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A continuación se presenta un resumen de las informaciones más importantes generadas en la Santa Sede, donde el Papa Benedicto XV se ha reunido con distintas organizaciones del mundo eclesial, en su labor de llevar adelante sus actividades pastorales. Las informaciones son tomadas del Servicio Informativos del Vaticano (VIS, por sus siglas en inglés) y de la H2ONews, que tienen la posibilidad de tener de primera mano estas informaciones y difundirlas al mundo. RAP.
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El Santo Padre se reúne con los obispos irlandeses
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El Santo Padre se reúne con los obispos irlandeses
CIUDAD DEL VATICANO, 15 FEB 2010 (VIS).-A lo largo de la jornada de hoy, el Santo Padre se encuentra con los prelados de la Conferencia Episcopal Irlandesa en la Sala Bolonia del palacio apostólico vaticano. El encuentro comenzó a las 9,30 y se extendió hasta las 19,00, según reportó VIS, en el que se presentan las iniciativas para afrontar la situación eclesial de la República de Irlanda. La esperada carta pastoral de Benedicto XVI a todos los componentes eclesiales fue el centro del encuentro. Antes de la audiencia con el Papa Benedicto XVI, los obispos participaron esta mañana a la Celebración Eucarística presidida por el Secretario de Estado, el Cardenal Tarcisio Bertone, en las grutas Vaticanas. Del momento de la “prueba”, ha dicho el Cardenal Bertone, "puede venir la renovación: estableciendo el pacto con el pecador para reconocer la propia culpa frente a la verdad plena".
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LA IGLESIA RECONOCE EN LOS POBRES EL ROSTRO DE JESUS
CIUDAD DEL VATICANO, 14 FEB 2010 (VIS).-Benedicto XVI realizó una visita esta mañana al albergue de la Cáritas diocesana de Roma, que se encuentra en la estación ferroviaria Termini. Este complejo asistencial, creado hace 23 años, destinado a los pobres y marginados de la ciudad, consta de habitaciones, comedor, un pequeño centro médico y una farmacia.
Dirigiéndose a las personas que son acogidas en este centro, el Papa dijo: "Sabed que la Iglesia os ama profundamente y no os abandona, porque reconoce en el rostro de cada uno de vosotros el rostro de Jesús".
"El testimonio de la caridad, que en este lugar encuentra especial concreción, pertenece a la misión de la Iglesia junto con el anuncio de la verdad del Evangelio. El ser humano -afirmó- no solo tiene necesidad de ser nutrido materialmente o ayudado a superar los momentos de dificultad, sino que también necesita saber quién es y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre su dignidad".
El Santo Padre puso de relieve que "la Iglesia, con su servicio a favor de los pobres, está comprometida en anunciar a todos la verdad sobre el hombre, que es amado por Dios, creado a su imagen, redimido por Cristo y llamado a la comunión eterna con Él. Muchas personas han podido redescubrir así, y aún ahora redescubren, su propia dignidad, extraviada a veces por acontecimientos trágicos, y vuelven a encontrar la confianza en sí mismos y la esperanza en el futuro".
La certeza profunda de saberse amados por Dios "genera en el corazón del ser humano -continuó- una esperanza fuerte, sólida, luminosa, una esperanza que da el valor de proseguir en el camino de la vida a pesar de los fracasos, de las dificultades y las pruebas que la acompañan".
El Papa recordó que su visita al albergue tenía lugar en el Año europeo de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, promovido por el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. En este contexto, animó "a los católicos y a todos los hombres de buena voluntad, en particular a los responsables de la administración pública y de las diversas instituciones, a empeñarse en la construcción de un futuro digno del hombre, volviendo a descubrir en la caridad la fuerza propulsora para un auténtico desarrollo y para la realización de una sociedad más justa y fraterna".
"Para promover una convivencia pacífica que ayude a los hombres a reconocerse miembros de la única familia humana es importante -subrayó- que las dimensiones del don y de la gratuidad sean redescubiertas como elementos constitutivos del vivir cotidiano y de las relaciones interpersonales. Todo esto es cada vez más urgente en un mundo en el que parece prevalecer la lógica del provecho y de la búsqueda del propio interés".
Benedicto XVI señaló que la experiencia del voluntariado que se vive en este lugar "es especialmente para los jóvenes una auténtica escuela en la que se aprende a ser constructores de la civilización del amor, capaces de acoger al otro en su unicidad y diferencia".
