El “Abrazo en Familia”, dejó efusivas expresiones de amor, solidaridad y esperanza en medio de la realidad venezolana que sufre con las migraciones forzadas y la escasez de comida y medicamentos
Ramón Antonio Pérez/Aleteia Venezuela
Nov 13, 2018
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Diversas manifestaciones de solidaridad y amor se vivieron este fin de semana en Venezuela, con motivo de la jornada del “Abrazo en familia”, que desde 1990 impulsa la Conferencia Episcopal Venezolana, cumpliéndose cada segundo domingo del mes de noviembre. En esta ocasión estuvo afianzada en el lema: “La Familia, lugar de Alegría y Esperanza”, permitiendo conocer expresiones llenas de entusiasmo y esperanza, dirigidas especialmente a rescatar el singular gesto de fraternidad e invitar a los venezolanos a unirse en familia a pesar de los duros momentos que se viven en el país.
En la ciudad de Guarenas, enclavada en el céntrico estado Miranda, la jornada se adelantó el sábado 10 de noviembre, en el contexto de una ceremonia de ordenación sacerdotal y diaconal que reunió a buena parte de la feligresía diocesana.
Allí, en la iglesia Nuestra Señora de Coromoto, el “Abrazo en familia” quedó simbolizado por el prolongado y efusivo apretón que dio el recién ordenado sacerdote, Erick Alexánder Ceballos con sus progenitores: Carmen Morales de Ceballos y Ender Ceballos.
Erick se arrodilló delante de sus padres para pedirles la bendición; luego, también los bendijo.
Cuando los asistentes pensaban que regresaría rápidamente al altar para concluir con la ceremonia, ocurrió lo contrario, se fundió en un prolongado abrazo con sus padres, un momento donde no cabían las palabras ni las terceras personas.
“¡Te amo mamá; te amo papá!”, se le escucha decir al neo sacerdote de la congregación de los padres eudistas. “¡Nosotros también te amamos, hijo! Dios te bendiga”, respondían susurrando los progenitores. Una mezcla de alegría y llanto.
Encontrarse con la familia
En Mérida, el abrazo adquirió el compromiso del trabajo familiar, social y político que se necesita en Venezuela.
Recordaron a los que emigraron del país; a quienes injustamente están presos sin juicios justos por disentir de Nicolás Maduro; a quienes se encuentran enfermos en medio de un sistema sanitario deficiente; y también, a niños y adultos que fallecieron sin hallar medicamentos, o en manos de la delincuencia.
“Esa es la dura realidad de la familia venezolana”. “Son las motivaciones que nos han traído hasta este lugar”, recordaba Luis Enrique Rojas, obispo auxiliar de Mérida, luego de caminar desde el sector Glorias Patrias hasta el Viaducto de Campo Elías, de la andina metrópolis también conocida como Ciudad de los Caballeros.
“Pedimos con voz potente al Dios de la Vida, que esta crueldad se calme y que pronto despertemos en esa Venezuela consagrada al Santísimo Sacramento en libertad y paz”, añadía el obispo.
El altar estaba colocado en medio de la abarrotada calle, adornado con dos ollas gigantes simbolizando el hambre que padece la familia venezolana y una imagen de la Virgen de Coromoto, patrona del país bolivariano.
“Hoy más que nunca tenemos la necesidad de encontrarnos con la familia”, decía el prelado. “¿Cómo construir una familia en medio de tanta crisis?”, se preguntaba. “Por eso alzamos nuestra voz de profeta para denunciar la situación país, las personas están deprimidas y sin esperanza. Creo que Venezuela está naciendo. Con Dios todo es ganancia, en familia ganamos todos”, concretaba de manera esperanzadora.
Un plato de comida solidaria
En Caracas la solidaridad marcó este “Abrazo en familia”.
En una plazoleta cercana a la parroquia Santa Rosalía, en pleno centro de la capital venezolana, desde muy temprano se formó una fila de hombres y mujeres de la tercera edad para esperar un plato de comida. “Muchas de estas personas han quedado solas en el país a raíz de la emigración forzada de sus seres más queridos; otros están enfermos, sin dinero y sin medicamentos; y algunos más, viven en situación de calle”, relató a Aleteia un parroquiano.
“Para nosotros el ‘Abrazo en familia’, tiene hoy un compromiso concreto: se transformó en un gesto de solidaridad hacia el más necesitado”, relataba, precisando que la actividad la cumplían integrantes del apostolado de la Divina Misericordia. “Esta tarea cada quince días con el apoyo de su grupo y algunos benefactores”, aseguró.
“Al menos, doscientos cincuenta personas probaron un poco de comida digna”, acentuaba con franca alegría al saber que este era el abrazo que hoy también le daba a quienes no eran miembros de su familia y que consideraba sus hermanos.
“El abrazo familiar se convierte de este modo es una expresión de cariño, de amistad, de entrega, entre otros, que no se puede en muchos casos llegar a expresar con palabras, sólo puede sentirse”, decía el mensaje emitido por el Episcopado Venezolano.
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