Con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo prevista el 11 de febrero, el
Arzobispo de Caracas llamó “a quienes
trabajan en el campo de la salud a realizar con gran amor y dedicación su
hermosa labor”
Ramón
Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas, 06 de febrero de 2015. “Quiero
invitarlos a motivar y sensibilizar a los fieles de sus comunidades, sobre la atención
de los enfermos, en un momento de sufrimiento y desvalimiento de la vida, que
requiere acompañamiento personal y fraterno, y aliento espiritual con la
oración”.
Son palabras
del Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino, quien ha refrendado una
circular dirigida a los sacerdotes y diáconos, así como a los miembros de
Institutos de vida consagrada, especialmente párrocos, vicarias religiosas y
directores de escuelas católicas, con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo,
convocada por el Papa Francisco para este 11 de febrero.
El Papa
Francisco nos invita a recordar una vez más “la absoluta prioridad de la
salida de sí hacia el otro” como uno de los dos mandamientos principales que fundan toda la
norma moral, dijo Urosa, citando la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. De
igual manera indica, que de la misma naturaleza misionera de la Iglesia “brotan
la caridad efectiva con el prójimo, la
compasión que comprende, asiste y promueve”.
Entre las
iniciativas a cumplir con motivo de esta Jornada Mundial, la Iglesia en Caracas
realizará en las diversas comunidades y unidades pastorales una
novena de oración.
El Cardenal
Urosa ha propuesto “convocar un encuentro de oración por y para los enfermos,
celebrar la Santa Misa por salud de los enfermos, presentar una catequesis
sobre el sacramento de la unción de los enfermos y la importancia del
servicio de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión en la atención
a los enfermos”.
Otros
eventos a favor de las personas enfermas serían: “motivar y sensibilizar a los
grupos de apostolado parroquiales, vicariales o escolares para que oren e incluso visiten a los
enfermos en algún centro de salud”.
El
Arzobispo explicó que la celebración central de la Jornada podría trasladarse
al sábado 14 o domingo 15 de febrero, para favorecer la participación de los fieles en
un horario adecuado. “Muy importante es que motivemos a todos los
fieles al mayor afecto y atención a los enfermos, y estimulemos a quienes
trabajan en el campo de la salud a realizar con gran amor y dedicación su hermosa
labor”, acotó.
A
continuación, se presenta el mensaje que el Santo padre emitió para la Jornada
Mundial del Enfermo del año 2015, y cuya cita del lema está tomada del libro de
Job: “Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies” (Jb 29,15):
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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON OCASIÓN DE LA XXIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2015
CON OCASIÓN DE LA XXIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2015
Sapientia cordis.
«Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (Jb 29,15)
«Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (Jb 29,15)
Queridos hermanos y
hermanas:
Con
ocasión de la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por san Juan Pablo
II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes
modos estáis unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también a
vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.
El
tema de este año nos invita a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo
los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15). Quisiera hacerlo en la
perspectiva de la sapientia
cordis, la sabiduría del corazón.
1.
Esta sabiduría no es un conocimiento teórico, abstracto, fruto de
razonamientos. Antes bien, como la describe Santiago en su Carta, es «pura,
además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos,
imparcial, sin hipocresía» (3,17). Por tanto, es una actitud infundida por el Espíritu
Santo en la mente y en el
corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en
ellos la imagen de Dios. De manera que, hagamos nuestra la invocación del
Salmo: «¡A contar nuestros días enséñanos / para que entre la sabiduría en
nuestro corazón!» (Sal 90,12).
En esta sapientia cordis,
que es don de Dios, podemos resumir los frutos de la Jornada Mundial del
Enfermo.
2. Sabiduría del corazón es servir al
hermano. En el discurso de Job que contiene las palabras «Era yo los ojos
del ciego y del cojo los pies», se pone en evidencia la dimensión de servicio a
los necesitados de parte de este hombre justo, que goza de cierta autoridad y
tiene un puesto de relieve entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se
manifiesta en el servicio al pobre que pide ayuda, así como también en el
ocuparse del huérfano y de la viuda (vv.12-13).
Cuántos
cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida
radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies».
Personas que están junto a los enfermos que tienen necesidad de una
asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse, para
alimentarse. Este servicio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se
puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días,
pero es difícil cuidar de una persona durante meses o incluso durante años,
incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer. Y, sin embargo, ¡qué gran
camino de santificación es éste! En esos momentos se puede contar de modo
particular con la cercanía del Señor, y se es también un apoyo especial para la
misión de la Iglesia.
3. Sabiduría del corazón es estar con
el hermano. El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es
alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido
para ser servido, sino para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28). Jesús mismo ha dicho: «Yo
estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).
Pidamos
con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor
del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a
estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro
afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se
esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida»,
para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no
serían dignas de ser vividas.
4. Sabiduría del corazón es salir de
sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del
tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la
prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión
de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás
de esta actitud hay frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra
del Señor, que dice: «A mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Por
esto, quisiera recordar una vez más «la absoluta prioridad de la “salida de sí
hacia el otro” como uno de los mandamientos principales que fundan toda norma
moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento
espiritual como respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios»
(Exhort. ap. Evangelii gaudium, 179). De la misma
naturaleza misionera de la Iglesia brotan «la caridad efectiva con el prójimo,
la compasión que comprende, asiste y promueve» (ibíd.).
5. Sabiduría del corazón es ser
solidarios con el hermano sin juzgarlo. La caridad tiene necesidad de
tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo para visitarles. Tiempo para
estar junto a ellos, como hicieron los amigos de Job: «Luego se sentaron en el
suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una
palabra, porque veían que el dolor era muy grande» (Jb2,13). Pero los
amigos de Job escondían dentro de sí un juicio negativo sobre él: pensaban que
su desventura era el castigo de Dios por una culpa suya. La caridad verdadera,
en cambio, es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es
libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se
complace del bien hecho.
La
experiencia de Job encuentra su respuesta auténtica sólo en la Cruz de Jesús,
acto supremo de solidaridad de Dios con nosotros, totalmente gratuito,
totalmente misericordioso. Y esta respuesta de amor al drama del dolor humano,
especialmente del dolor inocente, permanece para siempre impregnada en el
cuerpo de Cristo resucitado, en sus llagas gloriosas, que son escándalo para la
fe pero también son verificación de la fe (Cf. Homilía con ocasión de la canonización de Juan XXIII y
Juan Pablo II, 27 de abril de 2014).
También
cuando la enfermedad, la soledad y la incapacidad predominan sobre nuestra vida
de donación, la experiencia del dolor puede ser lugar privilegiado de la
transmisión de la gracia y fuente para lograr y reforzar la sapientia cordis. Se comprende
así cómo Job, al final de su experiencia, dirigiéndose a Dios puede afirmar:
«Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42,5). De igual
modo, las personas sumidas en el misterio del sufrimiento y del dolor, acogido
en la fe, pueden volverse testigos vivientes de una fe que permite habitar el
mismo sufrimiento, aunque con su inteligencia el hombre no sea capaz de
comprenderlo hasta el fondo.
6.
Confío esta Jornada Mundial del Enfermo a la protección materna de María, que
ha acogido en su seno y ha generado la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro
Señor.
Oh
María, Sede de la Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los
enfermos y los que se ocupan de ellos. Haz que en el servicio al prójimo que
sufre y a través de la misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer
crecer en nosotros la verdadera sabiduría del corazón.
Acompaño
esta súplica por todos vosotros con la Bendición Apostólica.
Vaticano, 30 de diciembre de 2014
Memorial de San Francisco
Javier
FRANCISCO
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