"En su servicio a las personas en dificultad -terminó-, la Iglesia se mueve únicamente por el deseo de expresar su propia fe en ese Dios que es el defensor de los pobres y que ama a cada ser humano por lo que es y no por lo que posee o realiza".
Al final de la visita, los huéspedes del albergue y los voluntarios de la Cáritas de Roma entregaron al Papa el crucifijo restaurado de la Iglesia de san Pedro de Onna, el pueblo más afectado por el terremoto en los Abruzos del pasado mes de abril. El Santo Padre devolverá el crucifijo a la Iglesia de Onna cuando terminen las labores de reconstrucción.
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Dirigiéndose a las personas que son acogidas en este centro, el Papa dijo: "Sabed que la Iglesia os ama profundamente y no os abandona, porque reconoce en el rostro de cada uno de vosotros el rostro de Jesús".
"El testimonio de la caridad, que en este lugar encuentra especial concreción, pertenece a la misión de la Iglesia junto con el anuncio de la verdad del Evangelio. El ser humano -afirmó- no solo tiene necesidad de ser nutrido materialmente o ayudado a superar los momentos de dificultad, sino que también necesita saber quién es y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre su dignidad".
El Santo Padre puso de relieve que "la Iglesia, con su servicio a favor de los pobres, está comprometida en anunciar a todos la verdad sobre el hombre, que es amado por Dios, creado a su imagen, redimido por Cristo y llamado a la comunión eterna con Él. Muchas personas han podido redescubrir así, y aún ahora redescubren, su propia dignidad, extraviada a veces por acontecimientos trágicos, y vuelven a encontrar la confianza en sí mismos y la esperanza en el futuro".
La certeza profunda de saberse amados por Dios "genera en el corazón del ser humano -continuó- una esperanza fuerte, sólida, luminosa, una esperanza que da el valor de proseguir en el camino de la vida a pesar de los fracasos, de las dificultades y las pruebas que la acompañan".
El Papa recordó que su visita al albergue tenía lugar en el Año europeo de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, promovido por el Parlamento Europeo y la Comisión Europea. En este contexto, animó "a los católicos y a todos los hombres de buena voluntad, en particular a los responsables de la administración pública y de las diversas instituciones, a empeñarse en la construcción de un futuro digno del hombre, volviendo a descubrir en la caridad la fuerza propulsora para un auténtico desarrollo y para la realización de una sociedad más justa y fraterna".
"Para promover una convivencia pacífica que ayude a los hombres a reconocerse miembros de la única familia humana es importante -subrayó- que las dimensiones del don y de la gratuidad sean redescubiertas como elementos constitutivos del vivir cotidiano y de las relaciones interpersonales. Todo esto es cada vez más urgente en un mundo en el que parece prevalecer la lógica del provecho y de la búsqueda del propio interés".
Benedicto XVI señaló que la experiencia del voluntariado que se vive en este lugar "es especialmente para los jóvenes una auténtica escuela en la que se aprende a ser constructores de la civilización del amor, capaces de acoger al otro en su unicidad y diferencia".
"En su servicio a las personas en dificultad -terminó-, la Iglesia se mueve únicamente por el deseo de expresar su propia fe en ese Dios que es el defensor de los pobres y que ama a cada ser humano por lo que es y no por lo que posee o realiza".
Al final de la visita, los huéspedes del albergue y los voluntarios de la Cáritas de Roma entregaron al Papa el crucifijo restaurado de la Iglesia de san Pedro de Onna, el pueblo más afectado por el terremoto en los Abruzos del pasado mes de abril. El Santo Padre devolverá el crucifijo a la Iglesia de Onna cuando terminen las labores de reconstrucción.
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JUSTICIA DE DIOS: POBRES ADMITIDOS BANQUETE VIDA
CIUDAD DEL VATICANO, 14 FEB 2010 (VIS).-Después de haber visitado la Caritas diocesana de Roma, el Santo Padre se asomó, como todos los domingos, a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
Comentando el Sermón de la Montaña, uno de los temas de la liturgia de hoy, el Papa afirmó que "las bienaventuranzas se basan en el hecho de que existe una justicia divina que ensalza a quien ha sido humillado injustamente y humilla a quien se ensalzaba. (...) Esta justicia y esta bienaventuranza se realizan en el Reino de los Cielos o Reino de Dios, que llegará al final de los tiempos, pero que ya está presente en la historia."
