Crearon
el consejo interreligioso social para “vislumbrar vida” en lugar de la “muerte
y destrucción” que caracteriza a Venezuela en medio de la crisis y la pandemia:
hambre y enfermedades entre los más necesitados; falta de gasolina; violación
de derechos humanos y hasta revueltas militares
Abr 27, 2020
“Con
los niños nos toca una situación muy complicada porque en esta zona no tienen
ni agua para lavarse las manos. Algunos tienen fiebres, asma y gripes comunes.
Gracias a Dios no tenemos el Covid-19, pero es un cuadro fácil para que se
expanda la pandemia”. dice Pastora Medina, responsable de la fundación Divino
Niño de Guayana que funciona en San Félix, estado Bolívar (Venezuela), una
organización no gubernamental que hace serios esfuerzos para entregarles
alimento a niños que viven en precarias condiciones.
A pesar de la
situación “los niños siguen recibiendo su bocado de amor, contentivo de arroz
integral con pollo y jugos naturales” de manos de personas y
organizaciones solidarias. “Pero las madres están muy preocupadas”, apunta la
dirigente social en conversación con Aleteia.
“No tienen ingresos y hasta para
comprar la comida es un sufrimiento porque no hay gasolina ni transporte”.
Pastora narró que ella tiene más de dos semanas esperando un cupo de gasolina,
lo cual impide recoger la comida de los niños.
Comenta, además,
la preocupación que le embarga porque ante las necesidades de la gente la respuesta
del gobierno “es el miedo y la violencia de los colectivos para que se aísle a
quienes buscan expresar su descontento”. “El cuadro de descomposición
social es cada vez más grande” y el gobierno de Nicolás Maduro “se ha aprovechado
de la pandemia para silenciar a la población venezolana”, añade.
Considera que
ante los hechos ocurridos en poblaciones costeras del estado Sucre; en Maturín,
estado Monagas; en Upata, estado Bolívar y en otras poblaciones, “la
respuesta debe ser atender el desabastecimiento, la falta de dinero efectivo,
de gasolina o del transporte que nos afecta a todos”.
Lo que narra
Pastora Medina es apenas la pincelada de una realidad amplia y compleja, pero
encarada con esperanza desde la óptica de las religiones que hacen vida en
Venezuela. Efectivamente, la población se ve obligada a saltarse la cuarentena
para buscar algo de comida, cada vez más encarecida por estar atada al precio
del dólar paralelo que rebasó los 200 mil bolívares, convirtiendo los alimentos
y las medicinas en algo inalcanzable.
SAQUEOS. En los últimos días de han generado
saqueos a locales comerciales por encarecer el precio de la comida dejando al
menos una persona fallecida y decenas de heridos en varios estados,
especialmente hacia el oriente y el sur del país, los más pobres. “Murió por hambre”, decía el letrero en el pavimento de una calle de
Upata, estado Bolívar, donde quedó sin vida el cuerpo de un joven, según
publicó en Twitter NTN-24.
Consejo interreligioso social de Venezuela
En este contexto
se produjo el anuncio de los líderes religiosos que, apartando diferencias
doctrinarias y espirituales, se acercaron para buscar rumbos de concordia
afianzados en la unidad y el trabajo común. Algo parecido ocurrió recientemente
en el hotel King David de Jerusalén donde líderes cristianos, judíos y
musulmanes pidieron a Dios el cese de la pandemia del coronavirus.
La idea surge en el año 2019, motivando la
creación del Consejo Interreligioso Social de Venezuela, integrado por la
Conferencia Episcopal Venezolana, la Iglesia Adventista, la comunidad Judía, la
Confederación Unión de Iglesias Cristianas (UNICRISTIANA), la Iglesia Anglicana
y el Consejo de Iglesias Históricas de Caracas.
“Nos
hemos reunido desde noviembre del año 2019, animados por la búsqueda de
soluciones que contribuyan al bien y a la paz, que nos permitan mostrar
la posibilidad de construir confianza donde hay precariedad, ver esperanza
donde se ve solo fatalidad, vislumbrar vida en lugar de muerte y destrucción”, dijo
el 22 de abril, José Trinidad Fernández, secretario general de la CEV, junto a
miembros del recién creado consejo.
La estructura
tendrá como objetivo principal “fortalecer la capacidad de integración y
esfuerzo colectivo entre los distintos sectores del país”. Con ello
aspiran además, convertirse en un “espacio de comunión sin exclusiones, para
todos los actores religiosos, políticos y sociales que deseen trabajar juntos
por el bien de la familia venezolana, practicando aquellas virtudes que son la
base de una buena acción política: la justicia social, la equidad, el respeto
mutuo, la tolerancia y el respeto a las libertades”.
El tema político
no ha dejado de estar presente entre sus principios, por ser este elemento el que
ha marcado la realidad del país suramericano en los últimos años. Monseñor
Fernández expresó la intención de “sensibilizar a los líderes políticos para
que restablezcan con urgencia una cultura del diálogo y paz, basada en la
garantía de los derechos humanos, el respeto de las instituciones democráticas
y el Estado de derecho”.
Entre la pandemia del Covid-19 y el hambre
Pastora Medina que
también es una mujer creyente, estima que la creación de este consejo es una
respuesta positiva a la realidad nacional. “Surge en medio de la pandemia, un
momento en el que se ha reflejado un estado de cosas de las que tenemos que
desprendernos como el egoísmo, la mezquindad y el solamente pensar en una sociedad
individual y no colectiva. Ruego que sea una instancia para crear consenso,
tener una visión integrar y apoyarnos mucho más ante los problemas del país”,
consideró.
Uno de los
principios anuncia: “Este trabajo conjunto de las Iglesias, comunidades
religiosas, organizaciones basadas en la fe y los sectores sociales permitirá
anunciar los signos de paz y de reconciliación posibles, con mecanismos de
construcción inclusiva y animada por un espíritu participativo y solidario,
capaz de recuperar los valores”.
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