Ramón Antonio Pérez
@GuardianCatolic
Caracas, 11
de julio de 2014.- A escasas horas de
culminar la Centésima Segunda (CII) asamblea ordinaria plenaria de la Conferencia
Episcopal Venezolana, los obispos y arzobispos dieron a conocer la Exhortación Pastoral: “Compartimos el
consuelo que recibimos de Dios”, cuya lectura hizo Monseñor Manuel Felipe
Díaz Sánchez, arzobispo de Calabozo, explicando que la labor de la Iglesia implica
tender puentes para propiciar el encuentro entre adversarios y promover la
reconciliación de los ciudadanos venezolanos.
Monseñor Díaz Sánchez dijo: “Quienes nos acusan de
actuar como actores políticos lo que hacen es desvirtuar el derecho que nos
compete como ciudadanos y pastores a cumplir nuestro deber: defender y promover
la dignidad del ser humano, así como el bien común”.
De igual manera la CEV pidió la libertad de los
estudiantes y presos políticos, así como medidas para el regreso de los
exiliados. “No será posible encontrar soluciones satisfactorias a los problemas
que darían a la gente si no nos escuchamos, si se reprime sin investigar las
causas por las que surgen las protestas”, dijo.
Posteriormente agregó: “No es posible pretender una
paz que suponga la renuncia a los derechos humanos, la aceptación de un estilo
de vida impuesto y la utilización de la Constitución y las leyes a través de
interpretaciones no compartidas y más bien rechazadas y denunciadas”, expresó
Monseñor Díaz Sánchez.
Durante la rueda de prensa también estuvieron
presentes Monseñor Mariano José Parra Sandoval, obispo de Ciudad Guayana;
Monseñor Saúl Figueroa Albornoz, obispo de Puerto Cabello; Monseñor Jesús
Alfonso Guerrero, obispo de Machiques; y Monseñor Ángel Francisco Caraballo
Fermín, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Maracaibo.
En el aspecto eclesial hablaron del encuentro de
sacerdotes y se abordó la realización el próximo año de una asamblea nacional
de pastoral. Asamblea Nacional de Pastoral.
“Una de las tareas que nos dejó el
Concilio Plenario de Venezuela fue la realización periódica de asambleas
pastorales nacionales, que contribuyeran a conservar el espíritu de fraterna
cooperación y caridad entre los miembros del Pueblo de Dios que caracterizó al
mismo Concilio. Hemos decidido convocar la primera de estas asambleas para el
año 2015”, leyó el arzobispo de Calabozo.
En ese sentido destacó la necesidad de que “toda la Iglesia que
peregrina en Venezuela pueda sentir este acontecimiento como algo propio, y
debe insistirse en que se pongan en práctica las instancias participativas
previstas tanto en las diócesis como en las parroquias”.
A
continuación el mensaje completo de la Conferencia Episcopal Venezolana:
CII Asamblea Plenaria Ordinaria
Exhortación Pastoral:
“Compartimos el consuelo que
recibimos de Dios”
(Cf. 2Co 1, 4)
I. Introducción.
1. Los
obispos miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana, reunidos una vez más
en asamblea ordinaria, saludamos en el Señor a toda la Iglesia que peregrina en
nuestra Patria. Durante estos días hemos tratado asuntos diversos que tienen que
ver con nuestra misión pastoral. Entre esos temas resaltan la situación
nacional, el estudio y profundización de la Exhortación Apostólica “Evangelii
Gaudium”, de Su Santidad el Papa Francisco y la preparación de una asamblea
nacional de pastoral para el próximo año. Además, hemos tenido el gozo de
recibir durante dos días a una calificada representación de los presbiterios de
nuestras diócesis y vicariatos apostólicos, Queremos compartir con todos los
venezolanos algunas reflexiones suscitadas en el transcurso de nuestra reunión,
como es costumbre al término de cada asamblea.
II. Asamblea conjunta obispos –
presbíteros.
2. La
asamblea conjunta obispos – presbíteros forma parte de una serie de encuentros
que nuestra Conferencia ha realizado a lo largo de su medio siglo de
existencia. Estos momentos de oración, reflexión y compartir fraterno han sido
siempre gratos y fructíferos, y han constituido, sin duda, un estímulo notable
a nuestra acción pastoral. Efectivamente, los presbíteros están siempre a nuestro
lado en el trabajo cotidiano de las iglesias particulares. Merecen nuestro
reconocimiento, nuestra gratitud y afecto paterno .
