“El tema de ancianos casados llamados al sacerdocio es demasiado
importante y grave para que un Sínodo regional lo resuelva para la Iglesia
universal”, explica el cardenal Urosa
Ramón Antonio
Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 1 de octubre 2019
El
tercer análisis del cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo emérito de Caracas,
al Instrumentum
Laboris del Sínodo para la Amazonía, que se realizará del 6 al 27 de octubre en el Vaticano, ya ha sido presentado a los medios de comunicación, despertando interés
por el tema. Esta vez evalúa “La
Iglesia profética en la Amazonia, desafíos y esperanzas”, especialmente
las propuestas de ordenaciones sacerdotales a “personas ancianas
casadas”, verificando que el documento oficial ha omitido el término conocido y popular de
“viri probati”, es decir, “varones de
probada virtud”.
Sostenido
en la disciplina del celibato sacerdotal como don para la iglesia, el cardenal Urosa
ha sido categórico sobre el tema: “requiere sopesar pros y contras”. Porque
los sacerdotes en cuanto están configurados en Cristo, deben imitar su estilo
de vida “célibe y esposo de la Iglesia”. Incluso, va más allá y expone que “los presbíteros de
rito latino y muchos también de las Iglesias orientales, elegimos libremente
consagrar nuestras vidas a Dios y a la Iglesia”.
Urosa
argumenta que para el cumplimento de este compromiso y estilo de vida como pastores
cristianos, “renunciamos al matrimonio y nos comprometemos religiosamente con Dios a
la vivencia de la castidad perfecta”. “Algo que conviene perfectamente
con la naturaleza del sacerdocio, que es configuración a Cristo, sumo y eterno
sacerdote y buen pastor”.
En
su tercer análisis dirigido al sínodo amazónico, el arzobispo emérito, sostiene: “Hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos
ancianos casados”.
Nuevamente argumenta: “tal vez no resolvería
los problemas de la situación actual”, que consistiría en la falta de vocaciones al
sacerdocio y a la vida consagrada, y la atención pastoral en zonas alejadas,
entre otras necesidades. Ante esta realidad, afirmó: “Yo no la veo conveniente ni útil”,
dice en el documento enviado a El
Guardián Católico.
¿Qué formación tendrían estos
sacerdotes?
Expresa que el tema de “ordenar ancianos casados es asunto de
disciplina, de conveniencia religiosa y pastoral”, y por tanto, requiere sopesar
los aspectos a favor y en contra. Sostiene: “El celibato sacerdotal no es un dogma de fe.
Sin duda se podría ordenarlos”, y en consecuencia expone lo siguiente: “habría que pensar qué tipo de sacerdotes
serían”. Además, plantea una serie de interrogantes que inquietan: “¿Unos de segunda clase? ¿Semejantes a los famosos “curas de misa y
olla” del pasado? ¿Cómo se prepararían?”.
En cuanto a la formación argumenta
que los diáconos permanentes “requieren una preparación seria, generalmente de
al menos 4 años”. Así, el
Purpurado explica que los “diáconos permanentes”, generalmente “actúan
colaborando con algún obispo o algún presbítero”.
Por tanto es necesario
conocer: “¿Cómo sería esa preparación? ¿Y cuál sería su ministerio, simplemente
celebrar los sacramentos? ¿De quién dependerían, es decir, quién sería su
inmediato superior? ¿No habría conflictos entre estos sacerdotes
ancianos-solo-sacramentalistas, y los párrocos o vicarios episcopales? ¿Cómo
sería su régimen económico o administrativo, es decir, quien los sostendría en
diócesis o Vicariatos misioneros de suma pobreza?”.
Nueve obispos venezolanos en el Sínodo de la Amazonía
En la presentación de sus análisis dejó claro que para este estudio lo
ha movido su “interés por ese importante Sínodo,
para la defensa de Amazonia y sus pueblos, y –lo que para mí es más importante-
para dar nuevo impulso a la evangelización en ese territorio de nuestra América
Latina, que abraza buena parte de nuestro País” (Venezuela).
También mencionó su “gran
afecto por los misioneros de Amazonia que realizan allá una labor tan hermosa y
abnegada -entre ellos nuestros Vicarios Apostólicos y obispos de la zona-, y por
los padres sinodales -9 de ellos
hermanos obispos venezolanos- he hecho
un estudio bastante serio”.
En vísperas del Sínodo, el cardenal Urosa eleva a Dios sus plegarias y pide que “derrame su Espíritu Santo
abundantemente sobre los padres sinodales”. “Ellos tendrán la tarea de indicar
los nuevos caminos para la revitalización de la Iglesia, así como para proteger
a los pueblos de la Amazonía y su territorio, y para una correcta conversión
ecológica”.
