Monseñor Lückert: “Si yo dijera lo mismo que algunos personeros del gobierno, estaría preso”, dijo en 6to Poder



“EL PAÍS VA ENRUMBADO AL DESASTRE”. 

Fueron las palabras de advertencia de Monseñor Roberto Lückert León, el primer Arzobispo que ha tenido Coro y segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, durante su visita a 6to PODER, cuando hizo un llamado de atención a todos los factores políticos y sociales del país, al tiempo que analizó las situaciones preocupantes de las cuales, dijo, muchos gobernantes se han hecho de la vista gorda.

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Ante esta situación del país en lo social, político, económico, pastoral. ¿Cuál es el papel que ha venido desarrollando la iglesia católica venezolana?

Uno de los grandes esfuerzos que tenemos que hacer en los cambios de la vida social y política de Venezuela es mantener la comunicación de las comunidades a través de los medios de comunicación social. Los medios de comunicación son la epidermis sensible de la comunidad, para recibir y presentar los problemas del pueblo en busca de soluciones. Ustedes no son enemigos del gobierno, de la sociedad o de los empresarios.

Ustedes están a disposición del pueblo para ver problemas y buscarles soluciones. Por otra parte, los obispos somos venezolanos y, como tales, sentimos nuestro país, y tenemos un trabajo muy particular que son las visitas pastorales, y en ellas uno se da cuenta de muchas cosas y toma el pulso de la situación del pueblo, particularmente del pueblo marginal de Venezuela, y ante ese pueblo que no tiene quien escuche o atienda sus problemas, los obispos hemos tomado una actitud de defensa y de denuncia de esos problemas, no para hacer oposición, sino para que los que puedan resolver los problemas se ocupen de ellos.

Lamentablemente, los políticos, tanto los de la cuarta como los de la quinta, tienen la piel muy sensible y no les gusta que les digan las cosas, no les gusta que uno manifieste los problemas. Ellos quieren que todo el mundo aplauda su gestión, sea buena o mala, que todo el mundo esté concorde con lo que ellos dicen y que no haya disidencia. En este momento, con este gobierno de corte comunista, es peor todavía la situación, porque aquí no hay forma ni manera de dialogar, de decir las cosas y de que nos podamos entender.

El papa Francisco ha llamado al diálogo. Sin embargo, este diálogo se ha roto y no ha trascendido. ¿Qué opinión tiene al respecto?

Eso ha sido una posición de la Iglesia Católica venezolana. El diálogo. Tanto es así, que nosotros tenemos, por reglamento, la obligación de invitar a nuestras reuniones al ministro de Interior y Justicia. En este gobierno, durante estos 15 años de revolución, se les ha pasado invitación por escrito, se les ha dado un espacio largo para que se pueda hablar a puerta cerrada, sin comunicadores sociales, y los obispos puedan presentar los problemas de sus comunidades, escuchar al ministro y que el ministro anote, pero en estos 15 años casi nunca han querido ir. Una vez fue Luis Miquilena, luego nos mandaron a un segundón del ministerio y últimamente fue Rodríguez Torres, con quien tuvimos una conversación de altura.

Pero no se puede dialogar con una persona que no quiere hacerlo, y para poder lograrlo tiene que haber respeto. Yo no puedo hacerlo con los guantes de boxeo puestos. En este caso el gobierno no deja dialogar, y cada vez que habla, los dirigentes insultan, descalifican, dicen que nos quitemos la sotana para que hagamos un partido político. Yo, al decir las cosas que digo, lo hago en nombre de Venezuela porque conozco la tela de mi sotana: no hay seguridad, salud, ni servicios públicos. Tú vas a Coro, a pasar un fin de semana en las playas, y cuando estás cansado y te quieres devolver para Caracas no puedes pasar, por alguna tranca en Boca de Aroa, porque protestan por tener más de cinco días que no reciben agua. No hay solución de los problemas y la gente hace lo que puede.

