La CEV no alienta "deseos de venganza" ni "retaliaciones", pero tampoco "promueve
la impunidad de delitos que atentan contra la vida, la dignidad humana, y los
derechos fundamentales”
Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 12 de julio de 2018
En
el cierre de la Centésimo décima asamblea ordinaria plenaria, la Conferencia
Episcopal Venezolana, CEV, dejó claro que no pretende sustituir
en su papel y vocación de quienes conocen y manejan la política del país. “No
aspira dominar el panorama social, ni convertirse en factor de gobierno o de
oposición”, dice la Exhortación “No temas, yo estoy contigo”, que se dio a
conocer este 11 de julio.
Por
el contrario, el Episcopado estimula “al laicado debidamente formado y
consciente de sus obligaciones y derechos ciudadanos, a hacer oír su voz, y a
intervenir activamente en la palestra política, con el fin de que los altos
principios y valores que la fe cristiana nos transmite se vivan también en el
ámbito de lo público y se traduzcan en
obras de bien común”.
El documento fue leído por los monseñores Alfredo Enrique
Torres Rondón, Obispo de San Fernando de Apure; Manuel Felipe Díaz Sánchez, arzobispo
de Calabozo; y Juan Carlos Bravo, Obispo de Acarigua-Araure.
Les preocupa que la mayor parte de la población no cuente con
los medios para hacer frente a la monstruosa hiperinflación, admitiendo que la
calidad de vida de los venezolanos es precaria.
“A
los graves problemas que reiteradamente hemos puesto de relieve en nuestras
exhortaciones y comunicados relativos a las áreas de alimentación, la salud,
los servicios públicos (agua, electricidad, comunicaciones, vialidad), la
seguridad personal, el empleo, el ingreso, se suman ahora a los de la
circulación y venta del efectivo, y del transporte público”, sostuvieron.
En
este último caso, denunciaron la evidente “desaparición paulatina del parque
automotor, la improvisación de los medios de transporte sin control ni
seguridad, lo cual ha originado tragedias en distintos puntos del país con
pérdidas de vidas humanas, y mayores dolores para numerosas familias”.
Sin
miedo a retaliaciones, los pastores eclesiales señalaron que el principal
responsable de la crisis actual es el gobierno nacional, especialmente por
anteponer su proyecto político a cualquier otra consideración incluso
humanitaria.
Objetaron que el gobierno se presenta ante el país como víctima de
manejos externos e internos, y, por tanto, consideraron que “esto no es más que
la confesión de la propia incapacidad para manejar el país. No se puede
pretender resolver la situación de una economía fallida con medidas de
emergencia como bolsas de comida o bonos”.
Criticaron
la consulta electoral realizada a finales del mes de mayo del presente año, indicando
que la "altísima abstención inédita en un proceso electoral presidencial, es un
mensaje silencioso de rechazo, dirigido a quienes pretenden imponer una
ideología de corte totalitario, contra el parecer de la mayoría de la población”.
A
continuación el mensaje de la CEV, íntegro:
CENTÉSIMO DÉCIMA ASAMBLEA PLENARIA ORDINARIA DEL
EPISCOPADO VENEZOLANO
EXHORTACIÓN DEL EPISCOPADO VENEZOLANO
"NO TEMAS, YO ESTOY CONTIGO" Is. 41, 10
INTRODUCCIÓN
1.
Los Obispos de Venezuela, reunidos en la 110° Asamblea General de nuestra
Conferencia Episcopal, como pastores del Pueblo de Dios, atendemos los temas
pastorales que nos son propios; sin embargo, como ciudadanos, dirigimos la
mirada y la reflexión hacia nuestro país y su situación particular, que sin
temor a equivocarnos calificamos como una "gran tribulación" (Cfr. Ap
12, 7-12), que afecta a la vida de los venezolanos y compromete seriamente su
futuro.
2.
Como lo vislumbrábamos en nuestra Declaración del 23 de abril del presente año,
la situación del país se torna cada vez más grave. La mayor parte de la
población no cuenta con los medios para hacer frente a la monstruosa
hiperinflación. La calidad de vida de los venezolanos, ya sumamente precaria,
se deteriora día a día. A los graves problemas que reiteradamente hemos puesto
de relieve en nuestras exhortaciones y comunicados, relativos a las áreas de la
alimentación, la salud, los servicios públicos (agua, electricidad,
comunicaciones, vialidad), la seguridad personal, el empleo y el ingreso, se
suman ahora los de la circulación y venta del efectivo y el del transporte
público. En este último caso, siendo evidente la desaparición paulatina del
parque automotor, la improvisación de medios de transporte sin control ni
seguridad ha sido ocasión de tragedias en distintos puntos del país, con
pérdida de vidas humanas y mayores dolores para numerosas familias.
EL
PROBLEMA POLÍTICO
3.