Finalmente,
solicita a los participante que “este Sínodo deberá acoger las fortalezas del Instrumentum
Laboris, y superar necesariamente sus fallas y omisiones, para impulsar una
labor cada vez más evangelizadora y revitalizadora de la Iglesia, no solo en
Amazonas, sino en el mundo entero”. EGC
A
continuación el tercer análisis íntegro que el Cardenal Urosa realiza al
Instrumentum laboris para del Sínodo para la Amazonía:
SINODO
PARA AMAZONÍA
COMENTARIOS
AL INSTRUMENTUM LABORIS (3)
ALGUNAS
PROPUESTAS PASTORALES
Cardenal Jorge Urosa Savino,
Arzobispo Emérito de Caracas, 1 de octubre de 2019
Esta
tercera entrega de comentarios sobre el Instrumentum Laboris del Sínodo Panamazónico
estudia la tercera parte del texto, es decir, “La Iglesia profética en la Amazonia, desafíos y esperanzas”. Y
especialmente algunas de las propuestas pastorales.
Una observación
importante:
llama la atención que las respuestas e indicaciones de las consultas hechas a
los fieles de la Amazonia hablan poco de la situación específicamente
religiosa, pastoral, eclesial, de las misiones amazónicas. De igual manera
asombra que la mayoría de los comentarios sobre el Sínodo hechos recientemente por
eclesiásticos vinculados a su preparación, tocan
solo o principalmente el aspecto ecológico y los problemas de orden social y
económico de los pueblos amazónicos. Pareciera que eso fuera lo más
importante para la Iglesia. Tocan poco
el aspecto religioso y espiritual de la misión de la Iglesia anunciar la
Palabra y comunicar los dones de Cristo a la humanidad. El Instrumentum
Laboris también da esa impresión. En el Sínodo mismo, habrá que corregir eso, y
destacar la centralidad de la acción evangelizadora y pastoral para la
revitalización de la Iglesia en Amazonas.
Otra
observación de interés: el Instrumentum Laboris parece pensar que toda la
población amazónica es indígena, originaria. ¿Es eso cierto? Al menos no en
Venezuela. En las Diócesis ya establecidas en nuestra región amazónica, - no en
los Vicariatos-, hay mayoría de criollos, venezolanos de raza blanca o mixta y
afro-venezolanos que no tienen esa cultura indígena. Igual pasa con Manaus y
Belem, en Brasil.
OPCIÓN POR LOS POBRES
E INCULTURACIÓN
El documento acertadamente recuerda la
opción por los pobres como línea de acción y exigencia de la Iglesia
latinoamericana y amazónica. Benedicto XVI dijo en Aparecida que “la opción
preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios
que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza” (Discurso
de su Santidad en la inauguración de la Vª Conferencia general del episcopado
latino americano y del Caribe 3) .
Por
otra parte, el texto subraya la misión evangelizadora de la Iglesia como algo
realizado a través de los siglos y que es vigente y apremiante (115). Y para
llevarla a cabo hoy en Amazonia el I.L. propone una conversión pastoral y
misionera (119). Esta, entre otras cosas, implicaría “captar lo que el Espíritu
de Señor ha enseñado a esos pueblos la fe en el Dios Padre-Madre Creador la relación viva con la naturaleza y la Madre
Tierra (haciendo una distinción entre esos dos ideas ¿?), los ritos y las expresiones religiosas,
y el sentido sagrado del territorio… (121).
También propone reconocer la espiritualidad indígena como fuente de riqueza para
la experiencia cristiana (123 b). Son expresiones que para quienes no conocemos
su sentido, parecen muy extrañas y ajenas a la fe católica sobre la realidad
creada y su relación con el ser humano. Y parecieran evocar una especie de
sincretismo cristiano-animista. Eso sería inaceptable. En este sentido
esperamos que los Padres sinodales aclaren eso y disciernan bien las propuestas
realmente conformes con la fe católica en la creación y la naturaleza.
En
esa misma línea de conversión pastoral se habla de la inculturación de la fe, pero
dándole un valor casi absoluto a las culturas originarias, y no valorando ni
proponiendo la evangelización de la cultura. Esta es la necesaria transformación
de la existencia humana y la vida religiosa, social, cultural y familiar de los
pueblos por el Evangelio de Cristo y la moral bíblica, cristiana y católica. Es
un punto que hay que revisar y mejorar.
Estas
propuestas del I.L. se empalman con la sugerencia de una liturgia inculturada,
es decir, adaptada a la mentalidad y
tradiciones de los pueblos, como sugiere el documento Sacrosanctum Concilium,
del Concilio Vaticano II (37-40) En este campo habrá que ver en concreto
durante el Sínodo qué se pueda sugerir en función de una “saludable
descentralización de la Iglesia” (126 d).Claro está, preservando siempre la
integridad de la fe, la naturaleza de cada sacramento, y las condiciones y
requisitos para la participación viva y fructuosa en la sagrada liturgia.
