El 25 de octubre de 2021, monseñor
Roberto Antonio Dávila Uzcátegui, obispo auxiliar emérito de Caracas, falleció
por causas naturales, tras 49 años de ministerio episcopal, a pocos días de
alcanzar los 92 años de edad
Ramón Antonio Pérez //
@GuardianCatolic
Caracas, 29 de octubre de 2021
La información la dio a
conocer la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV),
indicando que la mañana del 26 de octubre, se realizó la misa exequial en la
Catedral Metropolitana Santa Ana de la Arquidiócesis de Caracas. La Eucaristía
fue presidida por el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y
administrador apostólico de Caracas, y concelebrada por monseñor Ricardo
Barreto, obispo auxiliar de Caracas.
Durante la homilía, el
Cardenal Porras exaltó las virtudes pastorales de monseñor Roberto Dávila,
refiriéndose en primer lugar a su ministerio presbiteral en Mérida, el cual
alcanzó frutos vocacionales “muchos le conocieron y se motivaron a la vida
sacerdotal”, y de su parroquia surgieron 16 sacerdotes.
El Cardenal Porras expresó
que, de igual forma, monseñor Dávila fue “conocido por todos” durante su
servicio como Obispo de San Fernando de Apure y Obispo auxiliar de Caracas,
gracias a su “cercanía con las personas”, y afirmó que siempre se preocupó “por
la parte espiritual y material de sus feligreses”. Monseñor Dávila ejerció su
vocación “hasta olvidarse de sí mismo buscando el bien de los demás”, añadió.
Sus restos fueron enterrados tras la Misa Exequial en el Panteón de los Obispos Auxiliares, en la Catedral de Caracas. A continuación, el artículo del Cardenal Porras sobre la vida de monseñor Dávila Uzcátegui.
____QEPD____
In Memoriam: Monseñor Roberto Antonio Dávila Uzcátegui
Ejemplo de pastor con olor a oveja, silencioso pero cumplidor. Descanse
en paz
Cardenal Baltazar Porras
Cardozo
25 de octubre de 2021
En la madrugada del 25 de
octubre de 2021 cerró sus ojos al sol para abrirlos al bondadoso Padre de la
misericordia, Mons. Roberto Dávila, obispo auxiliar emérito de Caracas. Había
nacido en el sector La Pedregosa de la ciudad de Mérida el 6 de noviembre de
1929. Estaba a punto de cumplir 92 años de edad. A los once días de nacido
recibió las aguas bautismales en la parroquia del Llano.
Su infancia y adolescencia
transcurrieron en su tierra natal; ingresó al Seminario de Caracas donde cursó
el menor y la filosofía. Enviado a estudiar a Roma como colegial del Pío
Latinoamericano y alumno de la Pontificia Universidad Gregoriana donde obtuvo
la licenciatura en Teología.
Acompañó a Mons. José
Humberto Quintero Parra, entonces, arzobispo coadjutor recién ordenado en Roma,
a la audiencia con el Papa Pío XII. Es uno de los dos seminaristas de rodillas
que figuran en la foto recuerdo. Años más tarde sacó título de docente, pues la
enseñanza fue una de sus pasiones.
Ordenado presbítero por
Mons. Acacio Chacón Guerra, arzobispo metropolitano en la catedral de Mérida el
31 de octubre de 1954. Estaba a punto de cumplir 67 años de vida sacerdotal.
Vicario Cooperador en la céntrica parroquia de San Miguel del Llano en la
capital, inmensa circunscripción que abarcaba entonces la parte sur de la
ciudad serrana, con amplias fincas cañeras y las zonas bajas hasta las
inmediaciones del río Chama. A la caída de Pérez Jiménez, en 1958, la zona
aledaña al aeropuerto y las riberas del Chama se poblaron sin orden ni
concierto por gentes venidas, principalmente, de los pueblos del sur, aislados,
sin vías de comunicación.
