"... alentados por los lineamientos del Concilio Plenario de Venezuela y de la V Conferencia de Aparecida, ratificamos nuestro compromiso de incrementar las actividades encaminadas a la educación de jóvenes y adultos en los valores y virtudes del Evangelio y en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia..."
1.- El Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, en nombre de los Movimientos eclesiales y asociaciones laicales que lo integran, y de la multitud de laicos católicos del país, se siente en el deber de pronunciarse ante la opinión pública, y expresar su rechazo ante las continuas e injustas agresiones hacia la Iglesia y en especial hacia los Señores Obispos, intensificadas a raíz de los recientes pronunciamientos que hicieran ante la preocupante situación de Venezuela.
2.- Expresamos, ante todo el total respaldo y la sincera gratitud a la entera Conferencia Episcopal y a cada uno de los Obispos en particular, por la Exhortación Apostólica “Urge el Diálogo y la Reconciliación en Venezuela” emanada a la conclusión de su reciente Asamblea Ordinaria, el pasado 7 de julio. Reconocemos con ellos que el “...pronunciamiento sobre los problemas sociales no es una injerencia indebida en la vida política, sino el cumplimiento de nuestra obligación de iluminar la vida personal y social de los fieles desde la perspectiva del Evangelio, con criterios estrictamente pastorales” (Exh. N. 4).
3.- Cuantos se han expresado con menosprecio e incluso tratando de ridiculizar con un lenguaje descalificador a los Señores Obispos por este deber que han ejercido, parecen ignorar el verdadero significado de la dimensión socio-política de toda persona humana y de la dimensión social del Cristianismo y de la Iglesia. El pronunciarse a favor de la verdad, de la justicia y de la paz va mucho más allá de una mera actuación de partido político y al hacerlo, nuestros Pastores están expresando el sentir de todos los que, como Pueblo de Dios, integramos la Iglesia.
4.- Ello responde a cuanto señalaba recientemente Su Santidad Benedicto XVI en Aparecida: “La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido. Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas es la vocación de la Iglesia en este sector” (Discurso Inaugural, N.4).
5.- Reafirmamos, como hiciéramos en anteriores ocasiones, que la Democracia es el sistema político más acorde con el pensamiento cristiano. Si es verdadera Democracia, respeta la dignidad humana, da cabida a las diversidades, respeta los valores morales que se refieren a la vida personal y social, promueve el desarrollo integral de la persona y de sus derechos fundamentales y la búsqueda del bien común (cf. Comunicado C.N.L. 5.02.07).
6.- Por ello, a la honda preocupación que sentimos por la persistencia y el incremento de graves problemas sociales en nuestro País, se une la de todo aquello que atenta e hiere nuestros valores democráticos incluso desconociendo y desacatando la Constitución: el proceso de ideologización del pueblo, sin respeto de la pluralidad de pensamiento; la pretensión de monopolizar la educación; los atropellos contra la libertad de expresión; las consignas que exaltan el odio y la violencia y, sobre todo, el proyecto de una Reforma Constitucional hecha secretamente a espaldas de la sociedad venezolana y orientada al establecimiento de un sistema socialista fundado en la teoría y la praxis del marxismo-leninismo ( Exh. N. 6-11), contrarias a los principios cristianos.
7.- Solicitamos al Gobierno como administrador del Estado que ejerza responsablemente su deber de garantizar las condiciones básicas que permitan a la totalidad de los venezolanos, y no sólo a un sector de ellos, una convivencia justa, respetuosa de la diversidad, que promueva el bien común y que salvaguarde los principios fundamentales de la persona humana y de la sociedad.
8.- Con toda la Iglesia en Venezuela, los laicos católicos reafirmamos nuestra presencia para responder al llamado de paz, de justicia, de perdón y de reconciliación que nos exige el Evangelio de Jesucristo. Sin una cultura del respeto, la tolerancia, la inclusión y la aceptación del otro no se puede entablar una reflexión y diálogo nacional (N. 16). La reconciliación, la paz y la solidaridad no anulan el derecho a disentir, lo cual incluso puede conducir a la protesta legítima, pero ésta debe hacerse siempre en términos pacíficos… la “no violencia activa” la cual no implica la indiferencia ante los problemas sociales (N. 17).