ORGANIZACIÓN, SERVICIOS
PASTORALES Y SACERDOCIO
En
su búsqueda de nuevos caminos para la vida de la lglesia, el Instrumentum
Laboris se interesa por la organización de la comunidad y de los servicios pastorales
(IL 127). En esta línea propone reconsiderar la idea de que el ejercicio de la
jurisdicción (potestad de gobierno) deba estar vinculado en todos los ámbitos,
sacramental, judicial, administrativo y de manera permanente al sacramento el
orden. Dicho de otra manera pareciera proponer que esas funciones puedan ser
ejercidas en las comunidades indígenas por personas diversas, no sacramentalmente
ordenadas.
Aquí,
de nuevo habrá que ver exactamente qué significa esa propuesta. Porque las facultades
religiosas, espirituales y pastorales de Obispos y presbíteros, no son
funciones diversas de un operador pastoral, de un “funcionario”. Son la
expresión del Ministerio y Oficio (Munus) sacerdotal del Obispo y presbítero,
configurados estos a Cristo sumo y eterno sacerdote por el sacramento del
orden. Ellas son acciones de Cristo, que
se hace presente en el obispo y presbítero con la ordenación sacramental. Son facultades conferidas y otorgadas en el
sacramento del orden. Esas facultades no son actividades acumulativas o
separadas atribuidas a una persona por un documento o un acto jurídico o administrativo,
un nombramiento cualquiera. Esas facultades pastorales, sacramentales,
judiciales y magisteriales son la actuación del representante sacramental de
Cristo sacerdote, profeta y rey. El sacerdote es sacramento-persona de Jesús, un hombre configurado por la
ordenación sacerdotal a Cristo, buen pastor y sumo y eterno sacerdote, en
servicio y beneficio del pueblo santo de Dios. Esas facultades -exceptuando la
administración material,- no el gobierno pastoral-, no son funciones que se puedan delegar aisladamente. Vienen conferidas solo con la ordenación sacramental. Por eso, una concepción
funcionalista del sacerdocio no es correcta. No se corresponde con la
concepción del sacerdocio como participación en los tres “Munera Christi”: sacerdote,
profeta y rey.
ORDENACIÓN DE
ANCIANOS CASADOS
En
la muy necesaria y deseable aspiración de una mayor presencia pastoral, es
decir, de una pastoral de presencia y no de visita (128), se propone igualmente
la ordenación sacerdotal de personas
ancianas (I.L. 129 a, 2). Un detalle: El texto no utiliza el término
conocido y popular de “viri probati,”
“varones de probada virtud”. Utiliza a la expresión “personas ancianas”, y deja abierta entonces la posibilidad de la ordenación
sacerdotal de la mujer. No vamos a considerar esta segunda posibilidad, ya abiertamente descartada repetidas
veces por San Paulo VI y San Juan Pablo II y también recientemente por Papa
Francisco. Escuchemos en directo a San Juan Pablo II:
4. “Si
bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres,
sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea
enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no
obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o
incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia
de no admitir a las mujeres a tal ordenación. Por tanto, con el fin de alejar
toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma
constitución divina de la Iglesia, en
virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32),
declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la
ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado
como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. (S.Juan Pablo II,
Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, 1994)
Por
eso nos limitaremos aquí a reflexionar sobre la posibilidad de conferir el
presbiterado a ancianos varones casados.
El
texto afirma claramente la vigencia de la disciplina del celibato sacerdotal como
don para la iglesia. Muy bien. En efecto: en imitación de Cristo, célibe y
esposo de la Iglesia, los presbíteros de rito latino y muchos también de las
Iglesias orientales, elegimos libremente consagrar nuestras vidas a Dios y a la
Iglesia, Para ello renunciamos al matrimonio y nos comprometemos religiosamente
con Dios a la vivencia de la castidad perfecta. Algo que conviene perfectamente
con la naturaleza del sacerdocio, que es configuración a Cristo, sumo y eterno
sacerdote y buen pastor.
Está
claro que el tema de ordenar ancianos casados es asunto de disciplina, de conveniencia
religiosa y pastoral, y requiere sopesar pros y contras. El celibato sacerdotal
no es un dogma de fe. Sin duda se podría ordenarlos. Pero habría que pensar qué
tipo de sacerdotes serían. ¿Unos de segunda clase? ¿Semejantes a los famosos “curas
de misa y olla” del pasado? ¿Cómo se prepararían? Los diáconos permanentes
requieren una preparación seria, generalmente de al menos 4 años. Y luego no
andan solos. Generalmente actúan colaborando con algún obispo o algún presbítero.