El principal responsable de la crisis por la que atravesamos es el gobierno nacional,
por anteponer su proyecto político a cualquier otra consideración, incluso
humanitaria; por sus erradas políticas financieras, por su desprecio a la
actividad productiva y a la propiedad privada, por su actitud constante de
poner obstáculos a quienes tienen voluntad de resolver algún aspecto de la
problemática actual. El gobierno se presenta ante el país como víctima de
manejos externos e internos. Esto no es más que la confesión de la propia
incapacidad para manejar el país. No se puede pretender resolver la situación
de una economía fallida con medidas de emergencia como bolsas de comida y
bonos.
4.
Es necesario favorecer en la acción de gobierno y de las instituciones públicas
y privadas al ciudadano, al venezolano, al hombre y mujer concretos que sufren
y padecen los males actuales, y anhelan su superación. Ignorar al pueblo,
hablar indebidamente en su nombre, reducir ese concepto a una parcialidad
política o ideológica, son tentaciones propias de los regímenes totalitarios,
que terminan siempre despreciando la dignidad del ser humano.
5.
La consulta electoral realizada a finales del mes de mayo, a pesar de todas las
voces –entre ellas la nuestra– que advertían su ilegitimidad, su
extemporaneidad y sus graves defectos de forma, sólo sirvió para prolongar el
mandato del actual gobernante. La altísima abstención, inédita en un proceso
electoral presidencial, es un mensaje silencioso de rechazo, dirigido a quienes
pretenden imponer una ideología de corte totalitario, contra el parecer de la
mayoría de la población.
6.
Desde el Ejecutivo Nacional, la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente y el
Consejo Nacional Electoral se pretende conculcar uno de los derechos más
sagrados del pueblo venezolano: la elemental libertad para elegir a sus
gobernantes en justa competencia electoral, con autoridades imparciales, sin
manipulaciones ni favoritismos. Mientras existan presos políticos, y
adversarios a quienes se les niega su derecho a postularse, no habrá proceso
electoral libre y soberano. Reiteramos que la convocatoria del 20 de mayo fue
ilegítima, como lo es la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por el Poder
Ejecutivo. Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas
en la Constitución y a los más altos principios de dignidad del pueblo.
7.
Las actitudes de prepotencia, autoritarismo y abuso de poder, así como la
constante violación de los derechos humanos, van acumulando sobre sus autores
un rechazo que las generaciones futuras les reclamarán. En cierto modo resulta
suicida seguir insistiendo tercamente en un camino de autodestrucción que se
volverá contra sus promotores. La Iglesia no alienta los deseos de venganza ni
las retaliaciones, pero tampoco promueve la impunidad de delitos que atentan
contra la vida, la dignidad humana y los derechos fundamentales.
8.
Urge en Venezuela una dirigencia política que ponga en el centro de sus
reflexiones y de su accionar al pueblo venezolano, que tenga conciencia de que
más allá de controlar el poder, la política es el oficio de quien movido por la
nobleza y los principios éticos sabe ponerse al servicio de los ciudadanos y no
de mezquinos intereses. Los líderes de la oposición deben ofrecer al pueblo
alternativas de cambio, y trabajar con más fuerza por su bienestar.
UN
PAÍS EN DIÁSPORA
9.
Una de las situaciones que clama dramáticamente desde su silencio es el
fenómeno de la emigración. Venezuela se ha ido convirtiendo en un país en
diáspora. Manos que construían y producían, mentes que investigaban y
enseñaban, van dejándonos para irse a otros países. La emigración produce
situaciones dramáticas: la dura lucha por hacerse un lugar en un país extraño;
la posibilidad de caer en el vicio o en la prostitución, o en manos de redes
que explotan a sus semejantes; el estigma del rechazo; la tristeza de quienes
aquí se quedan; el regreso en situación de fracaso de quienes no han encontrado
dónde colocarse (Cfr. COMISIÓN EPISCOPAL DE FAMILIA E INFANCIA, Documento
"Familia en Migración", 15 de junio de 2018, nn. 6-8). Muchas de
estas situaciones han encontrado alivio en la mano generosa que las iglesias
hermanas de países vecinos han extendido a nuestros compatriotas, lo cual
agradecemos de todo corazón.
10.
Muchos emigrantes venezolanos desempeñan oficios humildes y honestos, que en
modo alguno los rebajan o los envilecen, y que por lo tanto no pueden ser
motivo de burla ni desprecio. En otros casos el emigrante lleva el acervo de
una excelente formación académica y una dilatada experiencia laboral, que le
permite ejercer en muchos países la docencia, la medicina, disciplinas
científicas o industriales de alta calificación. En todo caso, quienes se han
marchado, especialmente los jóvenes, constituyen un talento humano que se va
perdiendo para la construcción de nuestro país. Si se ofreciera al venezolano
alguna esperanza de futuro no tendría que emigrar. Venezuela espera la vuelta
de sus hijos para reemprender el camino de un sano progreso.
EL
MENSAJE DE LA PALABRA DE DIOS
11.
La Palabra de Dios nos alecciona al garantizarnos que Dios está siempre al lado
de su pueblo, en especial en sus horas más difíciles. El libro del Éxodo nos
enseña que Dios guía a su pueblo de la esclavitud a la libertad, pero que
también lo educa, a través de pruebas y dificultades, para que alcance la
madurez necesaria como nación. Dios, por medio del profeta Isaías, nos invita a
no tener miedo, conscientes por nuestra fe, de que no estamos solos, sino que
el Señor nos acompaña y nos fortalece en nuestras vicisitudes.