9.- Reconocemos con satisfacción el movimiento estudiantil que se ha manifestado con valentía en favor de la libertad y de la reconciliación. Alentamos a los jóvenes estudiantes, principales constructores de la sociedad que anhelamos, a proseguir en su lucha pacífica por el respeto a los valores democráticos, especialmente la libertad, don inherente a la dignidad humana. A ellos ofrecemos nuestro total apoyo.
10.- Convencidos de que la Doctrina Social de la Iglesia (D.S.I.) tiene la respuesta a las exigencias más profundas de verdad y de bien para la sociedad y que es a la luz de esta, como sabremos conciliar nuestra fe con nuestra actuación socio-política, exhortamos a todos los laicos a conocerla y actuarla. “La D.S.I. quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales” (Benedicto XVI. Deus Caritas est, N.28)
11.- Por ello, y alentados por los lineamientos del Concilio Plenario de Venezuela y de la V Conferencia de Aparecida, ratificamos nuestro compromiso de incrementar las actividades encaminadas a la educación de jóvenes y adultos en los valores y virtudes del Evangelio y en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, para que, maduros en la fe puedan ejercer su protagonismo laical cristiano en la construcción de una verdadera sociedad fraterna, plural y democrática (cf. “El laico católico, fermento del Reino de Dios en Venezuela” N. 122).
12.- Hacemos un llamado a los laicos católicos del país para que estén atentos a los acontecimientos venideros y se mantengan cercanos a las directrices de la voz de la Iglesia a fin de poder discernir a la luz de la fe y bajo la guía del Magisterio, los planteamientos que han de anteceder a las propias decisiones.
13.- Conscientes de la necesidad profunda de conversión de los corazones al amor y al perdón, acogemos el llamado de nuestros Obispos a intensificar la oración por la Solidaridad y la Reconciliación en Venezuela. Además del compromiso ineludible personal y comunitario, de implorar la ayuda de Dios, el Consejo Nacional de Laicos, propone, junto a otras instancias eclesiales, la celebración de un “Día Nacional de Oración”, de la cual estaremos informando oportunamente.
2.- Expresamos, ante todo el total respaldo y la sincera gratitud a la entera Conferencia Episcopal y a cada uno de los Obispos en particular, por la Exhortación Apostólica “Urge el Diálogo y la Reconciliación en Venezuela” emanada a la conclusión de su reciente Asamblea Ordinaria, el pasado 7 de julio. Reconocemos con ellos que el “...pronunciamiento sobre los problemas sociales no es una injerencia indebida en la vida política, sino el cumplimiento de nuestra obligación de iluminar la vida personal y social de los fieles desde la perspectiva del Evangelio, con criterios estrictamente pastorales” (Exh. N. 4).
3.- Cuantos se han expresado con menosprecio e incluso tratando de ridiculizar con un lenguaje descalificador a los Señores Obispos por este deber que han ejercido, parecen ignorar el verdadero significado de la dimensión socio-política de toda persona humana y de la dimensión social del Cristianismo y de la Iglesia. El pronunciarse a favor de la verdad, de la justicia y de la paz va mucho más allá de una mera actuación de partido político y al hacerlo, nuestros Pastores están expresando el sentir de todos los que, como Pueblo de Dios, integramos la Iglesia.
4.- Ello responde a cuanto señalaba recientemente Su Santidad Benedicto XVI en Aparecida: “La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres, precisamente al no identificarse con los políticos ni con los intereses de partido. Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político. Formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas es la vocación de la Iglesia en este sector” (Discurso Inaugural, N.4).
5.- Reafirmamos, como hiciéramos en anteriores ocasiones, que la Democracia es el sistema político más acorde con el pensamiento cristiano. Si es verdadera Democracia, respeta la dignidad humana, da cabida a las diversidades, respeta los valores morales que se refieren a la vida personal y social, promueve el desarrollo integral de la persona y de sus derechos fundamentales y la búsqueda del bien común (cf. Comunicado C.N.L. 5.02.07).
