¿Sabías que el Beato José Gregorio Hernández enfermó gravemente de Fiebre Tifoidea?


Alfredo Gómez Bolívar en su artículo “Datos poco conocidos de nuestro Beato” (2023), hace un repaso en la vida del primer beato varón de Venezuela permitiendo conocer aspectos interesantes, posiblemente, poco conocidos por sus devotos y demás miembros de la iglesia

Datos poco conocidos de nuestro Beato

Alfredo Gómez Bolívar
Publicado el 01 de mayo de 2023

¿Cuál fue el nombre de enfermedad que contrajo nuestro Beato, cuando estudiaba medicina en la Universidad Central de Venezuela y se vio gravemente enfermo?

R: Fiebre Tifoidea, también conocida con el nombre de Tifus.

… Fue justo en los primeros días de su amistad con Santos Aníbal Dominici se le presentó a José Gregorio ésta grave enfermedad. Durante algún tiempo estuvo luchando con la muerte. Quizá esta experiencia en carne propia de las miserias de la vida humana habría de marcarlo para su vida futura.

El tifus tuvo a José Gregorio un tiempo apartado de la Universidad; pero durante los días de su gravedad no le faltaron las muestras de afecto de profesores y compañeros de escuela.  Junto a su cama siempre se encontraban tres o cuatro amigos que velaban por su salud, sin contar las constantes visitas de tres catedráticos, los doctores José Manuel de los Ríos, Antonio José Villegas y Guillermo Morales, quiénes habían tomado la salud del enfermo bajo su responsabilidad profesional.

A pesar de las atenciones médicas y espirituales, José Gregorio sintióse tan mal que solicitó los últimos sacramentos a quién era entonces su guía espiritual, el presbítero Dr. Juan Bautista Castro, entonces rector de la Escuela Episcopal de Caracas, y más tarde arzobispo de dicha ciudad. (5)

¿En qué año conoció nuestro Beato al premio nobel español, Santiago Ramón y Cajal?

R: Año 1917

Se lo cuenta a su sobrino Benjamín hijo mayor de su hermano Cesar, que estudiaba en esa época, la carrera de Medicina en la U.C.V.

Nueva York, 22 de octubre de 1917

“Mi querido Benjamín:

Recibí tu carta el 28 de septiembre, que leí con tantísimo gusto.

En Madrid oí las lecciones de Ramón y Cajal, que es un profesor extraordinario y todavía bastante joven o, mejor no tan viejo, pues será como de unos setenta años, que es poco para la fama mundial de que goza tan merecidamente. Me dices que no has recibido la caja de disección; eso fue que no la mandaron y se quedaron con el valor; entonces yo te compré otra aquí y te la mando por bultos postales; puede ser que te llegue en un buen tiempo para tus estudios.

Comprendo tus deseos de salir a estudiar en medios más adelantados la medicina, todos hemos tenido esas legítimas naturales aspiraciones, y puedes contar con que, al terminar tus estudios en Caracas, tu papá te mandará bien aquí o a París a perfeccionarte. Así lo hice yo, y es lo mejor, venir a estudiar en estos centros científicos ya graduado en Caracas de Doctor.

Consérvate bueno y recibe un estrecho abrazo de tu tío que te quiere. Greg”.

¿Cuál es el nombre del “Santo” que en vida bendijo a Nuestro Beato?

R: San Pío X (1835-1914)

El 29 de mayo de 1.954, el Papa Pío XII canonizó al Papa Pío X ante una enorme multitud.

Esta canonización parecía extraordinaria, ya que había que remontarse a 1.712, año en que Clemente XI inscribió en el catálogo de los santos el nombre de Pío V - el papa del Rosario, de Lepanto y de la Misa -, para ver exaltada así la figura de un pontífice.

A través de San Pío X, Papa de 1903 a 1914, Pío XII quiso dar como ejemplo a toda la Iglesia la santidad de la cabeza, una santidad completamente papal, capaz de guiar a las ovejas en tiempos difíciles. En el escrito de beatificación (3 de junio de 1951), Pío XII enumera los principales rasgos dignos de la atención y admiración de todos:

1. La preocupación por la santidad del clero, piedra angular para renovar todas las cosas en Cristo, de acuerdo con su sublime lema. Pío X quería un clero que se distinguiera por su piedad, su obediencia y su sabiduría.

2. La renovación de los estudios eclesiásticos. Pío X exhortó a los filósofos cristianos a defender la verdad bajo la bandera de Santo Tomás de Aquino. Fundó el Pontificio Instituto Bíblico en Roma, fomentó las ciencias teológicas, una exégesis inspirada y una predicación cuidadosa impartida por el clero.

3. La preocupación por la salvación eterna de las almas. Pío X quería un clero santo para la instrucción de los fieles, a quienes proporcionó un catecismo, destinado tanto a adultos como a niños. Con respecto a los niños, el Papa Pío X será siempre recordado como el Papa de la Eucaristía, pues promovió la comunión a una edad temprana, pero también, y para todos, la comunión frecuente e incluso diaria.

4. La defensa de la fe íntegra y pura. Las falsas doctrinas que renovaron todos los errores fueron desenmascaradas bajo el nombre de modernismo, y fueron sabiamente reprimidas (encíclica Pascendi, 8 de septiembre de 1907). En estas circunstancias, como en su lucha contra las leyes anticlericales y la separación secular de los Estados, San Pío X fue, según el Pastor Angélico, un “maestro infalible de la fe”, el “intrépido vengador de la religión” y el “guardián de la libertad de la Iglesia”.

