“EL PAÍS VA ENRUMBADO AL DESASTRE”.
Fueron las
palabras de advertencia de Monseñor Roberto Lückert León, el primer Arzobispo
que ha tenido Coro y segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal
Venezolana, durante su visita a 6to
PODER, cuando hizo un llamado de atención a todos los factores políticos y
sociales del país, al tiempo que analizó las situaciones preocupantes de las
cuales, dijo, muchos gobernantes se han hecho de la vista gorda.
******************
Ante esta
situación del país en lo social, político, económico, pastoral. ¿Cuál es el
papel que ha venido desarrollando la iglesia católica venezolana?
Uno de los grandes esfuerzos que tenemos que hacer en
los cambios de la vida social y política de Venezuela es mantener la
comunicación de las comunidades a través de los medios de comunicación social.
Los medios de comunicación son la epidermis sensible de la comunidad, para
recibir y presentar los problemas del pueblo en busca de soluciones. Ustedes no
son enemigos del gobierno, de la sociedad o de los empresarios.
Ustedes están a disposición del pueblo para ver
problemas y buscarles soluciones. Por otra parte, los obispos somos venezolanos
y, como tales, sentimos nuestro país, y tenemos un trabajo muy particular que son
las visitas pastorales, y en ellas uno se da cuenta de muchas cosas y toma el
pulso de la situación del pueblo, particularmente del pueblo marginal de Venezuela,
y ante ese pueblo que no tiene quien escuche o atienda sus problemas, los
obispos hemos tomado una actitud de defensa y de denuncia de esos problemas, no
para hacer oposición, sino para que los que puedan resolver los problemas se
ocupen de ellos.
Lamentablemente, los políticos, tanto los de la cuarta
como los de la quinta, tienen la piel muy sensible y no les gusta que les digan
las cosas, no les gusta que uno manifieste los problemas. Ellos quieren que
todo el mundo aplauda su gestión, sea buena o mala, que todo el mundo esté concorde
con lo que ellos dicen y que no haya disidencia. En este momento, con este
gobierno de corte comunista, es peor todavía la situación, porque aquí no hay forma
ni manera de dialogar, de decir las cosas y de que nos podamos entender.
El papa
Francisco ha llamado al diálogo. Sin embargo, este diálogo se ha roto y no ha
trascendido. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Eso ha sido una posición de la Iglesia Católica
venezolana. El diálogo. Tanto es así, que nosotros tenemos, por reglamento, la obligación
de invitar a nuestras reuniones al ministro de Interior y Justicia. En este
gobierno, durante estos 15 años de revolución, se les ha pasado invitación por
escrito, se les ha dado un espacio largo para que se pueda hablar a puerta
cerrada, sin comunicadores sociales, y los obispos puedan presentar los problemas
de sus comunidades, escuchar al ministro y que el ministro anote, pero en estos
15 años casi nunca han querido ir. Una vez fue Luis Miquilena, luego nos
mandaron a un segundón del ministerio y últimamente fue Rodríguez Torres, con quien
tuvimos una conversación de altura.
Pero no se puede dialogar con una persona que no
quiere hacerlo, y para poder lograrlo tiene que haber respeto. Yo no puedo hacerlo
con los guantes de boxeo puestos. En este caso el gobierno no deja dialogar, y
cada vez que habla, los dirigentes insultan, descalifican, dicen que nos
quitemos la sotana para que hagamos un partido político. Yo, al decir las cosas
que digo, lo hago en nombre de Venezuela porque conozco la tela de mi sotana:
no hay seguridad, salud, ni servicios públicos. Tú vas a Coro, a pasar un fin
de semana en las playas, y cuando estás cansado y te quieres devolver para
Caracas no puedes pasar, por alguna tranca en Boca de Aroa, porque protestan por
tener más de cinco días que no reciben agua. No hay solución de los problemas y
la gente hace lo que puede.
Eso es parte del día a día, porque los pobres de
Venezuela no están ni en Caracas, ni en Barquisimeto, ni en Valencia o Maracay;
están en los montes, en el campo. Ahí están los pobres verdaderos de Venezuela.
