Mariela Astudillo, tras la
suspensión de clases por el Covid-19 en Venezuela, se sumergió en la oración y
pudo discernir el llamado de Dios. “Ese encuentro tan personal te hace cambiar
de vida”, explicó
Publicado el 09/12/21
Esta forma de entrega a Dios existe
desde los primeros tiempos del cristianismo, y no fueron pocas las vírgenes
mártires que entregaron su vida por la fe: entre otras Águeda de Catania, Lucía
de Siracusa, Inés y Cecilia de Roma, Tecla de Iconio, Apolonia de Alejandría,
Restituta de Cartago, Justa y Rufina de Sevilla.
Con el tiempo esta forma de vida
consagrada desapareció, pero bajo impulso de la renovación eclesial inspirado
por el Concilio Vaticano II, resurge con fuerza. Tanto, que desde el 8 de junio
de 2018, el papa Francisco aprobó la Instrucción Ecclesiae Sponsae Imago para establecer los lineamientos de
la Orden de las Vírgenes Consagradas.
Entre las características resalta
que las aspirantes deben ser admitidas por el obispo diocesano, pertenecer a la
Orden de las Vírgenes y conservar la condición seglar.
Actualmente en el mundo existen unas
5000 vírgenes consagradas, de estas, 27 viven en Venezuela. La más
reciente, Sor Isabel Campo Toussent, fue consagrada el 16 de octubre de 2021
por monseñor Helizandro Terán en la Diócesis de Ciudad Guayana.
Pero antes que ella, en esta
diócesis de Venezuela, Mariela Lucía Astudillo Moreno, una profesora de
bachillerato que nació el 29 de septiembre de 1975, se consagró como esposa de
Dios. La suspensión de clases en el año 2019 por motivos de la pandemia, la
llevó a centrarse más en la oración y discernir lo que Dios le estaba pidiendo.
Mariela fue “llamada” durante la
pandemia
Mariela describe para Aleteia la
experiencia del viernes 13 de marzo de 2019, cuando le avisan la suspensión de
las clases por causa de la pandemia. Para ella fue un detonante ver luego los
pasillos del colegio vacíos “sin los gritos, las sonrisas, los saludos, abrazos
de los alumnos, sin verlos correr”. Apenas se despidió de algunos de sus
alumnos.
“¿Qué pasó?”, se preguntaba. “En
segundos te cambió la vida, solo segundos. Ayer estabas en el aula de clases y
ahora no lo estas. Aquí es donde la fe y esperanza se miden; aquí es donde
el verdadero cristiano se prueba”, razona en su testimonio.
“Estando en casa me dediqué más a
la oración y en unos de esos encuentros sentí una fuerte presión en mi
pecho y muchas ganas de llorar... escuché una voz: Esposa mía qué esperas.
Le respondí: “sabes que siempre he querido, pero este sí es el definitivo”.
Ya no existían más dudas, pues desde
niña acarició la idea de entregarse a la vida religiosa, pero eso no era lo que
buscaba. “Este es un sí que cambiaba mi vida”, relató en su
testimonio. Y como María ante el Ángel Gabriel, dijo las palabras de
aceptación: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”,
cita de Lucas 1,38.
Luego de esta experiencia Mariela
Lucía habló con su guía espiritual y con monseñor Helizandro Terán. Eran los
pasos que debía cumplir para completar la decisión.
“Ambos me ayudaron y acompañaron en
mi proceso de consagración. Conocí el orden de las vírgenes consagradas a
través de Ecclesiae Sponsae Imago y eso es lo que siempre había
querido, ser esposa de Cristo, estar en el mundo sin ser del mundo, dando
testimonio de su amor, misericordia y siendo la luz de Cristo para los demás”.
Expresó que en el 5 de julio de 2020 fue admitida en la Orden de Vírgenes Consagradas por monseñor Terán; y el jueves 25 de marzo del 2021, solemnidad de la Anunciación del Señor, fue consagrada.
En la oración constante es donde escuchas la voz de Dios, es donde contemplas ese misterio de amor infinito y ese encuentro tan personal que te hace cambiar de vida cada día, reflexionó con alegría este 6 de diciembre.
La curiosidad que sintió Sor Isabel
Sor Isabel Campo Toussent, de 27 años de edad, también es profesora y virgen consagrada. Ella estudió Lengua y Literatura en la Universidad Experimental de Guayana y trabaja como coordinadora de pastoral en el colegio Iqbal Masih. Inició su inquietud vocacional cuando tenía trece años, de acuerdo con lo que escribió para Aleteia.
