La consideración de “armas biológicas” y otros calificativos con todo lo que estos términos significan, ha desatado diversas situaciones de injusticia hacia los venezolanos que regresan a su país en medio de la pandemia del COVID-19
Ramón Antonio Pérez/Aleteia Venezuela
Jul 20, 2020
El atropello que sufren los “retornados” es el vivo
ejemplo de que la crisis humanitaria en Venezuela no solo es social, política y
económica; también es moral y hasta religiosa.
Con una indolencia que parece haberse activado con la
llegada del COVID-19, parece que también se ha motivado el desprecio entre los
mismos connacionales. Pero esto no llega solo. Es una antipatía que ha sido alentada
desde el mismo el gobierno de Nicolás Maduro, al catalogar de manera incorrecta
a los venezolanos que han querido regresar a su país para compartir en familia,
a pesar de la pandemia y de las carencias del día a día.
Además del fracaso de no haber encontrado solución a
sus necesidades como empleo, techo, comida y salud en otros países Latinoamericanos
también afectados por el coronavirus, los que ahora regresan a Venezuela, cargan
sobre sí el señalamiento de estar “contagiados”. Muchos de ellos vuelven
obligados, pero también son víctimas colaterales y directas de la pandemia que
ha cobrado la vida de más de 600 mil personas en el mundo.
Si bien en Venezuela, las cifras del Covid-19 no dejan
de ser preocupantes con más de 11 mil contagios y 107 fallecido hasta este este
viernes 17 de julio, la consideración de “bioterroristas”, “armas biológicas” y
otros calificativos, con todo lo que tales términos significan, también ha
desatado las más variadas situaciones de injusticia contra ellos.
Vale recordar que las primeras expresiones para
descalificar los posibles contagios de migrantes venezolanos ocurrieron el 24
de mayo de este año, cuando Maduro acusaba a la vecina Colombia de promover la
“infección
intencional” de personas que regresan a Venezuela. Entre sus allegados,
las réplicas de estas palabras no se dejaron esperar, generando incontables y duras
experiencias entre quienes decidieron volver a su tierra.
Te puede interesar:
Retornar a Venezuela en tiempos del Covid-19: Ni voluntario, ni seguro
Keilyn Urbina: “Esto parece un secuestro”
“Pareciera que nos están castigando por
habernos ido, por haber traicionado a la patria. Yo migré por salud, para
buscar tratamiento para el cáncer”, dice Keilyn Urbina, una de las
mujeres retornadas y que cumplió más de dos meses de aislamiento junto a sus hijas de 5, 16 y 17 años y otras cien personas, en la escuela “Vara de María”, en el municipio
Páez (Apure), dice en un sonido difundido por Crónica Uno.
Keilyn salió en la última oleada de migrantes a
principios de enero del 2020. Era imposible para ella encontrar tratamiento
para el cáncer de mama en Venezuela. Su hija de 17 también corría serios
peligros porque vive con un solo pulmón. No era fácil sostenerse así y decidió
salir del estado Zulia para buscar una mejor vida en Colombia.
La COVID-19, apenas le permitió estar allí unos pocos
días. Para regresar tomaron un bus en Bogotá hasta el paso humanitario de
migración Arauca. Debían recorrer, además, parte de la frontera fluvial de 2219
kilómetros que separa a Colombia y Venezuela. Salió el 6 de junio a las 3 de la
tarde y entró el día 7 a las 4 de la tarde, para llegar a dormir en viejas
colchonetas en uno de los salones de la escuela, junto a 28 personas desconocidas.
“Ese día la pasamos muy mal”, explica la mujer,
describiendo primero que Migración Colombia las mantuvo a pleno sol durante
cuatro horas en el cruce fronterizo. Luego, en territorio venezolano, la
Guardia Nacional Bolivariana las atropelló en todo momento.
“Cuando migración venezolana tomó nuestros datos, pensé que pasaríamos
en aislamiento ocho o quince días. Ya vamos para el segundo mes”, dice en el sonido
divulgado el 17 de junio, en plena “cuarentena radical” impuesta por Maduro.
Junto al grupo de “retornados”, Keilyn y sus hijas experimentaron las más
duras condiciones porque no había baños aptos y la comida no era balanceada. Pero “lo
más injusto era que nos decían que estábamos contaminados”, indicó. “Esto
parece un secuestro” y “un castigo por habernos ido”, se escucha a través del
sonido.
