Reunidos en Caracas del 26 al 28 de enero de 2007, en Asamblea Ordinaria del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, los laicos católicos pertenecientes a diferentes diócesis y a Movimientos y Asociaciones eclesiales del País, queremos manifestar que:
1.- Confiados en el Espíritu Santo y sostenidos por la Fe y la Esperanza en Cristo, Señor de la Historia, estamos decididos más que nunca a defender y promover los principios cristianos fundamentales, como base ineludible para la construcción de la Venezuela que todos anhelamos.
2.- Expresamos ante todo el total respaldo a nuestros Obispos en su Exhortación Pastoral “Tiempo de diálogo para construir juntos” (Exh. CEV, 13.1.2007), en la que insisten una vez más en verdades que nos comprometen y no podemos eludir: “la centralidad de la persona; los derechos humanos; el pluralismo político frente al pensamiento único y la exclusión por razones ideológicas o por cualquier otro motivo; la educación pluralista, abierta a la trascendencia y a la religión; la lucha contra la pobreza, el desempleo, la inseguridad jurídica y social y la violencia; la libertad de expresión y el derecho a la información; una positiva respuesta a la situación infrahumana de nuestros hermanos privados de libertad y la de los que se sienten perseguidos”.
3.- Rechazamos, una vez más, todo tipo de ataque a la Iglesia, a sus Pastores, y a la religión, así como la manipulación del Evangelio e incluso de la misma persona de Cristo.
4.- Declaramos y hacemos pública nuestra disposición a servir como factores de diálogo para la promoción de un clima de libertad, justicia y paz.
5.- Reafirmamos que la familia es la primera y fundamental escuela y manifestamos nuestra decisión a defender los derechos y deberes de los padres en la educación de sus hijos, el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad, a la justicia social y a la igualdad, sin discriminación ni subordinación alguna, incluyendo a los niños y adolescentes como sujetos de pleno derecho en las decisiones y acciones que le conciernan, de conformidad con la Constitución y con los tratados sobre Derechos Humanos.
6.- Exigimos firmemente el respeto al derecho de las personas a la expresión libre de pensamiento, ideas y opiniones y más aún, por la dimensión trascendente de todo ser humano, proclamamos el derecho a la libertad de religión y culto, a la manifestación pública de las creencias religiosas y a la enseñanza de la religión en los centros educativos.
7.- Rechazamos toda amenaza y cualquier medida de coerción contra las personas e instituciones que representan los medios de comunicación social, cuya labor tiene el derecho y el deber de proporcionar la información a la colectividad. Así mismo, instamos a los medios de comunicación a que cumplan con su responsabilidad de ser potenciales transmisores de los valores fundamentales, acordes a la dignidad humana.
8.- A la luz de las enseñanzas de Magisterio de la Iglesia en sus distintas Encíclicas Sociales, ratificamos que el proyecto político para gobernar el país debe estar ajeno tanto al capitalismo salvaje como a la ideología marxista-leninista, a fin de garantizar el respeto a la dignidad y la libertad de la persona humana.
9.- Reclamamos el respeto a las minorías, a las instituciones democráticas, la tolerancia en el debate político y la eliminación de todo intento de exclusión de algún venezolano, cualquiera que sea su tendencia política, credo o religión.
10.- Rechazamos la concentración de poderes en el Presidente de la República y los poderes especiales que otorga la Ley Habilitante, ya que excluye la opinión y participación de los Poderes establecidos en nuestra Constitución y las del soberano pueblo de Venezuela, haciéndonos eco de las palabras de Juan Pablo II en su visita a Venezuela: “…Son responsables de promover siempre la dignidad y la participación del pueblo en los destinos de la Nación, como modelo superador de autoritarismo de diverso signo ideológico” ( Juan Pablo II, Catedral de Caracas, 28.01.85).
11.- Exigimos en materia de reforma de la Constitución Nacional de 1999, se sigan los procedimientos establecidos en ella, se promueva el debate nacional de los temas que se pretende reformar, ya que lo que está planteado es un cambio profundo en el orden político, social y económico que requiere la participación de todo el conglomerado nacional.
12.- Solicitamos del Estado su responsabilidad de garantizar las condiciones básicas que permitan una convivencia social justa, respetuosa de la diversidad y que promueva el bien común, donde sean salvaguardados los principios fundamentales:
- La persona, como valor absoluto cuya dignidad no se puede menoscabar y a la cual se le deben reconocer sus derechos: a la vida, a la libertad religiosa, al trabajo, a la iniciativa económica y la propiedad privada, a la libre asociación e información.
- La libertad de educación, reconociendo a la familia como responsable fundamental de la educación de sus hijos, superando toda imposición ideológica.