¿Cómo sería esa preparación? ¿Y cuál sería su ministerio, simplemente celebrar
los sacramentos? ¿De quién dependerían, es decir, quién sería su inmediato
superior? ¿No habría conflictos entre estos sacerdotes ancianos-solo-sacramentalistas, y los párrocos o
vicarios episcopales? ¿Cómo sería su régimen económico o administrativo, es
decir, quien los sostendría en diócesis o Vicariatos misioneros de suma
pobreza?
Por
otra parte; ordenar sacerdotes casados en comunidades indígenas no los coloca en
una especie de terreno cerrado. Las tierras de misión son vecinas de Diócesis
ya establecidas. Y los ancianos sacerdotes casados no dejarían de moverse a
otras partes. ¿Cómo compaginar los sacerdotes casados en las Misiones con los
célibes en la diócesis vecina? Y luego: esa apertura disciplinar: ¿estaría
limitada sólo a la Amazonia? ¿No debilitaría el sacerdocio célibe en el resto
del mundo? Hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos
ancianos casados. Y tal vez no resolvería los problemas de la situación
actual. Yo no la veo conveniente ni útil.
Creo
que la solución a la atención de las comunidades está en que haya una mayor
actividad evangelizadora y santificadora, para fortalecer la vida de fe en esas
comunidades cristianas sin sacerdotes. La evangelización y la pastoral
vocacional dan resultados, a mediano y largo plazo. Lo hemos visto en
Venezuela. No cabe duda de que la labor de nuestros queridos misioneros ha sido
y es magnífica, sacrificada, digna de todo respeto, reconocimiento y alabanza. Por
esto hay que estudiar por cual motivo la predicación evangélica y el trabajo
misionero no ha producido más frutos en las comunidades indígenas, entre ellos
vocaciones autóctonas al sacerdocio o a la vida consagrada. Ahora bien: ¿ordenar
sacerdotes a unos buenos ancianos de función
solamente litúrgica dará el impulso necesario a la vida de la Iglesia? Hay
muchas preguntas que habría que responder. Pero además, el tema de ancianos
casados llamados al sacerdocio es demasiado importante y grave para que un
Sínodo regional lo resuelva para la Iglesia universal.
OTROS
MINISTERIOS
Otra
propuesta del texto para fortalecer la pastoral en Amazonia es también un ministerio oficial para la mujer (129 a,
3). Actualmente en toda la Iglesia la mujer ya ejerce diversos ministerios:
lectoras, servidoras del altar en la Eucaristía, ministras extraordinarias de
la Comunión, catequistas. Y además ejercen otras funciones diversas de gran
importancia en las escuelas, en la administración diocesana o parroquial, en
los medios de comunicación eclesial y en los centros de salud de la Iglesia, y
como trabajadoras sociales etc. Habrá que ver qué tienen en mente los que
proponen ese nuevo ministerio oficial. Y ya el Papa Francisco se ha pronunciado
en contra del diaconado femenino. Veremos qué pasa en el Sínodo.
La vida
consagrada
es con justicia muy bien presentada en el Instrumentum Laboris (I.L. 129 d).
Con gran entrega y dedicación, las hermanas y hermanos de vida consagrada están
realizando una bellísima labor en la Amazonía. Que sigan adelante, y refuercen el
aspecto específicamente evangelizador y religioso de su labor, para impulsar y
revitalizar la vida de la Iglesia en ese territorio.
CONCLUSIÓN
Ya
en vísperas del Sínodo elevamos al Señor nuestras plegarias porque derrame su
Espíritu Santo abundantemente sobre los Padres sinodales. Ellos tendrán la
tarea de indicar los nuevos caminos para la revitalización de la Iglesia, así
como para proteger a los pueblos de la Amazonía y su territorio, y para una
correcta conversión ecológica. Todo eso es muy importante.
Para
ello este Sínodo deberá acoger las fortalezas del Instrumentum Laboris, y
superar necesariamente sus fallas y omisiones, para impulsar una labor cada vez
más evangelizadora y revitalizadora de la Iglesia, no solo en Amazonas, sino en
el mundo entero.
Que
la Stma. Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, bendiga y anime a todos
los queridos y esforzados misioneros de Amazonía. Obispos y sacerdotes,
diáconos, consagrados y apóstoles laicos, ellas y ellos. ¡Mil gracias por esa
labor tan bella y sacrificada! Que sigan adelante en la bellísima misión apostólica
de la Iglesia de anunciar con fuerza y entusiasmo a Jesucristo a todos los habitantes de la
Amazonía. Él es el único en cuyo nombre tenemos la redención y el perdón de los
pecados ( Cfr. Col. 1,14), Amén.
0 Comentarios
Comentarios de Nuestros Visitantes
Agradecemos sus comentarios, siempre en favor de nuestra Fe Cristiana Católica y de manera positiva. Si considera válido su comentario para ser publicado, se agradece no usar una cuenta anónima o desconocida.