El relato de la vocación
de la joven religiosa Clare Crockett adquiere una nueva dimensión tras el
hallazgo de su cuerpo sin vida entre escombros en Ecuador
La
hermana Clare Crockett fue encontrada sin vida entre escombros junto a otras
cinco postulantes de las Siervas del Hogar de la Madre en Ecuador tras el
terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter que afectó el país el
pasado sábado.
Llevaba
15 años entregada a Dios. Entró a la congregación con 18 años y el
nombre como religiosa que eligió fue Clare María de la Trinidad y del Corazón
de María.
Su
comunidad la recuerda como una “hermana generosísima con un don de
simpatía muy especial y con un carisma único para tratar con niños y jóvenes”.
Ella
misma fue la encargada de escribir el siguiente resumen de su vocación:
“Nací
en una familia católica. Soy de una pequeña parcela del mundo que se
llama Derry, en el norte de Irlanda. Cuando yo era pequeña, era un sitio donde
los términos “católico” y “protestante” eran solamente políticos. Nacer en una
familia católica no significaba necesariamente que ibas a Misa o tenías una
formación en la fe católica. Los católicos, que querían una Irlanda unida,
mataban a los protestantes y los protestantes, que no querían una Irlanda
unida, mataban a los católicos. Para mí, eso es lo que significaba ser
católica. Dios no tenía ningún papel en mi vida. En una sociedad donde
prevalecía el odio, no había sitio para Dios.
Desde
que era pequeña, quería ser actriz. Hacia los 15 años entré en una
compañía de teatro y tenía un “manager”. Presentaba algunos programas de
televisión, escribía teatros, hacía muchas actuaciones, ganaba premios y a los
dieciocho años hice un pequeño papel en una película.
Me
gustaba la fiesta. Desde los dieciséis o diecisiete años mis fines de semana
consistían en emborracharme con mis amigos. Gastaba todo mi dinero en alcohol y
cigarrillos. Un día, una de mis amigas me llamó: “Clare, -me dijo- ¿quieres
ir a España gratis?“. “¡Un viaje gratis a España!” -pensé-, diez días de
fiesta en España con sol. ¡Por supuesto que quería ir! Me dijo que todos los que
iban se reunirían en una casa la semana siguiente.
Llegó
el día y fui a la casa donde iban a estar mis amigos y entré en una habitación
con gente de 40 y 50 años, todos con rosarios en las manos.
“¿Van
a España?” -les pregunté-, casi con miedo de oír la respuesta que iban a dar
con todo entusiasmo tres segundos después: "Sí, vamos a la peregrinación".
Sí,
queridos amigos, íbamos de peregrinación durante diez días. Intenté escaparme,
pero mi nombre ya estaba en el billete y no hubo más remedio, tuve que ir. Ahora
veo que fue la manera que usó la Virgen para traerme a casa, a su hogar, al de
su Hijo.
La
peregrinación fue durante la Semana Santa en un monasterio del siglo XVI. No
era, ciertamente, lo que yo había imaginado cuando pensé en ir a España. Este encuentro
de Semana Santa era con un grupo que se llamaba Hogar de la Madre y yo no
quería estar allí.
Sin
embargo, fue durante esta peregrinación cuando el Señor me dio la gracia de ver
cómo Él había muerto por mí en la cruz. Después de recibir esta gracia, sabía
que tenía que cambiar: “Si Él ha hecho esto por mí, ¿qué voy a hacer yo por
Él?”.
Es
tan fácil durante un retiro o cuando “sientes” el amor de Dios decirle: “Haré
todo lo que me pidas”… Pero cuando “bajas del monte” no es tan fácil.
Las
hermanas me invitaron a ir con ellas y otras chicas de peregrinación a Italia
unos meses después.
Me
fui, y a pesar de la actitud superficial durante la peregrinación, el Señor me
habló muy claro. Quería que yo viviese en pobreza, castidad y obediencia como
las hermanas.
Automáticamente
le dije que me era imposible. “¡No puedo ser monja!”, dije,
“No puedo dejar de beber, de fumar, de salir de fiesta, mi carrera, mi
familia.”
Si
Jesús nos pide que hagamos algo siempre nos da la fuerza y la gracia para
hacerlo. Sin
su ayuda nunca podría haber hecho lo que tuve que hacer para responder a su
llamada y seguirle.
Después
de saber que me llamaba, el Señor me dio otra gracia cuando estaba
grabando la película en Inglaterra. Yo veía que aunque parecía que tenía todo,
en realidad no tenía nada.
Me
sentaba en la cama de la habitación del hotel y sentía un gran vacío. Estaba
consiguiendo todo lo que siempre había deseado y no era feliz. Sabía que
solamente haciendo lo que Dios quería para mí sería realmente feliz.
El
Señor me mostró cuánto hería a su Sagrado Corazón mi estilo de vida alocado. Sabía
que tenía que dejar todo y seguirle. Sabía con gran claridad que me pedía
confiar en Él, poner mi vida en sus manos y tener fe.
Ahora
estoy felizmente consagrada en las Siervas del Hogar de la Madre.
Nunca
me deja de impresionar cómo el Señor trabaja en las almas, cómo puede
transformar totalmente la vida de uno y conquistar su corazón. Agradezco
al Señor la paciencia que ha tenido y que sigue teniendo conmigo.
No
le pregunto por qué me ha elegido, simplemente acepto el que lo haya hecho. Dependo
completamente de Él y de la Virgen María y les pido que me den la gracia de ser
lo que quieren que sea”.
NOTA: El video con el testimonio de la
religiosa se puede ver Aquí.
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