3. El
sacerdote cumple su papel muchas veces entre contradicciones. Su misión es con
frecuencia puesta en duda o ridiculizada. Las limitaciones humanas que,
naturalmente, afectan también a los sacerdotes, provocan no rara vez caídas y
fallas, algunas de ellas graves, las cuales son injustamente generalizadas y
enrostradas a los ministros ordenados, cuando la verdad es que la gran mayoría
se esfuerza por guardar íntegra fidelidad a sus compromisos, y su trabajo
produce, como los campos del sembrador del Evangelio, unas veces treinta, otras
sesenta, otras ciento por uno (Cf. Mt 13, 23).
4. Por
esa razón, la labor de los sacerdotes es considerada de gran valor por las
comunidades cristianas, y ello se traduce en el aprecio por ellos, en la
búsqueda de su orientación y opinión en campos diversos, en el surgimiento de
vocaciones sacerdotales en el seno de las familias y las comunidades. Así lo
expresa el Concilio Plenario, que reconoce “la importancia de la labor de los
presbíteros y aprecia la entrega y la donación que, desde el amor a la Iglesia,
son estímulo y ejemplo para todo el Pueblo de Dios y fomento de las vocaciones”
.
5. En el
hoy de nuestra Patria, la labor de los pastores implica saber tender puentes para propiciar el
encuentro entre adversarios, y promover la reconciliación de nuestro pueblo,
fracturado y dividido por las ideologías y las mentalidades. Obispos y
presbíteros queremos renovar el compromiso de hacer realidad, en el seno de
nuestros presbiterios y comunidades, la súplica que dirigió Jesús antes de su
Pascua: “te ruego por ellos, para que sean uno, como tú y yo somos uno, para
que el mundo crea” (Jn 17, 21), pues sabemos que Cristo estableció la comunión
como signo de autenticidad de su Iglesia, que es “sacramento… de la íntima
unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” .
6. En
estos últimos años ha habido un incremento considerable de seminaristas y, por
consiguiente, de ordenaciones sacerdotales. Sin embargo, el aumento de la
población y el surgimiento de nuevos problemas hace insuficiente el número de
ministros ordenados para atender las necesidades del Pueblo de Dios. Sabemos
que la promoción de las vocaciones sacerdotales corresponde a toda la comunidad
cristiana, pero especialmente es una tarea encomendada a los obispos y
presbíteros. Nos comprometemos, pues, a trabajar denodadamente a fin de que
podamos descubrir el llamado que el Señor ha sembrado en el corazón y el alma
de muchos jóvenes.
III. Exhortación Apostólica “Evangelii
Gaudium”.
7. En la
Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio) , el Papa
Francisco ofrece una visión general de la misión evangelizadora de la Iglesia,
deteniéndose en algunos puntos particulares. El Santo Padre quiere no solamente
motivarnos, sino también interpelarnos para que cambiemos muchas de nuestras
actitudes, con el fin de lograr la tan deseada transformación misionera de la
Iglesia. Invitamos cordialmente a los fieles católicos y las personas de buena
voluntad a leer, meditar y poner en
práctica este importante documento pontificio.
8. Desde
el propio título de la Exhortación el anuncio del Evangelio se presenta como un
testimonio gozoso, un mensaje que se comparte con alegría. En efecto, una de
las razones por las que el anuncio misionero se vuelve estéril e ineficaz es su
presentación fría e impersonal, incapaz de tocar el corazón de los hombres de
hoy. El Papa nos invita a anunciar la alegría del Evangelio incluso en el
contexto de sufrimientos, confrontaciones, violencia y, en general, del drama
que muchas veces caracteriza nuestra historia actual. Ese testimonio es de
mucho valor precisamente en ese ambiente, donde muchos pierden la esperanza y
el deseo de vivir, sintiéndose vacíos y llenos de amargura. El documento nos
dice que el hecho de evangelizar fortalece la propia fe del evangelizador y
aporta consuelo a sus destinatarios.
9. El
Papa nos invita a adelantarnos, a “primerear” en la iniciativa de salir al
encuentro de este mundo necesitado de la luz del Evangelio. La actitud de la
Iglesia en el cumplimiento de la misión que le dejó su Fundador debe ser
siempre una mano extendida con franqueza, con cordialidad, con deseo de hacer
el bien a todos. Ésta ha sido la característica fundamental del Cristianismo,
que debe conservar y profundizar en las actuales circunstancias.
