Interesantes contenidos para el cambio personal de cara al Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, tuvieron las eucaristías de este 28 de febrero, en la Catedral de Caracas
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic
Caracas, 29 de febrero de 2016.-
Primero fueron las enseñanzas de monseñor Adán Ramírez Ortiz, Deán de la
Catedral Metropolitana de Caracas, quien presidió la misa en la Iglesia Madre, a
las nueve de la mañana; luego, a las once y media, se llevó a cabo la
celebración del Jubileo de la Misericordia para las secretarias, sacristanes y
agentes de pastoral de la arquidiócesis, presidida por el obispo auxiliar,
monseñor Jesús González de Zárate.
“Nuestra
sociedad no puede seguir indiferente ante los frutos malos, tenemos que cambiar”,
dijo monseñor Adán Ramírez durante su homilía.
“No podemos seguir confundiendo
la libertad con el libertinaje. No podemos seguir llamando tolerancia a la
indiferencia ante cualquier comportamiento, no podemos seguir pensando
que somos mejores cuando cada uno hace lo que le da la gana, sin preocuparse
por los derechos de los demás”.
Indicó
que la conversión no es sólo un buen deseo, como quien se da cuenta de que debe
mejorar y suspira deseando ese cambio. “El cambio tiene que comenzar por la
familia”, expresaba en su mensaje que también fue colgado posteriormente
en las Redes
Sociales, pidiendo, además, vivir la libertad con responsabilidad.
“El
cambio comienza cuando en la familia se enseña que tolerar es respetar, sin
dejar de llamar a las cosas por su nombre, que el mal es mal y el bien es bien.
El cambio empieza cuando la familia enseña que a cada derecho, le corresponde
antes una obligación. La familia, que debe ser responsable de la
educación de sus hijos, para que la sociedad se desarrolle a la medida de la
dignidad del ser humano”, enseñó.
Explicó
que Dios no pide caminar en el vacío, “sino que nos deja un claro marco de
referencia para que sepamos hacia dónde ir”. Por eso, “para el cristiano,
convertirse no es simplemente cambiar de vida, convertirse es vivir en la
orientación hacia Dios”.
¿Cómo es la Conversión?
Para el Deán de la Catedral de Caracas la conversión tiene que realizarse en
las obras, en la verdad de la vida.
“De otro modo es una conversión falsa que,
tarde o temprano, acaba por mostrar su lado de fracaso”. “Es lo que el
evangelio de este domingo nos enseña con la parábola de la higuera”.
Sostuvo
que la higuera y el olivo son los árboles más comunes en Israel. “Entre los
judíos era costumbre que las higueras se plantasen en los viñedos, para
aprovechar mejor el terreno. La higuera era el símbolo de la comunidad de
Israel que Dios había plantado en su mejor terreno, en su viñedo favorito. Por
eso la higuera estaba llamada a la corresponsabilidad, es decir a dar fruto”,
dijo durante su reflexión dominical.
Dialogo entre justicia y misericordia.-
El sacerdote explica en clave de dialogo las enseñanzas que se generan en la lectura del día. “En
torno a la imagen de la Higuera presenciamos hoy un diálogo entre la justicia y
la misericordia divinas”, expresó.
Primero Habla la Justicia:
“Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo
encuentro. Córtala. Habla la justicia”. Si, después de plantarnos en la tierra
santa de la Iglesia y regarnos con la sangre de su Hijo, nuestra insistencia en
el pecado ha impedido que demos fruto, merecemos la muerte eterna. ¿Quién podrá
recurrir esa sentencia?
Después Habla la Misericordia:
“Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a
ver si da fruto. Habla la misericordia divina desde la Cruz, y su eco resuena
en todos los confesonarios: Dios nos ha concedido un tiempo de misericordia.