"Donde los pobres serán consolados y admitidos al banquete de la vida, allí se manifiesta ya desde ahora la justicia de Dios. Esta es la tarea que los discípulos del Señor están llamados a desempeñar también en la sociedad actual", subrayó el Santo Padre, que recordó su visita a la Caritas y elogió "a todos los que en el mundo se dedican gratuitamente a obras de justicia y amor parecidas".
Después, refiriéndose de nuevo a la justicia, tema de su Mensaje para la Cuaresma 2010, observó que "el Evangelio de Cristo responde a la sed de justicia del ser humano, pero lo hace de forma inesperada y sorprendente. No propone una revolución de tipo social y político, sino la revolución del amor, ya realizada con la Cruz y la Resurrección. En ellas se fundan las bienaventuranzas, que proponen el horizonte nuevo de justicia".
Una vez rezado el Ángelus, Benedicto XVI saludó a las comunidades, como las de China y Vietnam, que celebran en estos días el nuevo año. "Son días de fiesta que esos pueblos viven como ocasión privilegiada para consolidar los vínculos familiares y generacionales. Deseo a todos que mantengan y enriquezcan la copiosa herencia de valores espirituales y morales, sólidamente enraizados en la cultura de esos pueblos", dijo.
En su saludo a los fieles polacos, el Papa recordó que hoy se celebra la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. "Los valores que propagaron en nuestro continente, es decir la señal de la Cruz, el Evangelio de Cristo y la vida según el Evangelio, siguen siendo el fundamento sólido de la fuerza espiritual de los pueblos y de la unidad de Europa. Son valores importantes también para nosotros que vivimos en esta época", concluyó el pontífice.
Comentando el Sermón de la Montaña, uno de los temas de la liturgia de hoy, el Papa afirmó que "las bienaventuranzas se basan en el hecho de que existe una justicia divina que ensalza a quien ha sido humillado injustamente y humilla a quien se ensalzaba. (...) Esta justicia y esta bienaventuranza se realizan en el Reino de los Cielos o Reino de Dios, que llegará al final de los tiempos, pero que ya está presente en la historia."
"Donde los pobres serán consolados y admitidos al banquete de la vida, allí se manifiesta ya desde ahora la justicia de Dios. Esta es la tarea que los discípulos del Señor están llamados a desempeñar también en la sociedad actual", subrayó el Santo Padre, que recordó su visita a la Caritas y elogió "a todos los que en el mundo se dedican gratuitamente a obras de justicia y amor parecidas".
Después, refiriéndose de nuevo a la justicia, tema de su Mensaje para la Cuaresma 2010, observó que "el Evangelio de Cristo responde a la sed de justicia del ser humano, pero lo hace de forma inesperada y sorprendente. No propone una revolución de tipo social y político, sino la revolución del amor, ya realizada con la Cruz y la Resurrección. En ellas se fundan las bienaventuranzas, que proponen el horizonte nuevo de justicia".
Una vez rezado el Ángelus, Benedicto XVI saludó a las comunidades, como las de China y Vietnam, que celebran en estos días el nuevo año. "Son días de fiesta que esos pueblos viven como ocasión privilegiada para consolidar los vínculos familiares y generacionales. Deseo a todos que mantengan y enriquezcan la copiosa herencia de valores espirituales y morales, sólidamente enraizados en la cultura de esos pueblos", dijo.
En su saludo a los fieles polacos, el Papa recordó que hoy se celebra la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. "Los valores que propagaron en nuestro continente, es decir la señal de la Cruz, el Evangelio de Cristo y la vida según el Evangelio, siguen siendo el fundamento sólido de la fuerza espiritual de los pueblos y de la unidad de Europa. Son valores importantes también para nosotros que vivimos en esta época", concluyó el pontífice.
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CIUDAD DEL VATICANO, 13 FEB 2010 (VIS).-El Santo Padre visitó este doce de febrero el Pontificio Seminario Romano Mayor, en la víspera de su patrona, la Virgen de la Confianza.
