“Disparen pan que tenemos hambre”, la pancarta de una abuela en Venezuela


“Venezuela no se está arreglando nada, nos están matando de hambre”, dice una mujer de la tercera edad que acompañó a educadores que protestaron por sus derechos en Venezuela

Ramón Antonio Pérez // Aleteia Venezuela
Publicado el 5 de agosto de 2022

Venezuela no se está arreglando, la propaganda del gobierno de Nicolás Maduro es mentira. Los venezolanos seguimos muriendo de hambre y enfermedades. El sueldo de los jubilados, educadores y demás trabajadores públicos y privados no es suficiente para comprar comida ni medicamentos, pero Maduro quiere vender al mundo la idea de que Venezuela se está arreglando. Realmente lo que quieren es convertirnos en sus esclavos.

La descripción de Venezuela la hace Leida Brito Maneiro, de 64 años de edad, que este 4 de agosto de 2022 protestó en Caracas en solidaridad con los pensionados, jubilados y trabajadores activos de la educación, salud y otros gremios del país.

La máscara de la felicidad se le cayó al gobierno

Leida Brito llevó una pequeña pancarta que delataba la realidad verdadera de Venezuela: “Disparen pan que tenemos hambre”.

Los organismos oficiales –desde las alcaldías y gobernaciones oficialistas- invirtieron mucho dinero en conciertos con artistas nacionales e internacionales para hacer ver una realidad que no era tal”, expresó para Aleteia la conocida Abuela del casco rojo.

Esta es mi protesta número 1933. Son 1933 días de lucha”, dijo con orgullo Leida Brito mientras mostraba al periodista la numeración colocada en el casco. Luego retoma su encendido verbo: 

La máscara se le cayó al gobierno con lo que le están haciendo a los jubilados, pensionados y demás empleados públicos. Por eso toman las calles para expresar sus sentimientos y carencias en medio de la crisis.

Los manifestantes se apostaron primero frente a la sede del ministerio de educación en la esquina de Salas para reclamar sus derechos. Luego caminaron unas 12 cuadras hasta la esquina de El Chorro. Un piquete de la Policía Nacional Bolivariana y Guardia Nacional Bolivariana, les impidió seguir hasta la Asamblea Nacional. Aunque hubo forcejeos, se impuso la serenidad y sapiencia de los educadores para evitar la violencia.

“Si comemos no podemos curarnos”

Durante la protesta, cada argumento de la lucha expresada por los líderes sindicales, era reforzado por los testimonios de los manifestantes. Fue el caso de la profesora Carmen Sayago quien ha bajado de peso por no poder consumir alimentos balanceados, padece algunas enfermedades y no cuenta con un salario digno después de 20 años de servicio.

Lo que ganamos no nos alcanza para comprar la cesta básica de los alimentos y mucho menos para comprar los medicamentos y contrarrestar los padecimientos de la tiroides, nervios e hipertensión. Tengo seis meses intentando hacerme unos exámenes y no he podido porque no tengo dinero y el sistema de salud pública no sirve, dijo.

Eduardo Fernández, pensionado y jubilado del IVSS, expresó que marchó a pesar de la úlcera varicosa que le afecta su salud. Con los pies hinchados y un vendaje en el que se notó sangre, dijo estar dispuesto a llegar hasta donde sea necesario por sus derechos.

Es insuficiente el dinero que cobramos, por eso estamos aquí marchando. Los 130 bolívares que recibimos (unos 17 Dólares Americanos a la fecha) tenemos que estirarlos para comer o para nuestra salud. Estamos en una situación en la que debes decidir entre comer o curarte, una de dos”, dijo con tristeza reflejada en su rostro.

Blanca Rosa Valera, obrera con 20 años de servicio en educación, dijo para Aleteia que recibe 100 bolívares quincenales (unos 16 dólares) que no les alcanzan ni para el pasaje. 

Si no fuera por mi esposo, estaría por las calles pidiendo, dijo.

En medio de la protesta un trabajador de la salud mostraba unos desgastados zapatos como prueba de que el sueldo que se recibe en este sector no es suficiente para vivir. El hombre increpó a Nicolás Maduro a dar respuesta ante las exigencias de la protesta.

En estos momentos los trabajadores de la salud estamos de mengua. Si se enferma un colega o cualquier trabajador lo pelotean en los hospitales porque no hay tomografía, no hay laboratorio, no hay rayos X. Esto no es mentira, es la realidad, aseguró.

¿Trabajadores públicos rumbo al paro nacional en Venezuela?

Los líderes gremiales –esta vez unidos y con una sola voz- explicaron las razones de sus protestas. La petición principal es la eliminación del instructivo de la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE), porque les ha reducido el valor de sus salarios y otros beneficios. 

Además, en este tiempo de vacaciones recibieron incompletos los beneficios correspondientes y quieren retomar la discusión de la convención colectiva.

Eduardo Sánchez, presidente de la Federación de Trabajadores Universitarios, expresó que los venezolanos tienen derecho al período vacacional y el pago de vacaciones, pero éstos no se han cumplido. 

Los ministerios de educación, trabajo y planificación a través del instructivo de la ONAPRE implementaron un mecanismo perverso para robarle el salario a los trabajadores. Las vacaciones de agosto las van a pagar en enero de 2023.

Por su parte, Pedro García, líder de los pensionados y jubilados, dijo que la protesta se cumplió en 24 estados de Venezuela y más de 70 municipios. 

Este no es un problema de política y de partidos. Es que nos robaron el bono vacacional y recreacional pero también las contrataciones colectivas, los tabuladores, las primas y bonos que recibimos vía ONAPRE, cuya cabeza principal es el presidente Maduro.

Explicó que, de no resolverse esta situación en lo inmediato, los trabajadores y sus representantes gremiales se reunirán en los próximos días en una asamblea y volverán a movilizarse en protesta el 11 de agosto. "No descartamos un paro nacional", dijo.

CIFRAS. Aleteia conoció que la Federación Venezolana de Maestros informó que 50% de los 370.000 maestros activos han abandonado las escuelas desde el año 2017. 

Desde entonces la crisis humanitaria generó una masiva emigración forzada que supera los seis millones de venezolanos que están regados por el mundo.




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