“El
valor de un amigo y la técnica del Microscopio, a sus 24 años de edad”.
Sr. Santos A. Dominici. Caracas.
Muy querido amigo: Hoy tuve el gusto de leer
junticas tus cartas X, XI
y XII, lo que me tiene de plácemes; por algo pensaba que iba a pasar una noche buena verdadera, si es
que por ahora tengo que
conformarme con leer, tus pensamientos escritos.
No puedes tener una idea cabal de lo mucho
que me ha alegrado
que el señor doctor Morales te haya escogido por su ayudante: y no creas que te ha escogido porque Ac.
estuviera en La Guaira, no; lo ha hecho por ir conociendo ya a su gente, porque
el doctor Morales es un
hombre que tiene mucho talento y al cual es muy difícil engañar por mucho tiempo; creo firmemente esta última razón y, si
no es por esto que lo ha hecho, no tardará mucho que así sea; es mucha casualidad que en correo de
tres de diciembre le
escribía yo al doctor Morales y me quejaba de no saber microscopio; luego que hacía poco que él tuvo la generosa
idea de darte sus preparaciones e instrumento para que aprendieras una ciencia tan indispensable cuanto difícil. Por estos lugares es muy difícil que yo pueda
aprender algo, y gracias que no olvidé lo poco que he logrado aprender con tanto trabajo. Ahora estoy dedicado a estudiar laringoscopio, y,
después de muchos ensayos infructuosos, por fin logré ver las cuerdas vocales superiores e inferiores juntamente con la epiglotis: la epiglotis es un
órgano sumamente curioso; hay
momentos en que uno cree que tiene voluntad y hasta, caprichos, de tal modo el reflejo que la vivifica es
poderoso. Pienso estudiar mucho esto, ya que he tenido la fortuna de encontrar que uno
de mis hermanos, Benjamín, tiene tan poco sensible la faringe que tolera durante largo rato el espejo
dentro de la boca; solamente le
perturba la risa que le produce verme con mis anteojos puestos -los del laringoscopio-, y eso aumenta la sensibilidad o, mejor dicho, la irritabilidad propia de la epiglotis.
También he tratado de aprender a hacer un examen oftalmoscopio; pero, como
para esto se necesita hacer la dilatación previa de la pupila, y además un
alumbrador muy perfecto, pienso dejarlo para después, cuando me dedique a
repasar enfermedades del oído y del ojo -que
voy a estudiarlas a continuación una de otra-, lo mismo que a hacer el
examen del oído; porque estoy convencido de que para la práctica lo que uno necesita saber es cómo se examinan los diversos órganos.
Nunca me
cansaré de encargarte que trates, por cuantos medios estén a tu alcance, de captarte las simpatías y la amistad del
doctor Morales, porque nada hay que tenga tanto valor; y para que veas en cuánto valoro para ti esta amistad te
digo que, si para lograrlo es necesario romper conmigo, que soy otro tú,
no debes vacilar ni un momento en hacerlo.
Muchas gracias por la copia del medicamento,
y sobre todo por las
composiciones poéticas que me envías -después de muy pedidas, por cierto...
Una cosa me llena de tristeza, mi
queridísimo amigo, y es pensar si yo me habré de quedar siempre tan ignorante
como ahora. Tu siquiera vas a saber muy bien microscopio, es decir, la técnica
del microscopio, ya que estás enseñado por el señor doctor Morales…
Mira, chico, que me vas cargando con eso de
ponerme, al encabezar la carta: “Señor doctor”. ¡Oh! ¡Si siquiera yo supiera
técnica microscópica como tú! O, al menos, si lograra saber latín para poder
decir: “Parturient montes; nascetur
ridiculus mus” (Las montañas trabajarán;
instantáneamente) sin tener que copiárselo
del librito…
Tu
amigo que te quiere y te da un abrazo,
Hernández
Alfredo Gómez Bolívar
2024
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