El Papa presidió una Lectio Divina, en la que ofreció una reflexión sobre el capítulo 15 del Evangelio de San Juan, centrándose sobre todo en estas dos palabras: "permaneced" y "guardar". "Meditando en este don -de la gran historia del amor, que es la historia de la verdadera felicidad, porque Dios se ha hecho uno con todos nosotros, y al mismo tiempo nos ha hecho uno-, debemos rezar -dijo a los seminaristas- para que este misterio penetre en nuestra mente, en nuestro corazón, y cada vez más seamos capaces de ver y de vivir la grandeza del misterio, y de este modo comenzar a realizar este imperativo: "permaneced".
Refiriéndose al segundo término, "guardar", Benedicto XVI afirmó que es "solo el segundo nivel -el primero es "permanecer"- de la relación con Dios, es decir, el nivel ontológico, porque (...) Dios nos ha dado primero su amor, el fruto. Nosotros no tenemos que producir el gran fruto; el cristianismo no es un moralismo, no tenemos que hacer lo que Dios espera del mundo, sino entrar en este misterio ontológico. Dios se da Él mismo, su ser, su amar precede nuestro actuar y en el contexto de su cuerpo, en el contexto del estar en Él, identificado con Él, ennoblecidos con su Sangre, podemos también nosotros actuar con Cristo".
"El Señor dice: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: Os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer". (...) La novedad -continuó el Papa comentando este versículo- es que Dios se ha dado a conocer, que se ha mostrado, que ya no es el Dios desconocido, buscado, pero no encontrado. (...) Dios se ha hecho ver en el rostro de Cristo".
El Papa lamentó que "también hoy, muchos viven lejos de Cristo, no conocen su rostro y de este modo se renueva la eterna tentación del dualismo (...), es decir, el hecho de que quizá no existe solo un principio bueno, sino también un principio malo, un principio del mal". Sin embargo, continuó, "en el rostro de Cristo crucificado vemos a Dios y vemos la verdadera omnipotencia, no el mito de la omnipotencia; (...) En El, la verdadera omnipotencia es amar hasta el extremo de sufrir por nosotros".
En el capítulo 16 de San Juan, añadió el Santo Padre, "el Señor nos ofrece la clave para comprender que estas palabras: "De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé", significan la alegría. Si uno encuentra la alegría, encuentra todo y ve todo a la luz del amor divino".
"A Dios no le pedimos una cosa pequeña o grande, sino a El mismo. En este sentido tenemos que aprender a rezar, (...) para que nos otorgue su Espíritu y podamos responder a las exigencias de la vida y ayudar a los demás en sus sufrimientos. (...) Tenemos que aprender cada vez más las cosas por las que podemos rezar y por las que no podemos rezar, porque son expresiones de mi egoísmo, (...) de mi soberbia. (...) Rezar ante los ojos de Dios es un proceso de purificación de nuestros pensamientos, de nuestros deseos. (...) Solo en este proceso de lenta purificación, de liberación de nosotros mismos y de la voluntad, (...) está el camino verdadero de la vida, se abre el camino de la alegría".
El Papa presidió una Lectio Divina, en la que ofreció una reflexión sobre el capítulo 15 del Evangelio de San Juan, centrándose sobre todo en estas dos palabras: "permaneced" y "guardar". "Meditando en este don -de la gran historia del amor, que es la historia de la verdadera felicidad, porque Dios se ha hecho uno con todos nosotros, y al mismo tiempo nos ha hecho uno-, debemos rezar -dijo a los seminaristas- para que este misterio penetre en nuestra mente, en nuestro corazón, y cada vez más seamos capaces de ver y de vivir la grandeza del misterio, y de este modo comenzar a realizar este imperativo: "permaneced".
Refiriéndose al segundo término, "guardar", Benedicto XVI afirmó que es "solo el segundo nivel -el primero es "permanecer"- de la relación con Dios, es decir, el nivel ontológico, porque (...) Dios nos ha dado primero su amor, el fruto. Nosotros no tenemos que producir el gran fruto; el cristianismo no es un moralismo, no tenemos que hacer lo que Dios espera del mundo, sino entrar en este misterio ontológico. Dios se da Él mismo, su ser, su amar precede nuestro actuar y en el contexto de su cuerpo, en el contexto del estar en Él, identificado con Él, ennoblecidos con su Sangre, podemos también nosotros actuar con Cristo".