Le tocó hacerse cargo por
disposición superior, primero de la Rectoría y más tarde (1959) la parroquia
San José Obrero, quizá su obra más emblemática, presente en el recuerdo de sus
habitantes todavía hoy. Me sorprendió gratamente, cuando me tocó realizar la
visita pastoral a dicha parroquia, constatar el cariño y la veneración a la
persona del Padre Dávila. En la mayoría de los hogares, en medio del altar
familiar, la foto del párroco no podía faltar, dando la primera comunión a
alguno de los hijos o presenciando la boda de los dueños de la casa. La noticia
de su muerte ha conmovido a la gente de Campo de Oro y en el templo que él
inició se celebrará misa exequial en sufragio de su querido y siempre añorado
párroco.
Se dedicó con fuerza a la
evangelización, aprovechando la rica religiosidad popular de sus habitantes.
Fundó la Confraternidad de la Doctrina Cristiana, especie de cofradía o
movimiento seglar, recomendado por la Instrucción Pastoral del Episcopado
Venezolano (1957), con éxito increíble, pues se mantiene viva en el tiempo en
la formación cristiana y catequética.
De allí surgieron líderes
cristianos populares y letrados. A sus afanes nació también la obra juvenil
Soldedi, que ha dado el mayor número de vocaciones sacerdotales de la
arquidiócesis. Dieciséis sacerdotes han sido fruto de su trabajo que se
prolongó en el tiempo, cuando ya estaba en otros quehaceres pastorales.
A la labor catequética unió
la construcción del templo que ha sido remozado y ampliado en las décadas
sucesivas; consiguió el terreno para la capilla inicial que se convirtió más
tarde en la parroquia San Juan Apóstol; en las riberas del Chama construyó
capillas, la primera de ellas en Las tienditas, de las que han surgido nuevas
parroquias eclesiásticas. Con la ayuda de los vecinos, a pico y pala, se logró
bajar de la meseta a las orillas del río por un fragoso camino carretero.
En el campo educativo, fundó
escuela y liceo parroquial en los terrenos vecinos a la iglesia. Fue en San José
Obrero, un todo terreno, un sacerdote que supo congeniar la fe y el servicio al
prójimo, de forma integral, respetando y potenciando la identidad andina.
El 10 de septiembre de 1972
recibió la ordenación episcopal para regir el extenso territorio apureño de la
Prelatura Nullius, en sustitución de Mons. Ángel Polachini Rodríguez,
trasladado a la diócesis de Guanare; dos años más tarde (1974), al erigirse como
diócesis se convirtió en el primer obispo de la diócesis de San Fernando.
Mentalidad y cultura llanera, distinta a la andina. Con su +sencillez y
desprendimiento recorrió las comunidades del estado, escaso de sacerdotes y de
catequistas, con carreteras que dejaban y dejan mucho que desear. Fundó el
colegio San Fernando para la educación de la juventud. Le acompañó de Mérida el
Padre Ignacio Villa, eudista, a quien nombró vicario general. Tuve ocasión de
visitarlo en varias oportunidades y constatar la precariedad y frugalidad con
la que vivía. En eso fue un ejemplo de desprendimiento y de asumir la pobreza
personal como una virtud, lo que le confería autoridad ante la pobreza de
medios con los que contaba la nueva diócesis.
Veinte años en el llano
mermaron sus fuerzas siendo trasladado a Caracas como obispo auxiliar del
Cardenal José Alí Lebrún. Corría el año de 1992. Se dedicó a la pastoral de la
salud, visitando hospitales y atendiendo enfermos. Recurría con frecuencia a
las oficinas de Caritas en Montalbán a buscar medicamentos para las muchas
solicitudes que se acercaban a él.
Cumplida la edad canónica de
la renuncia (2004) continuó trabajando hasta que las enfermedades y los años lo
confinaron a su casa de habitación en El Paraíso donde contó con el cariño y la
atención de sus sobrinos, familiares y amigos. En el panteón de la Catedral de
Caracas, dedicado a los obispos auxiliares, recibirá cristiana sepultura en
misa exequial que presidiré en compañía de sacerdotes y amigos. Que el Beato
José Gregorio en su día litúrgico lo conduzca a los pies de Jesús y María.
Ejemplo de pastor con olor a
oveja, silencioso pero cumplidor. Descanse en paz. 61.- 25-10-21 (5788)
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