Después de concluida la Asamblea Conjunta de Obispos y Laicos de Venezuela, realizada los días 8 y 9 de enero, en Caracas, se dio a conocer un comunicado con algunas de las conclusiones y compromisos
¡No
nos dejemos robar la esperanza!
Papa Francisco, EG 86
En ocasión de la Asamblea conjunta de
los obispos venezolanos y de laicos provenientes de la entera geografía
nacional, nos dirigimos a nuestros hermanos en la fe y a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, que a diario viven, luchan y trabajan por hacer una
patria mejor. Nuestra Asamblea, bajo el lema Iglesia en comunión hacia una
Venezuela más justa y creyente, tuvo por finalidad proponer y trabajar ideas
claves con miras a promover y reafirmar la presencia activa del laicado
venezolano para que, a ejemplo de los primeros cristianos, desde su coherencia
y unidad de vida, formen comunidades eclesiales vivas en los distintos
ambientes y contribuyan a la transformación socio-política del país.
Venezuela -tierra de gracia- vive una
gravísima crisis moral, social, política, económica y cultural. La sistemática
violación de los derechos humanos y de la Constitución, la progresiva
desinstitucionalización de todos los espacios del poder público, la
militarización de los ámbitos de participación ciudadana, la escasez, la
violencia, la inseguridad, el hambre, la enfermedad, la hiperinflación, la
desmejora de los servicios públicos, la baja calidad de la educación y los
ataques contra la familia y la vida, son sólo algunos de los gravísimos
problemas que azotan a todos y cada uno de los venezolanos. La Iglesia en
Venezuela -laicos, religiosos, sacerdotes y obispos- vive, sufre y comparte,
como todos los venezolanos, los estragos de la crisis. El hambre y la violencia
no tienen color. La causa principal de esta gravísima crisis es la decisión
oficial de imponer a los venezolanos un proyecto político-ideológico contrario
a la Constitución y moralmente inaceptable. Por eso, es urgente un cambio
político profundo, que haga posible una convivencia ciudadana solidaria donde
todos los venezolanos podamos convivir en una democracia basada en la verdad y
la libertad, en la justicia y la paz, en la reconciliación y la fraternidad.
Como cristianos católicos tenemos el
compromiso moral y cívico de participar activamente en la construcción de
nuestra sociedad y transformarla desde los valores del Evangelio. En este
sentido, colaborar con todos los hombres y mujeres de distintos credos y modos
de pensar, pero que coinciden en la búsqueda del bien común. Por tanto,
invitamos a cada uno, desde su quehacer cotidiano y donde quiera que se
encuentre, a levantar su voz y poner su esfuerzo en lograr la reconstrucción y
el progreso del país.
En medio de la crisis somos personas de
fe y esperanza. Estamos convencidos de las capacidades del ser humano para
superar las dificultades. Como hijos de Dios confiamos en el auxilio de la
providencia divina. Como católicos invocamos a nuestra patrona nacional, la
Virgen de Coromoto, para que nos cubra con su manto y nos acompañe en nuestro
compromiso por una mejor Venezuela.
Caracas
9 de enero de 2017
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