A esa edad se preguntaba si Dios la llamaba a ser religiosa. En su interior sabía “que algo distinto sería de mí, pues la vida religiosa misionera era lo más común en mi entorno”. Vivía en una zona rural atendida por la Congregación de la Inmaculada Concepción de Castres.
“Para ese momento ya
llevaba algunos años conociendo a María Teresa Cáceres, una virgen consagrada
misionera del Movimiento Cultural Cristiano (MCC). No terminaba de
comprender ese estilo de vida, aunque me causaba curiosidad”.
Con el paso de los años, Jesús fue mostrándole su voluntad. “Fue conquistando mis afectos y colocando señales a través de personas”. La decisión ocurrió en un encuentro con las hermanas del Ordo Virginum de Venezuela, donde entendió la petición de Dios.
El último encuentro que tuve con ellas me sirvió para conocer aún más este estilo de vida y plantearme con mayor claridad esta forma de vida consagrada tan antigua y a la vez tan renovada en la Iglesia, describe Sor Isabel.
Yo no quería dejar de servir a Cristo en los empobrecidos, en mis alumnos; de luchar por la justicia y quería entregarme del todo a Él. Encontré que esta es la forma de vida consagrada que más se asemeja a esos anhelos que ha puesto Jesús en mi corazón.
Entonces Sor Isabel confirmó su
decisión cuando monseñor Terán la admitió en el Ordo Virginum el 19 de agosto
del año 2019. El dieciséis de octubre de 2021 fue consagrada a su “Amado
Esposo”, según el canon 604 del Código de Derecho Canónico.
“Espero con la gracia de Dios poder perseverar hasta el fin de mis días en este mundo y poder junto al coro de vírgenes prudentes cantar las bodas eternas del Cordero”, refirió la joven.
“Para esto pido sus oraciones no solo por mí, sino por todas las
mujeres que estamos siendo llamadas a este desposorio místico con Cristo”.
Son mujeres que trabajan en todos
los terrenos
La Instrucción Ecclesiae
Sponsae Imago reconoce que estas mujeres están “arraigadas en la
comunidad diocesana reunida alrededor del Obispo, según la modalidad del
antiguo Ordo virginum, sin ser adscritas a un Instituto de vida consagrada”.
Por eso se les encuentra en
condición de seglares trabajando en diferentes oficios del día a día de la
vida: en hospitales, escuelas, incluso, asumiendo la responsabilidad de
capillas o labores misioneras como Yesenia Arellano, en la diócesis de Puerto
Cabello.
Para Yesenia, la fiesta de la
Inmaculada Concepción es muy especial. No solo es el día en el que la Iglesia
recuerda a la madre de Jesús, concebida sin pecado original. Es la fecha en
que se entregó a Dios como virgen consagrada, es decir, celebró su desposorio
místico con Jesucristo para servir a la Iglesia como una opción de vida.
La consagración de Yesenia fue el 8
de diciembre de 2008, de manos de monseñor Ramón Viloria, entonces obispo de
Puerto Cabello. Este año lo recuerda en el mismo sitio donde fue consagrada: en
la capilla San Vicente Ferrer de Alpargatón, en Puerto Cabello. En esta
comunidad ayuda a ancianos y demás personas enfermas.
De acuerdo con su compromiso misionero, considera que no todos los cristianos participan de la misma manera “como es el caso de los enfermos y ancianos, debido a su avanzada edad o limitaciones físicas”, escribió Yesenia. Ha sido responsable de la Agrupación de Enfermos y Ancianos Misioneros; y durante 14 años, ha motivado a los jóvenes desde la pastoral vocacional en la diócesis de Puerto Cabello.
Ellas significan mucho para la Iglesia
Monseñor Helizandro Terán durante la
consagración de una de las vírgenes en su diócesis, ilumina con claridad lo que
para la iglesia significa este estilo de vida:
“Es un acto que para la Iglesia significa muchísimo, es un acto que para la Diócesis es una bendición, pues el Señor apremia, el Señor busca, el Señor espera corazones consagrados, corazones virginales que lo den todo por la causa del Reino; que lo den todo por el amor, el ejercicio de la caridad hacia sus hermanos”.
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