La Iglesia de Caracas se sumó a las celebraciones por la apertura del Año Santo de la Misericordia
convocado por el Papa Francisco
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas, 13 de diciembre de 2015.- El cardenal Jorge Urosa Savino hizo un llamado
al gobierno nacional, a los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional, así
como a los demás poderes de Venezuela, para que se pongan de acuerdo y busquen
caminos de entendimiento por el bien del país.
Las palabras del arzobispo se produjeron este
domingo 13 de diciembre, antes de la ceremonia de apertura de la Puerta Santa
en la Catedral Metropolitana de Caracas, donde el dio inicio al Año de la
Misericordia convocado por el papa Francisco, y que dura hasta el 20 de
noviembre de 2016.
“El
mensaje nuestro, el mensaje de la Iglesia en este momento, como siempre es un
mensaje de diálogo, entendimiento y reconciliación”, indicó el
arzobispo de Caracas, al ser requerida su opinión en torno a la nueva
conformación de los poderes en Venezuela luego de las elecciones del 6 de
diciembre pasado.
“Necesitamos entendernos”, añadió,
precisando que las fuerzas políticas tienen que entenderse. “Tenemos que buscar
todos el bien común, y tanto el Ejecutivo como el Legislativo y los demás
poderes deben concertar acciones por el bien del país. De manera que el llamado
es al entendimiento, al diálogo y a la reconciliación”.
Igualmente
llamó a reconocer la Misericordia de Dios en cada persona. “Debemos aceptar esa
Misericordia de Dios con humildad” porque “todos la necesitamos”, dijo el
cardenal explicando que durante esta tiempo que pone en movimiento no solo a la
Iglesia en toda Venezuela, sino también en el mundo entero. “Nadie debe ser
soberbio para rechazar la Misericordia de Dios”.
Urosa
habló del objetivo de este Año de la Misericordia, ubicándolo especialmente en
la búsqueda de la paz y en la concreción de obras de misericordia y favorecer a
los más necesitados, material y espiritualmente.
“Por
supuesto, nosotros debemos tratar de ser
misericordiosos, bondadosos, atentos, corteses, dialogantes, buscar siempre el
bien común, buscar la paz, trabajar por la paz. Ese es el objetivo de este Año
de la Misericordia”, precisó el cardenal Urosa Savino.
Cabe
indicar que a la ceremonia concurrieron los párrocos de las más de 120
parroquias que conforman la Arquidiócesis de Caracas, junto a sus feligreses, religiosos,
religiosas y seminaristas que muy contentos abarrotaron con oraciones, cantos y
pancartas el principal templo de la iglesia católica en Caracas.
Monseñor
José Trinidad Fernández leyó la Bula del papa Francisco, mediante la cual fue
convocado este Año Jubilar para los católicos y el resto de la humanidad. Anteriormente,
había recordado los Templos que han sido establecidos en Caracas como lugares
donde también se puede celebrar y lucrar el Jubileo de la Misericordia, en los
que posterior a la Apertura de la Puerta Santa en la Catedral, se realizarán a
nivel arciprestal la apertura de la Puerta Santa.
Los
templos establecidos para lucrar el Año Santo en Caracas, son:
En
el Arciprestazgo de Baruta: La Sagrada Familia de Nazaret y San Josemaría Escrivá
de Balaguer. En el Arciprestazgo de San Juan: San Alfonso María Ligorio. En el
Arciprestazgo de Antímano: Ntra. Sra. del Rosario. En el Arciprestazgo del
Valle: La Encarnación de El Valle. En Arciprestazgo de Catia: Ntra. Sra. del
Carmen. En el Arciprestazgo de Propatria: La Sagrada Familia. Arciprestazgo de
Chacao: San José de Chacao. En el Arciprestazgo de Petare: El Dulce Nombre de
Jesús. En el Arciprestazgo de Las Mercedes: Ntra. Sra. de Guadalupe. En el
Arciprestazgo de La California: La Preciosísima Sangre.
A continuación la Homilía completa del arzobispo de Caracas, durante la celebración y apertura del Años de la Misericordia en Caracas:
Acoger e imitar la Misericordia de Dios
Homilía en la inauguración
del Año de la
Misericordia ,
Santa Iglesia Catedral de
Caracas, 13 de diciembre de 2015
+Jorge Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas
“Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”
(Mt 5, 7)
En su primera
predicación, en el bellísimo y así llamado Sermón de la Montaña , Jesús nos
presenta el programa de vida del cristiano. Y
lo primero que El nos enseña es el camino de la felicidad. Lo hace al
proclamar las bienaventuranzas, es decir, al plantearnos actitudes y virtudes
fundamentales que nos llevan a la felicidad. Allí Jesús nos dice entre otras
cosas, “dichosos los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia”.