"El Señor dice: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: Os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer". (...) La novedad -continuó el Papa comentando este versículo- es que Dios se ha dado a conocer, que se ha mostrado, que ya no es el Dios desconocido, buscado, pero no encontrado. (...) Dios se ha hecho ver en el rostro de Cristo".
El Papa lamentó que "también hoy, muchos viven lejos de Cristo, no conocen su rostro y de este modo se renueva la eterna tentación del dualismo (...), es decir, el hecho de que quizá no existe solo un principio bueno, sino también un principio malo, un principio del mal". Sin embargo, continuó, "en el rostro de Cristo crucificado vemos a Dios y vemos la verdadera omnipotencia, no el mito de la omnipotencia; (...) En El, la verdadera omnipotencia es amar hasta el extremo de sufrir por nosotros".
En el capítulo 16 de San Juan, añadió el Santo Padre, "el Señor nos ofrece la clave para comprender que estas palabras: "De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé", significan la alegría. Si uno encuentra la alegría, encuentra todo y ve todo a la luz del amor divino".
"A Dios no le pedimos una cosa pequeña o grande, sino a El mismo. En este sentido tenemos que aprender a rezar, (...) para que nos otorgue su Espíritu y podamos responder a las exigencias de la vida y ayudar a los demás en sus sufrimientos. (...) Tenemos que aprender cada vez más las cosas por las que podemos rezar y por las que no podemos rezar, porque son expresiones de mi egoísmo, (...) de mi soberbia. (...) Rezar ante los ojos de Dios es un proceso de purificación de nuestros pensamientos, de nuestros deseos. (...) Solo en este proceso de lenta purificación, de liberación de nosotros mismos y de la voluntad, (...) está el camino verdadero de la vida, se abre el camino de la alegría".
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BIOETICA: DIGNIDAD HUMANA Y LEY MORAL NATURAL
CIUDAD DEL VATICANO, 13 FEB 2010 (VIS).-El Santo Padre recibió esta mañana en audiencia a los miembros de la Pontificia Academia para la Vida, presidida por el arzobispo Rino Fisichella, reunidos con ocasión de la Asamblea Plenaria de ese organismo.
"La problemática relacionada con el tema de la bioética -dijo el Papa- (...) sitúa en primer plano la cuestión antropológica", que atañe "de forma decisiva a la vida humana en su tensión perenne entre inmanencia y trascendencia y asume gran relieve para la cultura de las generaciones futuras".
Por ello, agregó el Santo Padre, "es necesario poner en marcha un proyecto pedagógico integral que permita afrontar temáticas como esa con una visión positiva, equilibrada y constructiva, sobre todo en la relación entre fe y razón".
"Las cuestiones de bioética ponen a menudo en primer plano la llamada a la dignidad de la persona, un principio fundamental que la fe en Jesucristo (...) ha defendido siempre, sobre todo cuando se deja de lado con los sujetos más simples e indefensos. (...) También la bioética, como toda disciplina, necesita un enfoque capaz de garantizar una lectura coherente de las cuestiones éticas que, inevitablemente, brotan ante posibles conflictos de interpretación. En ese espacio se abre la llamada normativa a la ley moral natural".
"El reconocimiento de la dignidad humana, en cuanto derecho inalienable -afirmó Benedicto XVI- encuentra su primer fundamento en la ley no escrita por la mano del hombre, sino grabada por Dios Creador en el corazón de toda persona, que todo orden jurídico está llamado a reconocer como inviolable y toda persona está llamada a respetar y promover. Sin el principio fundador de la dignidad humana sería arduo encontrar una fuente para los derechos de la persona e imposible llegar a un juicio ético ante las conquistas de la ciencia que intervienen directamente en la vida humana".
"Cuando se invoca el respeto por la dignidad de la persona -advirtió- es fundamental que éste sea pleno, total y sin vínculos, excepto el de reconocer que nos encontramos siempre ante una vida humana. Efectivamente, la vida humana atraviesa un desarrollo propio y el horizonte de investigación de la ciencia y la bioética está abierto, pero es necesario reafirmar que cuando se trata de ámbitos relativos al ser humano, los científicos no pueden pensar jamás que tienen entre las manos solo materia inanimada y manipulable. Desde el primer instante, la vida del ser humano se caracterizada por ser vida humana y por ello portadora, siempre, en cualquier lugar y a pesar de todo, de dignidad propia".
