“¡Muere en olor de santidad!”, dicen quienes lo conocieron. “El Señor lo premie por todo el bien que hizo en el confesionario y en su ministerio sacerdotal”, publicó en Twitter el cardenal Baltazar Porras
Tenía 98 años de edad y 74 de haber consagrado su vida a Dios, a la iglesia y las necesidades espirituales de las personas. Durante no menos de treinta años, fue canónico de la catedral metropolitana de Caracas, donde dispensó con gran fervor el sacramento de la confesión, lo que le ganó el cariño entre los creyentes católicos. Era extraño no encontrarlo en el confesionario de la iglesia primada de Venezuela, desde que esta abría sus puertas.
Antes de las misas, el padre Ángelo recibía a muchas personas que, golpeadas por las debilidades humanas y el pecado, acudían a confesar sus errores y buscar la orientación adecuada. Los escuchaba atentamente, y en el nombre de Jesús de Nazaret, los perdonaba.
Siempre estuvo afianzado en la promesa del Evangelio: “a quienes les perdonen sus pecados, les quedarán perdonados…”.
Luego en la misa, completaba la orientación otorgada al penitente en el confesionario. Era su ejercicio pleno del ministerio de la reconciliación recibido el 26 de mayo de 1945, cuando fue ordenado sacerdote en Italia
“Siento que me quitaron un peso de encima”
Tras conocerse su deceso, este 4 de octubre, en Caracas, sus allegados dejaron escuchar diversos testimonios. Uno de estos correspondió a Belkis González, quien publicó las redes sociales uno de los más hermosos recuerdos dando cuenta del carisma espiritual que impregnaba al sacerdote. “Dios lo tenga en su Gloria. Tengo que dar un testimonio de este Santo Confesor”, comenzó diciendo Belkis al comentar la información en Facebook.
“Un 28 de diciembre del 2017, mi señora madre y yo, fuimos al centro de Caracas, pasamos a la Catedral y como de costumbre, estaba Monseñor Ángelo en su confesionario, al lado de la capilla del Santísimo Sacramento del Altar”, relataba emocionada. “Yo fui para confesarme, pero Mamá se quedó sentada en una banca, solamente observando. Ella tenía más de cuarenta años, sin este importante Sacramento de la misericordia de Dios”, dijo.
“Mi Mamá miraba fijamente a Monseñor Ángelo y de forma espontánea, me dijo: ‘¿Qué tengo que decir? Me quiero confesar’. Yo le dije lo que tenía que hacer (…) Al salir del Confesionario, muy contenta me dijo: ‘¡Siento que me quitaron un peso de encima!’. Hoy en día, mi madre se consagró al Corazón de Jesús y es auxiliar de la catequesis de primera comunión”, concluyó Belkis González.
Pero son muchos más los testimonios que se han conocido. Monseñor Ángelo es un digno ejemplo para estos tiempos, en los que a veces, la feligresía no parece disfrutar de ese aliento divino que significa el Sacramento de la Confesión y el perdón de los pecados. “¡Cuánta enseñanza y ejemplo para aquellos que no muestran disponibilidad de que este Sacramento se siga cumpliendo en la iglesia!”, publica el blog El Guardián Católico.
Pero los hombres de Dios en algún momento deben reportarse al llamado de la vida eterna, y el mensaje oficial sobre la muerte de Ángelo Mazzari se conoció después del mediodía, del viernes 4 de octubre de 2019. El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, administrador apostólico de Caracas y titular de la Arquidiócesis de Mérida, “en comunión con sus obispos auxiliares, vicarios episcopales y el clero arquidiocesano”, comunicó “el sensible fallecimiento de monseñor Ángelo Mazzari, canónigo emérito de la Catedral de Caracas”.
El mismo Porras, desde Roma, donde atiende su responsabilidad en el Sínodo para la Amazonía, colocó en su cuenta de Twitter, un complemento acerca de la sensible pérdida. “Partió a la Casa del Padre Mons. Ángelo Mazzari quien nos edificó con su Sacerdocio por esa gran disponibilidad para oír confesiones en Catedral”. “El Señor lo premie por todo el bien que hizo en el confesionario y en su ministerio sacerdotal”, decía el tuit de Porras.
Capellán del Papa Benedicto XVI
Ángelo Mazzari nació el 18 de febrero de 1921, en Italia, donde fue ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1945. Se conoció que llegó a Venezuela a principios de la década de 1960, proveniente de la diócesis de Piacenza, Italia. Para el año 1964, ya trabajaba en la parroquia San Pedro Apóstol de Los Chaguaramos, cumpliendo actividades propias de su rol sacerdotal: bautizos, confesiones y comuniones a los parroquianos. Con el tiempo fue párroco de la catedral, responsable penitenciario arquidiocesano y canónico de Caracas.
El 23 de noviembre de 2011, el cardenal Jorge Urosa Savino, entonces arzobispo de Caracas, en nombre del Papa Benedicto XVI, le entregó en la Catedral de Caracas el título honorífico de “Capellán del Papa”. Desde ese momento se le comenzó a llamar “Monseñor Ángelo Mazzari”, pero él prefería que le dijeran “padre Ángelo Mazzari”.
Urosa recordó que en esa ocasión había gestionado tal reconocimiento ante el Vaticano “porque el padre Ángelo Mazzari se había distinguido a lo largo de su vida por la dedicación exclusiva al servicio de Dios y de la Iglesia”. También recordó el “intenso trabajo de las confesiones, a lo largo del tiempo que estuvo como canónico de la catedral de Caracas”. Urosa dijo sentirse “dolido”, pero también lo considera “un santo sacerdote”.
La Capilla Ardiente la Catedral de Caracas
La “Capilla ardiente” con los restos de monseñor Ángelo Mazzari se realizaron este sábado 5 de octubre desde las 7 y 30 de la mañana, siendo ubicado su féretro en la nave central de la Catedral de Caracas, hasta las 12 del mediodía. Luego, la misa exequial fue presidida por monseñor Tulio Luis Ramírez Padilla, actual gobernador eclesiástico de Caracas, acompañado de un buen número de sacerdotes y feligreses.
En hombros de sus hermanos sacerdotes más jóvenes, salió con rumbo al “Panteón de los sacerdotes en el Cementerio del Este”, dejando en el ambiente una gran enseñanza: “que el sacramento de reconciliación se siga cumpliendo en la iglesia venezolana, con tanto o más fervor como lo practicó monseñor Ángelo Mazzari”.
En paz descanse.
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