El Padre Balzano no es el
primer sacerdote que fallece de esta manera, pero despierta un llamado de atención en la necesaria cercanía para muchos consagrados que se sienten abandonados por los superiores, sus otros hermanos sacerdotes y de
su propia comunidad parroquial
Publicado el 21 de julio de 2025
El pasado domingo 6 de julio del presente año 2025, se supo la triste noticia de la muerte del Padre Matteo Balzano, sacerdote italiano de 35 años de edad que lamentablemente el día anterior 5 de julio se quitó la vida.
El Padre Balzano ejercía su ministerio presbiteral en Cannobio situada
en la región del Piamonte, Diócesis de Novara en Italia, haciendo una gran labor pastoral en la comunidad parroquial
distinguiéndose por su dedicación y servicio.
De acuerdo con la información en los medios y redes, el sacerdote no se
presentó a presidir la Eucaristía dominical en la mañana y la feligresía empezó
a preocuparse por su tardanza y también por no responder las llamadas o
mensajes a su celular, por lo que fueron a la residencia parroquial donde
encontraron su cuerpo sin vida ocasionando un gran dolor en la comunidad
parroquial de Cannobio, en toda Italia y en el mundo por este lamentable
suceso.
El padre Matteo Balzano nació en Borgomanero, localidad italiana situada
en la región del Piamonte, el 3 de enero de 1990. Al culminar sus estudios de Ingeniería Aeronáutica ingresa al Seminario en el año 2010 y recibe la ordenación sacerdotal el 10 de junio de
2017.
Su ministerio sacerdotal lo ejerció desde 2017 hasta el año 2023 como vicario parroquial en la comunidad de Castelletto sopra Ticino, luego está
un tiempo en el Santuario de Re para después ejercer su ministerio en la
comunidad parroquial de Cannobio hasta el día de su fallecimiento, donde no dio
señal alguna que estuviese atravesando por algún problema o malestar.
El Padre Franco Giudice, Vicario Episcopal para el Clero y la Vida
Consagrada de la Diócesis de Novara, en un comunicado ante este lamentable
suceso expreso: “sólo el Señor, Aquel que escruta y conoce a cada uno de nosotros, sabe
comprender los misterios más impenetrables del alma humana”. También expreso
el Padre Franco:
“Elevamos al Dios
de la misericordia nuestras oraciones por Don Matteo, nuestro hermano en el
sacerdocio, y expresamos nuestra cercanía humana, en este momento tan doloroso,
a sus familiares y a toda la comunidad parroquial de Cannobio”.
Este no es el primer caso que un sacerdote se quita la vida,
lamentablemente han sucedido en los últimos años en países como Brasil, Venezuela y
otros lugares. Por lo tanto, nos llama a todos a reflexionar sobre este aspecto
de la realidad humana del cual no escapa el sacerdote. No se pretende abarcar
todo, pero si aportar algo para evitar en lo posible que vuelva a suceder y al
mismo tiempo valorar el ministerio de los sacerdotes en nuestras comunidades
parroquiales, seminarios, casa de formación religiosas, hospitales etc.
El Sacerdote
El sacerdote es un hombre que respondió al llamado que Dios le hizo para
servirlo en el ministerio del Orden Sacerdotal, un sacramento de servicio a la
comunidad para evangelizar, construir y fomentar la unidad en la Iglesia y
administrar los demás sacramentos especialmente la Eucaristía, la Confesión y
la Unción de los Enfermos, administrados solamente por el sacerdote.
Las manos del sacerdote fueron consagradas por el obispo por medio de la
unción del Crisma en el día de su ordenación sacerdotal, facultado para
consagrar en la Eucaristía el pan y vino, convirtiéndolo en el Cuerpo y Sangre
de Cristo; perdonar los pecados en el sacramento de la Confesión y llevar
alivio a los enfermos en la Unción de los Enfermos como también en la
administración de los otros sacramentos. También el sacerdote bendice, predica,
preside exequias, guía una comunidad, escucha los problemas de las personas,
aconseja, consuela y los ayuda en lo que pueda en sus necesidades.
