Propone
al Sínodo para la Amazonia que haya una mayor actividad evangelizadora y
santificadora, para fortalecer la vida de fe en esas comunidades cristianas sin
sacerdotes
Caracas, 21 de octubre 2019
“¿Por qué
debilitar la disciplina y el valor del celibato sacerdotal con una solución
imperfecta y problemática para las poblaciones indígenas de la Amazonia y para
la Iglesia universal?”, es una de las preguntas que nuevamente se hace el
Cardenal Jorge Urosa Savino en relación a este tema que se desarrolla en el marco
del Sínodo para la Amazonía en el Vaticano, cuyo cierre está previsto para el
venidero 27 de octubre.
El tema ya lo
había estudiado el arzobispo emérito de Caracas en uno de los tres análisis que
presentó sobre el Intrumentum laboris,
antes del inicio formal del encuentro. Considera que el tema no es el “más
importante”, pero sí “muy polémico”, y por ello dedica nuevas reflexiones este
21 de octubre, aprovechando que el Sínodo entra en su recta final.
“Repito,
hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos ancianos
casados. Y no resolvería los problemas de la situación actual. Yo no la veo
conveniente ni útil”, ratifica el cardenal Urosa en el documento
enviado a los medios de comunicación.
Vivir la castidad perfecta
Considera muy
legítima la preocupación por una mejor atención pastoral a esas poblaciones
indígenas; sin embargo, habla de la necesidad de “buscar una solución a la falta de
sacerdotes”.
Urosa se aferra a lo sostenido en el Instrumentum laboris: “afirma claramente la vigencia de la
disciplina del celibato sacerdotal como don para la iglesia”.
Argumenta que
los presbíteros de rito latino y muchos también de las Iglesias orientales,
“elegimos libremente consagrar nuestras vidas a Dios y a la Iglesia”.
“Para ello
renunciamos al matrimonio y nos comprometemos religiosamente con Dios a la
vivencia de la castidad perfecta. Algo que conviene perfectamente con la
naturaleza del sacerdocio, que es configuración a Cristo, sumo y eterno
sacerdote y buen pastor”.
Venezuela es un digno ejemplo
El cardenal Urosa
propone al Sínodo para la Amazonia una posible solución a la carencia de
sacerdotes que allí se discute. “Creo que la solución a la atención de las
comunidades está en que haya una mayor actividad evangelizadora y
santificadora, para fortalecer la vida de fe en esas comunidades cristianas sin
sacerdotes”, dice en el documento.
Sostiene que la
evangelización, junto con la pastoral juvenil y vocacional proporciona
resultados, a mediano y largo plazo. “Lo hemos visto en Venezuela”, acota el
Purpurado, colocando como ejemplo a varias iglesias particulares del país: “Diócesis
como Coro, Maracay, Maturín, Barcelona, Valencia, San Felipe, La Guaira, entre
otras, registran un aumento significativo de vocaciones sacerdotales en los
últimos 40 o 50 años”.
Finalmente, el
cardenal Jorge Urosa Savino pide a Dios “que el Espíritu Santo ilumine a todos
los participantes de esa magna asamblea”.
A continuación se anexa el texto
íntegro enviado por el Cardenal Urosa:
ANCIANOS CASADOS SACERDOTES. UNA SOLUCION IMPERFECTA Y PROBLEMATICA
Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas (Octubre 17, 2019)
1 Luego de dos intensas
semanas de oración y celebraciones litúrgicas, sesiones generales,
reuniones en círculos menores,
encuentros diversos y actividades paralelas, entra el Sínodo Panamazónico en su
recta final. Siguiendo su desarrollo me he animado a ofrecer un nuevo aporte,
con mi reiterada admiración por los misioneros amazónicos.
Justa
y acertada defensa firme de los pueblos amazónicos y la ecología integral
2 Muchos han sido los
temas tratados, con gran libertad y respeto, por los padres sinodales. Algunos
han dado sus testimonios de labores, dificultades y logros pastorales. Otros
han presentado aportes a los temas ecológicos y sociales. Siempre en la línea
del necesario y justo apoyo a la defensa de los derechos de los pueblos
amazónicos y de la ecología del territorio, han sido acogidos con beneplácito
por la solemne asamblea. La mayoría de los padres sinodales han tratado temas
estrictamente pastorales. Entre estos hay algunos de mayor interés. Uno de ellos,
aunque no el más importante, pero muy polémico
es el de los ancianos casados sacerdotes,
u ordenar sacerdotes a ancianos casados. A este tema voy a dedicar estas
reflexiones.
