Las hermanas Siervas
del Santísimo, en pleno centro de Caracas, distribuyen una “Olla de la
Misericordia”, a pesar de las carencias que tienen por causa de la crisis
humanitaria
Sep 21, 2019
Fotos: Lisandro Casañas
“La
Iglesia Católica en Venezuela desde el año 2004, viene denunciando la situación
de la grave crisis humanitaria que vive nuestro pueblo”, le decía la
Conferencia Episcopal Venezolana a Michelle Bachelet en un documento que le entregó
durante su visita al país el 21 de junio de este año. En efecto, la
alimentación de la población fue uno de los problemas enfatizados a la ex
presidenta de Chile, porque “la precariedad alimentaria ante los altos
costos hace imposible adquirir los productos básicos”, dejaron ver los
prelados.
Motivados a darle respuesta a esta preocupación, los miembros de la iglesia
han desarrollado varios programas sociales para ayudar a los más necesitados.
Uno de estos es el de las “Ollas comunitarias” impulsado a través de Caritas a
lo largo y ancho del país bolivariano, como “un recurso temporal para mitigar el hambre de los venezolanos”.
Bajo ese concepto, en la iglesia Santa Capilla, en pleno centro de Caracas,
las Siervas del Santísimo, “llevan adelante con gran amor y esfuerzo”, la “Olla
de la Misericordia”. Allí han entregado hasta más de 500 comidas por jornada, para
contrarrestar las dificultades generadas por la crisis humanitaria. La
intención es que personas como Maura Sánchez, de 81 años de edad, no deje de
recibir al menos, una comida con proteínas en la semana.
Son muchos los agradecidos con la Iglesia
“Nuestros
familiares ni empleo encuentran, y lo poco que ganan, no alcanza para nada”,
dijo la anciana en conversación Aleteia,
el 17 de septiembre, en Santa Capilla. “El hambre, que es parte de nuestra
vida, ya no conseguimos cómo dominarla. Por eso tengo 2 años comiendo en esta
iglesia”. “No tengo comida en mi casa y me veo obligada a salir a la calle para
buscarla”, explicaba mientras esperaba ser anotada para recibir la alimentación.
“Doy
gracias a Dios, porque existe esta iniciativa de la Iglesia católica para dar
comida a quienes la estamos necesitando”, expresó con alegría la
octogenaria.
José Abad de 56 años, es otro de los rostros concretos del hambre en el
país, y que tanto preocupan a la iglesia. Es desempleado, pero como se dice en
Venezuela, “mata tigres para sobrevivir”: lava carros y carga cajas, entre otras
actividades que pueda realizar. “El dinero que gano dignamente no me alcanza
para sobrevivir en esta crisis que está matando de hambre a los venezolanos,
especialmente a los más pobres como yo”, dijo.
“Acudo a los centros que proveen alimentos para saciar mi necesidad física.
Tengo un año comiendo en Santa Capilla y estoy agradecido con las religiosas por
sus actos de caridad”, contó como una demostración de que la iglesia sí está
ayudando a los venezolanos.
Otro testigo del compromiso social de la iglesia, es José Gregorio
González, de 72 años de edad y quien vive en situación de calle. Aseguró que
sobrevive gracias al gesto humanitario que llevan adelante cuatro parroquias: el
martes come en Santa Capilla; el miércoles en la Iglesia El Recreo, en Sabana
Grande; el sábado, en La Chiquinquirá; “y el lunes, en la iglesia ubicada el
sector El Morán, donde me entregan dos arepas con una taza de café”.
Un hombre que se identificó como Pedro Milano, dijo a Aleteia que es “beneficiario
de la pensión que otorga el Seguro Social, pero solo alcanza para comprar pan y
cambur”. “Para calmar el hambre, recojo los desperdicios que dejan los
comerciantes de verduras; y cuando puedo, como hoy, me acerco a la iglesia
Santa Capilla para disfrutar de esta rica sopa que generosamente entrega la
Iglesia a los más pobres y olvidados de la sociedad”.
Cinco años dando de comer a la gente
Desde hace cinco años, las Siervas del Santísimo, que regentan la Basílica
Menor Santa Capilla, desarrollan la “Olla de la Misericordia”, dirigida a la
población más vulnerable.
La Hermana Camila Véliz, vicaria de Santa Capilla
relató que al principio la repartición de alimentos se hacía en la calle,
pero esto ocasionó muchos problemas en los alrededores del templo, ya que
obstaculizaba el libre tránsito de los peatones por el lugar.
La jornada. Terminada la primera
eucaristía del día que se realiza a las siete de la mañana, los comensales
ingresan al templo, y comienzan a hacer su cola para anotarse a partir de las
11, en un listado que supervisa la abogada Judith Guillén. Luego de verificar
sus datos les entrega un número para recibir la comida que es repartida desde
las 12 del mediodía.
Pero la crisis ha mermado considerablemente la ayuda para continuar con la
obra humanitaria de esta Iglesia, ya que muchas personas de buen corazón se han
ido del país, y otras porque la situación también ha golpeado duramente su
bolsillo. “Sin embargo, hacemos lo imposible para no dejar de ayudar
al prójimo que acude a nosotros cada semana”.
Mientras anotaba a los comensales,
Guillen afirmó: “cada martes se suman
más personas, no sólo ancianos y discapacitados; también vienen profesionales
como abogados, periodistas, gente joven en búsqueda de alimento ante el alto
costo de la vida y los bajos salarios que devengan lo cual les impide acceder a
algún bien de consumo”.
“Antes de que se agravara la
situación país, se le echaba a la sopa pollo y carne para que la gente pudiera
consumir proteínas, pero lamentablemente ahora sólo hacemos la sopa con lo que
tenemos, ya sea granos o verduras, lo que Dios nos pone en las manos”, indicó
la abogada y creyente. Agregó: “eso no
significa que la comida se deje de consumir, la gente se la come con todo el
gusto, porque es elaborada con mucho amor y dedicación”.
EL DATO CURIOSO. Aunque en muchas
ocasiones reparten hasta más de 500 comidas en esta “Olla de la Misericordia”, el
17 de septiembre, apenas pudieron comer 400 personas. “Esta vez no alcanzó la sopa para
tanta gente”, explicó preocupada Judith Guillén. Ello evidencia la
urgencia de superar “la precariedad alimentaria” en Venezuela, como lo está
haciendo la Iglesia con el proyecto social de Santa Capilla, en Caracas.
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Santa Capilla, Caracas
1 Comentarios
Que Dios y la Virgen María los siga bendiciendo , para compartir así sea una sopa, pero como Jesús compartió los panes y los peces así multiplica lo que ustedes hagan para,dar a a gente necesitada. De qué forma se envía algo de dinero desde Colombia para esta linda causa. Yo no tengo mucho pero si puedo aportar algo lo haré de corazón.
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