Artículo de Monseñor Fernando Castro: “Son tus hijos”


“…las dos figuras, femenina y masculina, crea el ámbito más adecuado para la maduración del niño”

Fernando Castro Aguayo

El Papa Francisco recientemente publicó: “el don de un nuevo hijo que Dios confía a papá y mamá comienza con la acogida, prosigue con la custodia a lo largo de la vida terrena y tiene como destino el gozo de la vida eterna” (La alegría del amor, 166).

Con acierto, prosigue: “la madre, que ampara el niño con su ternura y compasión…La figura paterna...ayuda a percibir los límites de la realidad. Hay roles y tareas flexibles (…) pero la presencia clara y bien definida de las dos figuras, femenina y masculina, crea el ámbito más adecuado para la maduración del niño” (175).

A Francisco no se le escapa el mundo difícil en el que vivimos. Así la presencia de la madre es un antídoto contra el “individualismo egoísta”. La madre muestra de un modo expresivo “la belleza de la vida”. El “sentimiento de orfandad” de los niños por no compartir con sus padres. El niño visto como un “algo” y no como un sujeto con sus propios derechos. Es decir el niño que se considera un derecho a la propia autoafirmación de los padres y no un “don de Dios”.

Estos temas tan de sentido común son los que debieran relucir en una comunidad sana. Hay invenciones sexuales sometidas al debate público, sin ningún fundamento científico ni filosófico,  y que dan una impresión inexacta de la realidad, de lo que es de sentido común.

Es necesaria una fuerte inyección de “espíritu familiar” para hacer más “doméstico” el mundo. Son ideas de Francisco. La familia consiste en el proyecto natural de la unión del varón y la mujer para unirse, amarse y engendrar a sus hijos y educarlos. Una tarea imponente, básica y fundamental. Debilitar esta fortaleza es hacer muy frágil la sociedad.

Y las familias que ven a los hijos como un don son ajenas totalmente a la autoafirmación de la paternidad o maternidad con ayuno de forzosa legitimación que se ve en los proyectos de familias así llamadas “igualitarias”.


¡Son tus hijos! un don de Dios que debes cuidar: el varón como varón y la mujer como mujer. ¡Una bendición!


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