5. El amor a la liturgia. Iniciador de un auténtico movimiento litúrgico, Pío X renovó la música sacra, pero también el Breviario y el calendario de las fiestas para orientar "resueltamente a la Iglesia hacia una vida litúrgica impregnada de piedad tradicional, gracia sacramental y belleza inspirada.

Tales son las principales características de la santidad de Pío X, santidad de un gobierno completamente impregnado de grandeza y riquezas sobrenaturales que constituyen el tesoro de la Iglesia. Pío XII también menciona la obra reformadora realizada en la Curia Romana, en las escuelas y parroquias, así como la labor formidable de reunir en un solo cuerpo, adaptado a las condiciones de la sociedad, las leyes de la Iglesia hasta ese momento dispersas (Código de Derecho Canónico, promulgado en 1917). Todo esto sin olvidar la atención dada a las misiones evangelizadoras y los llamamientos a la unión hechos a los “Orientales separados”.

Pío XII canonizó esta santidad pontificia con un propósito muy específico: “disponer a los espíritus para enfrentar nuestras propias luchas y asegurar nuestras victorias y las de las generaciones futuras”. Proclamado “santo y guía de los hombres de hoy" y "apóstol de la vida interior”, San Pío X se presenta como un “ejemplo providencial para el mundo moderno en el que la sociedad terrenal, transformada cada vez más en una especie de enigma para sí misma, ¡busca ansiosamente una solución para recuperar su alma, y así sea, por lo tanto, un modelo para la Iglesia reunida alrededor de sus altares”. Porque este Papa “despertó en todas partes un inmenso movimiento de retorno a los esplendores de la música y la liturgia sagrada, y desterró la fealdad del santo templo de Dios”.

Una luz para nuestros tiempos

Hoy más que nunca, la Iglesia encuentra en San Pío X, un verdadero santo del papado, un modelo y un guía. Para el clero, a fin de que pueda recuperar el sentido de su dignidad eminente y su vocación de ser ante todo hombres de Dios, dedicados a su adoración y alabanza. Los ritos sacrosantos de la liturgia constituyen ante todo un culto público ofrecido a la Majestad divina, el acto mismo del sacrificio ofrecido por el único Salvador de los hombres.

No se trata de una cena más o menos protestante, sin grandeza alguna ni sacerdocio claramente definido. Se trata de devolver a cada sacerdote su propia identidad: la de ser otro Cristo, mediador entre Dios y los hombres, encargado de perdonar los pecados, distribuir los bienes divinos a las almas y conducirlas al Cielo.

Para los fieles y todo el pueblo cristiano, a fin de que puedan comprender la ardiente necesidad de salvar sus almas, de santificar sus hogares, sus trabajos y sus ciudades. Para que, sabiamente instruidos en su santa religión, sepan cómo protegerse contra la corrupción del mundo, especialmente la corrupción moral e intelectual. 

San Pío X quería que la gente orara en la belleza y “reconocieran en la Eucaristía el poder de nutrir sustancialmente su vida íntima”.

San Pío X organizó sobre una base sólida la Acción Católica y promovió las actividades sociales y profesionales de los católicos en un entorno confesional.

Para los pueblos y todas las personas de buena voluntad, a fin de que encuentren en la Iglesia el acceso a Jesucristo. Esta fue su primera preocupación, explica Pío XII, porque Dios es el origen y el fundamento de todo orden, de la justicia, de todos los derechos en el mundo. Donde Dios reina hay orden, justicia y derecho. De ahí se deriva la gran obra del pontificado de San Pío X para organizar la ley de la Iglesia. De ahí también la primacía de la fe y la sana doctrina que fue “un servicio de extrema caridad, obrado por un santo, como jefe de la Iglesia, a toda la humanidad”.

Finalmente, a los enemigos de la Iglesia, para que puedan conocer la intrepidez y la fuerza que solo Dios puede dar a su Vicario en la tierra y, a través de él, a sus hijos esparcidos por todo el universo. El valor con el que Pío X rechazó las leyes de separación de la Iglesia y el Estado fue emblemático; “dio a Francia, cruelmente perseguida, nuevos obispos, y resistió a los asaltos de los impíos”.

Una santidad papal digna de un verdadero sucesor de Pedro. Aceptó el honor del pontificado supremo “como una cruz”, y se absolvió como un santo. (1)

El Papa San Pio X le otorgará su bendición en forma escrita a nuestro Beato, no solamente para su persona sino también para sus familiares, y allegados.  La misma comienza así:

Beatísimo Padre:

Sumus pontífice benigne ammit precibus, (Somos el pontífice recibiendo graciosamente las oraciones,)

 Dat ex Aedibus Vaticanis die 12 de julio de 1910 (Emitido por el Vaticano el 12 de julio de 1910)

+ Augustus Tili  Archiep.  Caesarien

(Hay un sello en Seco de forma circular que dice: “Elemosinería Apostólica”.)

Así reza la Bendición Apostólica que José Gregorio solicitó del Papa Santo, Su Santidad Pío X, entonces Pontífice reinante, por intermedio de un buen amigo que se dirigió a Roma. Esa bendición la conservamos montada en un cuadro de vidrio y marco, y tiene una fotografía del hoy San Pío X. (2)

2. “Nuestro tío José Gregorio” Autor: Ernesto Hernández Briceño año 1958 Tomo I Pág. 946.
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