La
asociación civil “Trabajo y Persona” junto a varias diócesis venezolanas,
motiva el emprendimiento de mujeres vulnerables a través del proyecto
“Gastronomía 360”, en el que se forma Lizmar Marcano
Ramón Antonio Pérez // Aleteia
Venezuela
Lizmar Marcano es una madre tenaz, creadora de la Fundación Niño Lobo en Venezuela. Y cuando se dice “tenaz” es porque no se rinde ante las dificultades. Su primer hijo falleció a los 45 días de nacido, pero ella insistió en tener una familia y volvió a quedar embarazada. Solo le pedía a Dios que su hijo naciera vivo.
El 15 de diciembre de 2012, mediante
una cesárea, nació Christopher Chiu Marcano. Los médicos no dejaron de sorprenderse
al ver que el recién nacido estaba cubierto de vellos, algo “poco frecuente” en
el mundo y primer caso documentado en Venezuela.
Los científicos conocen esta condición como Síndrome de Ambras y la catalogan de “enfermedad rara” aunque todavía no existe una sola definición. También la llaman “hipertricosis lanuginosa congénita”, “hipertricosis universal congénita” e “hipertricosis universal”, pero es más conocida mundialmente como “Síndrome del hombre lobo”.
Christopher junto a sus padres Lizmar Marcano y Lincoln Chiu (esposos) y Claudia su hermana menor - Foto de Instagran Fundación Niño Lobo |
Desde el nacimiento de Christopher, Lizmar afianzó su fe en Dios y su capacidad de emprender. Solo así podría fortalecer su vida y entender qué estaba pasando con su hijo. Siempre buscó la manera de conocer más sobre esto para salir adelante.
Adicional a la creación de la Fundación Niño Lobo (2015), en medio del Covid 19, buscó a través de la cocina dar respuestas a las necesidades alimenticias de Christopher y Claudia su hija de siete años. Comenzó con dulces de fresas y luego aprendió hacer postres más complejos. Emprendió así Casa Mar Delicatessen, pero quiere avanzar mucho más.
Tartaleta de mandarina “poco
frecuente”
Lizmar forma parte de un grupo de 29
mujeres que integran el programa “Emprendedoras Gastronómicas 360”,
motorizado por la Asociación Civil Trabajo y Persona y la Diócesis de Guarenas.
Con las mismas ganas de aprender y luchar por su familia, el 27 de febrero
pasado, presentó ante un jurado calificador e invitados –ente ellos Aleteia-
su propuesta gastronómica “Tartaleta de mandarina poco frecuente”.
El postre resume dos grandes instantes
de su vida: primero, la pasión por la pastelería que nació en tiempos de
pandemia, junto al grupo de mujeres resilientes que disfrutan aprendiendo y
llevando a sus comensales ricos postres y variadas comidas.
Segundo, rendir honor a Christopher,
una causa que la mueve y por la que desea seguir hablando a todo el mundo para
crear conciencia y dar a conocer las “enfermedades poco frecuentes” en
Venezuela a través de la Fundación Niño Lobo.
“Las mujeres no nos rendimos ante las dificultades, somos resilientes, nos adaptamos para salir adelante y vencemos; más, cuando somos madres. Somos incansables y buscamos siempre apoyar y darles calidad de vida a nuestros hijos. Es un don que tenemos, lo desarrollamos y nuestros hijos nos dan las fuerzas para seguir adelante”.
"El apoyo de la iglesia es fabuloso"
De igual manera, habló del apoyo que recibió de la iglesia católica.
Ha sido fabuloso y nos llena todavía más, porque sabemos lo grandioso de su trabajo, el apoyo y aporte que nos dan sobre todo en el tema educativo y el enlace con los niños.
Lizmar comentó que junto a las “Emprendedoras
Gastronómicas 360 Guarenas”, participan en la elaboración de más de 200
almuerzos en un colegio parroquial de esta ciudad. “Fuimos las pioneras
en retomar esa actividad después de la pandemia. Allí se les da la alimentación
a más de doscientos niños de bajos recursos”, agregó.
La tartaleta de mandarina “poco
frecuente” y otros dulces
Lizmar explicó que su tartaleta de
mandarina “consta de una galleta realizada con masa quebrada, rellena de
crema de mandarina y cake de chocolate húmedo, acompañado de mermelada y un
suave y brillante merengue italiano”.
Además de Lizmar, otras seis mujeres
contaron sus historias y presentaron sus propuestas gastronómicas. Albis Gomes
distribuyó una “Torta húmeda de Chocolate” bañada en almíbar de ponsigué o
manzanita de India. “Tengo tres años en mi emprendimiento pero vi la
oportunidad de aprender y crecer mucho más”, explicó.
Ese primer grupo lo completan
Adriana Aguirre y su “Pan de leche con crema de mandarina”; Osiris
Tineo, con un “Pollo Thai”; Mariana Stiz y sus “Ponquecitos de arroz
rellenos de coco con almíbar de parchita”; Gabriela Calvo, “Bizcocho de
mango”; y Silinia Rangel, con los “Roles de chocolate y sirope de
parchita”.
Trabajo y Persona se vincula con la
iglesia
Alejandro Marius, presidente de la Asociación Civil Trabajo y Persona, explicó para Aleteia que la organización nació en el año 2009, y tiene como misión promover el valor del trabajo y la dignidad del ser humano, en toda Venezuela.
Lo hacemos con programas de capacitación en oficios y emprendimiento, en el que se busca que cada persona sea responsable de su propia vida y colabore en el bien común.
Comentó que el propósito es formar
mujeres en condición de vulnerabilidad en el área de la gastronomía. “Para ello
mantenemos alianza fundamentales con la iglesia en tres ciudades, específicamente
en la Arquidiócesis de Caracas, y las diócesis de Guarenas, Maturín. Pero
también con la Cámara de Comercio Venezolano Italiana (CAVENIT)”.
Este es un programa concebido para dar la oportunidad a mujeres de capacitarse como emprendedoras en el área de la gastronomía y que puedan transformar su vida a través del trabajo. Además, de colaborar como voluntarias en comedores comunitarios para niños en riesgo de desnutrición que gestionan aliados locales; por ejemplo, en el colegio parroquial Jesús María Marrero en Guarenas.
Por su parte, monseñor Tulio
Ramírez, presente en la demostración junto a su vicario diocesano, padre José
Antonio Barrera Ruiz, expuso que la Diócesis de Guarenas como las demás
iglesias particulares del país, aprecia el esfuerzo de Trabajo y persona.
“Valoramos, además, el esfuerzo de estas mujeres no solo en su formación y puesta en práctica de los exquisitos platillo que preparan, sino también en el valor como personas humanas que experimentan su laboriosidad y la historia de vida de cada una de ellas”.
Como iglesia católica” -el prelado venezolano se comprometió- “a seguir acompañando estas expresiones de laboriosidad, empeño y de trabajo porque la iglesia siempre ha estado en favor del trabajo y de la persona humana.
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