Una
observación importante: No toda la población amazónica es indígena
3 La ordenación
sacerdotal de ancianos casados es el tema de mayor impacto en los medios. Pero
antes de abordarlo quisiera recordar que en la Amazonia viven unos 34 millones de personas, de los cuales
solo unos tres millones son
indígenas, la mayoría no integrados a la vida social de sus países. Es decir:
la población indígena que sufre una pastoral
de visita y no de presencia no es la mayoría de la población amazónica, gran
parte de la cual ya son criollos y mestizos católicos o cristianos bautizados.
De manera que no se puede generalizar y presentar el problema de la ausencia
crónica de sacerdotes como de toda la Amazonia. Está focalizado
sobre todo en las comunidades indígenas. En ese territorio hay también ciudades
grandes y Diócesis y Arquidiócesis importantes, mejor atendidas pastoralmente que
las comunidades indígenas, esparcidas en grandes extensiones de tierra. Un
Sínodo centrado sólo en la población indígena olvidaría al resto de la
población amazónica. Algunos parecen entenderlo así, restrictivamente.
Solución:
¿ordenar sacerdotes a ancianos casados virtuosos?
4 Creo que es muy
legítima la preocupación por una mejor atención pastoral a esas poblaciones
indígenas. Y hay que buscar una solución a la falta de sacerdotes. Para ello el
Instrumentum Laboris ha presentado como posible solución la ordenación de otro
tipo de presbíteros: ancianos de probada virtud, casados, con su familia propia
que, viviendo en sus comunidades harían posible la celebración frecuente de la
Eucaristía. El texto afirma claramente la vigencia de la disciplina del
celibato sacerdotal como don para la iglesia. ¡Muy bien! En efecto: a imitación
de Cristo, célibe y esposo de la Iglesia, los presbíteros de rito latino y
muchos también de las Iglesias orientales, elegimos libremente consagrar nuestras
vidas a Dios y a la Iglesia. Para ello renunciamos al matrimonio y nos
comprometemos religiosamente con Dios a la vivencia de la castidad perfecta. Algo
que conviene perfectamente con la naturaleza del sacerdocio, que es
configuración a Cristo, sumo y eterno sacerdote y buen pastor.
5 Un detalle: El texto
no utiliza el término conocido y popular de “viri probati,” “varones de probada virtud”. Utiliza a la expresión
“personas ancianas”, y deja abierta
entonces la posibilidad de la ordenación sacerdotal de la mujer. No vamos a
considerar esta segunda posibilidad, ya
abiertamente descartada repetidas veces por San Paulo VI y San Juan Pablo
II y también recientemente por Papa Francisco. Escuchemos en directo a San Juan
Pablo II:
“Por tanto, con el fin de
alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma
constitución divina de la Iglesia, en
virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32),
declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la
ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado
como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. (S. Juan Pablo II, Carta Apostólica
Ordinatio Sacerdotalis, 4, 1994)
Algunos interrogantes
6 Nos limitaremos aquí
a reflexionar sobre la posibilidad de conferir el presbiterado a buenos
ancianos casados. Esta solución debe afrontar varios problemas o interrogantes.
Voy a mencionar algunos. Está claro que el tema de ordenar ancianos casados es
asunto de disciplina, de conveniencia religiosa y pastoral, y requiere sopesar
pros y contras. El celibato sacerdotal no es un dogma de fe. Sin duda se podría
ordenarlos. Pero habría que pensar qué tipo de sacerdotes serían. ¿Unos de
segunda clase? ¿Semejantes a los famosos “curas de misa y olla” del pasado? ¿Cuál
sería su formación específica, es decir, cómo se prepararían? Los diáconos
permanentes requieren una preparación seria, generalmente de al menos 4 años.
¿Y cuál sería su ministerio, simplemente celebrar los sacramentos? De quien
dependerían, es decir, ¿quién sería su inmediato superior? ¿No habría
conflictos entre estos sacerdotes
ancianos-solo-sacramentalizadores, y los párrocos o vicarios episcopales? ¿Cómo
sería su régimen económico o administrativo, es decir, quien los sostendría en
Diócesis o Vicariatos misioneros de suma pobreza?
