“Por una decisión prepotente” del régimen, gran cantidad de enfermos -niños y ancianos- están impedidos de recibir tratamientos médicos en Cúcuta, denuncia el obispo de San Cristobal. La declaración fue hecha horas antes de un gran apagón que afecta desde hace varias horas a gran parte de Venezuela.
Mar 08, 2019
La voz de monseñor Mario Moronta no cesa de exigir la apertura de la frontera entre Colombia y Venezuela, y se permita a quienes habitan la región realizar su vida de una manera normal como siempre lo han hecho. El clamor del obispo de San Cristobal (estado Táchira), se escuchó este Miércoles de Ceniza, aprovechando la presencia de los medios de comunicación, todavía interesados en darle cobertura a la crisis humanitaria que se vive con intensidad en esta zona caliente de América Latina.
Pero las declaraciones del obispo ocurren horas antes de un apagón masivo -este jueves 7 de marzo- que afecta a varios estados del país y que también ha generado dificultades en la atención, por ejemplo, en hospitales, según publica Aleteia.
Lo acontecido en la Maternidad de El Valle, con niños recibiendo recibiendo respiración manual con bomba, es más que elocuente:
Entre otras cosas, a la hora de explicar lo acontecido, aparece el tema de la falta de mantenimiento del sistema eléctrico, hasta de versiones de sabotaje y “guerra eléctrica”. Pero lo cierto es que esto ha generado incertidumbre y ha provocado un caos generalizado en las últimas horas.
En cuanto a lo otro, el prelado exigió al régimen de Nicolás Maduro “abrir la frontera con Colombia”, porque en su consideración “es una inmoralidad” el tratamiento que se les está a los ciudadanos venezolanos.
“La frontera no es una línea limítrofe, sino una cultura de fraternidad que unos une con nuestros hermanos colombianos y el resto de América Latina”, dice en el sonido enviado a Aleteia desde la diócesis fronteriza.
Claramente, desde la parroquia San Antonio, donde estuvo en la mañana de este 6 de marzo, Moronta emplazó a los “protectores del Táchira” designados por Nicolás Maduro, a que se fijen en la gran cantidad de enfermos, de niños, que tienen que ir a Cúcuta a recibir tratamientos médicos, y por una decisión prepotente se lo impiden.
“Mientras critican que hay un imperio que levanta muros, a escasos metros de aquí hemos visto como levantan paredes para impedir el paso a Colombia”, cuestionó el primer vice presidente del Episcopado Venezolano.
¿Quién es el dueño de la frontera?
“Dicen que por allí es donde pasa el contrabando. Esto es posible. Pero, ¿y las otras partes que son custodiadas por funcionarios de la Guardia Nacional? ¿Por dónde pasa la gasolina, contrabando de niños y adolescentes que son usados para la prostitución?”, se preguntó el prelado de San Cristobal. En nombre de Dios pidió “a todos aquellos que se dedican a la violencia, que se unan a nosotros que queremos construir la paz”.
Posteriormente, desde la Iglesia Divina Misericordia, en Ureña, ratificó el compromiso de la Iglesia con los más necesitados, a través de sus sacerdotes y del laicado. “Una de las cosas que pedimos a Dios en este momento es que toque su corazón y los convierta, y haga el milagro de entender que ellos no son dueños de la frontera”, precisa.
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“Condecoración del mal”
También realizó un llamado a los grupos y sectores violentos, entre ellos a los llamados “colectivos”, a “que se conviertan escuchando el llamado de Cristo en el evangelio a ser constructores de la paz”. Insistió en que estos grupos afectos al régimen de Maduro, “no tiene ningún derecho para andar persiguiendo y amedrentando la comunidad”.
Por otra parte, el prelado tachirense lamentó que Maduro, quien es considerado “un mandatario usurpador”, entregara condecoraciones a los funcionarios militares responsables por los hechos violentos ocurridos el sábado 23 de febrero, cuando impidieron el ingreso de la ayuda humanitaria hacia Venezuela.
“Lo peor de lo peor, es que han condecorado a los que reprimen, a los que han matado, a lo que impiden el paso a nuestros niños y ancianos necesitados de una ayuda humanitaria. Esa es una condecoración del mal”, expresó con dureza el obispo de San Cristobal.
APOYO A LOS PEMONES. Nuevamente expresó su solidaridad con los aborígenes de la etnia pemón, que desde el 22 de febrero han sufrido el asesinato de varios de sus integrantes en las cercanías de Santa Elea de Uairén, en los límites de la frontera con Brasil, al intentar ingresar ayuda humanitaria.
“Los pemones que han sido masacrados en el sur de Venezuela son hermanos nuestros, son personas. Quienes han matado y perseguidos a esos hermanos nuestros, algún día tendrán que verle la cara a Dios y ver qué le van explicar por sus actitudes”, finalizó.
Nota de redacción: (Artículo actualizado con información del apagón del 7 de marzo)
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