“En medio de esta pandemia, es bueno que recordemos estas palabras de
Jesús y tengamos la seguridad de su presencia entre nosotros. Porque estamos
sin duda en una situación difícil y grave”,
dice el cardenal Jorge Urosa Savino en el artículo “Fortaleza y esperanza en medio de la peste”, que este 21 de julio,
envió a los medios de comunicación.
Aunque describe episodios del tiempo de Jesús en los que éste motiva a sus discípulos, Urosa no deja de lado la realidad de Venezuela. “Llevamos ya casi 5 meses de sobresalto y penurias debido a la peste. Y sentimos el peso de la angustia, de la escasez, de la incertidumbre, del encerramiento”, escribe.
“En
una ocasión, tristes por haber pasado toda la noche sin pescar nada, al
escuchar el estímulo de Jesucristo, los apóstoles se animaron y realizaron la
pesca milagrosa”, narra el cardenal venezolano. “Y en otro momento, en medio de
una tormenta y asustados al ver venir a alguien caminando sobre las aguas, Él
les dijo: ¡Animo, soy yo, ¡no tengan
miedo!”, agregó.
Para
el arzobispo emérito de Caracas, estos son ejemplo con los que Dios ilumina y
conforta, a pesar de tantas dificultades
con “carencias materiales insólitas” y en un ambiente
que se olvida de él. “Jesús nos alienta ahora a nosotros, sus fieles discípulos
y amigos, a que sigamos adelante, con alegría, con fe y confianza, con
perseverancia y fortaleza”, expresa el Purpurado.
Su
llamado en estas “duras semanas de peste y confinamiento”, es entonces “a
intensificar la oración, el contacto directo, personal, intimo con Dios”.
Para ello recomienda leer la Biblia, especialmente los Evangelios y las Cartas de
los Apóstoles; la comunión eucarística espiritual diaria, y rezar con fervor el santo
Rosario.
Igualmente
pidió invitar a los familiares, y a las personas cercanas, para que sean parte
de estos momentos de oración y “encuentro personal” e “íntimo con Dios”. “Hagamos
lectura espiritual de vidas de los santos, de obras piadosas". Finalmente, recomendó que "aprovechemos la
celebración de la Santa Misa por la Televisión, Radio María y las redes
sociales”.
A
continuación, se publica su artículo de manera íntegra:
“ANIMO, SOY YO. ¡NO TENGAN MIEDO!”
(Mt 14, 27)
FORTALEZA Y ESPERANZA EN MEDIO DE LA PESTE
En una ocasión, tristes
por haber pasado toda la noche sin pescar nada, al escuchar el estímulo de
nuestro Señor Jesucristo, los apóstoles se animaron y realizaron algo
prodigioso: la pesca milagrosa. (Lc 5, 1-11) Y en otro momento, en medio de una
tormenta y asustados al ver venir a alguien caminando sobre las aguas, Él les
dijo: Animo, soy yo, ¡no tengan miedo! (Mt, 14, 23-27)
En medio de esta
pandemia, es bueno que recordemos estas palabras de Jesús y tengamos la
seguridad de su presencia entre nosotros. Porque estamos sin duda en una
situación difícil y grave. Llevamos ya casi 5 meses de sobresalto y penurias
debido a la peste. Y sentimos el peso de la angustia, de la escasez, de la
incertidumbre, del encerramiento.
Pues bien, la
palabra de Dios nos ilumina y nos conforta. San Pablo, en un bellísimo pasaje
de la Carta a los Romanos (Rom. 8, 18-38), nos asegura que Dios nos envía su
Espíritu Santo para que nos aliente y fortalezca en la tribulación y el
sufrimiento. Y nos dice: “Y sabemos que Dios ordena todas las cosas para bien
de los que lo aman” (Ro 8,28).
En medio de tantas
dificultades, en un ambiente que se olvida de Dios, con carencias materiales
insólitas, Jesús está con nosotros, y nos alienta ahora, a sus fieles
discípulos y amigos, a que sigamos adelante, con alegría, con fe y confianza,
con perseverancia y fortaleza. “Soy yo. No tengan miedo”.
RENOVAR Y ANUNCIAR NUESTRA FE
Él nos invita a
recordar y también a anunciar en nuestro hogar, entre nuestros vecinos, que
Dios es Amor (1 Jo 4, 8). Que Él llama a todos los seres humanos a una vida
plena y feliz, en este mundo y sobre todo en la vida eterna.
Recordemos un llamado del Papa Francisco, formulado en
su alocución en la audiencia general del pasado 15 de enero “Que el Espíritu nos permita también a
nosotros, como a Pablo, impregnar de Evangelio nuestras casas y convertirlas en
cenáculos de fraternidad, donde podamos acoger a Cristo vivo, que “sale a
nuestro encuentro en todo hombre y en todo tiempo” (cf. II Prefacio de Adviento).
INTENSIFICAR
LA ORACIÓN PERSONAL Y FAMILIAR
Lamentablemente, el aumento sostenido de los
contagios desde principios de junio, y la precaria situación de nuestro sistema
de salud, nos ha impedido a los Obispos abrir progresivamente los templos al
culto público. Para evitar el peligro de contagios masivos. ¡Pero todos
tenemos el
recurso a la oración personal y familiar en el hogar!
En estas
duras semanas de peste y confinamiento los invito, pues, a intensificar la
oración, el contacto directo, personal, intimo con Dios: a través de la lectura
de la Biblia, especialmente los Evangelios y las Cartas de los Apóstoles; la
comunión eucarística espiritual, el rezo diario y fervoroso del santo Rosario.
Invitemos a nuestros familiares, y a las personas cercanas a acompañarnos en la
oración. Hagamos lectura espiritual de
vidas de los santos, de obras piadosas. Y aprovechemos la celebración de la
Santa Misa por la Televisión, Radio María y las redes sociales.
CARIDAD CRISTIANA
Pidamos
al Señor que, nuestra Iglesia, nosotros los cristianos, en este ambiente
secularizado y antireligioso de la época moderna y, precisamente en tiempos de peste
maligna, mediante la oración, el apostolado, familiar y la solidaridad material, hagamos presente
en el mundo el inefable, transformador y gratificante amor de Dios, su
misericordia y su felicidad.
Precisamente en estos tiempos difíciles fortalezcamos
nuestro fervor religioso, en nuestra familia, en el hogar, y pidamos a Dios que
aumente nuestra fe, una fe viva, que animada por la caridad, nos lleve a vivir a fondo nuestra
vocación cristiana y nuestro compromiso social. De manera particular procuremos
aliviar los problemas personales de quienes están cerca de nosotros, y también
llevarles la Palabra de Dios y un mensaje de aliento, esperanza y fortaleza. Y
socorrerlos en sus necesidades materiales.
Para ello, invoquemos la ayuda de nuestra amorosa madre
celestial, la Santísima Virgen de Coromoto, a quien nos encomendamos
confiadamente en esta grave situación.
OH MARÍA, SIN
PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE
RECURRIMOS A TI. AMEN.
+CARDENAL JORGE UROSA SAVINO
ARZOBISPO EMÉRITO DE CARACAS
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