En el rito de la ordenación antes de la imposición de las manos por
parte del obispo consagrante, la persona se postra en el suelo mientras se canta
las letanías de los santos, significando que el candidato consciente que es una
criatura de barro ofrece su humanidad a Dios para servirlo en este ministerio
tan grande. Por lo tanto, se invoca a los santos que en vida terrenal
alcanzaron la santidad aún en medio de sus debilidades y defectos para que
ayuden al candidato a cumplir su ministerio siempre en fidelidad a Dios y a la
Iglesia.
El sacerdote es un
hombre tomado de entre los hombres
Lo primero hay que comprender que “el sacerdote es un hombre tomado de entre los hombres”, en referencia de aquella cita bíblica de la carta a los Hebreos:
Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres, y los representa en las cosas de Dios, por eso ofrece dones y sacrificios por el pecado. Es capaz de comprender a los ignorantes y a los extraviados, pues también lleva el peso de su propia debilidad (Heb 5, 1-2).
En esta cita el autor nos explica que el sacerdote no es una estatua sino un ser humano de carne y hueso con sus virtudes, carismas, debilidades y defectos como también tienen sus preocupaciones, heridas y problemas y sufren la soledad, el abandono, la indiferencia, el rechazo, la enfermedad, la incomprensión, la calumnia, la depresión, las exigencias pastorales y comete errores como cualquier persona. En este aspecto recordemos que nuestra vida aprendemos de nuestros aciertos y errores y esto incluye a los sacerdotes y religiosos porque simplemente son humanos.
También está el hecho que un hombre se consagre a Dios en el ministerio sacerdotal no quiere decir que esté exento de las situaciones humanas descritas en el párrafo anterior, y muchas veces creemos que son hombres con superpoderes exigiéndoles demasiados de ellos hasta el punto de criticarlos y condenarlos convirtiéndonos en jueces y verdugos de ellos.
Por tales motivos hay que entender que el sacerdote ejerce el ministerio presbiteral desde su humanidad porque también son criaturas de barro que siente, padece, vive y enfrenta sus propias crisis internas y problemas como todos.
Necesitan nuestra cercanía y solidaridad
En lo pastoral es una realidad que hay sacerdotes que están en parroquias pobres y alejadas de una diócesis sufriendo la pobreza, la distancia y hasta el olvido; sacerdotes que sienten el abandono de sus superiores como también de sus otros hermanos sacerdotes y de los laicos de su propia comunidad parroquial.
También es una triste realidad de sacerdotes que son víctimas de mentiras y calumnias pagando injustamente alguna responsabilidad que no cometió debido a la maldad de los corazones quienes cometieron la injuria y que con el tiempo se descubre que esos sacerdotes son inocentes.
¿Cuantos sacerdotes sufren el estrés, la sobrecarga de trabajo y exigencias y el abuso de autoridad? Muchas veces olvidamos que ellos también sienten el cansancio, la duda, la tristeza, la frustración y tienen sus propias luchas internas y lamentablemente algunos caen en la depresión, la amargura, el alcohol y en casos extremos como el padre Matteo Balzano en el suicidio.
También conocemos de sacerdotes que después de una vida de servicio en su ministerio y cuando les llegan la vejez y la enfermedad son marginados y olvidados cuando lo justo es hacer todo lo posible que sus últimos días los pasen en paz y serenidad como recompensa por sus años de labor presbiteral.
Orar, valorar y ayudar a nuestros sacerdotes
Lo primero es que debemos de orar por nuestros sacerdotes porque son personas de carne y hueso que necesitan de nuestras oraciones para que puedan cumplir con fidelidad su ministerio y cuando llegue “esa noche oscura” como lo llamaba San Juan de la Cruz, es decir, las dificultades, las contrariedades y la depresión encuentre el consuelo, la fortaleza y el ánimo para seguir adelante.