Ya que
hablamos de dialogar con los guantes puestos, usted ha sido atacado
públicamente por sus opiniones ¿Qué piensa de estos ataques a su persona?
Eso no me quita el sueño ni me preocupa, y te digo
otra cosa, yo puedo decir públicamente que no me siento perseguido o acosado por
el gobierno, gracias a Dios. Pero sí temo que con ese lenguaje violento,
excluyente y discriminatorio de parte de grandes dirigentes nacionales, algún
chavista de esos que ellos llaman “pueblo”, con dos botellas de Cocuy entre
pecho y espalda, me dé un cabillazo, eso sí.
Si todo lo que dicen de mí algunos dirigentes del
gobierno yo lo dijera de ellos, ya la fiscal me hubiera puesto preso,
inmediatamente, por vilipendio, por incitar a la violencia, ¡ah, pero ellos no!
Ellos tienen un micrófono en la boca, una cámara de televisión y tienen poder,
entonces se sienten con el derecho insultar y excluir, y de tirarte al escarnio
público. Eso no puede ser.
En la
exhortación pastoral de 2015, la Conferencia Episcopal dice sentirse preocupada
por la situación del país, por los presos políticos y privados de libertad. ¿Qué
puede ahondar sobre este tema, su excelencia?
No solamente los presos políticos, son los presos de
nuestro país. ¿Cuántos muertos hemos tenido que sufrir los venezolanos en estos
últimos años en nuestras cárceles? Cuarenta y tres muertes hubo en Uribana, envenenados,
y no hay quién diga nada, eso no lo investigan, para eso no buscan culpables, no
hay nada. La violencia en las cárceles es terriblemente grave, las perdimos
hace más de diez años. Antes las cárceles eran manejadas por el gobierno, cosa que
ya no pasa porque actualmente las manejan los pranes.
El presidente Chávez envió a una comisión a evaluar
las cárceles de Venezuela, comisión organizada por oficiales cubanos, los
cuales fueron a Coro, y para que lo sepan los chavistas que no lo saben, no hubo
atención de parte del gobierno regional, salvo el alcalde de Coro, a estos
oficiales que iban a evaluar la cárcel de Coro.
Yo los recibí, almorzaron conmigo en mi casa, y ellos
me decían que la cárcel de Coro, dentro de la pobreza, era una cárcel modelo
porque los muchachos allí estudiaban primaria y bachillerato, y algunos
estudiaban en la universidad, pero eso ya se perdió. La cárcel nueva de Coro es una cárcel modelo, una copia de una cárcel
española para novecientos presos, pero hay más de mil quinientos presos hacinados
en esa cárcel.
Además de eso, ni la fiscalía funciona, y solo lo hace
para perseguir a los presos políticos; tampoco funcionan los tribunales. ¿Tú
crees que se puede hablar de justicia cuando a un preso que está en Barinas le
han suspendido 72 veces una audiencia porque el juez no va, porque el fiscal no
va, porque el carro no tiene ruedas o no hay chofer? Y como él muchos más.
No olvides que este es un régimen copiado de Cuba.
Aquí te inventan el delito. Huber Matos, revolucionario, de la junta del 26 de
julio que estaba promoviendo la salida de Batista, se dio cuenta de que la
revolución iba hacia el comunismo ruso, y se quiso retirar. Le inventaron un
delito: conspirador, o algo así, y estuvo veinte años preso. Así estamos en
Venezuela, te inventan un delito y caes preso. ¿De qué acusan a Leopoldo López?
Pero está preso.
Ante esos hechos, nosotros tenemos que decir algo
porque nadie da la cara. Acá el régimen nos quiere meter miedo como se lo metió
Fidel a los cubanos, pero se equivocaron de país, el G2 cubano se equivocó de
país.
Aquí había democracia, con errores, claro que sí los
hubo, pero era democracia, pero ahora los venezolanos no nos calamos este
régimen totalitario. El 70% de la población es menor de 30 años y ahí está el
pulso de este país, en la juventud.
Ya que
hablamos de presos políticos, ¿la Iglesia Católica abogaría por Leopoldo López,
Scarano, Ceballos, Baduel...?