- La sociedad, como protagonista de la construcción del país, en la cual todas las personas, en los distintos ámbitos de la vida social, puedan generar diversas formas de asociación y acciones para buscar respuestas a sus necesidades.
13.- Hacemos un llamado a todos los laicos cristianos de Venezuela a promover incansablemente la reconciliación de los venezolanos y para que, unidos en la caridad de Cristo y guiados por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, asumamos juntos el reto de construir un país donde sea posible la convivencia fraterna y en el que se favorezca el protagonismo de la persona y de la sociedad.
14.- Renovamos nuestro compromiso de llevar a la acción las decisiones tomadas en el Concilio Plenario de Venezuela, particularmente en su documento “El laico católico, fermento del Reino de Dios en Venezuela” y las asumidas en el Documento final del VI Congreso Nacional de Laicos (Febrero 2006).
Por ello, reafirmamos nuestro empeño en:
15.- Proclamar la Democracia como “el sistema político más acorde con el pensamiento cristiano, porque respeta la dignidad humana, da cabida a las diversidades, evita toda exclusión y tiene como esencia la libertad y la independencia de todos los poderes del Estado”(Documento final VI Congreso, n.8)
16.- Vigilar y defender el respeto de los valores morales que se refieren a la vida personal y social, y promover la salvaguarda de la dignidad humana, el desarrollo integral de la persona y de sus derechos fundamentales y la búsqueda del bien común.
17.- Llevar adelante la labor iniciada con actividades encaminadas a educar a jóvenes y adultos en los valores y virtudes del Evangelio y en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, para que maduros en su fe y su compromiso puedan ejercer su protagonismo laical cristiano en la construcción de una verdadera sociedad fraterna, plural y democrática (cf. “El laico católico, fermento del Reino de Dios en Venezuela” N.122)
18.-Fortalecer las Comisiones Sectoriales del Consejo Nacional de Laicos y los Consejos Diocesanos de Laicos en todo el territorio Nacional, a fin de unir esfuerzos y participar en forma orgánica, en el establecimiento de una sociedad, cuyas raíces se fundamenten en la esperanza cristiana y donde surja, como resultado del esfuerzo comunitario, en lo social, económico y político, un gran movimiento que contribuya a la Nueva Evangelización en Venezuela y a la consecución de un País solidario y fraterno donde reine la Verdad, la Justicia y la Paz.
Caracas, 07de febrero de 2007
1.- Confiados en el Espíritu Santo y sostenidos por la Fe y la Esperanza en Cristo, Señor de la Historia, estamos decididos más que nunca a defender y promover los principios cristianos fundamentales, como base ineludible para la construcción de la Venezuela que todos anhelamos.
2.- Expresamos ante todo el total respaldo a nuestros Obispos en su Exhortación Pastoral “Tiempo de diálogo para construir juntos” (Exh. CEV, 13.1.2007), en la que insisten una vez más en verdades que nos comprometen y no podemos eludir: “la centralidad de la persona; los derechos humanos; el pluralismo político frente al pensamiento único y la exclusión por razones ideológicas o por cualquier otro motivo; la educación pluralista, abierta a la trascendencia y a la religión; la lucha contra la pobreza, el desempleo, la inseguridad jurídica y social y la violencia; la libertad de expresión y el derecho a la información; una positiva respuesta a la situación infrahumana de nuestros hermanos privados de libertad y la de los que se sienten perseguidos”.
3.- Rechazamos, una vez más, todo tipo de ataque a la Iglesia, a sus Pastores, y a la religión, así como la manipulación del Evangelio e incluso de la misma persona de Cristo.
4.- Declaramos y hacemos pública nuestra disposición a servir como factores de diálogo para la promoción de un clima de libertad, justicia y paz.
5.- Reafirmamos que la familia es la primera y fundamental escuela y manifestamos nuestra decisión a defender los derechos y deberes de los padres en la educación de sus hijos, el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad, a la justicia social y a la igualdad, sin discriminación ni subordinación alguna, incluyendo a los niños y adolescentes como sujetos de pleno derecho en las decisiones y acciones que le conciernan, de conformidad con la Constitución y con los tratados sobre Derechos Humanos.
6.- Exigimos firmemente el respeto al derecho de las personas a la expresión libre de pensamiento, ideas y opiniones y más aún, por la dimensión trascendente de todo ser humano, proclamamos el derecho a la libertad de religión y culto, a la manifestación pública de las creencias religiosas y a la enseñanza de la religión en los centros educativos.