Además de la oración es importante concientizar desde el seminario y casas de formación religiosas, que el ministerio sacerdotal es un servicio porque son los futuros pastores que guiarán una comunidad hacia Dios y por lo tanto debe ser pastores según el corazón de Cristo. También que vean en los otros sacerdotes como sus hermanos en el ministerio y no ambicionar cargos o nombramientos dentro de la Iglesia y si algún día lo llama para ejercer no perder nunca la humildad, sencillez y amabilidad.
También desde el seminario y en la vida diaconal, sacerdotal, episcopal y religiosa es necesario e importante el acompañamiento espiritual y psicológico para afrontar y sanar las heridas, saber enfrentar las dificultades, y tener ánimo, fortaleza y consuelo para seguir adelante.
Otro aspecto son los retiros espirituales que realizan anualmente las diócesis e institutos de vida consagrada para los sacerdotes y religiosos porque son días para la oración, recogimiento, reflexión y fortalecimiento para sus vidas espiritual y psicológica.
También son importantes los encuentros para afianzar la fraternidad sacerdotal entre los miembros del presbiterio de una diócesis, como también que los sacerdotes tomen sus vacaciones para su descanso, esparcimiento y fortalecimiento.
Los señores obispos deben estar pendiente de su presbiterio para acompañarlo, atenderlo y ayudarlo y que los sacerdotes vean en el obispo como el padre y pastor. Recordemos las palabras del Papa Francisco, que en paz descanse, a los Obispos de México el 13 febrero de 2016 en su visita pastoral aquella nación:
“Y el primer rostro que les suplico custodien en su corazón es el de sus sacerdotes. No los dejen expuestos a la soledad y al abandono, presa de la mundanidad que devora el corazón. Estén atentos y aprendan a leer sus miradas para alegrarse con ellos cuando sientan el gozo de contar cuanto «han hecho y enseñado» (Mc 6,30), y también para no echarse atrás cuando se sienten un poco rebajados y no puedan hacer otra cosa que llorar porque «han negado al Señor» (cf. Lc 22,61-62),”…
En este particular es loable cuando un obispo está pendiente de su presbiterio y llama a sus sacerdotes para preguntarle como están y en que puede ayudarlos, y los socorre en sus necesidades.
También es importante concientizar a la feligresía de una parroquia o comunidad eclesial de estar atento de su sacerdote, tener gestos para con él como celebrar sus cumpleaños tanto de vida como de sacerdote y ayudarlo en los que puedan en sus necesidades. Hay comunidades que están pendientes de sus pastores y colaboran aún en medio de su sencillez y pobreza.
Finalmente, no debemos olvidar a los sacerdotes ancianos y enfermos, orando por ellos, visitarlos para brindarles afectos y ayudarlos en lo que se puedan.
Orar por el padre Matteo Balzano y por las personas que se suicidan
El suicidio del padre Matteo Balzano como de cualquier persona que llega a esta situación enlutó a su familia, amigos, una comunidad parroquial y una diócesis. Muchas veces criticamos y juzgamos cuando una persona se quita la vida lo cual no es correcto porque uno no conoce los conflictos y luchas internas de cada persona sino solo Dios quien conoce verdaderamente los corazones de cada uno de nosotros.
También hay que tener en cuenta que Dios es amor y misericordioso y cuando alguna persona se suicida uno no sabe si en esos últimos instantes aquella persona se arrepintió de corazón y Dios lo perdonó el cual solo lo sabe el Señor. Debemos de orar por el eterno descanso del padre Matteo y de toda persona que se suicida porque son hijos de Dios y para que el Señor haga brillar para él la luz perpetua, y a la familia, amigos y comunidad consuelo y fortaleza.
Que Dios conceda el descanso eterno al presbítero Matteo Balzano y lo premie por su entrega generosa en el ministerio sacerdotal. Que este hecho lamentable que también ha sucedido en otros lugares sea motivo de reflexión de que debemos orar, valorar, ayudar y comprender a nuestros diáconos, sacerdotes, obispos y religiosos quienes necesitan de nuestras oraciones, comprensión y apoyo para cumplir su misión a la que Dios los llamó como también de orar y ayudar a personas que están a nuestro alrededor quienes están solos y sufren en silencio.
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