Nos enseña
así Jesús que, por la debilidad física y moral de nuestra frágil condición, los
seres humanos necesitamos permanentemente la misericordia de Dios y de nuestros
hermanos. Y la alcanzaremos sólo si somos misericordiosos: “felices los
misericordiosos”, pues ellos recibirán la compasión, la ayuda, el perdón de
Dios y de los demás.
Pues bien:
para que contemplemos, acojamos y agradezcamos la misericordia de Dios, y para
que seamos “misericordiosos como el Padre”
celestial (MV 9), el Papa
Francisco ha convocado con la Bula
Misericordiae Vultus el Año Jubilar de la Misericordia.
El objetivo de este tiempo de gracia y salvación es destacar la grandeza de la misericordia divina para con la
humanidad, su manifestación viva y personal
en Jesucristo, e invitarnos a cada uno de nosotros a ser signo eficaz de la misericordia de Dios con
nuestros semejantes.
EL AÑO DE LA MISERICORDIA :
Este año de la Misericordia comenzó
en Roma el pasado 8 de diciembre con la apertura de la Puerta Santa de la
basílica de San Pedro, y se extenderá hasta el 26 de noviembre de 2016,
solemnidad de Cristo Rey. En el mundo entero, se está dando inicio hoy al año
de la misericordia con la apertura de la Puerta Santa de cada Catedral,
como acabamos de hacer nosotros en nuestra Catedral metropolitana de Caracas. En
este Adviento, pues, y durante todo este tiempo que va hasta noviembre de 2016,
estamos invitados a contemplar la misericordia de Dios, y a dar gracias al
Señor por la inmensidad de su amor a la humanidad: El quiso enviarnos a su
divino Hijo, encarnado en el vientre purísimo de María Santísima, para
redimirnos de nuestros pecados, y llamarnos a participar de la vida misma de
Dios, a través de la fe y el bautismo en la Santa
Iglesia Católica.
En efecto,
mis queridos hermanos: la misericordia es uno de los más hermosos atributos de
Dios. El es, sin duda, infinito, eterno, perfectísimo, omnisciente, todo
poderoso; pero, sobre todo, “es clemente y misericordioso, lento a la ira y lleno
de amor” (Sal 103,8). Más aún, San Juan evangelista nos dice en su primera
carta que “Dios es amor” (1Jn 4, 8), puro amor, amor intenso, vivo, eterno,
inextinguible, irrevocable. Amor para con la humanidad pecadora, para sacarla
de las tinieblas y sombra de muerte en las que vivimos…. Y ese amor lo ha
mostrado Dios Padre de manera extraordinaria, sorprendente y misteriosa, pero
cierta y real, en la encarnación redentora de su divino Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo. En palabras del Papa Francisco: “Jesucristo es el rostro de la
misericordia de Dios” (MV 1).
ACOGER LA MISERICORDIA DE
DIOS
La palabra
misericordia, muy propia del cristianismo, ajeno y contrario a la dureza, la
frialdad, la indiferencia y la crueldad del paganismo, es equivalente a bondad, compasión,
clemencia, piedad, ternura, dulzura, solidaridad, perdón, tolerancia. Y todo
eso, mis queridos hermanos lo ha mostrado Dios Padre en el rostro humano,
cercano a nosotros, de Jesús, Dios eterno hecho hombre, quien en su carne cargó con nuestras culpas, para conseguirnos
la remisión de nuestros pecados, realizando así la mayor obra posible de
misericordia. La misericordia es fuente de alegría, de serenidad y de paz.
Es condición para nuestra salvación. “Misericordia: es la palabra que revela el
misterio de la
Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo
con el cual Dios viene a nuestro encuentro”
(MV 2). Jesucristo nos
revela el especial amor de Dios por la humanidad, y por eso El es el rostro misericordioso del Padre.
Hoy, pues, iniciamos gozosos en nuestra Arquidiócesis de
Caracas este JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA. Es un tiempo en el cual estamos llamados a acoger la misericordia divina para
con nosotros, pobres pecadores. Acabamos de abrir la Puerta Santa de
nuestra Catedral caraqueña, significando así que queremos acoger en nuestras
vidas la misericordia de Dios. Haremos esto si, sintiendo el toque
bondadoso de la mano de Dios en nuestros corazones, y, si acaso estuviéramos
separados de El por el pecado, nos convertimos y nos acercamos de nuevo a Él,
como hizo el hijo pródigo al retornar a la casa de su padre (Lc 16,11-32). Para
esto el Papa Francisco destaca la importancia del sacramento de la Reconciliación , y quiere
que los pecadores puedan recibir la clemencia de Dios a través de ese
misericordioso sacramento del perdón. Por eso invito a mis queridos hermanos
sacerdotes a ejercer con prontitud, con dedicación, el hermoso ministerio de la
reconciliación (Jn 20,23). Para ello es preciso organizar en cada Parroquia o
Iglesia filial un programa de celebración del sacramento en el cual haya en
tiempos estipulados sacerdotes dispuestos en los confesionarios a escuchar
amablemente la confesión de los penitentes, para acogerlos de nuevo en la casa
del Padre celestial impartiéndoles la absolución en el nombre del Señor.