7 Y luego: esa apertura
disciplinar: ¿estaría limitada sólo a la Amazonia? ¿No debilitaría el celibato
sacerdotal en el resto del mundo? Y muy importante: ¿Puede un sínodo regional
aprobar una norma que afecta a toda la Iglesia universal? Ya un importante
Padre sinodal indicó que para eso sería necesario estudiar el sacerdocio en
forma global, - no solamente el celibato – y en un sínodo general, no regional.
La
base del celibato sacerdotal: configuración a Cristo, sumo sacerdote y buen
pastor
8 Pero además, hay que
considerar la importancia y el valor del celibato sacerdotal cuando es vivido
auténticamente por los consagrados – religiosos- y los presbíteros de la
Iglesia latina. Se trata de una forma de entregar, de consagrar el corazón y
toda la vida a Dios, para dar testimonio de su grandeza, de qué Él es lo más
importante, de que su amor es lo máximo posible! ¡De que su amor nos hace
inmensamente felices!
9 Se trata también de
configurarnos a Cristo, buen pastor y sumo y eterno sacerdote, que se entregó a
su Padre celestial siendo célibe, para dar
vida divina al mundo (Jn 10,10), para ofrecer su existencia en sacrificio
de suave oblación al Padre por la salvación del mundo. El celibato es una
consagración total, que hace presente a Cristo en el mundo de hoy. El sacerdote
diocesano célibe, así como el religioso, da testimonio de que ama a Dios más
que a todas las cosas y de que se ha entregado a la Iglesia y a sus hermanos,
los seres humanos, para darles los dones divinos, para acercarlos a Dios, para
hacer presente a Cristo en medio de su pueblo.
La
experiencia venezolana: las vocaciones pueden aumentar. ¡De hecho han
aumentado!
10 Creo que la solución
a la atención de las comunidades está en que haya una mayor actividad
evangelizadora y santificadora, para fortalecer la vida de fe en esas
comunidades cristianas sin sacerdotes. La evangelización, junto con la pastoral
juvenil y vocacional dan resultados, a mediano y largo plazo. Lo hemos visto en
Venezuela. Diócesis como Coro, Maracay, Maturín, Barcelona, Valencia, San
Felipe, La Guaira, entre otras, registran un aumento significativo de
vocaciones sacerdotales en los últimos 40 o 50 años. No cabe duda de que la
labor de misioneros amazónicos ha sido y es magnífica, sacrificada, digna de
todo respeto, reconocimiento y alabanza. Pero a pesar de eso no hay vocaciones.
Por esto hay que estudiar con sinceridad y realismo por qué motivo la
predicación evangélica y el trabajo misionero no ha producido más frutos en las
comunidades indígenas, entre ellos vocaciones autóctonas al sacerdocio o a la
vida consagrada.
Una
solución imperfecta y problemática
11 Ahora bien: ¿ordenar
sacerdotes a unos buenos ancianos de función
solamente litúrgica dará el impulso necesario a la vida de la Iglesia? Pero
además, el tema de ancianos casados llamados al sacerdocio es demasiado
importante y grave para que un Sínodo regional lo resuelva para la Iglesia
universal.
12 ¿Por qué, entonces,
debilitar la disciplina y el valor del celibato sacerdotal con una solución imperfecta y problemática para
las poblaciones indígenas de la Amazonia y para la Iglesia universal? Repito,
hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación
de esos buenos ancianos casados. Y no resolvería los problemas de la
situación actual. Yo no la veo conveniente ni útil.
CONCLUSIÓN
13 Espero y pido a Dios
que el Espíritu Santo ilumine a todos los participantes de esa magna asamblea.
Pidamos a Dios que este Sínodo dé frutos positivos para una ecología integral.
Pero sobre todo, frutos para el fortalecimiento y revitalización de la Iglesia
en los países amazónicos, y para un mayor impulso a la labor misionera y
evangelizadora de su población, indígena, criolla y mestiza en ese inmenso
territorio. Y que nuestra madre amorosa María Santísima de Guadalupe, Reina de
América, interceda por nuestra Iglesia amazónica y universal. Amén.
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