Los brazos de Cristo están abiertos para que todo pecador arrepentido pueda
obtener la salvación. ¿Aprovecharemos esta oportunidad? Si no, la cortas. Como
reflexión dejó la siguiente expresión a la asamblea: “Si no la aprovechamos, el
tiempo de misericordia concluirá para dar paso al día de la justicia, cuando
nos llame el Señor a su presencia”.
Monseñor
Ramírez Ortíz, indicó que Dios aplica la justicia, pero no lo hace sin utilizar
la misericordia, de allí que precisa algunas características.
En
primer lugar indica que “La justicia de Dios nos permite descubrir las cosas
que no están bien”. Como segundo elemento, añade: “La misericordia de Dios nos
permite superar las cosas que no están bien. Y en tercer lugar destaca que
la “justicia de Dios nos muestra que hay
que dar fruto para no ser destruidos”.
Como
cuarto aspecto acota que “la misericordia de Dios nos defiende, nos limpia, nos
purifica, nos fortalece, para que podamos dar ese fruto”. Y finaliza un quinto
aspecto: “La justicia y la misericordia nos muestran el verdadero rostro de
Dios. El rostro que se manifiesta en la primera lectura, cuando se le revela a
Moisés el nombre de Dios. Dios dice que YO SOY EL QUE SOY”.
Monseñor
González de Zárate: “Ustedes son el rostro de la Iglesia”
A
las once y treinta de la mañana, comenzó la misa convocada como parte del Gran
Jubileo de la Misericordia, y que en esta fecha fue destinada a las
secretarias, secretarios, sacristanes, trabajadores, personal administrativo y en
general, a todos agentes de pastoral de la curia arzobispal caraqueña, para
compartir y estar en sintonía con el jubileo de la Iglesia Universal.
La
ceremonia comenzó con una procesión que partió desde la capilla “San Pedro”, la
primera a mano derecha de la Catedral Metropolitana.
Una
vez atravesada la Puerta Santa, el obispo auxiliar de Caracas y actual
Gobernador Eclesiástico de Caracas, monseñor Jesús González de Zárate, presidio
la eucaristía en compañía del también obispo auxiliar monseñor José Trinidad
Fernández, presidente de la comisión jubilar del Año de la Misericordia; y de
monseñor Nicolás Bermúdez Villamizar, obispo emérito.
La
ceremonia tuvo la sencillez propia de la época de Cuaresma. No obstante, la
idea principal en la homilía de Gonzáles de Zárate estuvo centrada en agradecer
y motivar a los representantes de las 118 parroquias que conforman la iglesia
arquidiocesana. Aprovechó de ratificar el agradecimiento en nombre del cardenal
Jorge Urosa Savino que, para la fecha, “se encuentra realizando importantes
trabajos en El Vaticano”, según dijo.
“El
trabajo que ustedes realizan, es importante. Es sencillo, y tal vez, sin mucha
resonancia para la calle, pero es de gran importancia”, indicaba desde el
centro del principal templo de Caracas.
“Ustedes
son el rostro de la Iglesia. Son la cara visible de la Iglesia en nuestra
ciudad, y ello nos obliga en este Año de la Misericordia, a que ese rostro sea
misericordioso para todos lo que se acerquen en la búsqueda de un servicio o de
una ayuda a nuestras iglesias, oficinas y demás áreas pastorales”, añadió.
Cabe
indicar que muchos de los asistentes tuvieron la oportunidad de lucrar la
indulgencia prevista para este Año de la Misericordia luego de cumplir los
requisitos: la “peregrinación, es decir, el traslado de los peregrinos desde su
sitio de origen hasta la catedral; atravesar la Puerta Santa; rezar
públicamente el Credo, lo cual se hace en la santa Misa; practicar los
sacramentos de la penitencia (confesar sus pecados) y comulgar”; y orar por el
Santo Padre.
Tras
culminar la misa, los Obispos Auxiliares y el Deán metropolitano, se
dispusieron a saludar uno a uno a los fieles asistentes a esta celebración de
jubileo.
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