10. La
Iglesia existe para evangelizar, nos recordaba Pablo VI . El contenido del
anuncio evangelizador es, en primer lugar la persona, la obra y el mensaje de
Cristo, la salvación obrada a través de su misterio pascual. Unido a este
núcleo fundamental se anuncia también la verdad sobre el hombre y el mundo, tal
como se perfilan en la Revelación. Este anuncio no se refiere únicamente a las
realidades espirituales y a la vida eterna, sino que incluye también la vida
del hombre sobre este mundo y sus relaciones con sus semejantes. Por eso, el
Papa Francisco considera parte importante del anuncio evangelizador aspectos
eminentemente socio-políticos, como son la inclusión social de los pobres, la
paz y el diálogo social.
IV. Panorama social.
11. La
Iglesia en Venezuela, fiel a su misión, emplea sus fuerzas en anunciar a Cristo
y su Evangelio. Su organización, sus ministros y sus instituciones son otros
tantos medios para llevar a cabo ese objetivo fundamental. No pocas veces la
naturaleza y acción de la Iglesia han sido tergiversadas, en medio del calor de
la diatriba política e ideológica que ha caracterizado los últimos años de la
historia venezolana. Cuando los Obispos fijamos posición sobre temas diversos
que atañen al acontecer nacional, lo hacemos como exigencia ética y moral de
justicia, equidad y paz entre todos los venezolanos. Quienes nos acusan de
actuar como actores políticos lo que hacen es desvirtuar el derecho que nos
compete como ciudadanos y pastores a cumplir nuestro deber: defender y promover
la dignidad del ser humano, así como el bien común. Se trata de un servicio que
prestamos al pueblo venezolano, fieles a la visión del mundo y de la humanidad
como creaturas de Dios, sometidas a sus leyes eternas. A este respecto afirma
el Papa Francisco: “Los pastores… tienen derecho a emitir opiniones sobre todo
aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora
implica y exige una promoción integral de cada ser humano” .
12. La situación
del país siempre ha reclamado una palabra por parte de esta Conferencia
Episcopal. Son ya conocidas las difíciles circunstancias que afectan a la
población en general: la violencia, inseguridad y criminalidad crecientes, el
drama del desabastecimiento, el alza constante del costo de la vida, unida a
las sucesivas devaluaciones de la moneda, la aplicación de controles excesivos
a la actividad productiva. El pueblo se ve sometido a largas colas para obtener el mínimo sustento
necesario, o a padecer las fallas de los servicios públicos fundamentales, como
el agua y la luz eléctrica. Todo esto afecta al desenvolvimiento y tranquilidad
de muchas familias. Quienes tienen en sus manos la solución de los problemas
del pueblo parecen dar preferencia a otros intereses. Los pobres y en general
los que sufren vienen a ser así simplemente una excusa o una pantalla
ideológica para lograr otros fines.
13. Agrava
esta situación el panorama político actual: la pretensión de imponer un modelo
político totalitario y un sistema
educativo fuertemente ideologizado y centralizado, que amenaza su propia
viabilidad y calidad; la criminalización de las protestas y la politización del
poder judicial, que se manifiesta, entre otras cosas, en la existencia de
presos políticos y en la situación de tantos jóvenes privados de libertad por
haber participado en manifestaciones. Los partidos políticos experimentan
divisiones internas por apetencias e intereses particulares. Mientras tanto, se
siguen arrastrando situaciones problemáticas graves, como
la corrupción en todas las esferas del Estado e incluso de la sociedad,
la pérdida de control por parte del Estado de las instituciones penitenciarias,
el generalizado militarismo y una desproporcionada represión de cualquier
disidencia. Una vez más solicitamos la libertad de los estudiantes y medidas de
gracia para los presos políticos y para quienes han emigrado por razones
políticas.
14. Todo
ello viene a constituir una atmósfera social asfixiante que empuja a algunos a
abandonar el país, a muchos les hace perder la esperanza de lograr un cambio
real de las condiciones socio-políticas y a otros, en fin, los lleva a asumir
actitudes violentas. La Constitución consagra el derecho a la libertad de
pensamiento, y por tanto a la disidencia y a la legítima protesta. En estas
circunstancias se hace sumamente actual el llamado que el Santo Padre hace en
su Exhortación a poner en primer lugar a la gente, con sus problemas reales, y
a privilegiar a los pobres como sujetos sociales, actores de su desarrollo y
superación.
15. No será
posible encontrar soluciones satisfactorias a los problemas que aquejan a la
gente, ni se dará una verdadera reconciliación en nuestra sociedad, si no nos
escuchamos, si se reprime sin investigar las causas por las que surgen las
protestas. No es posible pretender una paz que suponga la renuncia a los
derechos humanos, la aceptación de un estilo de vida impuesto y la utilización
de la Constitución y las leyes a través de interpretaciones no compartidas y
más bien rechazadas y denunciadas.
