En
modo de análisis y reflexión, hemos leído la exhortación de la Conferencia
Episcopal Venezolana (CEV), titulada “Constructores de paz en justicia y
libertad”. Del documento se extrae que, con acertada lucidez, el pronunciamiento
de la Iglesia es también un mapa de ruta para la reconciliación nacional, y un
recordatorio contundente de que la paz auténtica es imposible sin justicia y
libertad.
Publicado el 12 de julio de 2025
En un contundente llamado desde el corazón de la crisis, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) presentó su Exhortación Pastoral “Constructores de paz en justicia y libertad”, resultado de su CXXIV Asamblea Plenaria.
El
documento, dado a conocer el viernes 11 de julio de 2025, y que se sustenta en la frase de Jesucristo: "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" (Mateo, 5,9), es un
grito profético que exige el fin de la confrontación, insta al reconocimiento
de errores y perdón, y plantea un diálogo inclusivo con sacrificios para alcanzar
un pacto social.
Ante el agravamiento de la crisis
venezolana tras las elecciones presidenciales de julio de 2024, la represión y
detención de líderes políticos, sociales, periodistas y la tragedia
humanitaria, los prelados señalan a la Iglesia como “faro de esperanza” y se
afianzan en las futuras canonizaciones del Doctor José Gregorio Hernández
Cisneros y la Madre Carmen Rendiles Martínez, como símbolos de unidad nacional.
Paz
con justicia
A un año de las elecciones presidenciales
de julio de 2024, el documento surge en un momento crítico, donde "la
polarización y la exclusión han generado un clima de enfrentamiento que lacera
el alma de la Patria", según palabras de los obispos.
La exhortación sitúa la paz como el eje
central de su mensaje, pero despojándola de cualquier connotación de
conformismo o silencio cómplice. Los obispos son categóricos al expresar que “la
paz solo es posible si prevalece la justicia y la libertad”. Esta paz anhelada,
no es la mera ausencia de conflicto, sino el fruto maduro del reconocimiento de
la dignidad de cada persona y del respeto irrestricto a sus derechos
fundamentales, dicen.
En un apartado crucial titulado “Paz y
justicia”, la CEV señala el camino obligado hacia la reconciliación, para lo
cual es “necesario reconocer los errores y pedir perdón por los pecados
personales y sociales que tanto daño han causado a nuestra convivencia”.
Este llamado al examen de conciencia
colectivo es un desafío directo a la cultura de la impunidad y la negación. La
Iglesia asume aquí su rol profético, denunciando las estructuras de pecado que
oprimen al pueblo venezolano. Por ello, en el marco del Jubileo “Peregrinos de
Esperanza”, los obispos venezolanos llaman “a la conversión de quienes
manipulan la verdad y promueven paradigmas basados en la negación y la fuerza”.
Es una clara alusión a quienes, desde
cualquier sector, utilizan el poder para distorsionar la realidad, silenciar
disidencias y perpetuar modelos basados en la exclusión y la violencia, ya sea
física, política o económica. La paz verdadera, insisten los prelados criollos,
solo florecerá cuando la justicia, entendida como el derecho de todos a una
vida digna, sea el fundamento de la sociedad.
El
camino imperioso, aún con sacrificios
Frente a la profundización de la brecha
que divide a los venezolanos, el Episcopado no se limita a diagnosticar el
problema; propone una herramienta concreta y exigente: el diálogo. Pero no un diálogo de salón o una mera fachada, sino un
“diálogo inclusivo” que involucre a “todos los sectores de la vida nacional”.
Este llamado es particularmente significativo en un contexto donde espacios de
disenso legítimo han sido sistemáticamente cerrados o descalificados.
Los obispos son realistas y no ocultan el
costo de este camino. Exhortan a todos los actores políticos y sociales a
trabajar con determinación “para generar un diálogo que permita alcanzar un
pacto social” "aunque ello implique sacrificios”.
Este reconocimiento de que la construcción
de acuerdos nacionales requiere concesiones mutuas y la renuncia a pretensiones
maximalistas es un mensaje crucial en medio de la intransigencia que
caracteriza a buena parte del espectro político venezolano.
Solidaridad,
esperanza y símbolos para la unidad nacional
La exhortación no es ajena a las múltiples crisis que golpean diariamente a la población venezolana. La CEV expresó su “solidaridad con las víctimas de las lluvias que han afectado diversas localidades del país”, poniendo en valor la labor incansable de Cáritas Venezuela y otras organizaciones de base eclesial que trabajan en primera línea “para aliviar los efectos de esta tragedia”.
Este reconocimiento subraya el compromiso de la Iglesia con los más vulnerables, los que sufren el impacto más crudo de las emergencias, muchas veces agravadas por la ineficacia o la falta de políticas públicas adecuadas.
Canonizaciones y liberación de los cautivos
En medio de la adversidad, los obispos
también apuntan hacia fuentes de esperanza y unidad surgidas de la población. De
tal manera que, con un profundo sentido histórico y simbólico, destacan la
próxima “canonización de José Gregorio
Hernández y Madre Carmen Rendiles”, presentándola explícitamente
como “una oportunidad para superar divisiones y fomentar la unidad nacional”.
“Es también una oportunidad extraordinaria para que los órganos del Estado, conforme a las posibilidades establecidas en la Constitución y las leyes, promuevan medidas para conceder la libertad a los encarcelados por razones políticas y aseguren el cese del hostigamiento y las detenciones por dichos motivos”, dice la CEV.
Estas figuras veneradas por el pueblo
venezolano, independientemente de su filiación política o condición social,
representan valores universales de caridad, servicio y entrega. La CEV las
propone como faros que pueden guiar al país hacia un reencuentro fraterno,
trascendiendo las barreras que hoy lo dividen. Son invitados a ser “Constructores
de paz”, como reza el título de la exhortación, imitando el ejemplo de servicio
y amor al prójimo que encarnaron estos futuros santos.
Libertad
para los periodistas
Durante la presentación del documento, el
arzobispo de Calabozo y Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación,
monseñor Manuel Felipe Díaz Sánchez, reforzó este punto ante los periodistas.
“El diálogo es esencial para alcanzar acuerdos, independientemente de las
diferencias ideológicas”, dijo el arzobispo.
Su intervención también tuvo un componente de denuncia y solidaridad palpable al manifestar la solidaridad de la CEV con “los periodistas detenidos”. En tal sentido, condena enérgicamente “la vulneración de la libertad de expresión en Venezuela”, un recordatorio de que el diálogo genuino es imposible en un clima de miedo y censura.
Conclusión: la Iglesia como agente de reconciliación
La Exhortación Pastoral “Constructores de paz en justicia y libertad” es, en definitiva, un documento que trasciende lo religioso para convertirse en una hoja de ruta ética en lo social y político para la nación venezolana, realidades que nunca han sido ajenas a su compromiso.
Una vez más,
se trata de un llamado a la acción y a la reflexión profunda en un momento en
que el país parece navegar sin rumbo en medio de una tormenta perfecta de
crisis entrelazadas.
La CEV, consciente de su rol y su
responsabilidad histórica, se reafirma como un faro de esperanza y unidad,
invitando con vehemencia a todos los venezolanos a construir un futuro basado
en el bien común y la reconciliación. El tiempo de ser constructores de paz,
insisten los obispos venezolanos, es ahora.
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