7.- Rechazamos toda amenaza y cualquier medida de coerción contra las personas e instituciones que representan los medios de comunicación social, cuya labor tiene el derecho y el deber de proporcionar la información a la colectividad. Así mismo, instamos a los medios de comunicación a que cumplan con su responsabilidad de ser potenciales transmisores de los valores fundamentales, acordes a la dignidad humana.
8.- A la luz de las enseñanzas de Magisterio de la Iglesia en sus distintas Encíclicas Sociales, ratificamos que el proyecto político para gobernar el país debe estar ajeno tanto al capitalismo salvaje como a la ideología marxista-leninista, a fin de garantizar el respeto a la dignidad y la libertad de la persona humana.
9.- Reclamamos el respeto a las minorías, a las instituciones democráticas, la tolerancia en el debate político y la eliminación de todo intento de exclusión de algún venezolano, cualquiera que sea su tendencia política, credo o religión.
10.- Rechazamos la concentración de poderes en el Presidente de la República y los poderes especiales que otorga la Ley Habilitante, ya que excluye la opinión y participación de los Poderes establecidos en nuestra Constitución y las del soberano pueblo de Venezuela, haciéndonos eco de las palabras de Juan Pablo II en su visita a Venezuela: “…Son responsables de promover siempre la dignidad y la participación del pueblo en los destinos de la Nación, como modelo superador de autoritarismo de diverso signo ideológico” ( Juan Pablo II, Catedral de Caracas, 28.01.85).
11.- Exigimos en materia de reforma de la Constitución Nacional de 1999, se sigan los procedimientos establecidos en ella, se promueva el debate nacional de los temas que se pretende reformar, ya que lo que está planteado es un cambio profundo en el orden político, social y económico que requiere la participación de todo el conglomerado nacional.
12.- Solicitamos del Estado su responsabilidad de garantizar las condiciones básicas que permitan una convivencia social justa, respetuosa de la diversidad y que promueva el bien común, donde sean salvaguardados los principios fundamentales:
- La persona, como valor absoluto cuya dignidad no se puede menoscabar y a la cual se le deben reconocer sus derechos: a la vida, a la libertad religiosa, al trabajo, a la iniciativa económica y la propiedad privada, a la libre asociación e información.
- La libertad de educación, reconociendo a la familia como responsable fundamental de la educación de sus hijos, superando toda imposición ideológica.
- La sociedad, como protagonista de la construcción del país, en la cual todas las personas, en los distintos ámbitos de la vida social, puedan generar diversas formas de asociación y acciones para buscar respuestas a sus necesidades.
13.- Hacemos un llamado a todos los laicos cristianos de Venezuela a promover incansablemente la reconciliación de los venezolanos y para que, unidos en la caridad de Cristo y guiados por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, asumamos juntos el reto de construir un país donde sea posible la convivencia fraterna y en el que se favorezca el protagonismo de la persona y de la sociedad.
14.- Renovamos nuestro compromiso de llevar a la acción las decisiones tomadas en el Concilio Plenario de Venezuela, particularmente en su documento “El laico católico, fermento del Reino de Dios en Venezuela” y las asumidas en el Documento final del VI Congreso Nacional de Laicos (Febrero 2006).
Por ello, reafirmamos nuestro empeño en:
15.- Proclamar la Democracia como “el sistema político más acorde con el pensamiento cristiano, porque respeta la dignidad humana, da cabida a las diversidades, evita toda exclusión y tiene como esencia la libertad y la independencia de todos los poderes del Estado”(Documento final VI Congreso, n.8)
16.- Vigilar y defender el respeto de los valores morales que se refieren a la vida personal y social, y promover la salvaguarda de la dignidad humana, el desarrollo integral de la persona y de sus derechos fundamentales y la búsqueda del bien común.
17.- Llevar adelante la labor iniciada con actividades encaminadas a educar a jóvenes y adultos en los valores y virtudes del Evangelio y en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, para que maduros en su fe y su compromiso puedan ejercer su protagonismo laical cristiano en la construcción de una verdadera sociedad fraterna, plural y democrática (cf. “El laico católico, fermento del Reino de Dios en Venezuela” N.122)
18.-Fortalecer las Comisiones Sectoriales del Consejo Nacional de Laicos y los Consejos Diocesanos de Laicos en todo el territorio Nacional, a fin de unir esfuerzos y participar en forma orgánica, en el establecimiento de una sociedad, cuyas raíces se fundamenten en la esperanza cristiana y donde surja, como resultado del esfuerzo comunitario, en lo social, económico y político, un gran movimiento que contribuya a la Nueva Evangelización en Venezuela y a la consecución de un País solidario y fraterno donde reine la Verdad, la Justicia y la Paz.
Caracas, 07de febrero de 2007
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