La
disculpa de un boxeador venezolano, refugiado y sin bandera, llamó la atención
en Tokio 2021. Ante el rechazo de Trinidad y Tobago que no lo quiere recibir de
vuelta a su territorio, ACNUR tramita un tercer país para el héroe que huyó en
el año 2018 del régimen de Maduro
Ramón Antonio Pérez // Aleteia Venezuela
Publicado el
02/08/21
Participar en los
juegos olímpicos es el sueño de todo deportista. Alcanzar las medallas y subir
al pódium es el reto de los más preparados. Pero lograr la presea dorada es lo
máximo porque serán considerados los mejores en su especialidad deportiva.
Generalmente, detrás
de cada atleta triunfador siempre hay grandes historias y enseñanzas. Se
convierten en el foco de los medios y la vida les sonríe un poco más.
Eldric Samuel Sella
Rodríguez, de 24 años de edad, un boxeador de Venezuela, esta vez no fue el
triunfador. Sin embargo, está convencido de que siempre habrá una forma de
hacer realidad esos sueños. Su breve paso por las olimpiadas de Tokio 2021, dejó
una gran enseñanza de humildad, perseverancia y de que los sueños se pueden
alcanzar.
“Se preparó
con plena dedicación y compromiso para cumplir su sueño: participar en los
Juegos Olímpicos”, dice el portal del Comité Olímpico Internacional
(COI). Siendo refugiado en la isla de Trinidad y Tobago, en el 2020 fue
seleccionado para los Juegos Olímpicos de Tokio. Se convirtió así en el primer
latinoamericano que formó parte del Equipo Olímpico de Refugiados. El primero de
este tipo participó en Río 2016.
Eldric junto a
29 deportistas de varios países, se convirtió en símbolo de esperanza para los
refugiados de todo el mundo. El equipo recibió a los atletas que abandonaron
sus países de origen por motivos de guerras o crisis políticas, sociales y
humanitarias. De hecho, Venezuela tiene una cifra cercana a los seis millones
de desplazados forzados.
Enseñanza de humildad
No era mucho lo
que se sabía de Eldric Sella Rodríguez. En la villa panamericana de Tokio las
luminarias de los juegos eran otros afamados deportistas: la gimnasta Simone
Biles (EE.UU.); el nadador Caeleb Dressel (EE.UU.); la tenista Naomi Osaka
(Japón); el luchador Mijaín López (Cuba); el maratonista Eliud Kipchoge
(Kenia); y las atletas Shelly-Ann Fraser-Pryce (Jamaica) y Yulimar Rojas
(Venezuela), entre otros.
Todos con
grandes historias de vida y cualidades físicas. Además, gozan del apoyo, la representación y la bandera de un país. Al
contrario, Sella llegó a Tokio sin visibilidad mediática y sin la bandera de su
país natal. Los cinco anillos olímpicos lo cobijaron.
El lunes 26 de
julio, el árbitro detuvo la pelea tras solo 67 segundos de combate, perdiendo
por nocaut técnico. Contradictoriamente, desde ese momento, Eldric Sella encendió
su estrella en el firmamento de los hombres libres y humildes. Una estrella que
brillaba hace mucho tiempo, según se lee en sus redes sociales y en su blog.
“Represento a todos (los venezolanos) y me siento mal por no haber cumplido con ello, y conmigo mismo”, expresó Sella a una agencia de noticias, conteniendo las lágrimas. Luego, la periodista Andreina Solórzano, le pidió “una palabra” para su país. Él solo dijo: “Disculpa”. Una disculpa que inmortalizó la participación de Sella en Tokio.
Trinidad y Tobago no lo acepta de regreso
La actitud
permitió conocer que el joven boxeador es de la popular urbanización “23 de
enero” de Caracas. Sobre él recaía las esperanzas de un país saturado por la crisis
social, política y económica. Con 18 años pasó a formar parte de la selección
nacional.
En el año 2018 pidió asilo en Trinidad y Tobago. Allí trabajó en diversas labores, y junto a su padre y entrenador -Edwar Sella- que llegó a principios de 2020, no dejó el sueño de participar en las olimpiadas.
“No pasaba un día en el que no pensara en ir
a los Juegos Olímpicos, en el que no pensara en el boxeo”, dice al canal
oficial de los juegos.
“Cuando estaba mezclando cemento,
pensaba cómo me ayudaría en mi carrera de boxeador. Cuando estaba cortando
césped, pensaba cómo me ayudaría en mi carrera de boxeador. Cuando estaba
pintando una casa, o lo que estuviera haciendo, siempre tenía claro lo que
quería hacer”,
citan los medios.
Una vez
concretada su participación olímpica, las leyes de Trinidad y Tobago, le impiden
que regrese a esta isla. Su pasaporte está vencido. Para participar en los
juegos de Tokio recibió una visa para viajar por Estados Unidos. ACNUR tiene su
caso y actualmente busca un tercer país que le reciba ya que no desea volver a
Venezuela.
Eldric: “Siempre habrá una forma de hacer tus sueños
realidad”
En su blog personal, Eldric Sella deja
asentado que está hecho para grandes enseñanzas. Su lección de humildad luego
de perder el combate olímpico, así lo reafirma:
“En el boxeo como en la vida todo es
impermanente, puedes ir ganando una pelea y un golpe puede cambiarlo todo. Ser
humilde es importante cuando se está abajo y más aún cuando se está arriba,
porque nunca sabes cuándo volverás a caer”.
De momento no
se pudo llevar ni una sola medalla de los juegos olímpicos, pero la más alta
presea, la de la humildad, nadie se la podrá arrebatar. Así lo dijo a una
periodista de la BBC Mundo: “¿Que cómo me siento al ser un atleta
olímpico? No lo sé aún (…) pero me verás en las siguientes Olimpiadas, allí
responderé mejor a tu pregunta”.
La noche de ese mismo lunes, la jefa de la oficina de la ACNUR en Trinidad y Tobago, Miriam Aertker, elogió al venezolano: “¡Incluso sin una medalla, sigue siendo un campeón!”. Un campeón de la humildad, de la constancia y de la búsqueda de un sueño.
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