Eso es parte del día a día, porque los pobres de Venezuela no están ni en Caracas, ni en Barquisimeto, ni en Valencia o Maracay; están en los montes, en el campo. Ahí están los pobres verdaderos de Venezuela.

Ya que hablamos de dialogar con los guantes puestos, usted ha sido atacado públicamente por sus opiniones ¿Qué piensa de estos ataques a su persona?

Eso no me quita el sueño ni me preocupa, y te digo otra cosa, yo puedo decir públicamente que no me siento perseguido o acosado por el gobierno, gracias a Dios. Pero sí temo que con ese lenguaje violento, excluyente y discriminatorio de parte de grandes dirigentes nacionales, algún chavista de esos que ellos llaman “pueblo”, con dos botellas de Cocuy entre pecho y espalda, me dé un cabillazo, eso sí.

Si todo lo que dicen de mí algunos dirigentes del gobierno yo lo dijera de ellos, ya la fiscal me hubiera puesto preso, inmediatamente, por vilipendio, por incitar a la violencia, ¡ah, pero ellos no! Ellos tienen un micrófono en la boca, una cámara de televisión y tienen poder, entonces se sienten con el derecho insultar y excluir, y de tirarte al escarnio público. Eso no puede ser.

En la exhortación pastoral de 2015, la Conferencia Episcopal dice sentirse preocupada por la situación del país, por los presos políticos y privados de libertad. ¿Qué puede ahondar sobre este tema, su excelencia?

No solamente los presos políticos, son los presos de nuestro país. ¿Cuántos muertos hemos tenido que sufrir los venezolanos en estos últimos años en nuestras cárceles? Cuarenta y tres muertes hubo en Uribana, envenenados, y no hay quién diga nada, eso no lo investigan, para eso no buscan culpables, no hay nada. La violencia en las cárceles es terriblemente grave, las perdimos hace más de diez años. Antes las cárceles eran manejadas por el gobierno, cosa que ya no pasa porque actualmente las manejan los pranes.


El presidente Chávez envió a una comisión a evaluar las cárceles de Venezuela, comisión organizada por oficiales cubanos, los cuales fueron a Coro, y para que lo sepan los chavistas que no lo saben, no hubo atención de parte del gobierno regional, salvo el alcalde de Coro, a estos oficiales que iban a evaluar la cárcel de Coro.

Yo los recibí, almorzaron conmigo en mi casa, y ellos me decían que la cárcel de Coro, dentro de la pobreza, era una cárcel modelo porque los muchachos allí estudiaban primaria y bachillerato, y algunos estudiaban en la universidad, pero eso ya se perdió. La cárcel nueva de Coro es una cárcel modelo, una copia de una cárcel española para novecientos presos, pero hay más de mil quinientos presos hacinados en esa cárcel.

Además de eso, ni la fiscalía funciona, y solo lo hace para perseguir a los presos políticos; tampoco funcionan los tribunales. ¿Tú crees que se puede hablar de justicia cuando a un preso que está en Barinas le han suspendido 72 veces una audiencia porque el juez no va, porque el fiscal no va, porque el carro no tiene ruedas o no hay chofer? Y como él muchos más.

No olvides que este es un régimen copiado de Cuba. Aquí te inventan el delito. Huber Matos, revolucionario, de la junta del 26 de julio que estaba promoviendo la salida de Batista, se dio cuenta de que la revolución iba hacia el comunismo ruso, y se quiso retirar. Le inventaron un delito: conspirador, o algo así, y estuvo veinte años preso. Así estamos en Venezuela, te inventan un delito y caes preso. ¿De qué acusan a Leopoldo López? Pero está preso.

Ante esos hechos, nosotros tenemos que decir algo porque nadie da la cara. Acá el régimen nos quiere meter miedo como se lo metió Fidel a los cubanos, pero se equivocaron de país, el G2 cubano se equivocó de país.

Aquí había democracia, con errores, claro que sí los hubo, pero era democracia, pero ahora los venezolanos no nos calamos este régimen totalitario. El 70% de la población es menor de 30 años y ahí está el pulso de este país, en la juventud.