V. Asamblea Nacional de Pastoral.
16. Una de
las tareas que nos dejó el Concilio Plenario de Venezuela fue la realización
periódica de asambleas pastorales nacionales, que contribuyeran a conservar el
espíritu de fraterna cooperación y caridad entre los miembros del Pueblo de
Dios que caracterizó al mismo Concilio. Hemos decidido convocar la primera de
estas asambleas para el año 2015. Es necesario que toda la Iglesia que
peregrina en Venezuela pueda sentir este acontecimiento como algo propio, y
debe insistirse en que se pongan en práctica las instancias participativas
previstas tanto en las diócesis como en las parroquias.
17. Entre
las tareas de la Asamblea Nacional de Pastoral estará, sin duda, un examen
sincero de la fe y práctica religiosa del pueblo cristiano, teniendo presente
la realidad de división y odio que pretende imponerse en el país. En tal
sentido, esta Asamblea debe ser una contribución al reencuentro de los
venezolanos y a la reconstrucción del país. Además, se hará énfasis en la
pertenencia y la comunión eclesial, así como en un compromiso misionero más
decidido que nos lleve a transmitir la fe. Los cristianos creemos que
Jesucristo y su proyecto son una Buena Noticia para Venezuela en los momentos
que estamos viviendo. Es necesario proclamar de nuevo proféticamente el
Evangelio, esa Buena Noticia de que “Jesucristo nos ama, dio su vida para
salvarnos, y ahora está vivo a nuestro lado cada día, para iluminarnos, para
fortalecernos, para liberarnos”. La Asamblea Nacional de Pastoral contribuirá a
la aplicación de las directrices del Concilio Plenario de Venezuela, así como
al reimpulso de la Misión Continental Permanente, que nos dé la fuerza y la luz
de Jesucristo en las circunstancias particularmente difíciles que vivimos.
VI. El consuelo de la fe.
18. Nuestro
pueblo conserva y vive la fe que le ha sido transmitida por sus antepasados.
Fue la fe que permitió a nuestros mayores soportar y superar el desangramiento
que hace doscientos años acarreó la Guerra de Independencia. Fue la fe que
logró salir incólume de las contiendas republicanas y de las persecuciones a la
Iglesia. Fue esa fe la que animó la vida de muchos venezolanos ilustres, como
el Dr. José Gregorio Hernández. Esa fe, entregada por las pasadas generaciones,
ha sido recibida por nuestros jóvenes, quienes con su entusiasmo y alegría
siguen siendo testigos de la Buena Noticia de Jesús. El Año Jubilar de la
Juventud es una ocasión privilegiada para dar ese testimonio público. Esa fe en
el Dios de la vida le sigue otorgando fuerzas y energías a nuestro pueblo para
hacer frente a un momento sumamente difícil de su historia y continuar la
marcha hacia una Venezuela justa, fraterna y pacífica.
19. En esa
marcha y en esa búsqueda le acompañamos los pastores, miembros de ese pueblo y
responsables de él ante Dios. El compromiso evangelizador implica también
“saber decir una palabra de aliento al abatido” (Is 50, 4), y en eso estamos
empeñados obispos, presbíteros, demás ministros y laicos misioneros, de tal
manera que en las amarguras de la situación presente brille siempre la luz de
la esperanza cristiana, que nunca defrauda (Cf. Rm 5, 5), porque está cimentada
sobre la palabra y la promesa de Dios, que acompaña nuestras luchas y quiso
hacerse uno de nosotros para participar de nuestras vicisitudes.
20. Pedimos
la intercesión de la Virgen Santísima, nuestra Madre de Coromoto: ella
compartió las alegrías y las tristezas de la vida de su Hijo. Hoy nos acompaña
también en nuestro caminar, como Madre amorosa de la Iglesia. Desde sus diversos
santuarios que son honra y prez de nuestras iglesias particulares, ella recibe
a nuestro pueblo, lo toma de la mano y lo lleva a Jesucristo. Que ella nos
acompañe en los afanes evangelizadores y nos ayude a superar la actual
situación de angustia en que vivimos, a perdonarnos y reconciliarnos para que
brille en nuestra patria la paz y la concordia propias de hijos de un mismo
Dios y hermanos entre nosotros.
Con nuestra bendición
Los Obispos de Venezuela
Caracas, 11 de julio de 2014
Monseñor Manuel Felipe Díaz Sánchez, arzobispo de Calabozo. |
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