El
Año de la Misericordia
propuesto por el Papa es un tiempo especial para el crecimiento espiritual,
para la conversión, para reconocer que necesitamos la misericordia de Dios.
Con humildad hagamos un examen de conciencia y veamos nuestra situación. Seamos
humildes y reconozcamos la necesidad que tenemos de la compasión divina y del
perdón del Señor. Y acudamos confiadamente al sacramento de la reconciliación.
Este año es una invitación de Dios y de la Iglesia a acercarnos más al Señor, inmensamente
bondadoso y siempre dispuesto al perdón, mediante la participación en actos
religiosos en algunos Templos designados especialmente para ello. En Caracas
están designadas la Iglesia Catedral ,
y algunas Iglesias especiales en diversas zonas de Caracas. Al participar en
esos actos religiosos y recibir a los Santos sacramentos de la reconciliación y
la sagrada Comunión con las debidas disposiciones, podremos ganar la
indulgencia plenaria que, para el total perdón de nuestros pecados, ha
concedido el Papa Francisco.
SEAMOS MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE
CELESTIAL
Pero
el Año Jubilar de la Misericordia
ha sido convocado por el Papa también para que se haga más fuerte y eficaz la
misericordia de los creyentes,
llamados ser nosotros mismos “signo eficaz del obrar del Padre” (Misericordiae
Vultus [MV] 3). La misericordia hacia
los demás debe ser un distintivo visible de todo discípulo de Jesús, de cada
uno de nosotros. Así nos enseña el Señor con la Parábola del Buen
Samaritano (Lc 10, 29-37).
El Papa nos
invita especialmente en este año a practicar las obras de misericordia (MV 15).
Es bueno que las recordemos: las materiales: dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir al enfermo,
socorrer a los presos, enterrar a los muertos (Cfr. Mt 25,31- 46); y las
espirituales: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita,
corregir al que yerra, consolar a los tristes, perdonar las ofensas, sufrir con
paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los
difuntos. Siempre que enseñamos el camino del Señor a alguien, cuando ayudamos,
asistimos o defendemos a una persona, cuando promovemos el bien común, cuando
solucionamos un problema material o personal de alguien o de una comunidad,
estamos realizando una obra de misericordia.
Una de las mayores obras de misericordia es
anunciar el Evangelio de Jesucristo, el camino de la felicidad, la esplendorosa
luz de la verdad, a nuestros hermanos, especialmente a quienes no la conozcan.
Por eso invito a todos los párrocos y demás agentes de pastoral a organizar
misiones parroquiales para anunciar en los sectores, instituciones y hogares el
Evangelio de la
Misericordia del Padre, para invitar a todos a la
conversión.
En esta
línea, queridos hermanos, también hemos de intensificar nuestra acción social,
a nivel arquidiocesano y a nivel parroquial. Hemos de fortalecer y apoyar nuestros institutos de beneficencia, las casas
hogares de niños y de ancianos, los comedores populares, los dispensarios, los
roperos y todas las obras de acción social que ya tenemos. Que este Año de la Misericordia deje
como fruto el florecimiento de muchas iniciativas, actividades y centros de acción social en nuestra querida Caracas.
Para llevar así la misericordia de Dios
a los más necesitados. Tenemos una oportunidad muy a la mano, cuando
compartimos con nuestros vecinos, con los que menos tengan, los productos
que están escaseando
En este año, y luego en el futuro, cada parroquia e
instancia eclesial está llamada a atender situaciones concretas que requieran
el acompañamiento de la caridad: además de los hogares de niños y de ancianos,
entre otras actividades, ayudar a los centros de salud, visitar a los presos en
las cárceles cercanas a Caracas, visitar a los jóvenes internos en centros de
educación especial
ADVIENTO Y
NAVIDAD EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA
Los invito
pues, con palabras del Papa Francisco, a ser misericordiosos como el Padre (MV
14). Los invito en este precioso tiempo
de Adviento y Navidad a abrir el corazón a las personas que nos necesitan: a los
enfermos, los tristes, los abandonados, los más pobres; los que sufren la
injusticia y el atropello, los que no tienen casa, los que se encuentran
privados de libertad. De manera particular a los pecadores, para invitarlos a
acercarse a Dios, y a cambiar de vida, recibiendo los santos sacramentos de la
reconciliación y la sagrada comunión. Como cristianos estamos llamados a ser
generosos con los demás, a compartir nuestros bienes, a aliviar las penas de
los que sufren. Seamos misericordiosos como nuestro Padre celestial.
CONCLUSIÓN
Imploremos
para ello la maternal ayuda e intercesión de la Virgen María , a quien la Iglesia invoca y canta
como Madre de misericordia. Que ella, que acompañó a su Hijo en el camino de la
cruz y en el Calvario, nos ayude a ser misericordiosos, para que alcancemos
la misericordia de Dios. Amén.
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