Ya que hablamos de presos políticos, ¿la Iglesia Católica abogaría por Leopoldo López, Scarano, Ceballos, Baduel...?

¡Por supuesto! Lo he hecho y los apoyo. Por favor, hagan justicia, si quieren, póngalos presos, deténganlos, pero no los tengan ahí en la cárcel, prohibiéndoles la visita a la familia, eso no puede ser, eso no es justicia y la justicia en uno de los grandes esfuerzos que tenemos que hacer en los cambios de la vida social y política de Venezuela es mantener la comunicación de las comunidades a través de los medios de comunicación social.

Venezuela está fallando no solo en el caso de los presos políticos, sino en general. No hay jueces, hay jueces transitorios que no toman decisiones por miedo a ser botados.

Monseñor, usted que ha tomado el pulso de ese pueblo del campo, marginado... ¿hacia dónde va Venezuela?

En estos momentos hay una crisis en Venezuela que no podemos esconder. Voy a tomar una frase de Monseñor Roa, que en paz descanse. Él decía que a los gobernantes de Venezuela, cuando los agarraban, los metían en una campana de cristal a la que le metían humo para que no vieran lo que ocurría, y eso no solo sucede en este gobierno, sino también en los de la cuarta; es decir, no toman el pulso de lo que pasa alrededor. Este gobierno dice que hay abundancia. ¿De qué?, si no hay papel toilet, o leche, y lo que me duele más es que el pueblo va contra el pueblo.

Comprar una leche a sesenta bolívares e ir al barrio y vendérsela a una pobre mamá con su niñitos en seiscientos bolívares, eso es pueblo contra pueblo; comprar una cajita de Atamel por diez bolívares y vender cada pastilla en cien, al pueblo, eso no puede ser. Estamos en este momento en una crisis, un deterioro de valores no solo a nivel nacional, sino a nivel popular y el gobierno no se quiere dar cuenta de lo que está pasando. Ante ese hecho, en el caso mío, no quiero ser perro mudo porque la historia me lo va a cobrar.

¿Y qué soluciones observa usted?

Yo pienso que aquí la gran solución es que el gobierno baje un poco el tono y que invite a un diálogo, que no esté viendo enemigos donde no los hay. La iglesia no es enemiga del gobierno, tan solo decimos lo que tenemos que decir, pero enemigos u opositores que estamos haciendo campaña para que el gobierno caiga, ¡no!, eso no lo voy a hacer yo, porque yo sé cuándo comienza un golpe pero no sé cuándo termina. Que se pongan el ejemplo, los que andan buscando golpes, en la historia de Chile, que fue un país institucional con 150 años de historia sin golpes ni militares en el gobierno hasta que tumbaron a Allende y pusieron a un General. Todo el mundo aplaudió el golpe de Pinochet, y se lo calaron dieciocho años. Eso no lo quiero yo para Venezuela.

Un mensaje al pueblo venezolano...

Yo le digo al pueblo que Venezuela es un gran país, bendito por el Señor, y que nosotros tenemos que vivir de las tres virtudes que se nos regaló el día del bautismo, que es la fe, el amor y la esperanza, vivir la última. Venezuela va a salir de este problema, va a buscar soluciones, pero todos tenemos que ser protagonistas de la solución, tenemos que empujar la barca del país hacia un puerto de seguridad, de libertad y democracia, pero todos tenemos que trabajar.

Tenemos una oportunidad próxima: así como los Reyes Magos vieron una luz que los llevó hasta Belén, y de pronto la luz se acabó y volvió a renacer, nosotros tenemos una luz dentro de pocos meses, que son las elecciones legislativas. Que el pueblo venezolano entienda el deber que tiene. Todos los venezolanos tenemos que ir a votar por el que nosotros consideremos el mejor, en búsqueda de una solución democrática, pacífica y libre a todos los problemas que tiene nuestro país.

Periodista: Adrian Altuve @Adrian1Altuve





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