6.- Por ello, a la honda preocupación que sentimos por la persistencia y el incremento de graves problemas sociales en nuestro País, se une la de todo aquello que atenta e hiere nuestros valores democráticos incluso desconociendo y desacatando la Constitución: el proceso de ideologización del pueblo, sin respeto de la pluralidad de pensamiento; la pretensión de monopolizar la educación; los atropellos contra la libertad de expresión; las consignas que exaltan el odio y la violencia y, sobre todo, el proyecto de una Reforma Constitucional hecha secretamente a espaldas de la sociedad venezolana y orientada al establecimiento de un sistema socialista fundado en la teoría y la praxis del marxismo-leninismo ( Exh. N. 6-11), contrarias a los principios cristianos.
7.- Solicitamos al Gobierno como administrador del Estado que ejerza responsablemente su deber de garantizar las condiciones básicas que permitan a la totalidad de los venezolanos, y no sólo a un sector de ellos, una convivencia justa, respetuosa de la diversidad, que promueva el bien común y que salvaguarde los principios fundamentales de la persona humana y de la sociedad.
8.- Con toda la Iglesia en Venezuela, los laicos católicos reafirmamos nuestra presencia para responder al llamado de paz, de justicia, de perdón y de reconciliación que nos exige el Evangelio de Jesucristo. Sin una cultura del respeto, la tolerancia, la inclusión y la aceptación del otro no se puede entablar una reflexión y diálogo nacional (N. 16). La reconciliación, la paz y la solidaridad no anulan el derecho a disentir, lo cual incluso puede conducir a la protesta legítima, pero ésta debe hacerse siempre en términos pacíficos… la “no violencia activa” la cual no implica la indiferencia ante los problemas sociales (N. 17).
9.- Reconocemos con satisfacción el movimiento estudiantil que se ha manifestado con valentía en favor de la libertad y de la reconciliación. Alentamos a los jóvenes estudiantes, principales constructores de la sociedad que anhelamos, a proseguir en su lucha pacífica por el respeto a los valores democráticos, especialmente la libertad, don inherente a la dignidad humana. A ellos ofrecemos nuestro total apoyo.
10.- Convencidos de que la Doctrina Social de la Iglesia (D.S.I.) tiene la respuesta a las exigencias más profundas de verdad y de bien para la sociedad y que es a la luz de esta, como sabremos conciliar nuestra fe con nuestra actuación socio-política, exhortamos a todos los laicos a conocerla y actuarla. “La D.S.I. quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales” (Benedicto XVI. Deus Caritas est, N.28)
11.- Por ello, y alentados por los lineamientos del Concilio Plenario de Venezuela y de la V Conferencia de Aparecida, ratificamos nuestro compromiso de incrementar las actividades encaminadas a la educación de jóvenes y adultos en los valores y virtudes del Evangelio y en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, para que, maduros en la fe puedan ejercer su protagonismo laical cristiano en la construcción de una verdadera sociedad fraterna, plural y democrática (cf. “El laico católico, fermento del Reino de Dios en Venezuela” N. 122).
12.- Hacemos un llamado a los laicos católicos del país para que estén atentos a los acontecimientos venideros y se mantengan cercanos a las directrices de la voz de la Iglesia a fin de poder discernir a la luz de la fe y bajo la guía del Magisterio, los planteamientos que han de anteceder a las propias decisiones.
13.- Conscientes de la necesidad profunda de conversión de los corazones al amor y al perdón, acogemos el llamado de nuestros Obispos a intensificar la oración por la Solidaridad y la Reconciliación en Venezuela. Además del compromiso ineludible personal y comunitario, de implorar la ayuda de Dios, el Consejo Nacional de Laicos, propone, junto a otras instancias eclesiales, la celebración de un “Día Nacional de Oración”, de la cual estaremos informando oportunamente.
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CONSEJO NACIONAL DE LAICOS VENEZUELA
Avenida José Félix Sosa con Calle Coromoto, Iglesia El Buen Pastor, Urbanización Bello Campo, AP. 1060. Caracas-Venezuela.
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Teléfono 58 212 264.71.03
Correo: cnlaicosvenezuela@cantv.net
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