Sucedió
en Corea del Sur hace tres años, pero esta imagen sigue impactando
Una foto
impactante la de este sacerdote, derribado tras haber recibido una golpiza
mientras distribuía la comunión, y que se dedicó con las fuerzas que le
quedaban a recoger las partículas eucarísticas que habían caído al suelo. La imagen fue
tomada por uno de los presentes momentos después del ataque, en la aldea de
Gangjeong.
Sucedió en
la isla de Jeju (Corea del Sur) el 8 de agosto de 2012, como entonces contó la
agencia católica asiática UCAnews: el sacerdote Bartholomew Mun
Jung-hyun estaba celebrando una misa a las puertas de una controvertida base
naval que el gobierno estaba construyendo en la zona, y que iba a causar un
impacto medioambiental muy negativo para las poblaciones locales.
El sacerdote
celebraba una misa para los ciudadanos que protestaban contra la obra, y se
encontraba distribuyendo la comunión, cuando la policía irrumpió y comenzó a golpear
a los presentes, incluyendo al sacerdote, hasta tirarle al suelo. La diócesis
de Cheju exigió inmediatamente una disculpa, pues los presentes aseguraron que
uno de los policías pisoteó las partículas derramadas por el suelo. La policía
negó este acto.
Pero más
allá de lo ocurrido, de la brutalidad policial y de las protestas, es el gesto
humilde de este sacerdote que, pisoteado y dolorido, no piensa en sí mismo sino
en su Señor, lo que toca el corazón. Una imagen que dice más sobre el
sacerdocio que mil tratados de teología.
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