Un
mensaje del Nuncio Apostólico, Monseñor Aldo Giordano, contiene aspectos clave que
pudieran reavivar las conversaciones, si las partes deciden hacerlo. El trabajo ha sido publicado en: Aleteia,
Buscando la Verdad
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Después
de 15 años de desencuentros, el 10 de abril de 2014, los venezolanos presenciaron
cómo representantes del gobierno y la oposición, discutieron en cadena nacional
por más de cinco horas aspectos que los separaron desde que el socialismo llegó
al poder. El Nuncio Apostólico de Su Santidad en Venezuela, Monseñor Aldo
Giordano y el secretario general de la
Conferencia Episcopal, Monseñor Jesús González de Zárate, fueron testigos de
excepción de ese primer encuentro, lo cual oficialmente le dio a la Iglesia la
condición de garante en las conversaciones.
Sin
embargo, las exigencias de la Mesa de la Unidad Democrática y el poco interés
del gobierno en dar respuestas adecuadas, dieron al traste con el incipiente dialogo.
El 13 de mayo se anunció la suspensión hasta que el gobierno ofreciera hechos
concretos y su disposición a consolidar acuerdos.
De igual manera, la respuesta de Nicolás Maduro, tampoco abrigó esperanzas para
su reanudación. “Yo no me voy a parar de la mesa de diálogo, espero que ellos tampoco
se paren”, dijo el 14 de mayo.
Lo
cierto es que han pasado tres meses desde entonces; y por supuesto, ante las
razones de separación cada vez más evidentes, los acuerdos parecen todavía mucho
más lejanos. Para muchos, la tregua también afectó las propuestas de la Iglesia
en la búsqueda de la pacificación entre los venezolanos, sin embargo, no es
así, la palabra del “garante” sigue viva, esperando ser escuchada y practicada.
Veamos.
Monseñor
Aldo Giordano, a escasos cinco meses de su llegada al país y a sabiendas de las
decisiones por parte de los involucrados, durante la asamblea plenaria de la
CEV, emitió un mensaje que merece ser escuchado. “Algunas personas me han
dicho: “¡Pobre Nuncio, llegó a Venezuela en el momento más difícil! En
realidad me he sentido rodeado de amistad, de afecto y de la oración de muchas
personas, y por ello, me he sentido como en casa y me he sentido sereno”, dijo.
Comentó
que antes de viajar a Venezuela le preguntó al Santo Padre Francisco: “qué
cosas debía meter en la maleta”, y me contestó: ‘Pon en tu maleta mucho de buen
humor y alegría’. Yo le respondí: “¡Santidad, le prometo que voy a ser
obediente!”.
Añadió que
en estos meses había comprendido las palabras del Papa Francisco expresando “cómo
en el corazón de los venezolanos, a pesar de todos los problemas que somos
conscientes, alberga la alegría y el buen humor”.
La dimensión empequeñece el problema
La
metodología explicada ante los Obispos no tiene desperdicio y puede ser útil en
cualquier intento de diálogo. “Mi primera reflexión es sobre la situación
política y social que vive el país”, dijo, recordando, además, que el Papa le “ha
manifestado su profundo afecto y cercanía en los sufrimientos de muchas
personas con afirmaciones que pueden guiar (…) al bien de nuestro pueblo”.
Mencionó
una de las recomendaciones del Sumo Pontífice a los venezolanos, el 14 de abril
de 2014: “Estoy plenamente convencido de que la violencia nunca podrá traer paz
y bienestar a un País, ya que ella genera siempre y sólo violencia. En el
centro de cada diálogo sincero está, ante todo, el reconocimiento y el respeto
por el otro”.
“Sobre
todo está el ‘heroísmo’ del perdón y de la misericordia que nos rescatan del
resentimiento, del odio y abren un camino realmente nuevo. Se trata de un
camino largo y difícil, que requiere paciencia y valentía, pero es el único que
puede conducir a la paz y a la justicia. Por el bien de todo el pueblo y por el
futuro de sus hijos, les pido que tengan este coraje”, dijo, citando nuevamente
al Santo Padre.
Explicó cuatro principios presentes en la
Exhortación Evangelium Gaudium, y que en su criterio son aplicables a la
situación de Venezuela. Primero: “El tiempo es superior al espacio”,
agregando en las mismas palabras del Papa, “a veces me pregunto quiénes son los
que en el mundo actual se preocupan realmente por generar procesos que
construyan pueblo, más que obtener resultados inmediatos que producen un rédito
político fácil, rápido, y efímero, pero que no contribuyen la plenitud humana”.
En segundo
lugar, mencionó que “La unidad prevalece sobre el conflicto”,
es decir, no puede ser “ignorado o disimulado” sino “asumido”. El tercer
principio que expuso fue: “La realidad es más importante que la idea”,
explicando que “entre “las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando
que la idea termine separándose de la realidad”. Y como cuarto aspecto: “El
todo es superior a las partes”, es decir, “el todo es más que la parte y
también es más que la mera suma de ellos”. Por tanto, “no hay que
obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que
ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos”.
Monseñor
Aldo Giordano propone en su método ver un horizonte amplio para colocar en su
justa dimensión el problema. “Si sabemos tomar distancia del problema,
alejándolo un poco de nuestros ojos para colocarlo dentro del horizonte, el
problema ciertamente sigue existiendo, pero como primera cosa se empequeñece y
se relativiza, situándose en el nivel al cual pertenece. De esta manera nuestra
mirada no se centra exclusivamente en el problema, sino que permanece libre
para darse cuenta en dónde están verdaderamente sus raíces y cuáles son las
posibles soluciones”.
Finalmente
añadió: “El horizonte de los problemas sociales y políticos que debemos
afrontar hoy abarca al mundo entero. No podemos aislar a Venezuela del resto
del mundo. Todo es interdependiente (…) El horizonte que trae luz y novedad es
aquel del Cielo, el que fue abierto a través del cristianismo, por Jesucristo y
su Evangelio”, dijo.
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