Juan Carlos Bravo Salazar durante
su consagración episcopal reflexionó sobre la tarea de los obispos católicos,
preguntando qué es lo más importante para un obispo
Ramón Antonio
Pérez / @GuardianCatolic
Puerto Ordaz, 25 de octubre de
2015. Este sábado 24 de octubre, en el
gimnasio “Hermanas González” de Puerto Ordaz, estado Bolívar (Venezuela), se realizó
la consagración episcopal de monseñor Juan Carlos Bravo Salazar, quien fue nombrado
por el papa Francisco como segundo obispo de la diócesis Acarigua – Araure, el 10
de agosto de este año.
La
ceremonia se cumplió en un ambiente de alegría que contó con la asistencia de
varios miembros del Episcopado Venezolano y del nuncio apostólico, Aldo
Giordano, quien hizo entrega de la Bula
Pontificia donde Juan Carlos es nombrado obispo.
La
imposición de manos y oración consecratoria estuvo a cargo del obispo de Ciudad
Guayana, monseñor Mariano José Parra Sandoval, clero al cual estuvo adscrito el
nuevo obispo. Participaron de este rito Ubaldo Ramón Santana Sequera y Ángel
Francisco Caraballo Fermín, arzobispo y obispo auxiliar de Maracaibo,
respectivamente.
La oración del nuevo obispo
Llamó
la atención, y es motivo de positivos comentarios en Venezuela, las palabras
del nuevo prelado respecto a las tareas más importantes de un pastor católico. Sus
palabras, según indicó, están inspiradas en una conversación que sostuvo “con
un sabio, pobre y humilde campesino de los más alejado de mi pueblo”.
Aquí se las damos a conocer:
“¿Lo importante? ¡Lo importante…!
Lo importante”
“Que
lo importante no sea el solideo y la Mitra que llevaré en mi cabeza, sino quien
ilumina mis pensamientos, mis decisiones y quien abre mi mente a mi conversión”.
“Que
lo importante no sea el báculo que llevaré en mi puño, sino de quién me
sostengo en mi diario caminar”.
“Que
lo importante no sea el anillo que llevaré en mi dedo, sino quien me lleva de
la mano y a quien llevo en las mías”.
“Que
lo importante no sea la cruz que llevaré en mi pecho, sino quien vive en mi
corazón”.
“Que
lo importante no sea el hábito que pueda usar, sino quien me ha revestido de su
amor”.
“Que
lo importante sea siempre Señor; conocerte, amarte y anunciarte con coraje,
entusiasmo, alegría, misericordia, pasión y perdón”.
“Que
mi forma de vestir, de vivir y de actuar nunca sea un escándalo para los pobres
de mi pueblo, ni una confusión con los poderosos de este mundo. De la tentación
de anunciarme a mí mismo, líbrame Señor. Amén”.
“Que
esta sea su oración por mí y que el Señor me moldee, como vasija de barro que
soy, a ser el pastor que esa Iglesia local merece, necesita y desea. Me despido
de ustedes implorando su bendición y su oración. Tu hermano. Juan Carlos”.
Juan
Carlos Bravo Salazar nació en El Pilar, estado Anzoátegui, el 2 de noviembre de
1967. Completó sus estudios de filosofía con los Operarios Diocesanos y los de
teología en el Seminario San Tommaso en la archidiócesis de Saint Paul,
Minneapolis, USA.
El
28 de noviembre de 1992 fue ordenado sacerdote, y a lo largo de su trayectoria
profesional ha sido vicario diocesano para la pastoral, administrador
apostólico de la diócesis de Ciudad Guayana, párroco de Nuestra Señora del
Valle, en Puerto Ordaz, y también párroco de La Inmaculada Concepción, en San
Félix.
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