12.
Dios nos quiere decir también que las pruebas, sinsabores y amarguras de la
vida no son señal de su abandono, sino que pueden ser también ocasión de
crecimiento y de salvación. La oración, el ofrecimiento del sacrificio y de las
horas adversas nunca serán inútiles, aunque no veamos su resultado de
inmediato: la oración perseverante alcanza lo que pide, como nos garantiza el
Señor en el evangelio (Mt 7, 7).
APORTE
Y RESPUESTA DE LA IGLESIA
13.
La Iglesia, cuya misión espiritual está claramente señalada por Cristo en el
Evangelio, no pretende sustituir en su papel y vocación a quienes conocen y
manejan la Política. No aspira dominar el panorama social, ni convertirse en
factor de gobierno o de oposición. Sin embargo, estimula al laicado debidamente
formado y consciente de sus obligaciones y derechos ciudadanos, a hacer oír su
voz y a intervenir activamente en la palestra política, con el fin de que los
altos principios y valores que la fe cristiana nos transmite se vivan también
en el ámbito de lo público y se traduzcan en obras de bien común.
14.
Ante la situación desastrosa que se deteriora permanentemente por las erradas
políticas establecidas, y que los responsables se niegan a rectificar, animamos
a la sociedad civil a ofrecer sus talentos y capacidades para explorar
soluciones. Hay muchas personas comprometidas con el país, sus comunidades, sus
familias. Existe en el venezolano mucha creatividad, iniciativa, espíritu de
sacrificio: todo ello se manifiesta en un trabajo esforzado y diversas
iniciativas de emprendimiento. Ciertamente la situación es abrumadora, pero no
nos podemos acostumbrar a la precariedad que tanto humilla a nuestro pueblo.
Por otra parte, animamos a las diferentes organizaciones de la sociedad civil,
y a los partidos políticos, a exigir la restitución del poder soberano al
pueblo, utilizando todos los medios que contempla nuestra Constitución
(referendo consultivo, manifestaciones y otros).
15.
Exhortamos a la Fuerza Armada a que se mantenga fiel a su juramento ante Dios y
la Patria de defender la Constitución y la democracia, y a que no se deje
llevar por una parcialidad política e ideológica.
16.
El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos invitan a ser solidarios.
Nuestras diócesis, parroquias y demás instituciones, a pesar de sus
limitaciones logísticas y financieras, han desplegado una amplia campaña de
ayuda a los más necesitados, especialmente en lo que se refiere a alimentación
y acceso a medicamentos (ollas comunitarias, comedores, bancos de medicinas).
Debemos continuar y reforzar en lo posible esta acción solidaria con el apoyo
generoso que tantos fieles aportan, aun desde su pobreza. Pero, además, la
comunidad eclesial está llamada a favorecer un cambio estructural en pro de la
transformación de nuestra sociedad (Cfr. CONCILIO PLENARIO DE VENEZUELA,
Documento La Contribución de la Iglesia... N° 58): corresponde a cada Iglesia
local buscar los medios, los métodos y las estrategias para contribuir a ese
cambio con acciones concretas.
17.
No debemos desanimarnos nunca frente a los desafíos de un presente incierto y
difícil: al contrario, puesta nuestra confianza en Dios, que nos da la fuerza
para el testimonio y para hacer el bien, afiancemos las exigencias en favor de
la justicia y la libertad. Con el fin de animar la esperanza y rogar por las
necesidades concretas de cada comunidad, nos comprometemos a realizar actos y
eventos de religiosidad popular, por ejemplo: procesiones con las imágenes del
Señor, la Virgen o los santos más queridos en cada lugar. La esperanza y el
compromiso concreto deben llevarnos a ser samaritanos unos de otros en esta hora
difícil en que nos encontramos. En ese contexto, el IV Encuentro Nacional de
Jóvenes (ENAJÓ), que se celebrará del 1° al 4 de agosto en la Provincia
eclesiástica de Cumaná, quiere ser un aporte valiente y esperanzador de los
jóvenes católicos de Venezuela ante la situación que vive el país.
18.
Una vez más, Dios nos reitera: "No temas, yo estoy contigo". En sus
horas de dolor y prueba, el creyente se toma con más fuerza de la mano de su
Señor. En estos momentos de sufrimiento y lucha, invocamos una vez más la
maternal intercesión de la Santísima Virgen María de Coromoto, para que Ella,
con su oración ante su Hijo, nos ayude a superar los males de la situación
actual. Como nos ha dicho el Papa Francisco: "María es como Dios quiere
que sea su Iglesia: Madre tierna, humilde, pobre de cosas y rica en amor"
(PAPA FRANCISCO, Fiesta del Inmaculado Corazón de María, 9 de junio de 2018).
Con nuestra bendición,
Los Obispos de Venezuela
Caracas, 11 de julio de 2018
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