A Keilyn y sus hijas les
han hecho cinco pruebas, tres de
sangre y dos PCR. Los resultados han sido negativos, de acuerdo a lo que
informa. Sin embargo, siguen alimentando las cifras que diariamente ofrecen
desde el gobierno venezolano.
“No esperaba esto en mi propia tierra”
Los testimonios de
trato cruel y sus ejecutores oficiales se multiplican. Lisandro Cabello,
secretario de la Gobernación del estado Zulia, utilizó el término “arma
biológica” para referirse a los que regresan. “Toda persona que viole el sistema
migratorio e ingrese en el país será considerada arma biológica y encarcelada”,
dijo en un medio local.
Esta consideración le
pegó duro a Linda García, una migrante de 27 años, quien se encontraba en el
centro de acogida en San Cristóbal, estado Táchira, reportó ABC.
“No me esperaba encontrar este
infierno aquí en mi propia tierra y mucho menos ser humillada como portadora de
un arma biológica llamada coronavirus”, escribió la mujer desde el celular,
informando que en el centro estaba junto a unos 600 retornados. Linda denunció que recibió para alimentarse
una “comida podrida con gusanos”.
Desde los “trocheros” a los “bioterroristas”
Más recientemente, desde
el Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (CEOFANB),
denigraron a los que ingresan desde Colombia por las trochas. Desde Twitter
llamaron a denunciarlos y dar sus direcciones. “Un trochero o trochera infectado
es un bioterrorista (…) que puede acabar con tu vida y la de tu
familia (…) denúncialo sin que nadie se entere que fuiste tú. Envía un
correo con el nombre de la persona, descríbelo como es y la dirección exacta”,
expresó el CEOFANB.
Sin embargo, la expresión
más acabada de estos duros señalamientos contra los venezolanos que quieren
regresar en medio de la pandemia, procedió del padre Numa Molina, un jesuita
identificado con el gobierno de Maduro, quien el 15 de julio losa llamó “bioterroristas”,
desatando un torrente de comentarios muy duros en su contra.
“Un #TrocheroInfectado
es un bioterrorista que te puede quitar la vida a ti y a tus seres más
queridos. Entren por los pases autorizados, bienvenidos a su patria, pero
sométanse a la cuarentena, no vengan a infectar a los venezolan@s”, fue su
mensaje en Twitter.
Al día siguiente, su propia congregación, a través del padre Rafael Garrido, provincial de los Jesuitas en Venezuela, expresó:
“La Compañía de Jesús rechaza los términos
peyorativos utilizados por un religioso de esta Congregación, con los que se ha
referido a los migrantes en situación de retorno al país, pues ofenden la
dignidad humana de los hermanos venezolanos que regresan al país en condición
irregular debido a los controles desmedidos impuestos por el Ejecutivo
Nacional, incluso antes de la pandemia del COVID-19”.
Además, el provincial
ratificó ante la opinión pública el compromiso, solidaridad y cercanía con las
personas que buscan retornar al país. De hecho, los jesuitas mantienen un
eficiente servicio a los refugiados que le hace honor a santos de esta
congregación que fueron grandes misioneros.
“Confirmamos nuestro compromiso en la atención a los migrantes,
desplazados, refugiados, víctimas de las guerras y del tráfico de personas; la
defensa de la cultura y existencia digna de los pueblos originarios”,
indicó Garrido.
COMPROMISO DE LOS
JESUITAS: - “Nos proponemos seguir contribuyendo a crear las condiciones para su
acogida humana, acompañarlos en su proceso de integración en la sociedad y
promover la defensa de sus derechos”, expresó en el comunicado de la
Compañía de Jesús en Venezuela, que se volvió tan viral como las injustas
palabras de Numa Molina vertidas hacia los “retornados”, tal vez ahora, los más
sufridos del país.
Te puede interesar:
Venezuela: ¿Por qué no son creíbles las cifras del Covid-19?Te puede interesar:
El paso por trochas Colombia-Venezuela ya es un «negocio redondo»
0 Comentarios
Comentarios de Nuestros Visitantes
Agradecemos sus comentarios, siempre en favor de nuestra Fe Cristiana Católica y de manera positiva. Si considera válido su comentario para ser publicado, se agradece no usar una cuenta anónima o desconocida.