando sólo en el nivel mediático, con el objetivo de preservar la imagen de quien es atacado, en este caso los Sacerdotes, el Papa y la misma Iglesia. En este sentido no han faltado propuestas y aún presiones para que Benedicto XVI actuara en ese segundo nivel para salir al paso de la “crisis mediática” planteada. Se le ha pedido que realice alguna acción llamativa, algún gesto espectacular ante los medios… el Papa no ha caído en esa tentación.
Benedicto XVI está siendo trasparente, firme y sereno en este sentido. Como evidencia la Carta a los católicos de Irlanda, él ha optado por una línea pastoral, no “táctica”. Evidentemente que se deben adecuar mejor a la situación los relativamente modestos medios de comunicación que posee la Santa Sede. Pero el Papa está dando la cara, interesándose por el dolor de las personas, y poniendo los medios a su alcance para que estos lamentables pecados y delitos no se vuelvan a repetir. En otras palabras, está actuando fundamentalmente en el primer nivel: afrontando y resolviendo el problema.
Corresponde a toda la Iglesia, especialmente los sacerdotes y religiosos fieles a su ministerio –que son la inmensa mayoría- a los laicos organizados, a todas las personas honestas y de buena voluntad y particularmente a los Medios y a los comunicadores sociales profesionales y honestos, traducir esta verdad al segundo nivel, hacer que se entienda y valore lo que el Santo Padre y toda la Iglesia con él están haciendo frente a esta situación.
Caracas, 02 de junio de 2010.
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