¡Por supuesto! Lo he hecho y los apoyo. Por favor,
hagan justicia, si quieren, póngalos presos, deténganlos, pero no los tengan
ahí en la cárcel, prohibiéndoles la visita a la familia, eso no puede ser, eso
no es justicia y la justicia en uno de los grandes esfuerzos que tenemos que hacer en
los cambios de la vida social y política de Venezuela es mantener la comunicación
de las comunidades a través de los medios de comunicación social.
Venezuela está fallando no solo en el caso de los
presos políticos, sino en general. No hay jueces, hay jueces transitorios que
no toman decisiones por miedo a ser botados.
Monseñor,
usted que ha tomado el pulso de ese pueblo del campo, marginado... ¿hacia dónde
va Venezuela?
En estos momentos hay una crisis en Venezuela que no
podemos esconder. Voy a tomar una frase de Monseñor Roa, que en paz descanse.
Él decía que a los gobernantes de Venezuela, cuando los agarraban, los metían en
una campana de cristal a la que le metían humo para que no vieran lo que ocurría,
y eso no solo sucede en este gobierno, sino también en los de la cuarta; es decir,
no toman el pulso de lo que pasa alrededor. Este gobierno dice que hay
abundancia. ¿De qué?, si no hay papel toilet, o leche, y lo que me duele más es
que el pueblo va contra el pueblo.
Comprar una leche a sesenta bolívares e ir al barrio y
vendérsela a una pobre mamá con su niñitos en seiscientos bolívares, eso es
pueblo contra pueblo; comprar una cajita de Atamel por diez bolívares y vender
cada pastilla en cien, al pueblo, eso no puede ser. Estamos en este momento en
una crisis, un deterioro de valores no solo a nivel nacional, sino a nivel
popular y el gobierno no se quiere dar cuenta de lo que está pasando. Ante ese
hecho, en el caso mío, no quiero ser perro mudo porque la historia me lo va a
cobrar.
¿Y qué
soluciones observa usted?
Yo pienso que aquí la gran solución es que el gobierno
baje un poco el tono y que invite a un diálogo, que no esté viendo enemigos donde
no los hay. La iglesia no es enemiga del gobierno, tan solo decimos lo que
tenemos que decir, pero enemigos u opositores que estamos haciendo campaña para
que el gobierno caiga, ¡no!, eso no lo voy a hacer yo, porque yo sé cuándo
comienza un golpe pero no sé cuándo termina. Que se pongan el ejemplo, los que
andan buscando golpes, en la historia de Chile, que fue un país institucional
con 150 años de historia sin golpes ni militares en el gobierno hasta que tumbaron
a Allende y pusieron a un General. Todo el mundo aplaudió el golpe de Pinochet,
y se lo calaron dieciocho años. Eso no lo quiero yo para Venezuela.
Un mensaje
al pueblo venezolano...
Yo le digo al pueblo que Venezuela es un gran país,
bendito por el Señor, y que nosotros tenemos que vivir de las tres virtudes que
se nos regaló el día del bautismo, que es la fe, el amor y la esperanza, vivir
la última. Venezuela va a salir de este problema, va a buscar soluciones, pero todos
tenemos que ser protagonistas de la solución, tenemos que empujar la barca del país
hacia un puerto de seguridad, de libertad y democracia, pero todos tenemos que
trabajar.
Tenemos una oportunidad próxima: así como los Reyes Magos
vieron una luz que los llevó hasta Belén, y de pronto la luz se acabó y volvió
a renacer, nosotros tenemos una luz dentro de pocos meses, que son las elecciones
legislativas. Que el pueblo venezolano entienda el deber que tiene. Todos los
venezolanos tenemos que ir a votar por el que nosotros consideremos el mejor,
en búsqueda de una solución democrática, pacífica y libre a todos los problemas
que tiene nuestro país.
Periodista: Adrian Altuve @Adrian1Altuve
0 Comentarios
Comentarios de Nuestros Visitantes
Agradecemos sus comentarios, siempre en favor de nuestra Fe Cristiana Católica y de manera positiva. Si considera válido su comentario para ser publicado, se agradece no usar una cuenta anónima o desconocida.