"Conjugar bioética y ley moral natural permite verificar mejor el aspecto necesario e ineludible de la dignidad que posee intrínsecamente la vida humana desde su primer instante hasta su final natural".
El Papa afirmó que "hay que asumir un compromiso en los diferentes ámbitos de la sociedad y de la cultura para que la vida humana sea reconocida siempre como sujeto inalienable de derecho y nunca como objeto sometido al arbitrio del más fuerte". En este contexto señaló que "la historia ha demostrado qué peligroso y nocivo resulta que un Estado legisle sobre cuestiones que afectan a la persona y a la sociedad, pretendiendo ser fuente de principio y de la ética".
"La ley moral natural (...) ofrece al legislador la garantía para un auténtico respeto de la persona y de toda la creación. Es la fuente catalizadora de consenso entre personas de culturas y religiones diferentes y permite superar las diferencias, porque -terminó- afirma la existencia de un orden impreso por el Creador en la naturaleza y reconocido como instancia de verdadero juicio ético-racional para perseguir el bien y evitar el mal".
"La problemática relacionada con el tema de la bioética -dijo el Papa- (...) sitúa en primer plano la cuestión antropológica", que atañe "de forma decisiva a la vida humana en su tensión perenne entre inmanencia y trascendencia y asume gran relieve para la cultura de las generaciones futuras".
Por ello, agregó el Santo Padre, "es necesario poner en marcha un proyecto pedagógico integral que permita afrontar temáticas como esa con una visión positiva, equilibrada y constructiva, sobre todo en la relación entre fe y razón".
"Las cuestiones de bioética ponen a menudo en primer plano la llamada a la dignidad de la persona, un principio fundamental que la fe en Jesucristo (...) ha defendido siempre, sobre todo cuando se deja de lado con los sujetos más simples e indefensos. (...) También la bioética, como toda disciplina, necesita un enfoque capaz de garantizar una lectura coherente de las cuestiones éticas que, inevitablemente, brotan ante posibles conflictos de interpretación. En ese espacio se abre la llamada normativa a la ley moral natural".
"El reconocimiento de la dignidad humana, en cuanto derecho inalienable -afirmó Benedicto XVI- encuentra su primer fundamento en la ley no escrita por la mano del hombre, sino grabada por Dios Creador en el corazón de toda persona, que todo orden jurídico está llamado a reconocer como inviolable y toda persona está llamada a respetar y promover. Sin el principio fundador de la dignidad humana sería arduo encontrar una fuente para los derechos de la persona e imposible llegar a un juicio ético ante las conquistas de la ciencia que intervienen directamente en la vida humana".
"Cuando se invoca el respeto por la dignidad de la persona -advirtió- es fundamental que éste sea pleno, total y sin vínculos, excepto el de reconocer que nos encontramos siempre ante una vida humana. Efectivamente, la vida humana atraviesa un desarrollo propio y el horizonte de investigación de la ciencia y la bioética está abierto, pero es necesario reafirmar que cuando se trata de ámbitos relativos al ser humano, los científicos no pueden pensar jamás que tienen entre las manos solo materia inanimada y manipulable. Desde el primer instante, la vida del ser humano se caracterizada por ser vida humana y por ello portadora, siempre, en cualquier lugar y a pesar de todo, de dignidad propia".
"Conjugar bioética y ley moral natural permite verificar mejor el aspecto necesario e ineludible de la dignidad que posee intrínsecamente la vida humana desde su primer instante hasta su final natural".
El Papa afirmó que "hay que asumir un compromiso en los diferentes ámbitos de la sociedad y de la cultura para que la vida humana sea reconocida siempre como sujeto inalienable de derecho y nunca como objeto sometido al arbitrio del más fuerte". En este contexto señaló que "la historia ha demostrado qué peligroso y nocivo resulta que un Estado legisle sobre cuestiones que afectan a la persona y a la sociedad, pretendiendo ser fuente de principio y de la ética".
"La ley moral natural (...) ofrece al legislador la garantía para un auténtico respeto de la persona y de toda la creación. Es la fuente catalizadora de consenso entre personas de culturas y religiones diferentes y permite superar las diferencias, porque -terminó- afirma la existencia de un orden impreso por el Creador en la naturaleza y reconocido como instancia de verdadero juicio ético-racional para perseguir el bien y evitar el mal".
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